30 diciembre, 2021

Cuando las críticas razonadas se convierten en "fobias" — Tita Barahona

 


Canarias Semanal.org – 12/12/2021


Hemos señalado en alguna otra ocasión que cuanto más avanza la desigualdad social en los países del centro capitalista, más se preocupan las elites dirigentes en reforzar la política de las identidades, que implica una supuesta defensa de los derechos de mujeres, homosexuales, poblaciones indígenas, minorías raciales, personas transexuales, discapacitadas, grupos religiosos, etc., obviando que dentro de cada uno de estos grupos hay diferencias de clase (económicas, educativas, residenciales, entre otras).


Aunque es lamentablemente cierto que existe la discriminación por sexo, edad, nacionalidad, orientación sexual, etc., el hecho de convertirlas en identidades y poner el acento en ellas tiene por finalidad obscurecer la estructura clasista en la que se sustenta el sistema capitalista. Y son precisamente los partidos llamados progresistas, de influencia posmoderna, que pasan por ser la “izquierda” del espectro político institucional, los abanderados de esta tendencia (en otros lugares llamada woke).


Una tendencia que está llevando a excesos tanto de censura descarada como de manipulación mediática y simplificación de temas que son complejos y tienen, por tanto, distintos niveles de análisis. Así, censurar actos, charlas, libros, cuentas en redes sociales, etc., se está convirtiendo en un deporte nacional –llamado “cultura de la cancelación”– en países como Reino Unido, Estados Unidos o Canadá, y que se extiende como mancha de aceite al resto del mundo.


Se trata de una “cultura de la cancelación” que incluye la quema de libros, por si pensábamos que los tiempos de la Inquisición habían pasado a la historia. En algunas escuelas católicas de Canadá se llegaron a quemar, en 2019, varios miles de ellos, incluidos tebeos de Astérix y Tintín, por considerarse que propagaban estereotipos sobre las poblaciones indígenas. Esto en un país cuyos grupos indígenas sufren todavía una notable discriminación.


La racha de los índices expurgatorios ha llegado también a Cataluña, donde bibliotecas de colegios han depurado cuentos tradicionales como Caperucita Roja, por sexistas, mientras el colmo del sexismo, la pornografía, sigue libre llegando a los móviles de niños y adolescentes. En Reino Unido, grupos de “transactivistas” quemaron los libros de Harry Potter, porque su autora fue acusada de “tránsfoba” por decir públicamente que el sexo (varón-mujer) existe.


Canadá volvió a reabrir el debate sobre los excesos de esta “cultura de la cancelación”, cuando en noviembre pasado el Consejo Escolar de Toronto suspendió el acto en el que la Premio Nobel de la Paz de 2018, Nadia Murad, iba a presentar su libro titulado “Yo seré la última: Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico”. El motivo alegado fue que podía ofender a los alumnos musulmanes.


La presentación del libro de Murad pudo enseñar a esos alumnos musulmanes los horrores a los que pueden conducir ciertas interpretaciones de los “textos sagrados”. Sin embargo, se dio más prioridad a no “ofender” a musulmanes que a la exposición y denuncia de las ofensas a las que Nadia Murat fue sometida por ser mujer y yazidí. La censura de su charla añadió una ofensa más, pero esta vez en nombre del “progresismo” y la “inclusividad” ¿Cabe mayor irracionalidad?


Porque, vamos a ser serios: en todas las religiones hay grupos fundamentalistas, pero no todas las personas que las profesan lo son y, es más, pueden llegar a ser firmes opositoras de esos fundamentalismos. Esto parece ignorarse. Es como si una conferencia sobre el Opus Dei o los Legionarios de Cristo se cancelara con la excusa de que podría ofender a los cristianos, u otra sobre los judíos ortodoxos (donde la situación de las mujeres no es mejor que en ambientes islamistas) sobre la base de que podría ofender a todos los judíos.


Sin embargo, ahora resulta que cualquier crítica a los excesos del fundamentalismo islámico, como el que hoy gobierna en Afganistán, es fomentar la “islamofobia”. Así lo consideraba hace poco un artículo de El País, en el que se trataba de justificar el uso del burka y veía sospechosas motivaciones “ideológicas” en la difusión de las fotografías que muestran cómo vestían muchas mujeres en Kabul en la década de 1970, cuando no había códigos de vestimenta obligatorios como en la actualidad.


Es la misma postura que contempla como “empoderante” el uso del hiyab aun cuando vemos que muchas jóvenes de familias musulmanas lo llevan no por convicción sino por presión familiar y comunitaria. Pero no critique o no opine usted sobre este tipo de coacciones, que sufren solo las mujeres, porque los y las “progres” la tacharán de “islamófoba” y de hablar desde el “privilegio” de ser “mujer blanca”, aunque recién la hayan desahuciado o no tenga suficiente para alimentar a sus hijos.


Y es la misma lógica -si se puede llamar así- que censura o silencia cualquier postura crítica con las leyes de la “identidad de género” (o leyes trans) estampando el sello de “transfobia”; la que obliga a dejar sin subvenciones a refugios para mujeres maltratadas o víctimas de violencia sexual porque en ellos no se admite a “mujeres con pene” -como ha ocurrido en algunos países-; la que impide que se publiquen leyes prohibiendo la ablación del clítoris porque también "ofende" al colectivo trans. Las ofensas a las mujeres más vulnerables no cuentan.


