31 julio, 2020

El coronavirus y el fin de la era neoliberal ————— Marc Vandepitte


CUBADEBATE – 31/07/2020


Después de repetirnos durante cuarenta años los dogmas neoliberales, la crisis financiera sacudió seriamente nuestra fe en ellos, pero al final se mantuvo el sistema. Esta vez es diferente. La coronacrisis y las medidas socioeconómicas para salvar el sistema hicieron caer, uno a uno, los dogmas neoliberales. Es hora de hacer algo nuevo.


Los dogmas caídos

"Vivimos por encima de nuestras posibilidades, no hay dinero"


Llevan años diciéndonos eso. La atención sanitaria era demasiado cara, los subsidios de desempleo demasiado generosos, los salarios demasiado altos y simplemente no había dinero para asuntos sociales o culturales. El déficit y las deudas del gobierno se tenían que reducir y por eso teníamos que ahorrar en todo.


Ahora, de la noche a la mañana parece haber dinero y parecen haber encontrado gigantescos botes de dinero. Hoy en día se gastan miles de millones de euros como si nada. Un déficit en el presupuesto de más de tres veces el 3 % acordado en el tratado de Maastricht o una deuda mucho mayor que el 100 % del PIB, de repente, dejaron de ser un problema.


"El mercado libre lo resuelve todo, el Estado es ineficiente"


Privatizar y desregularizar lo más posible, esa era la consigna. El Estado tenía que “adelgazar” lo máximo posible e intervenir lo menos posible (1). Para Bart De Wever, el presidente del partido más grande de Flandes, “el estado es un monstruo que aspira el dinero y lo escupe después”.


Durante la coronacrisis el mercado libre falló completamente. Quizás lo más notable fue el caso de los tapabocas. Al mismo tiempo vimos tanto un dramático retorno como la rehabilitación del gobierno público. Se hizo visible para todos que sólo el Estado puede controlar y superar una crisis de tal magnitud. Se nacionalizaron fácilmente en su totalidad o en parte sectores importantes de la economía. Según el Wallstreet Journal, las medidas de estímulo económico en los Estados Unidos son “el mayor paso hacia una economía de planificación centralizada que jamás haya dado Estados Unidos”.


"El capital y la empresa crean riqueza"


Son los empresarios los que crean riqueza. Gracias a su capital, coraje e innovación, crean empleo y aumentan la riqueza de un país.


Los confinamientos en los distintos países revelaron todo lo contrario en todas partes: son los trabajadores y su trabajo los que crean la riqueza. Cuando parte de la población activa se vio obligada a dejar de trabajar, el crecimiento económico se desplomó. Es el trabajo el que crea al capital y no al revés. El confinamiento también demostró que a menudo son los trabajos más esenciales los que están peor pagados.


"Lo que es bueno para los ricos es bueno para todos"


El coronavirus destruyó esta falacia por completo. Gracias a las medidas de apoyo, los súper ricos se benefician enormemente. Desde el 18 de marzo, los multimillonarios de los Estados Unidos ya han visto aumentar sus activos en una quinta parte, o sea 565.000 millones de dólares. JPMorgan, el banco más grande de los EE.UU., reportó las mejores cifras que jamás haya tenido en un trimestre. La compañía de inversiones Goldman Sachs registró un crecimiento del 41 % en comparación con el año anterior. Pero poco de ese “efecto de goteo” se nota. En todo el mundo cientos de millones de personas se ven empujadas a la pobreza extrema. En Bélgica aumentó el número de personas que van a los bancos de alimentos en un 15 % y esto es sólo el comienzo.


"La gente es egoísta"


El ser humano es capaz de hacer el bien, pero por naturaleza es malo. Está impulsado en primer lugar por el interés propio. Esto es lo que los gurús neoliberales nos han estado diciendo durante décadas. Al final, según ellos, esto es ventajoso porque el interés propio lleva a la competencia y eso es precisamente lo que impulsa nuestra economía.


La solidaridad espontánea y masiva que surgió durante la coronacrisis arrasó con esta cínica imagen del ser humano. Los jóvenes fueron a hacer compras para sus vecinos ancianos, miles de voluntarios hicieron tapabocas o se presentaron en los bancos de alimentos para ayudar. A pesar de la falta de equipos de protección, las enfermeras empezaron a cuidar de sus pacientes arriesgando su propia salud y, por tanto, sus vidas.


Ciertamente, había grupos a los que no les importaban las medidas de seguridad, pero esas eran las excepciones que confirmaban la regla. La coronacrisis muestra hoy más que nunca que el ser humano es esencialmente un súper colaborador, como lo describieron el autor belga Dirk Van Duppen y el periodista holandés Rutger Bregman. Wendy Carlin, profesora de economía, lo expresa así: “Habrá que actualizar finalmente el modelo del actor económico como amoral y egocéntrico”.


No repetir los errores de 2008


Todos los partidos tradicionales, incluidos los Verdes y los Socialdemócratas, han contribuido, o al menos han apoyado, la política neoliberal en los últimos cuarenta años (2). Las consecuencias de esta política antisocial se han hecho dolorosamente claras en estos últimos meses. En los centros de salud y los centros de atención a los ancianos, los ahorros y las privatizaciones costaron muchas vidas humanas. Además, las recetas neoliberales parecen ser totalmente inadecuadas para dar una respuesta firme al colapso económico.


Un enfoque similar al del período posterior a 2008 –imprimir dinero extra e insertarlo a la economía combinado con una política de austeridad– sería un gran error. Un nuevo dopaje financiero podría arruinar la ya gravemente debilitada economía. Los nuevos ahorros erosionarían aún más el poder adquisitivo y causarían una profunda crisis social y política.


Las advertencias del Financial Times son inequívocas: “Si queremos que el capitalismo y la democracia liberal sobrevivan al COVID-19, no podemos permitirnos repetir el enfoque erróneo de ‘socializar las pérdidas y privatizar los beneficios’ de hace diez años”. “El regreso a la austeridad sería una locura, una invitación a la agitación social generalizada, si no a la revolución, y una bendición para los populistas”.


La gran llamada para un cambio de paradigma


Está claro, el neoliberalismo ha terminado, es hora de algo nuevo. Excepto por unos pocos fanáticos, nadie quiere volver al mundo precorona. La crisis y las medidas que se tomaron han provocado muchas frustraciones y han radicalizado a una parte importante de la población activa. En los EE.UU. el 57 % de la población cree que su sistema político sólo funciona para los que tienen dinero y poder. La mayoría de los jóvenes menores de 30 años están a favor del socialismo. En Reino Unido apenas el 6 % quiere volver al mismo tipo de economía que antes de la pandemia. Sólo el 17 % cree que las medidas de estímulo deberían financiarse con nuevos ahorros.


