29 junio, 2021

Israel amenaza con desplazar a 1.500 palestinos más de sus hogares — Yumna Patel

 


Mondoweiss – 27/06/2021

Traducción del inglés: Arrezafe


El tiempo corre para unas 100 familias palestinas en la ciudad ocupada de Silwan, en Jerusalén Este, que se han visto obligadas a enfrentar una decisión imposible: demoler sus propias casas o esperar a que las fuerzas israelíes lleven a cabo la demolición.


Es un destino contra el que las familias del barrio al-Bustan de Silwan han estado luchando incansablemente durante años, y el domingo todo llegará a un punto crítico. A principios de este mes, Israel emitió una serie de órdenes de demolición dando a las familias en al-Bustan 21 días para evacuar y demoler sus hogares.




Según las órdenes de demolición, si los residentes, que suman alrededor de 1.500 personas, no destruyen sus propias casas antes del domingo 27 de junio, el municipio de Jerusalén llevará a cabo las demoliciones y cobrará a los residentes las tarifas de demolición.


El gobierno israelí ha acosado a las familias de al-Bustan con órdenes de demolición durante más de una década, con el pretexto de que sus casas fueron construidas sin un permiso del municipio de Jerusalén.


A su vez, el municipio ha impulsado planes de organizaciones de colonos para convertir el área de al-Bustan en un parque bíblico y conectarlo con el parque arqueológico de la Ciudad de David.




"Las primeras órdenes de demolición llegaron en 2004 al barrio de al-Bustan, dirigidas a 124 familias en el centro del barrio. Hasta el día de hoy, los residentes de al-Bustan se ha mantenido firmes y no han dejado un solo hogar. Y no tenemos la intención de irnos", nos dice Quteibah Odeh, de 27 años, trabajador social y vecino de al-Bustan.


Odeh, que nació y se crió en al-Bustan y que es uno de los más de 1.500 residentes del vecindario cuya casa está bajo amenaza de demolición, nos dice que ni él ni ninguno de sus vecinos tienen la intención de demoler sus propias casas. "Ellos [Israel] alegan que nuestras construcciones son "ilegales", o que carecen de permisos, o que se trata de una simple "cuestión inmobiliaria". Pero en realidad es una batalla política e ideológica".





"Si miras por la ventana en Silwan, puedes ver la mezquita de al-Aqsa. Escuchamos el sonido de nuestras oraciones desde la mezquita aquí en Silwan. Es un lugar estratégico para la ocupación. Y esta es la verdadera batalla: Israel está tratando de instalar a los colonos y expulsar a los palestinos, para así cambiar la realidad sobre el terreno", nos dice Odeh.


Cifra récord de demoliciones


El ultimátum dado a las familias en al-Bustan es una práctica común en Jerusalén Este. Según la documentación de la ONU, al menos un tercio de todos los hogares palestinos en Jerusalén Oriental carecen de un permiso de construcción emitido por Israel, lo que pone a más de 100.000 palestinos en la ciudad en riesgo de desplazamiento.




Solo el 13 por ciento de Jerusalén Este, la mayoría de la cual ya está construida, está habilitada para la construcción palestina, mientras el 35 por ciento de Jerusalén Este se ha asignado a asentamientos israelíes, que son ilegales según el derecho internacional.


El restrictivo régimen de planificación de Israel en los barrios palestinos de la ciudad, junto con el hecho de que el municipio rechaza la gran mayoría de las solicitudes palestinas de permisos de construcción, crea un entorno coercitivo en la ciudad que pone a los palestinos en mayor riesgo de desplazamiento, según agrupaciones de derechos humanos.


En 2020, en medio de la pandemia de coronavirus, las fuerzas israelíes demolieron o incautaron más de 175 estructuras palestinas en Jerusalén Oriental por carecer de permisos de construcción.



De dichas estructuras, alrededor del 47% fueron autodemoliciones, frente a un promedio del 21% del año anterior. Desde principios de 2021, casi el 50% de todas las demoliciones en Jerusalén Oriental han sido realizadas por los propios propietarios.


"La destrucción de propiedades en un territorio ocupado está prohibida por la Cuarta Convención de Ginebra, excepto cuando dicha destrucción sea absolutamente necesaria por operaciones militares", según informe de la oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).


"La destrucción o confiscación de propiedad tiene como resultado la violación de una serie de derechos humanos, incluido el derecho a un nivel de vida adecuado", según el organismo de la ONU OCHA [Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios].


"No nos dan permisos, pero luego nos multan por no tenerlos y vienen a demoler tu casa, tras lo cual te envían la factura por los gastos de la demolición. ¿Hay algo más opresivo que esto?", nos dice Odeh.




