03 octubre, 2021

¿En qué consiste tal desesperación?

 


¿En qué consiste tal desesperación? En que el sentido de tu vida o las vidas de la gente cercana a ti no cuentan para nada. Es algo que se palpa a muchos niveles diferentes, hasta que se hace total. Es decir, inapelable, como en el totalitarismo.


Buscar cada mañana

y hallar las sobras

con que subsistir un día más.


Saber al despertar

que en esta maleza legal

no existen los derechos.


Experimentar por años

que nada mejora,

todo va peor.


La humillación de no ser capaz

de cambiar casi nada,

y de aferrarse al casi

que conduce a otra espera.


Creer las mil promesas

que inexorables se alejan

de tu lado, de los tuyos.


El ejemplo de aquellos

reducidos a escombro por resistir.


El peso de los tuyos asesinados,

un peso que cancela

para siempre la inocencia;

porque son tantos.


Éstos son los siete niveles de la desesperación —uno por cada día de la semana— que conducen, para algunos de los más valientes, a la revelación de que ofrecer la propia vida contra las fuerzas que han empujado al mundo a donde está es la única manera de invocar un todo, más grande que aquel de la desesperación.


Cualquier estrategia planeada por los líderes políticos, para quienes es inimaginable dicha desesperación, fracasará y reclutará más y más enemigos.


John Berger


7 comentarios :

  1. Un texto esperanzador. Gracias, Loam. Salud!

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    1. Lo es, Conrado. La rebelión no es algo que vaya a suceder, es algo que está sucediendo, por más que los medios de (des)información se empeñen en ocultarlo.

      Salud!

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  2. José Martí señaló que fue la violencia revolucionaria organizada la que constituyó una gigantesca escuela de creación de valores, capacidades y ciudadanía para los participantes, los colaboradores y las familias patriotas. (Años después Rosa Luxemburgo afirmó que los trabajadores adquieren conciencia de clase –«el que no se mueve no siente las cadenas»– sólo cuando participan activamente en la lucha –práctica potencialmente revolucionaria– por la defensa de sus intereses, empezando por los inmediatos y vitales –«primero el estómago, luego la moral»–, frente a la explotación y opresión que padecen ejercida por los patronos y legitimada por sus lacayunos políticos, militares, jueces y policías intelectuales, o no)

    Salud y comunismo

    *

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    1. En esa misma línea, se lea literalmente o metafóricamente, la contundente sentencia de Lenin: "La única garantía posible de democracia es un fusil en el hombro de cada obrero”. Y, ciertamente, la de Durruti: "Al fascismo no se le discute, se le destruye".

      Salud y comunismo.

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  3. “Solo en un orden de cosas en el que ya no existan clases y contradicción de clases, las evoluciones sociales dejarán de ser revoluciones políticas. Hasta que ese momento llegue, en vísperas de toda reorganización general de la sociedad, la última palabra de la ciencia social será siempre: luchar o morir, la lucha sangrienta o la nada. Así está planteado inexorablemente el dilema”.
    (Karl Marx: Miseria de la filosofía)

    Dice Henri Laborit que el capitalismo ha creado unas estructuras sociales alienantes que, entre otras cosas, provocan una notable degeneración física y psicológica del ser humano. Y es precisamente esa alienante inhibición de la acción –que obstaculiza o impide la interrelación con la realidad–, la que encontramos en el origen de las patologías humanas y sociales. Ante la agresión continua de las estructuras sociales, las respuestas ‘positivas’ pueden ser la lucha o la huida. Y quizás por eso ambas están cerradas por el molde social vigente, fomentando así la mala salida, o sea ‘la salida negativa’. Que no es otra que la inhibición de la acción, que conlleva sus directas o indirectas consecuencias patológicas, esas mismas que en la sociedad actual son la regla y no la excepción: úlceras de estómago, hipertensión arterial, impotencia sexual, fatiga crónica, insomnio, depresión, angustia, agresividad y violencia, neurosis, psicosis… y en el grado extremo los que pierden todo contacto con la realidad: esquizofrénicos, dementes, psicóticos… en cierto modo se pueden ver como enfermedades laborales –en primera instancia el trabajo de conseguir las vitales habichuelas–, en todo caso como males cuyo origen se encuentra en la propia base de la estructura social: Resulta obvio que el estudio neurofisiológico puede desentrañar al menos parte de las tramas que conforman el comportamiento social humano, por ejemplo: los mecanismos inconscientes del ansia de dominio…

    *

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    1. "Así está planteado inexorablemente el dilema", pero hay quienes atizan su barbacoa en el salón mientras la casa arde.