Por no “ofender” a las personas trans, "no binarias", "dos-espíritus", "poliamorosas" y todas las demás identidades de nuevo cuño, inventadas para dar de comer a ciertas industrias, ya no se puede hablar de varones y mujeres, sino de “personas gestantes”, “personas inseminantes” y otros neologismos similares, que, si no los aceptas, serás una “tránsfoba”.


Las asociaciones que componen el lobby trans han llegado al extremo de pedir a los biólogos que cambien el nombre a las llamadas células-madre (ofende también). Y en el museo de Ciencias Naturales de Londres han logrado que sus directivos prometan cambiar el módulo sobre la reproducción humana –titulado “¿Niño o Niña?”–, porque no es una “narrativa inclusiva”.


Que todo esto es un despropósito lo saben muchas personas de todas las orientaciones políticas; pero lo peor es que el reconocerlo abiertamente se está dejando a los medios de la derecha y ultraderecha; porque el resto cierra la puerta a cualquier cuestionamiento, debate o disentimiento con la postura “oficial” del progresismo woke, al que se adhiere, que ve fobias (miedos irracionales) donde sólo hay razonamientos.


Así le resulta muy fácil a ese progresismo woke (licuado posmo-socioliberal en que se ha convertido la “izquierda”) asimilar las posturas críticas con el islamismo o el transgenerismo con la ultraderecha, del mismo modo que hace con quienes cuestionan al actual gobierno, “el más progresista de la historia”, a imitación de lo que ocurre en EE.UU, donde las élites demócratas gobernantes tachan de “pro-Trump” a todo quisque que ose poner en cuestión sus políticas.


Las y los anticapitalistas, quienes luchamos por una auténtica transformación social, debemos denunciar alto y claro este tipo de manipulaciones, preguntarnos quiénes se están beneficiando de esta llamada “cultura de la cancelación”, a dónde nos dirige, a qué intereses está sirviendo realmente, cuando vemos que la voz de la sensatez se está arrinconando en un terreno muy peligroso, que es el del fascismo.



TRABAJO: forjando ejes para camiones y tornillos


 


"Nosotras las personas oprimidas, las que no luchamos por tener grandes valores sino por pura necesidad, las que pensamos en la revolución, no como algo bonito y deseable, sino como algo estrictamente necesario para acabar con nuestro sufrimiento cotidiano."  

 Marxismo Irreverente






imagina si esto

si un día esto

un día feliz

imagina

si un día

un día feliz esto

se acabara

imagina


Samuel Beckett





28 diciembre, 2021

Plan de choque para una urgente reconstrucción de la resiliencia ecosocial en el Estado Español ————— Carlos de Castro

 


[Enviado por Luis López, a quien reiteramos nuestro agradecimiento por sus valiosas aportaciones y sugerencias.]


15/15\15 - 24/07/2021


Con contribuciones de Luis González Reyes, Joseba Azkarraga, Pedro Prieto, Carlos de Castro, Vicent Cucarella, Antonio Turiel, Antonio Aretxabala y Manuel Casal Lodeiro. También incorpora propuestas previamente publicadas por Jorge Riechmann.


I. ECONOMÍA:

1. Sustitución del PIB como principal indicador. Nuevos indicadores físicos, de bienestar social (necesidades básicas de generación actual y futuras) y de distribución de la renta.

2. Integración metabólica hacia la economía circular y adaptación a la biocapacidad del país.

3. Reducción metabólica (adelgazamiento) hasta alcanzar como mínimo un -10% anual en las emisiones de acronym title=»Gases de Efecto Invernadero»>GEI.

4. Plan de diversificación económica y reconversión (industrial y laboral) de sectores no esenciales y no sostenibles hacia sectores esenciales que aporten resiliencia.

5. Desmercantilización social.

6. Fondos de reserva locales de bienes y servicios para la resiliencia.


II. ENERGÍA:

1. Plan de seguridad y soberanía energética, incluyendo: socialización de empresas eléctricas (nacionalización, municipalización, etc.), expropiaciones necesarias, reconfiguración del sistema energético para descentralizarlo y basarlo en fuentes renovables y en comunidades energéticas locales, gestión y reducción de la demanda, aprovechamientos no eléctricos de fuentes renovables.


III. FISCALIDAD:

1. Reforma fiscal fuertemente progresiva y otras medidas de distribución de la riqueza (incluyendo expropiaciones).

2. Reorientación de los Presupuestos Generales del Estado hacia los servicios públicos.


IV. FINANZAS:

1. Jubileo de deudas injustas o impagables.

2. Socialización del sector bancario. Crédito público sin interés.

3. Soberanía monetaria basada en monedas sociales orientadas a economías ecológicas/feministas/solidarias, locales y biorregionales, relocalizadas y resilientes.


V. HÁBITAT:

1. Desmercantilización de la vivienda.

2. Rerruralización. Impulso a la migración ordenada de las grandes áreas urbanas hacia áreas con menor densidad de población.