Desalojos en Batn al-Hawa


Pero los palestinos que viven en al-Bustan no son los únicos residentes de Silwan que luchan contra los intentos de salvar sus hogares.


A poca distancia se encuentra el barrio de Batn al-Hawa. Justo al sur de la Ciudad Vieja, la Mezquita Al-Aqsa es visible desde casi cualquier azotea, balcón o calle del vecindario.


Sin embargo, para muchos de los residentes palestinos, las vistas de su ciudad histórica y la ciudad de Jerusalén están obstruidas por banderas israelíes esparcidas por Batn al-Hawa que ondean en los tejados y cubren las fachadas de los edificios.




Según grupos de derechos humanos como B'Tselem, Batn al-Hawa es lugar de uno de los "planes de expulsión más extensos" en Jerusalén Oriental en los últimos años, en el que grupos de colonos israelíes intentan expulsar por la fuerza a los residentes palestinos del barrio y reemplazarlos por colonos judíos.


Hablamos con Zuheir al-Rajabi, de 50 años, uno de los cientos de residentes de Batn al-Hawa amenazados de expulsión. Su familia, de cuatro miembros, recibió un aviso de desalojo en 2015 junto con otras 86 familias del vecindario, ordenándoles que abandonaran sus hogares.




"Somos una familia de refugiados y ahora están tratando de desplazarnos de nuevo", dice al-Rajabi, quien nació y se crió en Batn al-Hawa después de que su familia fuera expulsada de su hogar por Israel de la Ciudad Vieja de Jerusalén en 1966. "Cualquiera en esta situación está condenado a la miseria. Ser desplazado más de una vez es un sentimiento indescriptible. Fuimos desplazados por la fuerza de nuestros hogares en el pasado, y ahora están tratando de hacerlo nuevamente", añadió.


A través de una serie de mecanismos legales aprobados por los tribunales israelíes, una organización de colonos israelíes llamada Ateret Cohanim ha solicitado órdenes de desalojo contra las familias de Batn al-Hawa, incluida la familia de al-Rajabi, desde 2002. Las órdenes de desalojo han sido presentadas bajo el pretexto de que la parcela de Batn al-Hawa era propiedad de judíos hace más de un siglo.


Si bien la ley israelí permite que la propiedad se transfiera a los judíos que reclaman la propiedad con anterioridad al establecimiento del estado de Israel, ese mismo derecho se les niega a los palestinos como los al-Rajabis que fueron desposeídos de sus hogares originales.


Hasta la fecha, Ateret Cohanim [organización corrupta] ya ha tomado el control de seis edificios en Batn al-Hawa, que comprenden 27 viviendas, y tiene procedimientos legales en curso para desalojar al menos a 81 familias palestinas, que suman 436 personas. Desde 2015, 14 familias del barrio ya han sido desalojadas por la fuerza.




Mientras al-Rajabi camina por el vecindario, pasa junto a las grandes banderas israelíes que cuelgan de las casas de sus antiguos vecinos que fueron desalojados por la fuerza y nos dice: "Esta es una ocupación y nada les impedirá poner en práctica sus políticas. Harán de todo, nos arrestarán, encarcelarán y echarán a patadas, como hicieron con nuestros vecinos”.


La comunidad internacional debe actuar


A medida que se acerca la fecha límite para la destrucción forzosa de las casas en al-Bustan, los palestinos multiplican su llamada a la solidaridad y para crear conciencia sobre la situación en Silwan. #SaveSilwan inundó las redes sociales durante el fin de semana, instando a la comunidad internacional a intervenir para detener las demoliciones.


"Pedimos a la comunidad internacional que actúe y adopte medidas. No estamos hablando de la destrucción de una casa o del desahucio de una familia, se trata de barrios enteros y numerosas familias amenazadas. Y no solo en Silwan, sino en Sheikh Jarrah y es toda Palestina. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de intervenir, tiene que detener estos crímenes de guerra, la destrucción y el desplazamiento forzoso de la población palestina. No tenemos ningún otro lugar adonde ir. Nos echaron en 1967 y quieren hacernos lo mismo ahora", dijo al-Rajabi a Mondoweiss.