El 70 % de los franceses piensa que es necesario reducir la influencia del mundo financiero y de los accionistas. En Flandes tres cuartas partes de la población creen que el dinero debería provenir de las grandes fortunas y dos tercios creen que los políticos deberían trabajar en una ambiciosa redistribución de la riqueza después de la crisis.


El mundo académico y cultural también está en esa longitud de onda. Tres mil científicos de 600 universidades creen que la sociedad debe cambiar radicalmente su rumbo y volver a poner a los trabajadores en el centro de la toma de decisiones. Doscientos artistas, incluidos Robert de Niro y Madonna, lanzaron un llamamiento al “mundo” para no volver a la “normalidad” de antes de la pandemia, sino para cambiar radicalmente nuestro estilo de vida, de consumo y economía.


Esta idea penetró hasta el mundo de los negocios. Klaus Schwab, fundador y presidente del Foro Económico Mundial (Davos) habla de un “gran reseteo del capitalismo”. Según él, la pandemia puso de manifiesto las deficiencias de un “viejo sistema” que había descuidado la infraestructura, la atención de la salud y los sistemas de seguridad social. “Si seguimos como hasta ahora, podría llevar a una rebelión.” En ese contexto los súper ricos están rogando en una carta abierta que se les aumenten los impuestos.


Según el Financial Times, debe haber “reformas radicales” sobre la mesa. “Los gobiernos tendrán que aceptar un papel más activo en la economía. Deberían ver los servicios públicos como inversiones y no como costos, y buscar formas de hacer que el mercado laboral sea menos inseguro. La redistribución de la riqueza volverá a estar en la agenda. Las políticas que hasta hace poco se consideraban excéntricas, como la renta básica y el impuesto sobre el patrimonio, deberían incluirse en la mezcla”.


Según este mismo periódico, la democracia liberal “sólo sobrevivirá a este segundo gran choque económico si se realizan ajustes en el marco de un nuevo contrato social que reconozca el bienestar de la mayoría por encima de los intereses de unos pocos privilegiados”.


La prestigiosa revista Foreign Affairs también habla de un “nuevo contrato social”. Su objetivo es “el establecimiento de un ‘estado de bienestar’ que proporcione a todos los ciudadanos los servicios básicos necesarios para mantener una calidad de vida decente”. Esto presupone “el acceso universal garantizado a una atención sanitaria y a una educación, ambas de alta calidad”. Lo que hasta hace poco solo lo pedía la extrema izquierda, se ha convertido en la corriente principal.


Una respuesta a cuatro crisis


Los desafíos a los que nos enfrentamos son muy grandes: El nuevo paradigma debe ser capaz de responder a por lo menos cuatro crisis (3).


1. Estancamiento económico


En los últimos veinte años la economía mundial ha experimentado tres grandes crisis: la crisis de las puntocom en 2000, la crisis financiera en 2008 y, en los últimos meses, una depresión tras una pandemia. Esto deja claro que el COVID no es la causa sino el detonante de la tormenta económica. Una economía sana debería en principio ser capaz de hacer frente a tal coronachoque, un país como China lo demuestra. Pero para la economía capitalista eso no parece ser el caso en absoluto. El crecimiento de la productividad casi se ha paralizado, las tasas de beneficio (porcentaje de la ganancia sobre el capital invertido) están disminuyendo constantemente y la deuda mundial ha aumentado hasta uno insostenible 322 % del PIB. Además, cada crisis no significa nada más que miseria para millones de personas. Esta crisis empujará una vez más a varios cientos de millones de personas a la pobreza. No puede seguir así.


2. Escandalosa brecha entre ricos y pobres


En el capitalismo la producción está dirigida únicamente a los beneficios de un pequeño grupo de propietarios privados y no funciona de acuerdo a las necesidades sociales o las oportunidades de desarrollo de la gran mayoría. Esto crea una escandalosa brecha entre ricos y pobres.


Con la riqueza que se produce hoy en día en todo el mundo cada familia con dos adultos y tres niños tiene un ingreso mensual potencial disponible de 4.100 euros (sí, lo has leído correctamente) (4). Sin embargo, una de cada tres personas de la población mundial no tiene saneamiento básico y una de cada ocho no tiene electricidad. Uno de cada cinco vive en una casa de contrachapado y uno de cada tres no tiene agua potable.


En Bélgica el 5 % de los más ricos posee tanto como el 75 % de los más pobres. En uno de los países más ricos del mundo un 20 % de las familias corre el riesgo de caer en la pobreza, una cuarta parte de las familias tiene dificultades para pagar los gastos médicos, un 40 % no puede ahorrar y un 70 % de las personas desempleadas tiene dificultades para llegar a fin de mes.


Estos no son excesos del sistema. Se derivan directamente de su lógica.


3. Las próximas pandemias


Desde principios del siglo pasado sabemos que casi todas las epidemias modernas son el resultado de la intervención del hombre en su entorno ecológico inmediato. Los mamíferos y las aves son portadores de cientos de miles de virus que son transmisibles a los seres humanos (5). Debido a la explotación de zonas naturales anteriormente inaccesibles cada vez hay más posibilidades de que estos virus se transmitan a los seres humanos.


Los principales expertos lo han estado advirtiendo durante más de diez años en respuesta al VIH, SARS, ébola, MERS y otros virus. En realidad, tuvimos suerte de que no nos hayan llegado otros virus más mortales. En 2018 los científicos de EE.UU. elaboraron un plan detallado para prevenir tales pandemias. Se estima que las pérdidas a causa del COVID-19 alcanzan los 12.500.000 millones de dólares. El costo del plan de prevención de 2018 era de apenas 7.000 millones de dólares.


Aún no se ha encontrado ningún financiador para el proyecto. No debería sorprender, porque esa investigación está en gran parte en manos privadas y no en interés público, sino con fines de lucro. Chomsky lo dice muy claramente: “Los laboratorios de todo el mundo podrían haber trabajado en la prevención de posibles pandemias de coronavirus. ¿Por qué no lo hicieron? Las señales del mercado no eran buenas. Dejamos nuestro destino en manos de tiranías privadas, que se llaman corporaciones y que no tienen que rendir cuentas ante el público, en este caso, la industria farmacéutica. Para ellos, producir nuevas cremas es más rentable que encontrar una vacuna que pueda proteger a la gente de la destrucción total”.