3. Fomento del trabajo y teletrabajo en áreas rurales, con mejora de las comunicaciones y servicios en estas áreas.

4. Relocalización socioeconómica: fomento de la vida local.

5. Reforma subvencionada de viviendas orientada a reducir su consumo energético.


VI. INDUSTRIA:

1. Reconversión industrial hacia bienes y servicios esenciales. Reingeniería de procesos para la resiliencia y autosuficiencia.

2. Diversificación productiva y aumento de la independencia de suministros importados. Soberanía tecnológica.

3. Mapeado exhaustivo de las producciones y necesidades locales. Corrección de vulnerabilidades y planes de contingencia y de resiliencia productiva.

4. Reducción de la obsolescencia, fomento del alquiler frente a la compra y otras medidas que aseguren la máxima vida posible de los productos industriales y la reducción de costos de reciclaje. Fomento de la reparación y recuperación de dispositivos tecnológicos.

5. Minimización del consumo energético industrial.

6. Reducción de envases.


VII. TRABAJO:

1. Reparto del trabajo con reducción regulada por ley de la jornada laboral. Trabajo comunitario garantizado, desalarización y Renta Básica Universal de la Tierra.

2. Reconversión laboral hacia sectores esenciales y que aporten resiliencia.

3. Reparto de tareas domésticas, de cuidados y comunitarias.


VIII. MOVILIDAD:

1. Reducción drástica de la movilidad motorizada mediante medidas que minimicen la necesidad de desplazarse. Reordenación urbana en función de una movilidad reducida. Barrios multifuncionales (ciudades de 15 minutos).

2. Fomento del teletrabajo con criterios de racionalidad energética.

3. Aumento del transporte público de bajas emisiones paralelo a la desincentivación del vehículo privado.

4. Reconversión del transporte marítimo.

5. Supresión de ayudas al transporte aéreo y al coche eléctrico privado.


IX. AGRICULTURA:

1. Reconversión del sistema agroalimentario hacia la agroecología, la agricultura familiar de proximidad, la permacultura, la agricultura regenerativa, etc. Subsidios desvinculados de la producción, como pago por mantenimiento de servicios ecosistémicos y contribución a la resiliencia alimentaria.

2. Priorizar el sector primario agroecológico como medida hacia una economía circular, promoviendo el trasvase de recursos públicos y trabajadores hacia dicho sector.

3. Soberanía alimentaria y resiliencia productiva agrícola.

4. Plan de formación basado en la trasmisión de saberes tradicionales y cooperativas agrícolas.

5. Expropiaciones para nutrir bancos de tierras públicos para asegurar el autoconsumo de la población.

6. Protección y difusión de variedades locales de interés alimentario mediante bancos de semillas y genéticos.


X. EDUCACIÓN Y CULTURA:

1. Alfabetización masiva sobre ecología. Formación ciudadana en prácticas sostenibles. Fomento de hábitos de vida más frugales. Promoción de dietas resilientes.

2. Reorientación del sistema educativo hacia lo ecosocial y enfoque hacia la resiliencia colectiva. Extensión a la educación no formal, p.ej. mediante fuerte regulación ecosocial de la publicidad y contra el permanente crecimiento de pseudonecesidades. Introducción socio-educativa del concepto de Gaia y de los derechos de las generaciones futuras. Incorporación al curriculum de conocimientos y aptitudes básicos para la resiliencia: agroecología, reparaciones, cocina, cuidados/salud, etc.

3. Moratoria a la actual digitalización masiva en la educación, para revisarla con criterios pedagógicos, de sostenibilidad y de salud.

4. Preservación de la diversidad biocultural, propugnando p.ej. la igualdad de derechos entre las lenguas.

5. Preservación del saber tradicional.

6. Plan cultural para la concienciación sobre el cambio civilizatorio.

7. Democratización directa de los medios de comunicación públicos y control democrático de los privados.


XI. OTRAS MEDIDAS PARA LA DEMOCRACIA:

1. Reconfiguración del sistema democrático para incluir los derechos de quienes no pueden opinar: menores, generaciones futuras y otras especies.

2. Subsidiariedad y soberanía local, a partir de las naciones históricas, regiones y comunidades autónomas, así como de las biorregiones, centrada en la resiliencia local coordinada confederalmente, fundada en la solidaridad y el derecho a decidir.

3. Introducción de la democracia directa en todos los ámbitos de gobierno local. Presupuestos 100% participativos.

4. Simplificación burocrática.


XII. OTRAS MEDIDAS DE ECOLOGÍA Y RESILIENCIA:

1. Renaturalización extensa en áreas rurales y urbanas. Regeneración de los ecosistemas. Reforestación masiva con criterios de resiliencia climática y de multifuncionalidad socionatural.

2. Riguroso control de acuíferos. Seguridad en el abastecimiento de agua para consumo humano.

3. Prohibición de plaguicidas sintéticos, disruptores endocrinos y otros tóxicos industriales que afectan gravemente la salud humana y de los ecosistemas. Plan de retirada segura de amianto costeada por el Estado como responsable de su autorización.

