29 junio, 2021

Israel amenaza con desplazar a 1.500 palestinos más de sus hogares — Yumna Patel

 


Mondoweiss – 27/06/2021

Traducción del inglés: Arrezafe


El tiempo corre para unas 100 familias palestinas en la ciudad ocupada de Silwan, en Jerusalén Este, que se han visto obligadas a enfrentar una decisión imposible: demoler sus propias casas o esperar a que las fuerzas israelíes lleven a cabo la demolición.


Es un destino contra el que las familias del barrio al-Bustan de Silwan han estado luchando incansablemente durante años, y el domingo todo llegará a un punto crítico. A principios de este mes, Israel emitió una serie de órdenes de demolición dando a las familias en al-Bustan 21 días para evacuar y demoler sus hogares.




Según las órdenes de demolición, si los residentes, que suman alrededor de 1.500 personas, no destruyen sus propias casas antes del domingo 27 de junio, el municipio de Jerusalén llevará a cabo las demoliciones y cobrará a los residentes las tarifas de demolición.


El gobierno israelí ha acosado a las familias de al-Bustan con órdenes de demolición durante más de una década, con el pretexto de que sus casas fueron construidas sin un permiso del municipio de Jerusalén.


A su vez, el municipio ha impulsado planes de organizaciones de colonos para convertir el área de al-Bustan en un parque bíblico y conectarlo con el parque arqueológico de la Ciudad de David.




"Las primeras órdenes de demolición llegaron en 2004 al barrio de al-Bustan, dirigidas a 124 familias en el centro del barrio. Hasta el día de hoy, los residentes de al-Bustan se ha mantenido firmes y no han dejado un solo hogar. Y no tenemos la intención de irnos", nos dice Quteibah Odeh, de 27 años, trabajador social y vecino de al-Bustan.


Odeh, que nació y se crió en al-Bustan y que es uno de los más de 1.500 residentes del vecindario cuya casa está bajo amenaza de demolición, nos dice que ni él ni ninguno de sus vecinos tienen la intención de demoler sus propias casas. "Ellos [Israel] alegan que nuestras construcciones son "ilegales", o que carecen de permisos, o que se trata de una simple "cuestión inmobiliaria". Pero en realidad es una batalla política e ideológica".





"Si miras por la ventana en Silwan, puedes ver la mezquita de al-Aqsa. Escuchamos el sonido de nuestras oraciones desde la mezquita aquí en Silwan. Es un lugar estratégico para la ocupación. Y esta es la verdadera batalla: Israel está tratando de instalar a los colonos y expulsar a los palestinos, para así cambiar la realidad sobre el terreno", nos dice Odeh.


Cifra récord de demoliciones


El ultimátum dado a las familias en al-Bustan es una práctica común en Jerusalén Este. Según la documentación de la ONU, al menos un tercio de todos los hogares palestinos en Jerusalén Oriental carecen de un permiso de construcción emitido por Israel, lo que pone a más de 100.000 palestinos en la ciudad en riesgo de desplazamiento.




Solo el 13 por ciento de Jerusalén Este, la mayoría de la cual ya está construida, está habilitada para la construcción palestina, mientras el 35 por ciento de Jerusalén Este se ha asignado a asentamientos israelíes, que son ilegales según el derecho internacional.


El restrictivo régimen de planificación de Israel en los barrios palestinos de la ciudad, junto con el hecho de que el municipio rechaza la gran mayoría de las solicitudes palestinas de permisos de construcción, crea un entorno coercitivo en la ciudad que pone a los palestinos en mayor riesgo de desplazamiento, según agrupaciones de derechos humanos.


En 2020, en medio de la pandemia de coronavirus, las fuerzas israelíes demolieron o incautaron más de 175 estructuras palestinas en Jerusalén Oriental por carecer de permisos de construcción.



De dichas estructuras, alrededor del 47% fueron autodemoliciones, frente a un promedio del 21% del año anterior. Desde principios de 2021, casi el 50% de todas las demoliciones en Jerusalén Oriental han sido realizadas por los propios propietarios.


"La destrucción de propiedades en un territorio ocupado está prohibida por la Cuarta Convención de Ginebra, excepto cuando dicha destrucción sea absolutamente necesaria por operaciones militares", según informe de la oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).


"La destrucción o confiscación de propiedad tiene como resultado la violación de una serie de derechos humanos, incluido el derecho a un nivel de vida adecuado", según el organismo de la ONU OCHA [Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios].


"No nos dan permisos, pero luego nos multan por no tenerlos y vienen a demoler tu casa, tras lo cual te envían la factura por los gastos de la demolición. ¿Hay algo más opresivo que esto?", nos dice Odeh.




Desalojos en Batn al-Hawa


Pero los palestinos que viven en al-Bustan no son los únicos residentes de Silwan que luchan contra los intentos de salvar sus hogares.


A poca distancia se encuentra el barrio de Batn al-Hawa. Justo al sur de la Ciudad Vieja, la Mezquita Al-Aqsa es visible desde casi cualquier azotea, balcón o calle del vecindario.


Sin embargo, para muchos de los residentes palestinos, las vistas de su ciudad histórica y la ciudad de Jerusalén están obstruidas por banderas israelíes esparcidas por Batn al-Hawa que ondean en los tejados y cubren las fachadas de los edificios.