      En este marco de control de poderes y defensa de intereses de la clase dominante, se realizan elecciones frecuentemente en los países bautizados con el mantra de democráticos, en los que siempre el electorado tiene que enfrentarse a elegir entre dos únicas opciones: decidir qué partido ocupará la gestión del leal gobierno del sistema y el partido que representará el papel de ejercer de leal oposición al leal gobierno del sistema. El capitalismo como tal jamás es cuestionado; en el caso que sea necesario, lo que denuncia la oposición son las políticas del gobierno de turno, que, dado el nivel de corrupción que está apareciendo en países como el estado español, la respuesta siempre es debido, no a la naturaleza sistémica del capitalismo, sino a la aparición de ovejas negras o ranas malcriadas, amparadas por sus cargos dentro de las instituciones administrativas, incluso partidos y sindicatos. Desde la segunda guerra mundial, esta alternancia de lealtades, unas veces en el gobierno y otras en la oposición, fue ejercida en los principales países europeos por lo que en su día Karl Marx clasificó de socialismo reaccionario y socialismo conservador o burgués, más popularmente conocidos como socialdemócratas. Los poderes del sistema capitalista aceptaron de buen grado la entrada de estas corrientes en el sistema del amo, por dos objetivos:
      1) para bien y para mal, representan a la izquierda dentro de la casa del amo; se encargan de domesticar a la izquierda anticapitalista; y 2) dan legitimidad a la democracia burguesa; cuando los conservadores hacen de gobierno los socialistas hacen de oposición, pero ambas corrientes políticas (partidos) mantienen a las ovejas dentro del redil (votantes); cuando los socialistas entran al gobierno, los conservadores intercambien los papeles. Y es que, reunión de pastores, entre los del gobierno y los de la oposición, ovejas muertas.”
      (continúa)

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    2. “En la fase actual del capitalismo, neoliberalismo en transmutación hacia lo distópico, hay quien argumenta que las poblaciones explotadas/alienadas no tienen apenas capacidad de generar conflicto al capitalismo, debido a que el sistema las ha convertido en sujetos de rendimiento para consumir y en sujetos de consumo para rendir. Otro análisis establece que, “el arte de esclavizar se ha ido refinando a lo largo de la historia, alcanzado su punto cumbre con el establecimiento de las clases sociales. Bajo apariencia de libertad se ha instaurado un nuevo modelo de esclavitud que ha reorganizado los sentimientos de resignación y rebeldía, generando legiones de zombis emocionales”. Cierto que hemos de constatar que la 'izquierda establishment/burócrata' ha representado el papel de leal oposición desde el final de la segunda guerra mundial, cerca de 75 años, en la mayoría de países democráticos occidentales; pero también es la responsable de que, en las contadas veces que estuvo en el poder, ejerció el gobierno para legislar en contra de las clases oprimidas, incluidas ahora los millones de personas reducidas a unas relaciones sociales con el capital en situación de pobreza y que rebautizamos como precarias: los pobres de antes trabajaban en situación de precario, sin derechos, y los precarios de hoy trabajan en situación de pobreza, sin derechos. Por tanto, hay que recordar a estos autores que la agenda progresista que tuvo la socialdemocracia contenía programas sociales dentro del sistema, para un capitalismo ético, pero no en contra del sistema. Por tanto, a los gestores del capitalismo, y más a los propios capitalistas, les viene bien esto tipo de análisis, en los que constatan la muerte de la clase obrera, la defunción de las clases trabajadoras, pues ahuyentan toda tentación por parte de los oprimidos de asumir su propio proyecto de clase y cambiar el sistema. Recordemos una vez más lo que dijo hace poco uno de los grandes magnates del capitalismo: las clases existen y los ricos estamos ganando la batalla. Lo que nos oculta este maligno personaje es que la clase capitalista juega el torneo siempre en casa, las reglas del encuentro las legisla su clase y los árbitros los nombran ellos; si en algún lugar pierden, llaman a la policía y a los militares para que cambien el resultado. Es decir, los miembros del leal gobierno y de la leal oposición (eso que se llama alternancia democrática) salen de las caballerizas y porquerizas que controlan ellos.”
      José Iglesias Fernández (2017)

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