Si bien la comunidad internacional fracasó al no evitar los desalojos y las demoliciones en Silwan, personas como Quteiba Odeh se sienten más esperanzadas que nunca, quizás esta vez las cosas podrían ser diferentes. "Durante las últimas semanas, hemos visto a personas en todo el mundo reaccionar ante lo que está sucediendo en Palestina y tomar conciencia de lo que significa la ocupación. Nuestra resistencia será más fuerte cuanto más personas nos apoyen. Hoy siento que, cada vez más, contamos con ese apoyo. Los palestinos amamos la vida, queremos una vida digna y un futuro. Amamos nuestra tierra y vamos a quedarnos en nuestra tierra. No vamos a ir a ningún otro lugar", nos dice Odeh y añade: "Nuestro dolor es enorme, pero nuestra esperanza es mayor".




El ejército israelí destruye caminos y conducciones de agua 
en Masafer Yatta, al sur de Hebron

28 junio, 2021

Stephen Kinzer on the demise of Western journalism

 




"The great curse of our press in the West is willingness to accept the official narrative. So many people in the American press who write about the world are merely stenographers.

The great qualification you need for a journalist is the confidence to go out and see for yourself, and believe that your eyes are actually telling you more than press releases from some other country.

It's amazing to see how many people have built reputations as commentators on foreign countries and world affairs who have never been there, have no idea, beyond vague tropes, of what those countries are.

The intellectual laziness of the American press in covering the world has never been as extreme as it is now. It's just as dangerous in most what's called NATO countries to be contradicting the narrative as it is in the United States."

Stephen Kinzer


27 junio, 2021

El agua como arma de colonización y ocupación — Maher Pichara Abueid

 


Rebelión - 21/12/2020


Si los sionistas pretendían crear un estado en Palestina "tan judío como Inglaterra es inglesa" como dijo Weizmann en la Conferencia de Paz de Paris en 1922, la agricultura y la relación con la tierra sería fundamental para la implantación del Estado sionista, con objetivos claros: controlar la tierra, acoger a la población migrante [judía] y expulsar a los Palestinos. La agricultura jugaba un rol ideológico en el movimiento sionista, vinculándolos con la "tierra prometida", creando los primeros Yishuv que darían paso al futuro Estado de Israel.


La geografía y climatología en Medio Oriente no es favorable respecto a la disponibilidad del agua, haciendo de la misma una de las principales causas de conflictos en la región.


El río Jordán, así como el Nilo y el Éufrates son ríos internacionales, de los cuales distintos países extraen agua. En la región, Líbano y Siria son países excedentarios de agua, mientras que Jordania, Israel y Palestina son deficitarios; sin embargo, Israel mediante la ocupación ilegal que ejerce en territorios palestinos, logra satisfacer su consumo a punta de pistola y explotaciones ilegales de las fuentes hídricas palestinas.


Se estima que para el año 2025 la situación será insostenible para estos países y, en este contexto, los recursos hídricos pasan a ser un problema de seguridad nacional para los diferentes Estados.




Los afluentes del río Jordán son alóctonos, las aguas provienen de otros territorios o estados. Desde el Alto Jordán, que en su parte superior llega hasta el lago Tiberiades, fluyen los ríos Hasbani, con un recorrido que se enmarca al interior del Líbano, el Dan y por último el Banyias, que desciende desde los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por Israel en 1967.


En la parte media, se encuentra el río Yarmouk, que nace en Siria, desembocando en el Jordán. El río Yarmouk funciona de frontera entre Siria y Jordania, Jordania e Israel y Jordania con Palestina. En el sector bajo del Jordán, su curso inferior, que trascurre por el valle del Rift, se encuentra la mayor depresión del planeta, hasta llegar al Mar Muerto, sufriendo una salinización del agua en el trayecto. Las grandes extracciones que realiza Israel al norte del caudal provocan la disminución que afecta el Mar Muerto, dejando un riachuelo sin fuerza.


"Para Israel es más necesaria el agua que la tierra", señalaba Simon Peres, ex primer ministro israelí, nacido en Polonia, que en 1996 ordenó asesinar a 102 civiles, incluyendo niños y mujeres, en el campamento de Qana. Simon Peres también recibió el Premio Nobel de la Paz. 


"PERES MATÓ A MIS HIJOS"


El movimiento sionista, desde un comienzo discutía la importancia estratégica del agua: "Las fronteras (del Hogar Nacional Judío), no deberían ser trazadas exclusivamente sobre los limites históricos (bíblicos). Nuestras pretensiones hacia el norte están imperativamente dictadas por las necesidades de la vida económica moderna. Todo el futuro económico de Palestina depende de su aprovechamiento de agua para el regadío y para la producción de electricidad". Carta escrita en 1919 por Chaim Wiezmann presidente de la Organización Sionista Mundial y primer presidente de Israel, dirigida al primer ministro británico David Lloyd George.