4. La degradación del clima


La búsqueda del máximo beneficio socava el sistema ecológico de la tierra y amenaza la supervivencia de la especie humana. Según la conocida escritora y activista Naomi Klein, el mundo se enfrenta a una decisión decisiva: o salvamos el capitalismo o salvamos el clima. Esta decisión es particularmente aguda en el sector de la energía fósil, que es el principal responsable de las emisiones de CO2. Las 200 empresas más grandes de petróleo, gas y carbón tienen un valor de mercado combinado de 4 trillones de dólares y obtienen unos beneficios anuales de decenas de miles de millones de dólares. Si queremos mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2°C, estos gigantes de la energía deben dejar entre el 60 % y el 80 % de sus reservas intactas. Pero eso iría en detrimento de sus expectativas de ganancias y hundiría instantáneamente su valor en el mercado de valores. Por eso siguen invirtiendo cientos de miles de millones de dólares anuales en la búsqueda de nuevos yacimientos. Si se mantiene la política actual, en lugar de disminuir drásticamente, la demanda de combustibles fósiles habrá aumentado casi un 30 % en los próximos veinte años, sin que se vislumbre un pico.


Dentro de la lógica de las ganancias, el calentamiento global es imparable. Según The Economist, el portavoz de la élite económica mundial, el costo financiero es simplemente demasiado alto para combatir el calentamiento global.


En respuesta a la coronacrisis los gobiernos han tomado medidas sin precedentes. Habrá que tomar medidas igualmente radicales para hacer frente a la degradación del clima. “Si hay algo que la pandemia ha demostrado”, dice el Financial Times, “es el peligro de que se ignoren las advertencias de los expertos”.


Lucha por un sistema social diferente


¿Qué nos enseñan estas cuatro crisis? Que tendremos que repensar completamente nuestras políticas y nuestra economía. Para salir del actual estancamiento económico primero será necesario frenar los mercados financieros y romper el poder desproporcionado de las multinacionales. Para hacer frente a los problemas sociales la economía ya no debe centrarse en los beneficios privados de unos pocos, sino en las necesidades sociales de muchos. También debe haber una redistribución de la riqueza.


Para armarnos contra futuras pandemias la industria farmacéutica tendrá que hacer un profundo cambio de rumbo. Después de todo, la política climática es demasiado importante como para dejarla en manos de los gigantes de la energía y su lógica de beneficio. Hay que romper su omnipotencia de modo que haya espacio para una política climática responsable.


Para lograr todo esto tendremos que subordinar la esfera económica a la esfera política. Dónde y en qué se invierte, la distribución de los excedentes económicos, el comercio, las finanzas, etc., todo ello debe centrarse en las prioridades y necesidades de la comunidad actual y las de las generaciones futuras. Esta “planificación” (6) no implica de ninguna manera un control total del Estado, sino que la economía esté controlada por un órgano político (elegido) y no por propietarios privados. Significa que la lógica económica se subordina al Estado y no al revés.


Un sistema social diferente es necesario y urgente, pero no se logrará por sí solo. Las ideas correctas son importantes, pero no lo suficiente como para provocar un cambio. Hay enormes intereses detrás del sistema actual. Los que se benefician de este sistema nunca renunciarán voluntariamente ni estarán dispuestos a hacer concesiones, aunque haya capitalistas ilustrados que están convencidos de que tales concesiones son esenciales para preservar el sistema. Las organizaciones de empresarios incluso tratarán de aprovechar la situación de crisis para imponer una estrategia de choque.


La historia nos enseña que el tipo de sociedad y nuestro futuro dependerán de la batalla que libremos. Como dice el sociólogo Jean Ziegler, “no debemos ser optimistas, debemos movilizar a la gente” (7). Para que esta movilización sea poderosa tendremos que organizarnos con firmeza, porque el oponente está muy bien organizado. O como dice Varoufakis “si no logramos unirnos ahora, mi temor es que este sistema sólo profundice su cruel lógica”.


En cualquier caso, estos serán tiempos emocionantes y decisivos. Prepárate.


Notas:


(1) La retirada del Estado no se aplica a los principales monopolios, por el contrario. Debido a su gran concentración de poder, tienen cada vez más impacto en el sistema estatal. Utilizan el poder del Estado para fortalecer su posición competitiva y garantizar las máximas ganancias. Esto se hace de varias maneras. Las más conocidas son los contratos públicos, los subsidios y las tasas impositivas favorables. El gobierno también está llamado a explorar nuevos sectores o productos. Aquí las inversiones son inciertas y a menudo requieren grandes cantidades de capital. Las agencias gubernamentales están asumiendo esta fase inicial costosa y arriesgada, a menudo en el contexto de la industria de la guerra. En una etapa posterior, luego se transfieren al sector privado, se privatizan literalmente. Para dar algunos ejemplos recientes, ese fue el caso con la PC, Internet, el algoritmo de Google, las redes inalámbricas, la tecnología de pantalla táctil, GPS, microchips, biotecnología, nanotecnología y muchos otros productos o sectores rentables. El financiamiento inicial de Apple provino de una compañía de inversión del gobierno de los Estados Unidos.


(2) En todos los países en los que gobernaron los socialdemócratas ayudaron a dar forma a las políticas neoliberales. En Reino Unido Blair lanzó la “Tercera Vía” entre el capitalismo y el socialismo, e hizo un pacto con el ultraderechista Berlusconi. En Alemania Gerhard Schröder, el líder de los socialdemócratas, presentó el modelo de salarios bajos que inició una espiral de disminución salarial en toda Europa. En Bélgica los socialdemócratas son en parte responsables del deterioro del poder adquisitivo, las malas condiciones de trabajo, los recortes en la seguridad social y la atención médica, y el empeoramiento de los sistemas de pensiones.


Hasta ahora los Verdes no han gobernado mucho y donde lo hicieron, no han cambiado el curso de las políticas neoliberales. En Alemania han defendido con entusiasmo el modelo de bajos salarios. Durante su única participación gubernamental en Bélgica (1999 a 2004) los Verdes lograron producir solo cambios menores. En el Parlamento Europeo los Verdes han respaldado casi por completo las medidas neoliberales, como el Six Pack y, por lo tanto, son en parte responsables de las drásticas políticas de austeridad en la UE.


(3) Para una versión más elaborada de tal modelo alternativo, ver ‘Otra economía es necesaria y posible’ y ‘Crisis del Capitalismo’.


(4) El cálculo para una familia media se basa en la hipótesis plausible de que el ingreso disponible de los hogares es un 70 % del PIB. Utilizamos el producto mundial bruto: 136 billones de dólares en 2019. Esta cifra, expresada en dólares PPA [Paridad del Poder Adquisitivo], tiene en cuenta unas diferencias de precios entre países para los mismos bienes o servicios y expresa el poder adquisitivo real. Hemos convertido esta cifra en euros según el método de cálculo del Banco Mundial: para Bélgica 1 dólar PPA equivale a 0,808 euros. Fuentes: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_GDP_(PPP); https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.PP.KD; http://www.worldometers.info/world-population/world-population-by-year/; https://data.oecd.org/conversion/purchasing-power-parities-ppp.htm.