4. Protección de zonas costeras ante el caos climático.


XIII. INTERNACIONAL:

1. Desmundialización ordenada y sustitución por redes de cooperación biorregional por la sostenibilidad y la resiliencia.

2. Derogación de Tratados de Libre Comercio.

3. Medidas de redistribución internacional de la riqueza, incluyendo pago de la deuda ecológica e histórica.

4. Firma del protocolo de Uppsala-Rimini.



"No hay economía ecológica sin justicia social. El cambio energético es para vivir de otra manera" — Rafael Poch



CTXT - 2/12/2021

Geopolítica de las renovables

La transición energética es crucial, pero es imposible concebirla como una mera sustitución de energías fósiles por renovables


Pensar que la transición energética consiste en sustituir energías fósiles por renovables es irreal. Su mera sustitución es imposible, dice Joan Martínez Alier, nuestro más ilustre experto en economía ecológica. En la misma entrevista con Naiz, el investigador de los límites minerales del planeta Antonio Valero pone un claro ejemplo: "Una instalación fotovoltaica utiliza 25 veces más materiales que una central térmica convencional. Un aerogenerador te da como mucho entre dos y cinco megavatios. Para llegar a un gigavatio, que es lo que te da una central térmica de carbón, necesitas un mínimo de 20 generadores. Pero ese aerogenerador trabaja 2.000 horas al año, frente a las 6000/7000 horas de la central. Es decir, necesitas como mínimo 60 torres de más de 100 metros. Y en cada una de esas torres hay neodimio, praseodimio, disprosio, boro, acero, aluminio. Además, si quieres almacenar la energía necesitarás litio, cobalto, manganeso y cobre. Muchos de esos materiales son críticos y además se obtienen mediante combustibles fósiles".


A la guerra por el coche eléctrico


Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía, si se quieren cumplir los objetivos climáticos, la demanda de minerales para tecnologías energéticas limpias se multiplicará por lo menos por cuatro en 2040 y mucho más aún en el caso de los minerales para el coche eléctrico, que necesita cobalto, grafito, litio, manganeso y tierras raras para sus baterías y motores. Hoy ese coche apenas representa el 1% del parque de automóviles, pero antes de diez años representará el 15% de las ventas de automóviles. La AIE estima que en veinte años la demanda de litio se multiplicará por cincuenta y la de cobalto y grafito por treinta.


Fuente: The Role of Critical Minerals in Clean Energy Transitions / IEA


Todo el mundo entiende hasta qué punto el control del petróleo ha determinado y determina las relaciones internacionales: las guerras del Golfo Pérsico, el conflicto de Siria, el cambio de régimen en Libia, la intervención en Irak, las presiones y embargos contra Irán y Venezuela, donde ese recurso escapa al control de Estados Unidos, o las sanciones contra Rusia, potencia energética internacionalmente autónoma. El imperialismo de los recursos petroleros es algo bien conocido para la geopolítica desde por lo menos la Primera Guerra Mundial, cuando las potencias europeas pugnaron por el control del Golfo Pérsico. Pero si los yacimientos de gas y petróleo se encuentran un poco por doquier en el mundo, desde América, hasta Eurasia, pasando por África y todos los océanos, la producción de muchos de los minerales vitales para la transición energética hacia las renovables está mucho más concentrada geográficamente.


La mayor parte del mineral de cobre lo suministran solo cuatro países: Chile, Argentina, Perú y la República Democrática del Congo. China responde del 70% del suministro de tierras raras. El grueso del litio procede de tres países, Australia, Argentina y Chile, y el 80% de la producción de cobalto procede de la República Democrática del Congo.


"Un simple vistazo a la localización de tales concentraciones sugiere que la transición hacia energías verdes prevista por el presidente Biden y otros líderes mundiales puede toparse con graves problemas geopolíticos, no muy diferentes a los que en el pasado generaron la dependencia del petróleo", dice Michael Klare, un conocido especialista en geopolítica de los recursos.


Primera potencia militar, los Estados Unidos están bastante escasos de recursos fundamentales –como níquel, zinc o tierras raras– para el nuevo paradigma. China, que tiene mucho de lo último, es vista como adversario y la campeona mundial en cobalto, la República Democrática del Congo, es, seguramente, uno de los países más turbulentos del planeta. Si para solucionar los dilemas prácticos de estos nuevos recursos imprescindibles para un despliegue acelerado de las tres figuras clave de la nueva energética (paneles solares, turbinas eólicas y coches eléctricos) se utilizan los mismos métodos empleados actualmente con el petróleo, el mundo tiene por delante una perspectiva de agudos conflictos que, simplemente, ya no puede permitirse.


