06 octubre, 2024

Nunca dejes que tu gobierno te diga quiénes son tus enemigos — Caitlin Johnston

 



Caitlin's Newsletter – 06/10/2024

   Traducción del inglés: Arrezafe


No es culpa de los habitantes de Oriente Próximo vivir sobre un montón de petróleo, próximos a rutas comerciales cruciales en una región clave que une tres continentes. De eso es de lo que se ha tratado siempre. Ni de luchar contra el “terrorismo”, ni de propagar la libertad y la democracia, ni tan siquiera de proteger a Israel. Se trata, en definitiva, de controlar por completo esa franja de tierra geoestratégicamente crucial y rica en recursos.


La población que habita en ese lugar del mundo nunca te ha hecho daño. No supone ninguna amenaza para ti. Te conminan a odiarla sólo porque poderosas élites globalistas necesitan controlar Asia Occidental a fin de dominar el planeta, para lo cual necesitan infligir masivamente violencia. De eso es de lo que todo se trata.


Nuestros gobernantes utilizan todo tipo de narrativas en todo el mundo y de todo el espectro político para justificar sus acciones. Utilizan el sionismo, el fundamentalismo cristiano, el fundamentalismo islámico, el fundamentalismo hindú, el liberalismo, el conservadurismo, el nacionalismo o la política de identidades progresistas para propiciar la aceptación de sus agendas en cualquier lugar que sea necesario. Te dirán todo cuanto necesites oír para engañarte y hacerte creer que es necesario atacar y bombardear a las insumisas poblaciones de Asía Occidental. Eso es todo lo que les importa.


Nuestros gobernantes utilizan sus huestes de expertos en propaganda en los principales medios de comunicación y a sus gestores de narrativas en Silicon Valley para manipular la percepción pública respecto a estos programas asesinos, utilizando medias verdades, mentiras por omisión, distorsiones, titulares engañosos, invirtiendo el lugar de la víctima y del agresor, comenzando la cronología de los acontecimientos en las fechas convenientes y repitiendo acríticamente acusaciones no probadas de fuentes poco fiables. Estos manipuladores mediáticos son tan críticos con el funcionamiento de la maquinaria de guerra imperial como puedan ser quienes directamente arrojan las bombas.


¿Qué clase de servil y baboso lameculos puede defender todo esto? ¿Quienes, sino los simpatizantes imperialistas, adoradores del poder, consentirían el asesinato y la agresión a gran escala contra personas que no representan ninguna amenaza para ellos, tan sólo porque sus poderosos jefes así se lo ordenan? Qué manera tan patética y tan profundamente indigna de existir.


Se emplean a fondo en propiciar el consentimiento general de estas atrocidades. Así que, no se lo deis. Nuestros gobernantes son muy conscientes del hecho de que somos muchos más que ellos, que podríamos fácilmente devorarlos si a todos se nos metiera en la cabeza que eso es lo necesario. Aferrémonos a nuestro poder, rehusémonos a dejarnos engañar por sus manipulaciones, y ayudemos a que todo el mundo se de cuenta de que estamos siendo continuamente engañados por psicópatas asesinos para que quieren someternos, confundirnos y hacernos sentir impotentes


Nuestros verdaderos enemigos no están en Irán.


Nuestros verdaderos enemigos no están en el Líbano.


Nuestros verdaderos enemigos no están en Gaza ni en Cisjordania.


Nuestros verdaderos enemigos no están en Yemen, Siria o Irak.


Nuestros verdaderos enemigos están en Washington, Londres y Tel Aviv. En Berlín, París y Canberra. En agencias gubernamentales secretas del estado de Virginia y en instituciones de propaganda imperial en Nueva York y Hollywood.


Nuestros verdaderos enemigos no son los árabes, ni los iraníes, sino los gerentes del imperio que están arruinando el mundo, destruyendo la biosfera, desviando riquezas y recursos, amenazándonos con una temeraria política nuclear y asegurándose de que sigamos siendo pobres, débiles, con el cerebro lavado y demasiado ocupados como para que podamos llegar a entender lo que realmente está pasando y tomemos una postura opuesta y combativa.


No nos dejemos engañar. Luchemos contra sus manipulaciones, opongámonos a sus abusos. Las personas decentes aún podemos ganar esta batalla, pero incluso si no lo hiciéramos, al menos podremos impedir que nos arrebaten la dignidad y nos manipulen para que aplaudamos su devastadora depravación.



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