(5) Se estima que se trata de 350.000 a 1.3 millones de virus. Fuente: The Economist.


(6) Se podría definir la planificación económica como la capacidad de imponer objetivos decididos democráticamente para el desarrollo económico sostenible. Hay diferentes grados y niveles de planificación. La planificación debe ponerse en práctica de manera cualitativa, es decir, en relación a las necesidades humanas vitales, y en que se debe evitar la aplicación de una planificación burocrática.


    (7) "Geciteerd in een Interview, Solidair", julio-agust de 2020, p. 31.


Traducido del neerlandés por Sven Magnus.


(Tomado de Rebelión)


“Nos están vendiendo una mentira indecente” — Marat


LA BARRICADA CIERRA LA CALLE PERO ABRE EL CAMINO – 29/07/2020


DIARIO DEL AÑO 1 DE LA PANDEMIA (1)


¿Se han fijado ustedes que ya no decimos coronavirus, que el término COVID-19 está en retirada y que ahora todos hablamos de "pandemia"?


El ser humano destaca por muchas cosas. Una de ellas es la estupidez gregaria de repetir los términos que se emiten desde el poder. El mediático, que es un poder eco del empresarial (los medios de comunicación y los emisores de bulos son empresas), ha fijado ya el término, al que los políticos del sistema capitalista (todos los que tienen representación electoral porque no la alcanzarían de otro modo) se han unido en Santa Alianza.


Decir pandemia es ir normalizando la excepción que nace del nombre concreto y específico de un tipo de epidemia concreto: el coronavirus SARS-CoV-2 (COVID-19). Cuando la anomalía emerge hay una necesidad de nombrarla. Es la manera de acercarse a lo que es, a su naturaleza, de indagar en su etiología, buscando el modo de combatirla.


Cuando esto no es posible porque no se disponen de los recursos económicos, aunque hayan miles de millones dispuestos para salvar, pongamos por caso al sector del automóvil (3.750 millones), ni de los técnicos, como la Comunidad de Madrid para incorporar rastreadores de la COVID-19, cuando bastaría no más de 800 encuestadores, como siempre mal pagados, pero bien formados mediante un correcto briefing técnico para hacer el seguimiento de los contactos de un infectado pero se duda durante más de un mes si se debe imponer la obligación de llevar mascarilla, que no palía lo que no se haga en inversión preventiva en equipos y medios técnicos, para no afectar negativamente al sector de la hostelería y el ocio madrileños, es mejor hablar de pandemia que de coronavirus o de COVID-19. Son fieles seguidores de lo que se ocultaba bajo la expresión “nueva normalidad” que inventó el gobierno de la nación, sugiriendo lo que éste acabaría haciendo después: la doctrina Sinatra del “My way” (a mi manera) para cada autonomía, sabiendo que cada una de ellas buscaría el beneficio económico de su clase empresarial (no importa quién gobierne. Todo gobierno bajo el capitalismo responde a la máxima de servir a la ganancia del capital) antes que la protección de la vida.


Hay quien pretende que la inacción del gobierno español, que tan bien respondió durante el Estado de Alarma, protegiendo antes la vida que el beneficio empresarial, es un modo de demostrar que la dirección del Estado contra “el bicho” era eficaz y que los que tanto le criticaron desde la oposición política en sus gobiernos autónomos iba a mostrarse ineficaz. Seguro que hay algo de eso pero no deja de ser un comportamiento criminal por pasividad.


Sin embargo, no es esa la razón profunda de la "nueva normalidad", consistente en mezclar preocupación en los nuevos datos de rebrote de la COVID-19 con esta especie de "laissez faire" de la descoordinación. La real es que estamos ante la peor crisis económica, que pronto será social (ya aparecen signos de protesta de sectores de trabajadores afectados por los despidos y la nueva miseria que se les viene encima), del capitalismo que hayamos conocido desde el final la II Guerra Mundial. Y hay que levantar la economía, mueran los que mueran.


Hay que agradecer al Presidente Trump su sinceridad cuando afirmó que “hay que tomar una decisión. Perdemos miles y miles de personas todos los años por la gripe, pero no apagamos el país por eso. [Hoy, 29 de Julio de 2020, Estados Unidos suma ya 148.066 muertos por el coronavirus COVID-19]. En promedio mueren 37.000 personas al año. ¿Pueden creerlo? Perdemos muchas más personas por accidentes de tránsito, pero no llamamos a las compañías a decirles que dejen de hacer autos por eso. Tenemos que volver a trabajar”.


La derecha capitalista es siempre más cruda pero más sincera sobre los intereses que defiende que la izquierda, que siempre es capitalista desde su origen en la Revolución Francesa, cuando su marca su diferencial fue cuestionar el poder del rey de vetar las decisiones de la Asamblea Nacional, no rechazar el régimen de propiedad burgués que entonces emergía. Pero explicar que comunismo e izquierda son antagónicos es como intentar destruir un acorazado con un tenedor. Los conceptos pueden contener tal nivel de ceguera emocional que impiden cualquier reflexión histórica.


La izquierda europea se inclinará por Biden, como antes lo hizo con Obama, dejando de lado lo que ya sabe: que en el circo político del capital todos responden a su mismo credo, se llamen Trump, Biden, Obama, Casado, Abascal, Sánchez o Iglesias, que se traga una trirreme romana con los galeotes en pie y los remos en alto, con tal de seguir manteniendo su estatus de representante público del capital.


Nos están vendiendo una mentira indecente de “ayudas”, que no defensa de las necesidades vitales de la clase trabajadora ni de sus derechos, con la basura de 462 € (come, paga tu hipoteca o tu alquiler y el agua, luz y gas de tu hogar, sin hablar del resto de necesidades, con eso) del Ingreso Mínimo Vital y resulta que de los 600.000 que dice el Ministro de la Seguridad Social (SS), el que decía que había que separar las prestaciones no contributivas de las contributivas de la SS para asegurar su futuro, que lo han pedido se han quitado a la mitad de candidatos a cobrarlo de encima. Rechazos, personas que desisten por dificultad de comprender o llevar a cabo el proceso de petición de la ayuda, imposibilidad de ser atendido por el teléfono de contacto, negativa al anunciado derecho a cita previa,…. que ha dejado de ser un derecho ligado al trabajo y a las conquistas de la clase trabajadora. Sugiero, para entender lo que significa esta mentira que sustituye derechos por asistencialismo el siguiente enlace: https://encuentrocomunista.org/articles/comprender-el-ingreso-minimo-vital/


¿Les atienden en el SEPE? La oficina del paro, para entendernos. En Madrid ya están negando las citas previas para cualquier demanda, incluida la Renta Activa de Inserción (RAI) de la Comunidad de Madrid, como estará sucediendo en otras Comunidades Autónomas. Eso sí, si vuelves a pedir cita porque la negativa a tus derechos no aparece justificada en el correo electrónico que los funcionarios del SEPE te envían, te dejan claro que el medio para reclamar es pedir la cita que te impiden tener con ellos. Y son muy amables: acaban el correo con “un saludo”.


