La Intifada Electrónica – 20/11/2023
Traducción del inglés: Arrezafe
Eman Alhaj Ali durante una reciente ceremonia de graduación en la Universidad Islámica de Gaza. (Foto cortesía de Eman Alhaj Ali)
Acabo de cumplir 22 años.
Mi cumpleaños debería haber sido motivo de alegría y celebración con familiares y amigos. Sin embargo, fue agonizante.
El alborozo de la celebración fue reemplazado por el estruendo de los bombardeos.
No puedo olvidarme del hecho de que la Universidad Islámica de Gaza (UIG) haya sido destruida por los aviones de combate israelíes.
Cuando escuché la terrible noticia, me pareció imposible, después mi incredulidad se transformó en lágrimas.
Al ver las publicaciones en las redes sociales, descubrí que lejos de ser la ilusión de una pesadilla, la destrucción de la universidad era una dura realidad.
Fundada en 1978, la UIG está asociada con más de 140 instituciones de educación superior en todo el mundo.
Ahora, su red de centros de investigación ha quedado reducida a escombros.
Momentos tan preciados se han convertido en cenizas.
Los sueños se han hecho añicos.
Los recuerdos acudieron a mí mientras contemplaba las publicaciones que documentaban la destrucción de la universidad.
Mi época de estudio en UIG fue feliz. Disfruté asistiendo a conferencias, estudiando en la biblioteca central.
El campus estaba tranquilo y me encantaba estar allí compartiendo con amigos. Participé en muchos eventos.
Hace unos meses me gradué con distinción en la UIG.
Había imaginado un futuro espléndido.
Todo ha cambiado irrevocablemente.
Tenía esperanzas de seguir estudiando –como posgrado– en la UIG. Mis esperanzas ahora están arruinadas.
Seis viejas guerras
Cierto, tengo 22 años, pero en términos de Gaza, tengo seis guerras.
Aquí, celebrar un cumpleaños es un lujo. Nuestras celebraciones se ven ensombrecidas por las incesantes dificultades de la vida bajo la ocupación.
Antes de esta última guerra, tenía planes para mi cumpleaños y una lista de propósitos que quería lograr en los próximos 12 meses.
Israel destroza constantemente nuestras aspiraciones, incluso sumiéndonos en la duda de si estaremos vivos el próximo año.
Las sofocadas aspiraciones de estudiantes talentosos y soñadores es radicalmente diferente de las oportunidades que se ofrecen a los jóvenes de todo el mundo.
Dejadme que os cuente sobre Nour, un estudiante de primer año de UIG.
Alguna vez rebosante de entusiasmo, consideró su viaje educativo no sólo como un medio para adquirir conocimientos, sino también como un medio para contribuir a construir un futuro mejor para su comunidad.
En palabras de Nour, el campus no era sólo un espacio físico, era un lugar de sueños. El suyo y el de muchos otros.
La guerra de Israel contra Gaza ha destruido algo más que edificios, ha arrasado hermosos espacios donde la memoria se recreaba con familiares y amigos.
Vacío enorme
Nos hemos quedado con un vacío enorme.
Los ataques selectivos contra lugares de aprendizaje en Gaza son un ataque al derecho a la educación.
Las aulas, las salas de conferencias, las bibliotecas, lugares donde crecieron las mentes y se moldearon futuros, lugares una vez vibrantes y colmados de gente ansiosa por aprender: Israel los está destruyendo.
En esta sombría realidad, el pueblo de Gaza y de todos los rincones de Palestina está luchando por algo más que la supervivencia, está luchando por el restablecimiento de su derecho a la educación.
Este derecho es fundamental, es un pilar de esperanza en medio de la desesperación.
Las historias de las víctimas de Gaza no deberían simplemente evocar simpatía. Deben impulsar la promoción global de la paz.
El mundo debe exigir el fin de la ocupación israelí.
El mundo debe exigir un futuro en el que los palestinos puedan vivir libres del miedo.
Es urgente que el mundo no se limite a reconocer la tragedia que ahora se desarrolla en Gaza. El mundo debe movilizarse para que los sueños destrozados puedan reconstruirse.
Eman Alhaj Ali es periodista y traductora radicada en Gaza.
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