28 septiembre, 2024

Al asesinar a Nasrallah, Israel ha abierto las puertas del infierno. Todos pagaremos el precio — Jonathan Cook

 


Jonathan Cook – 28/09/2024

   Traducción del inglés: Arrezafe


Hezbolá ha confirmado que su histórico líder, Hassan Nasrallah, se hallaba entre los cientos de libaneses asesinados en el bombardeo masivo perpetrado por Israel anoche en un suburbio de Beirut.


La decisión de Israel de asesinar a Nasrallah, utilizando las enormes bombas antibúnkeres suministradas por Estados Unidos, es más que temeraria. Es una completa locura. Israel ha eliminado –a sabiendas– una influencia moderadora en el seno de Hezbollah.


Mediante esta acción, Israel no logrará nada más que confirmar varios puntos a su sucesor y a los líderes de otros grupos y países etiquetados como "terroristas" por los gobiernos occidentales:


Israel y Occidente, que lo respalda firmemente, no siguen ninguna regla de juego establecida y, por consiguiente, sus oponentes deberán hacer lo mismo. La actual moderación de Hezbolá, que tanto ha desconcertado a los expertos occidentales, pasará a ser cosa del pasado.


Que a Israel no le interesa el compromiso, sino sólo la escalada, y que esta supone una lucha a muerte, no sólo contra Israel, sino contra Occidente que lo patrocina.


Que el extremismo ideológico de Israel –su supremacía judía y su insaciable sed territorial– debe ser respondido con un extremismo aún mayor de inspiración chiíta.


Décadas de terrorismo occidental en Oriente Medio propiciaron un nihilismo sunita encarnado primero por Al Qaeda y luego por ISIS.


Ahora, Occidente, a través de Israel, está fomentando en la resistencia chiita su propio momento ISIS. Los moderados de las que Occidente denomina como "organizaciones terroristas" han vuelto a perder la discusión. ¿Por qué? Porque el proyecto imperial estadounidense conocido como "Occidente" ha demostrado una vez más que no está dispuesto a ceder. Exige nada menos que el dominio global completo.


Israel puede que logre un breve éxito táctico al asesinar a Nasrallah, pero no tardaremos en sentir el huracán que se avecina.


Cuando ese huracán llegue, el papel de nuestros políticos y medios de comunicación será el de garantizar que no relacionemos el salvajismo y locura Occidental con sus consecuencias.


Los regímenes occidentales se proclamarán "víctimas", reiterarán que "nos odian por nuestras libertades", por la superioridad de nuestra civilización y que “ellos” son simplemente bárbaros.


Pero lo que viene a continuación, al igual que lo que aconteció antes, será enteramente predecible. La violencia no genera sosiego, genera más violencia. Israel lo sabe. Nuestros líderes lo saben. Y, sin embargo, han abierto las puertas del infierno.



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