En el año 1871 la Palestine Exploration Fund, a cargo del Mandato Británico, ya había publicado un informe señalando que la desviación del caudal del norte de Palestina al sur, podría concretar la llegada de millones de colonos a la región, posición que respaldaba el movimiento colonial sionista. Posteriormente, la colonización israelí fue fuertemente fomentada por Gran Bretaña, y entre 1922 y 1947 la población judía aumentó de 84.00 a 600.000 (liquidando la independencia prometida a los árabes si combatían al Imperio otomano), lo que generó una presión no solamente sobre la tierra, si no sobre el consumo de agua.


"Si Palestina estuviera separada del Litani, del Alto Jordán y del Yarmouk, nunca podría llegar a ser independiente a nivel económico", señalaba Chaim Weizman presidente de la organización sionista mundial al primer ministro británico Lloyd George en 1920. Ya que si pretendían crear un estado en Palestina "tan judío como Inglaterra es inglesa" como dijo Weizmann en la Conferencia de Paz de Paris en 1922, la agricultura y la relación con la tierra sería fundamental para la implantación del Estado sionista, con objetivos claros: Controlar la tierra, instalar a la población migrante judía y expulsar a la población autóctona palestina. La agricultura jugaba un rol ideológico en el movimiento sionista, vinculándolos con la "tierra prometida", creando los primeros Yishuv que darían paso al futuro Estado de Israel.


En ese contexto, durante las últimas décadas Israel ha explotado de sobremanera el Mar Muerto para la industria cosmética, produciendo millones de dólares en ganancias. Por otro lado, las pérdidas económicas infringidas al estado palestino debido a las restricciones israelíes al Mar Muerto (movimiento, construcción, agricultura, conducciones de agua, irrigación y ganado)  ascienden a 3.4 billones de dólares. 


Asimismo, los colonos israelíes consumen mayores cantidades de agua que la población palestina autóctona, lo cual genera dificultad en la gestión hidrológica, sobre todo en el ámbito de la agricultura. La cuestión hídrica es y ha sido uno de los asuntos más importantes para la empresa colonial sionista. Para que Israel sea viable, necesitan de la emigración judía de todo el mundo, convirtiéndola en elemento vital para la agricultura y la industria.


Debido a ello, la Agencia Judía le encargó a Walter Clay Lowdermilk elaborar un informe publicado en 1994, con objeto de irrigar el sur de Palestina con agua del Jordán. El texto señalaba que cuatro millones más de inmigrantes judíos podían ser acogidos, siendo el problema fundamental del plan es que debía utilizar las aguas del río Litani, que se encuentra enteramente en territorio libanés. Israel, concretando el plan anterior, pondrá en marcha el Plan Siete Años que centraliza la gestión del agua en un único sistema, para suministrar las distintas necesidades agrícolas, domésticas e industriales. El mínimo común denominador fue el Acueducto Nacional del Plan Siete Años, desviando el agua del Jordán hacia el Neguev, convirtiéndose en el centro del conflicto entre israelíes y árabes.


A contrapelo de este plan, en 1952 el ingeniero Max Bunger, un americano que trabajaba en la UNRWA, presentó el proyecto de un embalse en el río Yarmuk para facilitar y afrontar el problema de los refugiados palestinos expulsados tras la Nakba que se encontraban en Cisjordania. Este proyecto permitía una correcta distribución de los recursos, junto con la generación de energía eléctrica. El plan Bunger permitía utilizar el agua del Yarmouk sin tener que dirigirla al lago Tiberiades, bajo dominio israelí, evitando la dependencia jordana de Israel.


En 1953 Siria y Jordania acordaron el reparto, basado en el plan Bunge, de las aguas del Yarmouk, que sería financiado por la UNRWA y la United States Technical Cooperation Agency. Pero debido a los reclamos, fundados en que no consideraban sus derechos por parte de Israel, la ayuda internacional fue negada producto de la presión norteamericana e israelí y Max Bunge sería relegado a Brasil.


La construcción por parte de Israel en 1953 del acueducto nacional encendió las alarmas en el mundo árabe, y entre ese año y 1956 el presidente Eisenhower envió a negociar un acuerdo regional sobre el agua a Eric Johnston, embajador especial, para tomar protagonismo en la Guerra Fría, evitar la penetración soviética y radicar a los refugiados palestinos tras la Nakba, en Jordania, en base a la agricultura, para aliviar la carga económica que soportaba EEUU para mantener a los 450.000 palestinos residentes en el Valle del Jordán. El diplomático estadounidense debía apaciguar y neutralizar la crisis.