Sin decrecimiento no hay futuro


Pero incluso sin ese escenario de conflicto entre potencias por los recursos, su mera extracción exige una intensiva utilización de combustible fósil, ácidos, sustancias tóxicas y agua que causan enormes perjuicios humanos en todo el planeta. Martínez Alier que lleva años confeccionando con un equipo internacional un Atlas de conflictos ambientales, dice que, "hace 20 años no sabíamos ni qué era el litio o el cobalto, y ahora tenemos 150 materiales que generan muchos conflictos". Todo esto nos devuelve al inicio: la transición energética es crucial, pero es imposible concebirla como una mera sustitución de energías fósiles por renovables. Hace falta un cambio de mentalidad, lo que, desde luego, no es una cuestión de angelismo individual, sino una acción política colectiva, imposible sin iniciativas públicas, planificación, y estricta cooperación internacional. Imposible, quizá también, sin una catástrofe que abra los ojos a ese bicho humano colectivo que solo aprende a batacazos, y a veces ni siquiera. El tiempo dirá...


En cualquier caso, sin decrecimiento, a menos que se empiece a dejar de crecer, sin un relativo empobrecimiento de los más ricos globales que disminuya la demanda de recursos naturales y la generación de residuos, no hay transición energética posible ni salida de la crisis de civilización.


Occidente y Oriente


En países como China, cuyos gobiernos conservan cierta capacidad de planificación a medio y largo plazo, es imaginable una gobernanza sobre el vector del decrecimiento, pero ¿y en los países más ricos occidentales? Durante décadas, su población ha sido educada en el egoísmo individualista y en el consumo a ultranza, perdiendo por el camino cualquier otra perspectiva. Se dirá, y con razón, que pocas sociedades hay más ávidas consumidoras que la china, pero allí se conserva una capacidad de sacrificio y disciplina colectiva que ha desaparecido en las sociedades occidentales. El sujeto de esas sociedades, el "ciudadano" que ha sido reducido por el neoliberalismo a mero "consumidor-contribuyente", se parece mucho a un perfecto inútil desde este punto de vista. Las actitudes sociales ante la pandemia han vuelto a mostrar ese contraste entre los masivos botellones y las manifestaciones, por un lado, y los estrictos y disciplinados confinamientos asiáticos, que los miopes reducen a meras diferencias entre "libertad" y "autoritarismo".


No hay economía ecológica sin justicia social. El cambio energético es para vivir de otra manera. De una manera más simple, más tranquila y menos frenética. Como dice el economista ecológico Tim Jackson, en Prosperidad sin crecimiento, "la prosperidad tiene que ver con la calidad de nuestras vidas y relaciones, con la solidez de nuestras comunidades, y con un sentido de propósito individual y colectivo. La prosperidad tiene que ver con la esperanza. Esperanza para el futuro, esperanza para nuestros hijos, esperanza para nosotros mismos". Nada de todo eso se puede conseguir sin decrecimiento, es decir sin configurar una vida mucho más austera y "pobre" para los criterios actuales.


En Occidente, los gobiernos son esclavos de la dinámica creada por el capitalismo neoliberal: son incapaces de formular un programa de empobrecimiento sin perder rotundamente las siguientes elecciones ante rivales que prometan a los "contribuyentes-consumidores" lo imposible: evitar el desastre manteniendo o incrementando los actuales niveles de metabolismo social. En Asia el panorama quizás esté más abierto a una dinámica realista. No es un problema de “democracia” y "autoritarismo", sino, me parece, de algo anterior y mucho más básico. De ahí la importancia del relevo de potencia hacia Asia al que acaso estemos asistiendo en el mundo de hoy.


27 diciembre, 2021

Todas y todos pertenecientes a la misma especie — Richard Dawkins

 

¿Cómo era tu tatarabuelo nº 185 millones? ¿Un anciano de cabello ralo y bigotes blancos? ¿Un hombre de las cavernas con piel de leopardo? Olvídate de tal concepción. Tu tatarabuelo nº 185 millones era un pez. Y también lo era tu tatarabuela nº 185 millones, lo cual está muy bien o no podrían haberse emparejado y tú no estarías aquí.


Richard Dawkins, La magia ilustrada de la realidad (Simon y Schuster, 2012), págs. 38-40


Vemos aquí un experimento mental en el que se invita al lector a tomar una fotografía de sí mismo y colocarla sobre la mesa. 




Luego ha de tomar una de su padre y otra del padre de su padre, y otra del padre del padre del padre... (del padre o de la madre, es lo mismo). Y así sucesivamente, colocando una foto sobre otra hasta alcanzar un número que arbitrariamente decidí detener tras 185 millones de generaciones. 




De tal modo que tenemos 185 generaciones de fotografías de tus antepasados apiladas una encima de la otra. Eso supondría alrededor de todos los rascacielos de Nueva York superpuestos e incluso mucho más.



Luego, imagina esa altísima pila de fotos colocada horizontalmente y que paseas ante ella extrayendo de vez en cuando una foto. Por ejemplo un Homo sapiens arcaico y luego un Homo erectus, antepasado nuestro hace aproximadamente un millón y medio de años...











La pregunta interesante es esta: ¿Quién fue la primera persona? ¿Quién fue realmente la primera persona? La respuesta es un tanto paradójica: nunca hubo una primera persona porque todos los animales, todas las personas que nacieron pertenecieron a la misma especie que sus padres. Se puede retroceder tanto como se quiera, a 185 millones de generaciones atrás, pasas la página y descubres que, el último de los 185 millones de tatarabuelos es un pez. A primera vista, puede sonar paradójico decir que tu tatarabuelo número 185 millones es un pez, pero por otro lado, resulta que, en el camino de regreso, cada generación pertenece a la misma especie que sus padres y sus hijos.