Quizá haya que seguir hablando de ello y seguramente este post no lo lea casi nadie y, si lo lee, se conforme con decir ¡qué cabrones!, en lugar de organizarse en defensa de los derechos que son pisoteados a muchos de nosotros que no queremos saber que somos parte de la clase que se traga lo que haga falta con tal de no tener problemas, la clase trabajadora.


De los trabajos que no están asegurados, no de los que son fundamentales para la continuidad de la actividad de las grandes empresas y de la administración, los que aparezcan como nuevas oportunidades, serán aún más crueles con tu necesidad de supervivencia y de respeto a tu dignidad. Entiendo por lo que pasas. Sé de ello. Pero no podría entender tu resignación.


No voy a hablar de los desgraciados, con o sin papeles, sobre los que hace una semana se cargaba la prueba de los nuevos infectados. Es gente que solo quiere sobrevivir. Lo indecente es que, atribuyendo al hacinamiento en su pernoctación, tras sus horas de sobreexplotados (sin contrato legal, mal pagados, con horas excesivas de trabajo, sin protección en sus condiciones de trabajo,…), esa gente que ha asegurado que tendríamos alimentos durante el confinamiento, sean ahora la oportunidad de abaratamiento de sus condiciones de vida para el empresario que los sobreexplota cuando se propone que ayuntamientos, comunidades autónomas. Estado y empresarios se repartan el coste de sus habitáculos. En Francia, incluso con Franco, nos trataban mejor a los españoles durante la vendimia.


Ningún organismo les va a dar una cifra real de parados. Ya se han encargado desde el SEPE en impedir la cita para apuntarse al desempleo pero sospecho que estamos entre 4 y 5 millones parados reales, no de adscrit@s por aburrimiento. Entre ellos, muchos desesperados que tienen sus cuentas a cero.


Vivimos en un tiempo de propaganda. Quizá sea necesario que usted mire sobre su propia realidad y deje aparte sus simpatías políticas electorales, hoy tan pobres. Tal vez deba empezar a pensar por sí mismo sobre lo que se nos cierne encima y sobre si ello tiene algo que ver con el sistema económico en el que vive.


Elige si prefieres ser un esclavo que llora y se queja en el bar o alguien que se da cuenta de que comparte con muchos su rabia social y cree, con ellos, que ya basta. Es hora de organizarse.


28 julio, 2020

¡ QUÉ ASCO !



CTXT - 25/07/2020

Aunque pillen el virus doscientos millones de trabajadores en sus puestos de trabajo, en los medios se seguirá dedicando más tiempo a lo de los furgolistas contagiados.

Si pusiéramos en un lado de la balanza el número de minutos en piezas informativas u opinativas y tertulias dedicadas a este tema y al otro el de los temporeros de Albacete, o de los currantes de cualquier otra empresa, así sea pequeña, mediana o grande de donde nacieron rebrotes, el primer tema se quedaría soldado al suelo.

Huelga decir que los profesionales del deporte no dejan de ser otros trabajadores más, con sus notables diferencias salariales, pero cuando se trata este asunto, los medios hablan de furgol, cosas del deporte y eso. No de cuestiones laborales. No se plantea como un problema en el trabajo, ni se debate sobre derechos y obligaciones. Olvídese también de encontrar algún enfoque sindical.

Javier Tebas, aquel exjefe local de las juventudes de Fuerza Nueva, actual votante declarado de VOX y simpatizante de Santiago Abascal, se arroga en único responsable de todo como si le hubiesen sido otorgados unos poderes y responsabilidades de carácter divino que se encuentran más allá de cualquier ley laboral. Uno de esos poderes le permite además exonerar a quien le parezca oportuno.

Nada nuevo, los elementos mesiánicos de la extrema derecha siempre se sintieron muy por encima de cualquier ley escrita por el hombre.

En fin, me arriesgo con una apuesta, ya verá usted como no cierran ninguna empresa "deportiva" ni detienen a ningún empresario del furgol por pasarse por el forro una, varias o todas las medidas de prevención y seguridad para la protección de sus empleados.

Y es que el furgol es uno de los pilares sobre los que sostiene la paz social y pieza insustituible para el motor de nuestro futuro como sociedad próspera y feliz.

25 julio, 2020

El capital todo lo penetra: el lado obscuro del «transgenerismo» — Tita Barahona


Canarias Semanal – 21/07/2020


Jennifer Pritzker, una exponente y financista del transgenerismo, es una de las 11 herederas multimillonarias del clan Pritzker, con sede en Chicago, y es la única multimillonaria transgénero conocida en el mundo. Heredó las participaciones en la cadena de hoteles Hyatt de la familia, así como las empresas industriales dirigidas por su difunto padre Robert y sus hermanos Jay y Donald. Entró al Ejercito y se retiró como una mujer transgénero en 2013 con el grado de teniente coronel. Pritzker es también el fundador y CEO de la firma privada de gestión de patrimonio Tawani Enterprises. En 2003, Pritzker abrió el Museo y Biblioteca Militar Pritzker en Chicago, con una colección de más de 65,000 libros y artefactos militares


La «identidad de género» como mercancía e instrumento de control social. El transgenerismo –o lo que en el mundo aglosajón llaman “gender ideology”– se está revelando como una auténtica ofensiva política e ideológica contra los avances sociales logrados por los movimientos de emancipación durante la última mitad del pasado siglo.

Bien organizado y mejor financiado, el transgenerismo, inspirado en la posmoderna teoría queer, debería preocupar a todas las personas, grupos y organizaciones anti-capitalistas y especialmente a la clase trabajadora. Y ello por varios motivos.

En primer lugar, si ya la conocida en España como Ley Mordaza reprime nuestro derecho de manifestación y expresión, extorsionándonos con multas exorbitantes -cuando no la cárcel-; lo que está en perspectiva es sumar denuncias por supuestos “delitos de odio” (todo lo que el transgenerismo considere”) de los que no podremos defendernos porque la justicia ya es sólo accesible para quien pueda pagarla. Además, esas denuncias pueden conducirnos a perder nuestros empleos, si los tenemos, o a restarnos oportunidades si somos demandantes.