Johnston era el encargado de sentar a las partes a negociar. En la mesa se encontraban dos propuestas opuestas que se debían resolver. Por un lado, el plan Sirio-Jordano que se encontraba dentro de las prácticas internacionales, por el cual se generarían programas de regadío, se construiría el canal del Ghor en el Jordán inferior (terminado en 1964) y la represa sobre el Yarmouk (terminada en 2011), todo esto sin desviar el curso natural del Jordán.


Por otro lado, el plan de Israel, que comenzaba la construcción del acueducto nacional expulsando a los habitantes palestinos y árabes de la zona violando los armisticios de 1948, plan que se encontraba fuera del marco legal internacional, cortando gran parte del agua dulce que irrigaban los Territorios Palestinos.




En el año 1954, la URSS, que formaba parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, vetó la construcción del desvío del alto Jordán, por ser un área desmilitarizada según el Armisticio de la Guerra de 1948, en donde ningún estado ejercía soberanía. El informe Johnston de 1955 proponía que, del río Jordán, el Líbano tendría una cuota del 3%, Siria un 10%, Israel un 31% y Jordania un 56%.


Johnston y sus esfuerzos fracasaron, ya que el enviado especial entendió que un acuerdo técnico de la gestión de los recursos debía ser posterior a otro de carácter político entre los Estados involucrados. El proyecto colonial sionista era incompatible con lo propuesto por Johnston, una administración en conjunto, el movimiento colonial presionaba por una gestión unilateral de las fuentes para seguir colonizando territorio palestino.


También quedó de manifiesto lo fundamental que es el agua para la seguridad nacional israelí, que tensionaría para resolver vía militar el conflicto, a tal punto que las decisiones relevantes se tomaban en un comité especial en el que participaban los ministerios de Defensa, de Exteriores, de Agricultura y Finanzas. La invasión israelí, francesa e inglesa a Egipto en 1956 enterraría la misión del embajador.


Ofensiva hídrica y diplomática


En 1963, diez años después, Israel retoma la construcción del acueducto nacional, lo que provoca que en la Cumbre del Cairo de enero de 1964 (año en que la Liga de Estados Árabes incorpora a la OLP) se decida desviar las aguas del Hasbani y del Banyas hacia el Yarmouk. La respuesta de Israel fue militar, con ataques entre 1964 y 1966 que destruyeron las construcciones árabes. En 1967, Israel destruyó una represa sirio-jordana que estaban construyendo en el Yarmouk, llamada Khaled ibn Walid. Sería la antesala y el momento oportuno para concretar la deuda de 1948: La ocupación de toda Palestina, desde el Jordán al mar Mediterráneo, con una ofensiva militar que se produciría en Junio de 1967.


Ariel Sharon, sin pelos en la lengua, lo confirma: "En realidad, la Guerra de Junio de 1967 se inició dos años y medio antes, cuando Israel decidió rechazar la desviación del curso del Jordán".


La Guerra de Junio perseguía nuevos territorios y conquistas, pero también se debe entender en la lógica del control del agua.


El ex Primer Ministro israelí, nacido en Bielorrusia, Menahem Begin, declaró a The New York Times en 1982 que, en las semanas previas a la guerra de Junio de 1967, "La concentración de tropas egipcias no probaban que Gamal Abdel Nasser, presidente egipcio, realmente fuera atacarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismos, fuimos nosotros quien decidimos atacarlos". En el mismo sentido, Mordechai Bentov, miembro del nuevo gobierno de unidad nacional en 1967, concedió una entrevista al diario Al-Hamishmar en 1971, en la cual señaló que "Toda la historia del peligro de exterminio fue inventada en cada detalle y exagerada para justificar la anexión de nuevos territorios árabes".


De esta manera, finalizando el Mandato Británico de Palestina, Israel llegó a un acuerdo con Jordania para limitar su participación militar en el frente árabe para la guerra de 1948, en la que Jordania tendría de moneda de cambio la posibilidad de apropiarse de Cisjordania. El ex presidente israelí de origen polaco, David Bengurion, llamó a este acuerdo "Bechiya lederot" que significa "Un error histórico fatal", que las generaciones futuras lamentarán. De esta manera, la Guerra de Junio supondría la corrección de dicho error.


