"En el núcleo del yo palpita un impulso de nada absoluta. Es eso que habita en nuestro interior lo que perversamente clama por nuestra propia perdición y ruina. Para salvarnos del daño conocido como «la existencia», estamos dispuestos incluso a aceptar de buen grado nuestra propia desaparición.
Quienes caen bajo el influjo de la pulsión de muerte sienten esa extática sensación de liberación que surge de pensar que, en verdad, nada importa.
El placer perverso de estos malvados estriba precisamente en que nada les merece la pena. Hasta el interés propio dejan a un lado, pues, a su (retorcido) modo, son individuos ansiosos de anularse junto al resto del mundo. La pulsión de muerte es una delirante revuelta orgiástica contra el interés del valor, del sentido y de la racionalidad. Es el descabellado anhelo de hacer añicos todo ello en nombre de nada en absoluto. Un anhelo que no siente respeto alguno ni por el principio de placer, ni por el de realidad, principios que están insensiblemente dispuestos a sacrificar por el estruendo, obscenamente gratificante para sus oídos, del mundo desmoronándose a su alrededor".
Terry Eagleton. Cita extraída de su libro Sobre el mal.
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