El caso es que, por supuesto, todo este proceso es increíblemente gradual, increíblemente lento, toma millones de años. En cierta manera, estamos familiarizados con este tipo de cambio lento, gradual e imperceptible porque comenzamos siendo bebés, pasamos a ser niños pequeños, nos convertimos en adolescentes y posteriormente en adultos. En todo este proceso nunca hubo un momento en el que se pueda decir que ayer era un bebé y hoy soy un niño, ayer era un niño y hoy soy un adolescente, ayer era un adolescente y hoy soy un adulto. No sucede de esa manera. Al igual que al mirar la manecilla de tu reloj, la ves inmóvil, pero si al cabo de una hora la vuelves a mirar, constatas que se ha movido, y eso es como la evolución.


Así pues, si todos los antepasados estuvieran vivos habría un continuo completo entre todas las criaturas que se remontaría al antepasado común. Nunca hubo un padre o madre homo erectus que dio a luz a un bebé homo sapiens, de tal modo que de haber existido un taxónomo en cada momento, siempre habría clasificado a la criatura como perteneciente a la misma especie.





26 diciembre, 2021

TRABAJO: El duro arte de reparar, restaurar y reciclar


Es en el llamado tercer mundo donde de verdad se recicla,
en paupérrimas condiciones laborales 
y con escasos recursos técnicos.


Reparación de llantas dañadas de automóvil




Restauración de carcasas dañadas de faros de automóvil





25 diciembre, 2021

Así poco a poco aprendo

 




Así poco a poco aprendo

lo que es mansera y arado

arrope, zanco y gloriado

bolillo que está moliendo

siembra, apuerca, poca y trilla,

emparva, corta y vendimia;

ya sé lo que es la cizaña

y cuantas clases de araña

carcomen la manzanilla.


De LA INFANCIA (Violeta Parra)




24 diciembre, 2021

Cuando Gamal Abdel Nasser gritó: “¡Nunca nos rendiremos!” — Hussam Abdel Kareem

 

Gamal Abdel Nasser


LA HAINE.org - 24/12/2021


Ante el ataque combinado de Inglaterra y Francia en 1956, el líder antiimperialista egipcio se mantuvo firme. No perdió la fe en su pueblo ni en la justicia de su causa


Las circunstancias eran muy difíciles y la situación no podía ser más grave. El 31 de octubre de 1956 Gamal Abdel Nasser se dirigió a la mezquita de Al-Azhar en El Cairo, la base histórica del Islam en Egipto, subió a su púlpito y se dirigió a su pueblo apasionadamente desde su corazón y dijo "¡Lucharemos hasta la última gota de sangre! Nunca nos rendiremos".


Así respondió el joven líder, de 38 años, a la evolución de la crisis que escaló hasta el punto de la brutal invasión militar a la que se enfrentaba Egipto. Ochenta mil era el número de tropas británicas y francesas que atacaban Egipto, además del ejército de Israel. Todo ello fue resultado de la decisión de Nasser de nacionalizar el Canal de Suez unos meses antes.


Los invasores han llegado


En el momento en que Nasser pronunciaba su discurso en Al-Azhar, la enorme flota de la Marina Real Británica, compuesta por portaaviones, acorazados, destructores y lanchas rápidas, junto con la Marina francesa aliada, ya estaban en las costas del norte de Egipto atacando y teniendo como objetivo las ciudades de Port Said y Port Fouad y sus alrededores. Las fuerzas de agresión prepararon el camino para su ataque a la zona del Canal de Suez con ataques aéreos concentrados en El Cairo y Alejandría que tenían como objetivo muchos lugares, incluida la estación de radio egipcia.


La situación era aterradora. Se trataba nada menos que de un ataque integral a Egipto, cuyo ejército aún no se ha recuperado de los efectos de la derrota en la Guerra de Palestina de 1948. Por otra parte, "Gran Bretaña", el principal atacante, había salido victoriosa hace unos años de la Segunda Guerra Mundial.


Ante el peligro y la gravedad de la situación, Gamal Abdel Nasser no se derrumbó y se mantuvo firme. No perdió la fe en su pueblo ni en la justicia de su causa. Decidió que la mejor respuesta al desafío era volver a su pueblo, por el que lideró la revolución en 1952. Nasser se dirigió a los egipcios instándoles a ser fuertes, a estar unidos sin desesperarse, y asegurándoles la inevitabilidad de la victoria sobre las fuerzas de la agresión.


Ante la disparidad del poder militar, Nasser llamó a su pueblo a la resistencia paramilitar y a la guerra de guerrillas para hacer frente a las fuerzas enemigas británico-francesas que comenzaron a desembarcar en Port Said. El presidente decidió abrir los almacenes del ejército egipcio para que el pueblo obtuviera armas que le permitieran enfrentarse a los invasores, y comenzó a organizar la actividad de las brigadas de resistencia.