Según grupos de derechos humanos como B'Tselem, Batn al-Hawa es lugar de uno de los "planes de expulsión más extensos" en Jerusalén Oriental en los últimos años, en el que grupos de colonos israelíes intentan expulsar por la fuerza a los residentes palestinos del barrio y reemplazarlos por colonos judíos.


Hablamos con Zuheir al-Rajabi, de 50 años, uno de los cientos de residentes de Batn al-Hawa amenazados de expulsión. Su familia, de cuatro miembros, recibió un aviso de desalojo en 2015 junto con otras 86 familias del vecindario, ordenándoles que abandonaran sus hogares.




"Somos una familia de refugiados y ahora están tratando de desplazarnos de nuevo", dice al-Rajabi, quien nació y se crió en Batn al-Hawa después de que su familia fuera expulsada de su hogar por Israel de la Ciudad Vieja de Jerusalén en 1966. "Cualquiera en esta situación está condenado a la miseria. Ser desplazado más de una vez es un sentimiento indescriptible. Fuimos desplazados por la fuerza de nuestros hogares en el pasado, y ahora están tratando de hacerlo nuevamente", añadió.


A través de una serie de mecanismos legales aprobados por los tribunales israelíes, una organización de colonos israelíes llamada Ateret Cohanim ha solicitado órdenes de desalojo contra las familias de Batn al-Hawa, incluida la familia de al-Rajabi, desde 2002. Las órdenes de desalojo han sido presentadas bajo el pretexto de que la parcela de Batn al-Hawa era propiedad de judíos hace más de un siglo.


Si bien la ley israelí permite que la propiedad se transfiera a los judíos que reclaman la propiedad con anterioridad al establecimiento del estado de Israel, ese mismo derecho se les niega a los palestinos como los al-Rajabis que fueron desposeídos de sus hogares originales.


Hasta la fecha, Ateret Cohanim [organización corrupta] ya ha tomado el control de seis edificios en Batn al-Hawa, que comprenden 27 viviendas, y tiene procedimientos legales en curso para desalojar al menos a 81 familias palestinas, que suman 436 personas. Desde 2015, 14 familias del barrio ya han sido desalojadas por la fuerza.




Mientras al-Rajabi camina por el vecindario, pasa junto a las grandes banderas israelíes que cuelgan de las casas de sus antiguos vecinos que fueron desalojados por la fuerza y nos dice: "Esta es una ocupación y nada les impedirá poner en práctica sus políticas. Harán de todo, nos arrestarán, encarcelarán y echarán a patadas, como hicieron con nuestros vecinos”.


La comunidad internacional debe actuar


A medida que se acerca la fecha límite para la destrucción forzosa de las casas en al-Bustan, los palestinos multiplican su llamada a la solidaridad y para crear conciencia sobre la situación en Silwan. #SaveSilwan inundó las redes sociales durante el fin de semana, instando a la comunidad internacional a intervenir para detener las demoliciones.


"Pedimos a la comunidad internacional que actúe y adopte medidas. No estamos hablando de la destrucción de una casa o del desahucio de una familia, se trata de barrios enteros y numerosas familias amenazadas. Y no solo en Silwan, sino en Sheikh Jarrah y es toda Palestina. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de intervenir, tiene que detener estos crímenes de guerra, la destrucción y el desplazamiento forzoso de la población palestina. No tenemos ningún otro lugar adonde ir. Nos echaron en 1967 y quieren hacernos lo mismo ahora", dijo al-Rajabi a Mondoweiss.


Si bien la comunidad internacional fracasó al no evitar los desalojos y las demoliciones en Silwan, personas como Quteiba Odeh se sienten más esperanzadas que nunca, quizás esta vez las cosas podrían ser diferentes. "Durante las últimas semanas, hemos visto a personas en todo el mundo reaccionar ante lo que está sucediendo en Palestina y tomar conciencia de lo que significa la ocupación. Nuestra resistencia será más fuerte cuanto más personas nos apoyen. Hoy siento que, cada vez más, contamos con ese apoyo. Los palestinos amamos la vida, queremos una vida digna y un futuro. Amamos nuestra tierra y vamos a quedarnos en nuestra tierra. No vamos a ir a ningún otro lugar", nos dice Odeh y añade: "Nuestro dolor es enorme, pero nuestra esperanza es mayor".




El ejército israelí destruye caminos y conducciones de agua 
en Masafer Yatta, al sur de Hebron

5 comentarios :

  1. Anónimo6/30/2021

    La táctica de Israel es la del ghetto de Varsovio, sí que aprendieron bien la lección.
    Encierran a los palestinos como si estuviesen en reservas de los nativos americanos. Qué vergüenza.
    Salud! Pablo Heraklio

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    1. Es infinitamente peor que las reservas americanas.

      Salud!

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  2. LO que pone PABLO HERAKLIO en su comentario anterior creo que es acertado.
    El problema es tan grave que no hay quien lo pueda solventar. Domina el dinero, la hipocresía y la denominamos política.
    Palestina no tiene nada que ofrecer, por eso está sola.
    No veo buen final. Tampoco se los auguro a los del estado de Israel. Jamás podrán dormir tranquilos.
    Salut

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  3. ¡Qué amarga es la impotencia!

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