En segundo lugar, el transgenerismo, expresado en leyes como la que está pendiente de aprobación en España, podría despojarnos de la tutela de nuestros hijos si nos negamos a su supuesta voluntad de someterse a tratamientos hormonales para el cambio se sexo, porque ello se considerará maltrato. Aunque más grave aún es el hecho de que niños y adolescentes están siendo utilizados como conejillos de indias en dichos tratamientos a pesar de las graves secuelas físicas y psicológicas que dejan para toda la vida.

«El transgenerismo no es un movimiento que surja de la base social, de las propias personas transexuales, y menos de las que sólo viven de su trabajo. Estamos ante un movimiento de elite, dirigido desde arriba e incorporado en la agenda de la propia ONU»

En tercer lugar, el transgenerismo está promovido por poderosos grupos de presión, a su vez relacionados con:

1.– la explotación de la capacidad reproductiva de las mujeres (madres de alquiler);

2.– la conversión legal de la prostitución como un “trabajo” más;

3.– la clausura de servicios y normas que protegen a las mujeres en situación vulnerable (por violación, maltrato, mutilación genital…), y

4.– la eliminación de las palabras que definen nuestro sexo y capacidad de gestación y crianza (p. ej.: “madre” se sustituye por “progenitor gestante”), algo que incluso algunos transexuales han denunciado.

Todo esto lleva un tiempo sucediendo en otros países. Reino Unido, Canadá, Estados Unidos van a la vanguardia y podemos extraer ya algunas conclusiones para evitar que siga tomando fuerza allí donde, como en el caso español, comienza a enseñar la garra y no sólo con la propuesta Ley Trans del actual gobierno de coalición.

Lo primero que debemos tener claro es que el transgenerismo no es un movimiento que surja de la base social, de las propias personas transexuales y menos de las que sólo viven de su trabajo. Estamos ante un movimiento de elite, dirigido desde arriba e incorporado en la agenda de la propia ONU, que se apoya en cinco puntales:

«Lo que está en perspectiva es sumar a la Ley Mordaza denuncias por supuestos “delitos de odio” (todo lo que el transgenerismo considere “transbofia”) de los que no podremos defendernos y que pueden conducirnos a perder nuestros empleos, si los tenemos, o a restarnos oportunidades si somos demandantes»

1. Multimillonarios que ejercen de filántropos de fundaciones y entidades “sin ánimo de lucro”;

2. grandes empresas farmacéuticas que comercializan fármacos que no han sido suficientemente testados;

3. profesionales médicos que se prestan a ganar mucho dinero “vendiendo” el transgenerismo al público;

4. una tropa de “transactivistas” profesionales y bots que se mueven por las redes y en las secciones de comentarios repitiendo el mismo mensaje, para crear la sensación de que su opinión es mayoritaria; y

5. los medios corporativos que diseminan la ideología transgenerista constantemente. Hace poco vimos en la televisión catalana (Planta baixa TV3) la última de una serie de noticias sobre “hombres embarazados”.

La acción combinada de este pentágono explica que el transgenerismo haya experimentado un ascenso meteórico. En Estados Unidos, según Funders for LGBTQ Issues (Financiadores de temas LGTB), el dinero para la causa «transgénero» aumentó considerablemente en 2012, y en 2016 ya sobrepasaba con creces al destinado a gays, lesbianas y bisexuales (LGB).

¿De dónde cae el maná?

Este dinero procede de una gama de agentes filantrópicos. En Estados Unidos, están las fundaciones que ya citamos otro artículo: Open Society Foundation de George Soros, Arcus Foundation, del director gay de Stryker Corps, empresa de suministros médicos; y la farmacéutica Gilead Science. A estas cabe añadir Tides Foundation (que ha sido acusada de lavado de dinero), Human Rights Campaign y Tawani Foundation de la millonaria transexual Jennifer Pritzker, republicana de extrema derecha que apoyó el ascenso de Trump en 2016.

«Este movimiento de elite está impulsado por multimillonarios que ejercen de filántropos, grandes empresas farmacéuticas, profesionales médicos que se prestan a ganar mucho dinero y medios corporativos que diseminan la ideología transgenerista constantemente»

Estas entidades donan generosamente a las organizaciones transgeneristas como Global Action for Trans Equality (GATE), cuyo director ejecutivo es Mauro Cabral, activista trans que fue signatario de la declaración de Yogyakarta de 2006 (1), o The National Center for Transgender Equality (NCTE), fundado por otra transexual, Mara Keisling, jefe de personal de un ex-gobernador del Pensilvania. A NCTE se la conoce internacionalmente por su US Transgender Survey (encuesta sobre transgenerismo de EE.UU), que ha sentado las bases de la política transgénero a nivel mundial.

¿Por qué esta inversión millonaria?

Parte importante de la respuesta es la Terapia Hormonal de Reasignación (en ingles, Hormone Replacement Therapy). En el pasado siglo, esta terapia se usaba comúnmente para el tratamiento de la menopausia, aunque pronto se demostró que era peligrosa por sus efectos secundarios y se desaconsejó. Después se ha utilizado como tratamiento para el cambio de sexo. Empresas farmacéuticas como Pfizer y Wyeth llevan mucho tiempo comercializando estos productos, aunque lo hacen ilegalmente porque todavía no están aprobados. Como estrategia de marketing recurren a artículos científicos de falsa autoría financiados por las propias farmacéuticas (el llamado ghostwriting) (2).

Los fármacos que comercializan (Primarin y Androgel, entre otros) han de tomarse de por vida, lo que asegura un suculento negocio, a pesar de que dejan secuelas de las que a menudo no se informa. El transgenerismo, sin embargo, los promueve con el argumento de que así se evita que las personas con “disforia de género” padezcan graves problemas psicológicos o se suiciden.

Empresas farmacéuticas como Pfizer y Wyeth llevan mucho tiempo comercializando fármacos que han de tomarse de por vida, lo que asegura un suculento negocio, a pesar de que dejan secuelas de las que a menudo no se informa.

Los científicos estrellas mediáticas del transgenerismo

En Estados Unidos hay al menos tres científicos que entran en esta categoría: Diane Ehrensaft, Stephen Rosenthal y Johanna Olson. Los tres tienen vínculos con AbbVie, fabricante de Androgel y Lupron -este último utilizado para el bloqueo de la pubertad. Tanto Olson como Ehrensft han formado parte del consejo asesor de AbbVie.

Estos científicos promocionan el uso de estos fármacos en los medios de comunicación y a través de charlas y conferencias, alegando que su uso constituye un derecho humano. Por dinero y fama, son capaces de decir sandeces como que, antes de aprender a hablar, ya tenemos conciencia de nuestro “género”, que puede no corresponder al “sexo asignado” (ya que, en consonancia con la teoría queer, sostienen que el sexo binario es una construcción social). No se inhiben, además, de echar por tierra toda investigación seria que cuestione sus postulados, porque, a falta de argumentos sólidos de réplica, disponen del ejército de “transactivistas” para salir a la carga, normalmente con insultos y amenazas de agresión física.