La creencia de Nasser en su pueblo y su recurso a él no eran sorprendentes. Todas las acciones que había llevado a cabo desde el éxito de la Revolución de Julio (1952) estaban dirigidas a su búsqueda del progreso de Egipto y a promover su lugar adecuado en el mundo, lejos del colonialismo y la subordinación. Eso incluye su decisión, en junio de 1956, de nacionalizar el Canal de Suez y transferir su propiedad y gestión al pueblo egipcio, después de que hubiera sido propiedad de Gran Bretaña durante 70 años, desde que Ismail, el gobernante egipcio de la dinastía de Mohammad Ali, lo "vendiera" a los británicos a bajo precio cuando pasó por algunas dificultades financieras y necesitó dinero en efectivo.


La decisión de Nasser: Un riesgo que vale la pena correr


Gamal Abdel Nasser sabía que corría un gran riesgo porque estaba privando a Gran Bretaña de controlar la ruta marítima hacia sus colonias e intereses en el este, y en este caso, los británicos no dejarían pasar la decisión de Nasser. Nasser actuó de forma inteligente y reflexiva al nacionalizar el canal, declarando la disposición de Egipto a pagar por la participación británica en la Compañía del Canal de Suez, utilizando al mismo tiempo el derecho soberano de Egipto a nacionalizar un canal de agua que forma parte de su territorio, privando así a Gran Bretaña de la justificación legal para lanzar una agresión o incluso rechazar la decisión.


De hecho, la nacionalización del Canal de Suez fue la última flecha de Gamal Abdel Nasser en su enfrentamiento con Gran Bretaña y las potencias occidentales. Desde el primer día del éxito de la Revolución de Julio (1952) y el derrocamiento del rey Faruk, la posición británica fue hostil hacia el régimen de los Oficiales Libres de Nasser y las medidas de renacimiento antiimperialista y progresista que tomaron en Egipto, su determinación de lograr la independencia y deshacerse de la hegemonía británica, y su insistencia en la retirada de todas las fuerzas británicas de Egipto (que finalmente se produjo en 1956).


Cuando Gran Bretaña, junto con la potencia emergente, EEUU, fracasó en su intento de "contener" el movimiento de los Oficiales Libres liderado por Nasser, y de llevar a Egipto de vuelta a su campo, mostraron su verdadera cara colonial y empezaron a trabajar para frustrar todos los ambiciosos proyectos de desarrollo de Nasser; los más importantes fueron dos: la modernización y el armamento del ejército egipcio, y la construcción de la "Alta Presa de Asuán" en el sur de Egipto para generar electricidad para el país y controlar las inundaciones del Nilo.


A pesar de las largas negociaciones y peticiones, Gran Bretaña y EEUU no aceptaron suministrar a Egipto armas modernas que le permitieran defender sus fronteras contra los ataques y amenazas israelíes. Querían que Egipto siguiera siendo débil con armas anticuadas y obsoletas, pero Nasser consiguió un importante avance y un gran logro cuando logró, por primera vez en la región árabe, obtener armas rusas a través de Checoslovaquia. Gran Bretaña y EEUU se dieron cuenta de la gravedad de lo sucedido y de que el adversario comunista soviético había ganado terreno en su zona de influencia. Consideraron a Nasser como un enemigo que debía ser castigado y abatido.


En cuanto al proyecto vital para Egipto, la Alta Presa de Asuán, en el que se basaban todos los planes de desarrollo de Nasser (se convirtió en una cuestión de vida o muerte para él), llegó a un punto muerto cuando el Secretario de Estado de EEUU, John Foster Dulles, informó al embajador egipcio en EEUU de la decisión final de Washington: No financiaremos la Alta Presa y no os apoyaremos para construirla porque el proyecto es "más grande que las capacidades de Egipto". Todos los esfuerzos realizados por Egipto para obtener financiación de los países occidentales para construir la presa se esfumaron de repente. Y lo que es peor, EEUU y Gran Bretaña utilizaron su influencia en el Banco Mundial para obstruir la solicitud de financiación de Egipto.


Así es como Gran Bretaña y EEUU trataron a Egipto con mucha arrogancia. No aceptaron vender armas avanzadas a Egipto, y no querían que Egipto las obtuviera de ninguna otra fuente No aceptaron financiar la Alta Presa, y no permitieron que el Banco Mundial lo hiciera. En conclusión, Egipto, a los ojos de Gran Bretaña, Francia y EEUU, debe seguir siendo un país débil, dependiente y atrasado para estar satisfecho. Por supuesto, esta situación no puede ser aceptada por un joven y devoto líder nacional como Gamal Abdel Nasser, que decidió responder de una manera que les duele: la nacionalización del Canal de Suez.


El elemento israelí


Y aquí apareció Israel. Decidió mostrar su utilidad como base avanzada para el Imperio Británico (Gran Bretaña la estableció originalmente con este propósito). Aunque el problema del Canal de Suez no tiene nada que ver, Israel transmitió rápidamente a Londres y a París su plena disposición a participar en cualquier agresión anglo-francesa contra Egipto.