El mapa posterior a la guerra de 1967 se configura con la ocupación israelí de los Altos del Golán (que alimenta el Tiberiades), Cisjordania, Gaza y el Sinaí. Del mismo modo, Israel ocupó todas las riberas sirias del lago Tiberiades y del Yarmouk, las fuentes del Banyas, los acuíferos montañosos de Cisjordania y sus napas subterráneas. En 1978 y 1982 Israel, aprovechando la guerra civil interna que sufría el pueblo libanés, invadió el sur del Líbano, pasando a controlar otro tributario del río Jordán, el Hasbani, junto al sector alto del río Litani. Con ello, pasó a dominar por completo el sector superior del Jordán; no obstante, el año 2000 Israel se retiró del Líbano (excepto de las Granjas de Sheba) debido a la resistencia libanesa.


Recién finalizada la Guerra de 1967, Israel dicta el Decreto Militar n°92, que declara "Recursos estratégicos bajo control militar" los acuíferos de Cisjordania (Territorios Palestinos Ocupados) y sus fuentes hídricas. Esta orden de la Autoridad Civil de la ocupación israelí en los Territorios Palestinos, se apropiaba de los recursos hidrológicos, junto con la información y datos sobre el agua en los Territorios Palestinos, explotando las fuentes de las capas freáticas costeras, al igual que los acuíferos montañosos de Cisjordania. Lo anterior cobra relevancia cuando se considera que las aguas usurpadas a los árabes por Israel entre 1967 y 1978 representan el 40% del total de agua consumida en Israel. De esta forma, la Guerra de Junio de 1967 generaría los recursos hídricos suficientes para abastecer las colonias construidas en territorio ocupado, expandiendo su ocupación y asegurando una agricultura estable para asentar a los colonos.


"La única cuestión que podría llevar a Egipto de nuevo a la guerra sería el agua", declaraba el presidente egipcio Anuar Sadat en 1979.


A principios de la década de los noventa, en la Declaración de Principios de los Acuerdos de Oslo del 13 de septiembre de 1993, se buscaron fórmulas para la cooperación mutua sobre la extracción de recursos hídricos. En el anexo 3 de la Declaración se establece un programa de desarrollo de recursos hídricos entre ambas partes, junto con la utilización equitativa del agua. El anexo 4 versa sobre el desarrollo regional, como la creación de un canal que una el Mar Mediterráneo con el Mar Muerto, refiriéndose a proyectos de desalinización, desarrollo agrícola y la prevención de la desertificación.


Posteriormente, en los Acuerdos del Cairo de 1994, tratando de aterrizar y materializar la Declaración de Principios del año anterior, se evidenciará la correlación de fuerzas entre ambas partes. En El Cairo, se establece que la Autoridad Palestina no tendrá jurisdicción sobre los Territorios Palestinos ocupados, ilegalmente, por Israel. Más aún, se estipula que los recursos que se encuentran en dicho territorio no podrán ser administrados por la Autoridad Palestina, y que Mekerot (empresa nacional de agua israelí) suministrará agua a las colonias y recintos militares. El párrafo 31C tipifica que la Autoridad Palestina debe pagar a Mekerot el agua que le entregue, teniendo en cuenta que estos recursos provienen de su propio territorio, quiere decir que Palestina debe pagar por el agua de su propio subsuelo. Hoy en día, Mekorot suministra a Cisjordania un 53% del agua de uso doméstico. Los palestinos administran el 20% de las fuentes subterráneas, mientras que Israel administra el 80%.


En junio de 2002 el Estado de Israel comenzó a construir un Muro de 723 kilómetros de largo y 8 metros de alto con cercos eléctricos, trincheras y patrullas. La justificación declarada por Israel fue prevenir ataques terroristas; pero, lo que omite este pretexto, legitimado por la Corte Suprema israelí, es que anexa gran parte del territorio fértil palestino de Cisjordania, junto al acuífero occidental, la fuente más grande subterránea de Cisjordania.


Un 85% de la construcción del Muro se encuentra en territorio palestino, forzando a 60 comunidades palestinas, en las que viven 190.000 personas, a tomar desvíos y caminos mucho más largos. Por ejemplo, el Muro anexa el 72% de la aldea Jayous, y dentro de ella, 7 pozos subterráneos; mientras que, en Qalqiliya, 19 pozos fueron anexados, lo que representa el 30% del suministro de la ciudad. En ese contexto, la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia, publicada el 9 de julio de 2004, concluye que la construcción del Muro es contraria al derecho internacional.


El Muro es un claro ejemplo del control que ejerce Israel sobre los recursos hídricos palestinos y la necesidad de mantenerlo. En 1990, el Ministro de Agricultura de Israel señaló: "Si renunciáramos a la vertiente occidental de las colinas de Judea y Samaria (Cisjordania), se crearía una situación a través de la cual el abastecimiento de agua a nivel nacional para los israelíes podría ser definido por las acciones de cualquier autoridad árabe. Es difícil concebir cualquier solución política coherente con la supervivencia de Israel que no implique el control completo y continuo de los sistemas de agua y alcantarillado por los israelíes". Se puede apreciar que estas palabras del Ministro, expresadas en 1990, sintonizan con las de Weizmann en 1920.


