Amabilismo (*): tendencia más o menos codificada socialmente, de afrontar la realidad en términos dependientes de si los otros se comportan cordialmente; tiranía del decoro que impide pensar o actuar por uno mismo; modo de interacción basado en la ausencia de juicio crítico o autonomía.
Todos y todas preferimos lo amistoso, sincero, agradable, amable. Pero en un mundo de miserable dominación, que debería provocar que re-examinasemos todo radicalmente, lo amable puede ser lo falso.
La cara del dominio es frecuentemente amable, culturizada. Auschwitz viene a la memoria con sus gestores, que disfrutaban de Goethe y de Mozart. De forma similar, no fueron monstruos con aspecto demoníaco los que construyeron y lanzaron las bombas atómicas, sino amables intelectuales liberales.
Todas las causas parciales, y toda la militancia a su servicio, son sólo maneras de evadirse de la necesidad de una ruptura cualitativa con el sistema.
El amabilismo como perfecto enemigo del pensamiento táctico o analítico: sé tratable, no dejes que tener ideas radicales influya en tu comportamiento social. Acepta los métodos pre-fabricados y los asfixiantes límites cotidianos. La respuesta condicionada a "jugar dentro de las reglas" —las reglas de la autoridad—, esta es la verdadera quientacolumna que tenemos dentro.
En el contexto de una vida social impuesta, que exige lo drástico como respuesta mínimamente saludable, el amabilismo se vuelve más y más infantil, conformista y peligroso. No puede otorgarnos alegría, sólo más rutina y aislamiento. El placer de la autenticidad existe sólo contra la raíz de esta sociedad. El amabilismo nos mantiene a todas y a todos en nuestros papeles impuestos, reproduciendo docilmente todo cuanto supuestamente aborrecemos. Dejemos de ser amables hacia esta pesadilla y hacia todos aquellos que nos mantienen en ella. Como gritó Fernando Fernán Gómez: ¡A la mierda!
(*) se podría traducir por "buenrollismo" también.
Claro como el agua. Pues a la hipocresía no se le puede hacer prevalecer sobe el análisis crítico.
ResponderEliminarMe recuerda los métodos de control que se utilizan en las empresas privadas, aunque ellos no los llamen así, como es el "coaching".
Lucrativas técnicas de integración mediante las cuales el amo cede el látigo al esclavo para que éste se azote alegremente a sí mismo.
EliminarEjemplo actual el juego de Potemos y movimientos "populares" prefabricados, que ha conseguido que caigan en picado las protestas sociales y quizás hasta sofocar un posible (y necesario) conato de revolución.
ResponderEliminarLa izquierda (que no algunos de sus planteamientos), es el arma del poder para controlar al pueblo mediante la aceptación, son la cara amable del dominio, el buen rollo de Zapatiestos o Gonzalez (GAL, nacionalizaciones, donaciones a la iglesia, represión laboral y civil...) enfrentado a la cruda realidad, o a su propia hipocresía al servicio de multiNAZIonales que ahora pagan sus servicios.
Salud!
¡Vayamos jubilosos al altar de dios!, que decía la clerical canciocita de los cojones. Jubilosos, hay que joderse, y hasta agradecidos.
EliminarSalud!