Se celebró una reunión secreta en París (Francia estaba muy interesada en derribar a Nasser por su apoyo a la revolución argelina) en la que participaron el primer ministro británico Anthony Eden, el presidente francés Guy Mollet y el primer ministro de Israel Ben Gurion, durante la cual se acordó el escenario de guerra contra Egipto; Israel lanzará una invasión contra Egipto a través del Sinaí con el pretexto de detener los ataques de la guerrilla palestina en Gaza apoyada por Egipto.


Al día siguiente, Gran Bretaña y Francia dieron un ultimátum a los bandos egipcio e israelí para que detuvieran los combates con el fin de proteger el Canal de Suez y la navegación internacional. Entonces, si los combates no se detienen, comenzará la intervención militar británico-francesa y la reocupación de toda la zona del Canal de Suez estará justificada y será "legal". La evaluación de las tres partes era que esta acción militar conduciría a la humillación de Nasser y a su caída en manos hostiles dentro de Egipto, y quizás al retorno de la antigua monarquía.


El plan se ejecutó realmente según el acuerdo secreto. Israel atacó Egipto el 29 de octubre. Al día siguiente, se emitió un ultimátum conjunto británico-francés a los dos bandos exigiendo el cese del fuego y permitiendo a las fuerzas británico-francesas controlar el canal desde Port Said en el norte hasta Suez en el sur. Como era de esperar, Nasser rechazó el ultimátum y la petición. El 31 de octubre atacaron, y la agresión tripartita israelí-británica-francesa contra Egipto estaba en todo su esplendor.


De vuelta al "discurso de la resistencia" de Nasser en la mezquita de Al-Azhar, los egipcios respondieron a la llamada de su líder y declararon su rechazo al retorno del colonialismo. En Port Said comenzó una epopeya nacional para resistir a las fuerzas de ocupación que se enfrentaron a guerras callejeras implacables y a guerrillas de casa en casa.


Los intereses contrapuestos de las superpotencias mundiales


A pesar de la intensidad de los bombardeos y de la magnitud de la destrucción causada por las fuerzas de agresión en Port Said, la alianza tripartita se enfrentó a grandes dificultades para controlar la ciudad, en la que los combates continuaron durante varios días, y que obstaculizaron la marcha de las fuerzas invasoras hacia el sur para llegar a la ciudad de Suez (como estaba previsto), por lo que sólo pudieron avanzar una distancia de sólo 17 kilómetros al sur de Port Said. Durante esos días, se produjeron movimientos políticos a gran escala en el mundo, de los cuales los más importantes fueron dos:


El primero fue el (raro) desacuerdo entre EEUU y Gran Bretaña. A EEUU, que ya había ascendido al liderazgo del mundo occidental como heredero de Gran Bretaña, no le gustaba el unilateralismo de Gran Bretaña en el tratamiento del problema de Suez y su enfoque inclinado a la guerra, que podía conducir a la "pérdida de Egipto" y empujar indirectamente a Nasser a echarse completamente en brazos de los soviéticos. El presidente estadounidense Eisenhower adoptó una postura dura y pidió a Gran Bretaña que detuviera su ofensiva y ordenó a Israel que se retirara del Sinaí.


La segunda fue la entrada de la Unión Soviética en la crisis (a pedido de Nasser) y su fuerte apoyo a Egipto, que llegó a la amenaza del líder soviético Jruschov de utilizar armas nucleares contra los países occidentales.


El resultado de todo esto fue una resolución de las Naciones Unidas para detener la guerra y ordenar la retirada de las fuerzas atacantes. De hecho, a finales del 22 de diciembre, las últimas fuerzas invasoras anglo-francesas se retiraron de Port Said. En cuanto a las fuerzas israelíes, permanecieron otros tres meses sin combatir antes de retirarse también del Sinaí y de Gaza.


Gran Bretaña humillada


Lo que ocurrió fue un terremoto político en todo el sentido de la palabra, del que Egipto salió victorioso. Consiguió consolidar la decisión de nacionalizar el canal, que se convirtió en una importante fuente de ingresos para ayudar a Egipto en sus proyectos de renacimiento. La retirada de la enorme estatua de De Lesseps [noble e ingeniero francés que financió el canal] en la entrada del Canal de Suez fue un golpe simbólico para las antiguas potencias coloniales.


Las fuerzas de los invasores se retiraron al no conseguir ningún objetivo. Gamal Abdel Nasser apareció como un líder nacional en ascenso y se convirtió en un símbolo del movimiento de liberación árabe e internacional del colonialismo occidental. La mayor decepción fue para el primer ministro británico Anthony Eden, que se vio obligado a dimitir tras el fracaso y la humillación sufrida por Gran Bretaña (¡que ya no era grande!) a manos de Nasser.


El viejo león se dio cuenta de que había envejecido y no podía hacer nada de valor real, así que se contentó con rugir y balbucear sin consecuencias. Los medios de comunicación británicos y los principales periódicos occidentales lanzaron una terrible campaña de desprestigio contra el "Coronel Nasser", al que llegaron a compararlo con Hitler. Y eso fue lo máximo que pudieron hacer después de 1956.


Al Mayadeen






Ernesto "Che" Guevara & Abdel Nasser

Fidel Castro & Abdel Nasser

Abdel Nasser & Muamar el Gadafi

Jassir Arafat & Abdel Nasser