Atraso forzado, progreso vetado


En mayo del 2015 el parlamento israelí propuso un proyecto de ley que establecía la aplicación de la ley israelí y su jurisdicción en el Valle del Jordán. En esta misma lógica se inserta el acuerdo del siglo, seguir colonizando territorio palestino, dentro de ello el valle del Jordán. El 92% del Valle del Jordán se encuentra ocupada por Israel, negando el acceso a los palestinos. 37 son los asentamientos ilegales que se encuentran en el Valle.


Distintos informes internacionales han evidenciado los perjuicios, y el deterioro de la vida de los palestinos producto de los impedimentos y restricciones que establece el estado ocupante. El informe del PNUD señala: "Aunque solo posean el 13% de los pozos de Cisjordania, los colonos son responsables del 53% de las extracciones subterráneas". Para el año 2005, en Gaza un colono israelí consumía 1.000m3 de agua por año; un colono israelí en Cisjordania, 630m3; un civil israelí, 350m3 y un palestino, 52m3.


Así, un colono israelí en Gaza se hidrataba 20 veces más que un palestino. Para el año 2020, Gaza ya se ha declarado un lugar inhabitable, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas. En la actualidad Israel consume 900m3 de agua por habitante al año, los jordanos consumen 350m3 y un palestino tiene permitido 100m3 al año, cobrándole un valor que alcanza 5 veces el normal. El consumo por persona en Cisjordania y en Gaza es de 60 litros al día, mientras que en Israel es de 280 litros.


Respecto a la economía palestina, la agencia de la ONU decreta que Israel tiene la obligación legal de indemnizar a palestina los costes económicos que han causado las cinco décadas de ocupación ilegal, según el informe de La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) Por la obstrucción de la actividad economica, del progreso y desarrollo, las operaciones militares en suelo palestino, la restricción de movimiento de y hacia Gaza, el degradamiento del turismo y la prohibición de acceso a las tierras agrícolas, la pesca y los recursos naturales. Los palestinos no pueden construir o perfeccionar sus fuentes y obras para la extracción de agua, mientras Israel extrae y confisca el 82% del agua subterránea de los palestinos violando la Declaración de Principios firmada en 1993.


La Jurisprudencia del tribunal europeo en Derechos Humanos referido a la ocupación turca del norte de Chipre, y la decisión del consejo de seguridad de la ONU de la obligación de Irak de compensar a Kuwait, queda "Bien anclado en el derecho internacional y en precedentes" la obligación impuesta a Israel. La UNCTAD señala que la falta de acceso de los palestinos a la zona C, que constituye el 60% de Cisjordania, genera un costo a la economía palestina de un 35% del PIB y cerca de 1.000 millones de dólares perdidos en tributos por cobrar. La misma agencia indica que el 3,6% del PIB o el 17% de los ingresos públicos palestinos totales van al Tesoro israelí en lugar de las arcas fiscales palestinas. Ese dinero que va al tesoro israelí podría generar 10.000 empleos adicionales al año, junto con aumentar un 4% el PIB anual de los territorios ocupados manifiesta el informe de la UNCTAD. 85% de los recursos marinos en Gaza se encuentran prohibidos por Israel, generando graves perjuicios a los pescadores artesanales palestinos. La misma agencia señala que el PIB palestino real per cápita sería el doble actualmente si no existirán tales abusos israelíes.


El informe de la Conferencia Internacional del Trabajo, OIT, en 2014 expresa: "Las políticas israelíes aplicadas en la ribera occidental apoyan los asentamientos y su continua expansión, mientras que los palestinos deben afrontar restricciones de circulación y de residencia, la escasez de la tierra y el agua, la demolición de la infraestructura y las viviendas, los desplazamientos y la violencia de los colonos. La ley civil israelí se aplica a los israelíes que viven en la Ribera Occidental, en cambio a los palestinos se les aplica la ley militar".


