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"El urbanismo es la conquista del entorno natural y humano por parte de un capitalismo que, al desarrollarse según la lógica de la dominación absoluta, puede y debe ahora reconstruir la totalidad del espacio como su propio decorado".
Guy Debord - La sociedad del espectáculo
Que hermosa colmena, con sus lucecitas, sus nichos, sus hormiguitas... Solo para poder tener un apartamento de 40m ahí, ya vale la pena dedicar toda la vida a trabajar como autómatas.
ResponderEliminar-Curioso que cuando los moros malos de Alqaeda hicieron el atentado (jeje), se fueron a la estación más pobre de un tren lleno de obreros, menos mal que no se les ocurrió venir a un sitio como este.
Salud!
Ahorra, ahorra... mira como puedes prostituir tu futuro ya cadáver.
EliminarLas "lagunas invisibles" del poder, sino no sería tal Poder.
Salud!
No.No vale la pena.Es la usura mundial la que nos haría trabajar por una caja de cerillas ahí o en un sitio normal o incluso feo.
ResponderEliminarLo de los moros y esa masacre,es como lo de los moros y la primera masacre(11/S)lo del Madrid-Arena,esa discoteca en Brasil.Lo del avión secuestrado.¡¡Ah!! lo de las niñas de Alqaser.La mejor revolución sería tirar el televisor y no comprar periódicos oficiales (y leer con precaución los alternativos).Pero...¿ké hago yo aquí escribiendo si no se me va a entender ni se va a adelantar ná de ná?
No es necesario tirar el televisor, basta con no verlo. ;)
EliminarEl urbanismo no es, en si mismo ni bueno ni malo, depende de quien proyecte y de los intereses que se esconden tras los trazados y las zonificaciones.
ResponderEliminarEn otros momentos de la historia reciente, el urbanismo ha servido para planificar la ciudad según criterios de confort, pero ahora todo se convierte en un espectáculo, al servicio del poder más chusco.
Lo malo no es que tengamos que pagar la perversión del espectáculo, lo malo es que, después del dispendio, nos vemos obligados a soportar el urbanismo y las malditas
arquitecturas de autor que proliferan por nuestras ciudades. Son hitos y señas de modernidad que las instituciones nos imponen.
El poder político o las grandes corporaciones se empeñan en manifestar su dominio y entonces, dejan su impronta en forma de urbanismo insostenible y de arquitectura maja. Para ello encargan a un arquitecto de campanillas el proyecto de un edificio y la planificación de la ciudad y así podemos ver barrios fantasma que son el caldo de cultivo de desahucios; vemos museos que después de ser construidos, trabajo cuesta llenarlos; algunos aeropuertos que después de su inauguración ya no sirven para nada o grandes urbanizaciones residenciales ejemplo de modernidad arquitectónica y que luego quedan vacías, degradándose al cabo de poco tiempo de ser construidas. La mayor eficacia de estos tristes ejemplos de arquitectura y urbanismo es haber servido de objetivo fotográfico el día de su inauguración.
Como resultado de tanta expresión de poder político o económico, nuestras ciudades se llenan de objetos calles, plazas y edificios caros, insostenibles, ridículos y ostentosos que pagamos entre todos, ya sea en forma de impuestos o con las cuotas que nos cobran las compañías suministradoras de agua, de energía o de telefonía.
En los proyectos y en las fachadas de estas arquitecturas insostenibles se reconocen políticos y administradores de multinacionales también insostenibles.
Esta arquitectura y urbanismo opulentos son la muestra del afán de notoriedad de su autor y la expresión del poderío político o económico de sus promotores.
Simétricamente a la expresión del poder de los políticos o los jefazos que promueven las obras, corre la vanidad del arquitecto que proyecta unos edificios estrambóticos, originales, raros y, sobre todo, que quedan bonitos en la foto.
Salud
Francesc Cornadó
Indudablemente, es a este urbanismo (fotogénico, propagandístico y especulativo) al que se refiere Guy Debord.
EliminarGracias, Francesc, por tu generoso comentario.
Salud!