El mercado para la cirugía de Reasignación de Sexo en 2019 generó más de $316 millones y se calcula que entre 2020 y 2026 aumentará un 25,1%.

Su consigna es que, para proceder a la terapia de reasignación, se debe aceptar a toda costa la sola autoidentificación de la persona, algo que hace un par de décadas no era práctica aceptada. La investigación con menores diagnosticados con “disforia de género” demuestra que, en muchos casos, en la edad adulta son simplemente homosexuales. Lo malo es que hay familias que, antes de tener un hijo o hija homosexual, prefieren hacerle heterosexual con el cambio de sexo. En otros casos, se trata de chicos y chicas que han sufrido abusos o presentan problemas psicológicos de distinto origen. De ahí que, hasta ahora, se haya procedido cautelosamente en las terapias, aplicando la llamada “espera observante”, antes de tomar decisiones.

Aunque no hay datos concluyentes, dado que las terapias hormonales y las cirugías de reasignación son todavía un campo experimental, se sabe que facilitan el desarrollo de distintas enfermedades, aparte de que también producen esterilidad. Y estos efectos adversos son irreversibles, a pasar de lo que afirman los profesionales promotores del transgenerismo, que optan por castrar a niños y niñas sin mayores evaluaciones ni esperas previas.

Las celebrities aliadas

Famosos actores, actrices, cantantes, modelos, influencers, productos del showbusiness, están ahí para marcar tendencias que ejercen un gran poder de atracción e imitación sobre sus fans y seguidores. Del mismo modo que están prestando un valioso servicio a la industria de las madres de alquiler, también son propagandistas del transgenerismo. Angelina Jolie, por ejemplo, contó al mundo que a su hija, ya con tres o cuatro años, “le gustaba vestirse como niño, ella quiere ser niño. Entonces le tuvimos que cortar el cabello. Ella piensa que es uno más de sus hermanos”. Hoy la criatura tiene 13 años y está sometida a tratamiento hormonal. Porque, claro, según la reaccionaria ideología transgenerista, si una niña de cuatro años rodeada de niños prefiere ropa y juegos “de niños”, es porque es niño.

De las organizaciones a los medios de comunicación y las escuelas

El prestigioso –y en progresivo deterioro– Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS por sus siglas en inglés) tiene conciertos con clínicas donde se aplica la terapia de reasignación a niños y adolescentes. El más conocido es el Tavistock Institute, cuyos orígenes están ligados a la inteligencia militar británica. Ahora constituye el Tavistock & Portman NHS Trust, a cuyo Servicio de Desarrollo de la Identidad de Género (Gender Identity Development Service -GIDS) se deriva a los menores con presunta “disforia de género”. La tarea se la facilita el propio Estado.


Hay un creciente número de jóvenes que han pasado por la terapia de reasignación –y muchos de ellos también por cirugía–, que se han arrepentido y desean volver a su sexo original. Cientos de ellos han formado una asociación de autoayuda

En 2014, la BBC comenzó a introducir cuñas en los espacios infantiles televisivos, donde la directora general de Tavistock, Polly Carmichael, contaba a los jóvenes los “beneficios” de tomar hormonas y bloqueadores de la pubertad (completados más adelante con cirugía de reasignación). Estas cuñas se repitieron en numerosas ocasiones a partir de entonces. Esta publicidad, junto al trabajo proselitista que el gobierno permite introducir en los programas escolares a cargo de entidades transgeneristas como Mermaids y Stonewall (3), entre otras, hizo posible que la demanda de atención en el Tavistock & Portman Trust haya experimentado un ascenso de más de un 400 por cien desde 2014. Según un reciente informe de Government Equalities Offices, se estima que hoy en Reino Unido hay entre 200.000 y 500.000 personas transgénero (del 0,4 al 0,7 % de la población total).

Una industria millonaria y en crecimiento

La prensa económica es clara al respecto. El mercado para la cirugía de Reasignación de Sexo en 2019 generó más de $316 millones y se calcula que entre 2020 y 2026 aumentará un 25,1%. Entre los factores que apuntalan esta previsión de crecimiento señala, entre otros, las políticas favorables de los gobiernos. Citan, por ejemplo, la ley estadounidense Affordable Care Act que provee seguros a las personas «transgénero y de género no conforme”.

El multimillonario negocio del «transgenerismo» en cifras

En un país, como EE.UU, donde muchos diabéticos recurren a la insulina de perro porque no pueden pagar el alto precio de la destinada a humanos, el gobierno se muestra generoso con quienes desean pasar por el quirófano para cambiar de sexo. Pero incluso con seguro, pocas personas pueden hacer frente al coste del tratamiento hormonal para la “transición”. Por ejemplo, en el centro del doctor-estrella Stephen Rosenthal, para un niño de 10 años que tome bloqueadores de la pubertad (Lupron) hasta los 16, el precio puede superar los $86.000.

Lo posmoderno traía a lo premoderno escondido bajo el delantal. La izquierda posmoderna, servidora del transgenerismo -mientras tras bambalinas la derecha calla y otorga- no hace sino alimentar a la bestia; porque la oposición popular al transgenerismo intentarán capitalizarla los grupos fascistas y los fundamentalismos religiosos

La prensa económica no oculta que la investigación tanto científica como social que se realiza en diferentes Universidades será un buen aliado para la expansión de este mercado. Lo que no dicen, obviamente, es que los estudios que salgan a la luz serán los que canten las bondades de los tratamientos hormonales y quirúrgicos de reasignación, porque los críticos seguirán siendo silenciados cuando no suprimidos “para no ofender”.

Cuestionamiento, censura y cambio de tendencia

En Reino Unido vemos cómo los problemas derivados del transgenerismo comienzan a aflorar a un triple nivel. Hay, en primer lugar, un creciente número de jóvenes que han pasado por la terapia de reasignación –y muchos de ellos también por cirugía–, que se han arrepentido y desean volver a su sexo original. Cientos de ellos han formado una asociación de autoayuda.

En segundo lugar, ya son más de 40 los terapeutas empleados por el Tavistock & Portman Trust que han dimitido y dado a conocer públicamente sus quejas de que la institución se apresura a aplicar a los niños y niñas la terapia de reasignación sin una evaluación previa suficiente. Todo ello a costa de verse censurados y coaccionados.