Fuente: https://www.eldesconcierto.cl/sociedad-colaborativa/2020/12/18/opinion-el-agua-como-fuente-de-colonizacion-y-ocupacion.html


Artículos relacionados:

Israel castiga a los palestinos limitándoles el acceso al agua

No hay agua para Palestina

Israel utiliza el agua como arma política

La ONU denunció escasez de medicamentos, agua potable y cortes de luz en la Franja de Gaza








24 junio, 2021

"ROTSPANIER" ("ESPAÑOLES ROJOS"): EXPOSICIÓN EN BERLÍN PARA RECORDAR A LOS REPUBLICANOS ESCLAVIZADOS POR EL NAZISMO

 



LA ESPINA ROJA – 24/06/2021


Una muestra en Berlín recuerda a los republicanos que acabaron haciendo trabajos forzados en Europa y el norte de África


Max Aub abandonó España en 1939, cuando la derrota republicana ya era irreversible. Se exilió a Francia y se estableció en París, donde la paz sería breve: tras la invasión de la Alemania nazi sobre Francia, el literato fue detenido acusado de comunista y enviado al campo de internamiento de Vernet.


Posteriormente fue deportado a Argelia, al campo de Djelfa, y allí fue forzado a participar en la construcción del tren transahariano, una obra faraónica en la que los deportados fueron obligados a trabajar bajo un sol abrasador y en condiciones penosas. Aub consiguió huir hacia México, pero los que no corrieron esa suerte continuaron siendo explotados en condiciones infrahumanas hasta la derrota de la Alemania nazi. Muchos murieron.


Como él, muchos exiliados españoles, alrededor de 100.000, fueron obligados a a trabajar para el régimen nazi en Francia, Alemania, el norte de África y las islas del Canal. Max Aub alcanzaría el reconocimiento más tarde en México por su obra literaria, pero no así la mayor parte de sus compañeros, españoles anónimos que quedaron a la deriva de los totalitarismos. Ahora la exposición Rotspanier («españoles rojos») busca rescatarlos del olvido.


La historia de estos rojos ha sido poco estudiada, explica el comisario de la exposición, el historiador Peter Gaida. «La memoria colectiva en España se centra en primera línea en Mauthausen; existe la película, existe el fotógrafo, existen fotografías y efectivamente también nueve mil españoles que fueron deportados» a ese campo de exterminio nazi, donde la mayoría murió, señala.


En tanto, la exposición Rotspanier se centra «en aquellos que tuvieron la suerte de no ser deportados a Mauthausen», pero obligados a realizar trabajos forzados para el régimen nazi y de los que se conoce relativamente poco, agrega Gaida. El trabajo en torno a esta muestra contribuye de algún modo a cerrar este vacío y dar visibilidad a un colectivo olvidado.


De un total de alrededor de 140.000 refugiados republicanos de la Guerra Civil española, se calcula que 100.000 fueron hombres que acabarían realizando trabajos forzados en territorios ocupados por los nazis o en países colaboracionistas. Muchos fueron mano de obra para la organización nacionalsocialista Todt, encargada de macro-proyectos de obra civil. Otros tuvieron que trabajar para la Francia de Vichy, aunque con diferente suerte: unos 40.000 exiliados republicanos fueron entregados por el régimen del mariscal Pétain al régimen nazi.


Pero muchos de ellos no solo fueron solo víctimas, afirma Gaida, sino que al final de la guerra se convirtieron en actores, tomaron las armas y liberaron algunas ciudades, principalmente en Francia. En este país han recibido últimamente actos de reconocimiento, como los homenajes a la La Nueve, el destacamento de españoles que tuvo un papel crucial en la liberación de París.


Si bien los españoles fueron el grupo extranjero más numeroso en la resistencia francesa contra la ocupación nazi, en Alemania su papel no fue tan relevante. Allí la suerte que corrieron los «españoles rojos» es «apenas un pequeño tema» que queda diluido en el océano de un total de 13 millones de trabajadores forzados extranjeros, afirma Gaida.


La muestra puede verse en el Centro de documentación de trabajos forzados durante la época nazi, en Berlín, hasta el mes de octubre. Se divide en módulos, explicados en tres idiomas (español, alemán y francés) de forma didáctica y con material del Archivo federal de Alemania.


La exposición ha sido concebida por Gaida y su colega español Antonio Muñoz Sánchez, en colaboración con la asociación francesa de descendientes españoles Ay Carmela y la fundación alemana Recuerdo, responsabilidad y futuro. Tras pasar por las ciudades francesas de Burdeos, Pessac y Paum se muestra por primera vez en Alemania, y más tarde podría ir a España, probablemente a Barcelona.


Fuente: La Voz de Galicia


ENLACE A LA EXPOSICIÓN VIRTUAL:

http://rotspanier.net/exposicion

________________________________________________


Deportados murcianos: el exterminio a través del trabajo




El trabajo esclavo de los españoles para el III Reich