Uno de los terapeutas dimitidos, el doctor Marcus Evans, que fue director clínico asociado en Tavistock & Portman NHS Trust, explica cómo en los últimos años, junto al vertiginoso aumento de demandas de cambio de sexo, ha habido también un brusco cambio en la composición de los menores que buscan tratamiento. Antes, una significativa mayoría eran varones; ahora son sobre todo chicas. Y añade: “No entendemos cabalmente lo que está sucediendo en esta compleja área, y es esencial examinar el fenómeno sistemática y objetivamente. Pero esto se ha vuelto difícil en el ambiente actual, ya que continuamente se cierra el debate entre acusaciones de transfobia (…) este régimen de censura de facto está dañando a los niños.

Ya son más de 40 los terapeutas empleados por el Tavistock & Portman Trust que han dimitido y dado a conocer públicamente sus quejas de que la institución se apresura a aplicar a los niños y niñas la terapia de reasignación sin una evaluación previa suficiente

Para Evans y otros científicos como James Cantor, los centros que se apresuran a aplicar la Terapia Hormonal de Reasignación “parecen hacerlo más por ideología política que por las necesidades clínicas de los niños (…). En parte, esta tendencia radica en la idea caprichosa de que todo el mundo –niños incluidos– posee una identidad de género innata, equivalente a un alma religiosa, que uno descubre y alimenta”.

Pero el lobby transgenerista es poderoso. Su presión ha logrado clausurar investigaciones en curso. En 2017, por ejemplo, la Spa University (Bath, Inglaterra) denegó la renovación de un estudio dirigido por el psicoterapéuta James Caspian sobre pacientes que desean revertir su cirugía de reasignación. La razón dada por la Universidad fue –en palabras de Caspian– que “podría levantar las críticas en las redes sociales, y las críticas a la investigación serían críticas a la universidad, y añadían que era mejor no ofender a la gente”.

En tercer lugar, crecen las denuncias de padres y pacientes contra Tavistock por prácticas poco éticas. Tres demandantes han logrado reunir más de 37.000 libras mediante crowdfunding para pagar las costas del proceso. Paralelamente toma cada vez más impulso la oposición de las organizaciones de base –feministas aunque no sólo– a la dictadura del transgenerismo por lo que implica de pérdida de derechos para las mujeres e incluso para las personas transexuales (4).

Desde que en el otoño de 2018 se abriera la consulta de la nueva Gender Recognition Act (Ley de Reconocimiento de Género), el trabajo militante de estos movimientos ha logrado que el gobierno haya dado marcha atrás en su aprobación definitiva. En Escocia, los políticos tiemblan ante una ley que ya llaman “Vote-Killer” (asesina de votos). También en España la campaña con el hashtag “No voto traidores” puede haber contribuido a la deblacle sufrida por la coalición proponente de la Ley Trans en las recientes elecciones de Galicia y País Vasco.

Tal es el giro que en Reino Unido está dando la opinión pública, que la BBC a finales de junio pasado borró de la sección llamada “Information and Support: Gender Identity” a las entidades LGBT Foundation, Mermaids, The Gender Trust y The Gender Identity Research and Education Society (GIRES). Estas, por supuesto, han exigido explicaciones y rectificación.

El capital no tiene escrúpulos

Antes, a una niña o un niño que mostraban algún gusto o inclinación por cosas que se consideraban propias del sexo opuesto se les intentaba disuadir o corregir por varios medios. Ahora se recomienda a los padres enviarlos a terapia de reasignación hormonal. La diferencia fundamental es que este último método rinde beneficios contables a costa de la salud de los menores. Hoy hay ya una empresa de cirugía estética que vende camisetas para chicas que quieren ser chicos con los dibujos de dos cicatrices horizontales a la altura del pecho, representando la masectomía (amputación de los senos) por la que seguramente optarán (hay espacios en redes y en YouTube que fomentan estas prácticas).

Y, como, según la ideología transgenerista, las niñas de 5 años pueden mostrar claramente que su “identidad de género” es masculina, también hay empresas que fabrican pequeños penes de silicona para que se los pongan debajo de las braguitas. Mientras la industria de juguetes sexistas les ofrece muñecas y cocinitas para que aprendan el rol principal que se esperará de ellas de mayores, otras les ofrecen genitales masculinos de pega, que sus posmodernos papás les comprarán en cuanto la nena muestre interés en “cosas de niños”.

Hay, en efecto, personas transexuales que se sienten mejor con la hormonación y la cirugía. Pero para tener el derecho a ser respetadas no hace falta volver al oscurantismo del pensamiento mágico (y profundamente sexista) que fomenta la ideolgía transgenerista.

Tenemos que parar esta irracionalidad, que se está filtrando en los programas escolares. A los maestros los están entrenando para que controlen el comportamiento de sus alumnos. Si alguno o alguna se sale un milímetro del estereotipo de género, deben considerarlo «transgénero» y, por tanto, susceptible de ser derivado a terapia y tratamiento, mientras sus mayores nos veremos en riesgo de ser difamados, despedidos o incluso penalizados, si no respetamos la nueva doctrina y su neolenguaje.

Sostener que el sexo biológico es real, que no hay lesbianas con pene y que los hombres no pueden gestar son anatemas. Expresar esta opinión le ha costado el despido a una profesora asociada de Antropología en una Universidad canadiense. Es el último caso conocido de una larga serie. Si sigue la tendencia, de los profesionales la represión pasará al resto de sectores laborales.

Lo posmoderno traía a lo premoderno escondido bajo el delantal. La izquierda posmoderna, servidora del transgenerismo –mientras tras bambalinas la derecha calla y otorga– no hace sino alimentar a la bestia; porque la oposición popular al transgenerismo intentarán capitalizarla los grupos fascistas y los fundamentalismos religiosos. Por ello debemos estar alerta y destapar su carácter reaccionario y retrógado, que pone en peligro derechos logrados durante mucho tiempo de lucha.

Notas y referencias bibliográficas:

(*) Usamos el término «transgenerismo» para designar una ideología basada en las supuestas «identidades de género», no al colectivo de personas transexuales.

(1) En Yogyakarta (Indonesia) se reunieron varios ex-funcionarios de la ONU para sentar las bases del reconocimiento de la “orientación sexual” y la “identidad de género” como derecho humano.

(2) El ghostwriting (lit escritura fantasma) consiste en que una compañía farmacéutica encarga a una empresa médica que uno o varios de sus doctores firmen un artículo que ya se les da escrito, a cambio por supuesto de una remuneración.

(3) No es un dato baladí que Stonwall esté patrocinada por multinacionales como CocaCola, Adidas y Pierson, entre otras; y que Marmaids haya hecho campañas junto con Starbucks.

(4) Algunas personas transexuales, como Miranda Yardley, opinan que la ley que permite cambiar legalmente de sexo sólo con la autoidentificación les borra del mapa como grupo distintivo y tiene ramificaciones legales que pueden hacer retroceder los derechos conquistados en los últimos años.