El 15 de mayo recuerda cada año el aniversario de la limpieza
étnica en Palestina: Al Nakba (catástrofe), cuando 800.000 personas palestinas
fueron expulsadas de su tierra por las fuerzas sionistas siendo el origen de
los hoy más de 6 millones de refugiados palestinos y palestinas, 70 años
después.
Apropiarse de más y más tierra, encerrar a la población palestina
en guetos urbanos inhabitables o masacrar periódicamente campos de
concentración como el de Gaza, con los ilegales muros que sean necesarios, ha
sido el “programa indígena” de todos los partidos sionistas en Israel.
El estado-nación
colonial impuesto con armas y mitología contra las personas nativas
[ El Plan Dalet entró en vigencia a inicios de 1948 y consistió en un constante hostigamientos a las poblaciones palestinas de las zonas de Gaza y Galilea fundamentalmente. Por hostigamiento entiéndase la entrada de los ejércitos israelíes en horarios nocturnos a los poblados y las detenciones arbitrarias. Muchos árabes comenzaron a escapar a los países vecinos desde enero de ese año, lo que finalmente se recrudeció en marzo cuando varios pueblos y comunidades pequeñas fueron literalmente borrados del mapa. Los palestinos hablaran que desde mayo de 1948 sufrieron el “Nakba” o “desastre” donde miles de familias debieron abandonar sus pertenencias producto no solo de la confrontación árabe-israelí sino del hostigamiento del ejército israelí mediante los terribles lanzallamas que incendiaban muchas de sus precarias propiedades.]
El 15 de mayo recuerda cada año el aniversario de la limpieza
étnica en Palestina: Al Nakba (la catástrofe), cuando 800.000 personas palestinas
fueron expulsadas de su tierra por las fuerzas sionistas siendo el origen de
los hoy más de 6 millones de refugiados palestinos y palestinas, 70 años
después.
El proceso se inició unos meses antes, el 29 de noviembre de 1947
y se prolongó por casi dos años. Cuando la ONU propuso partir Palestina en dos
pedazos sin consultar a sus habitantes, los paramilitares sionistas comenzaron
un meticuloso plan de rodear y atacar los pueblos palestinos por tres lados
para que la población tuviese que huir hacia la dirección deseada por los
asaltantes: hacia sus futuros campos de refugiados en Cisjordania, Gaza,
Líbano, Jordania o Siria.
La elección por Palestina del 15 de mayo como conmemoración de este
crimen sufrido no es casual. El 14 de mayo de 1948 Israel proclamó su estado y
cada año celebra su “Día de la Independencia”. Aún está por saber de qué o de
quién se independizó Israel, compuesto por personas de múltiples países que
acababan de llegar como extranjeras e invasoras a Palestina.
El régimen de Israel siempre ha recurrido a la existencia de un
presunto ethnos o pueblo judío para justificar su estado racista religioso.
Mitología al margen, ni las personas de religión judía de Etiopía, Bielorrusia
o Iraq forman un pueblo, ni las católicas de Polonia, Bolivia o Filipinas
forman otro pueblo. Por supuesto tampoco forman pueblos las personas que
comparten otras creencias, ideologías u orientaciones sexuales. Pero Israel se
aferra a la fantasía para dar sentido a uno de los productos
exportados/impuestos desde occidente al resto del planeta: “el estado-nación
sustentado por un pueblo”.
El cóctel ideológico del
sionismo en la matriz del estado-nación
Durante 500 años en Europa se fueron construyendo los estados como
artefactos políticos que derivaron en el dominio u opresión hegemónica de unos
grupos sociales hacia otros. De ahí que fueran expulsadas las personas judías
por los Reyes Católicos, de Portugal, Inglaterra, etc, la expulsión de las
musulmanas por Felipe III o las guerras de religión y persecuciones en casi
toda Europa para lograr esos objetivos de estados-naciones con identidades
uniformes y homogéneas. Un paradigma impuesto en el resto del planeta y por
supuesto en Oriente Medio sin tener en cuenta la riqueza de grupos sociales y
religiosos.
Los sionistas llegados a Palestina, además de armas, portaban esta
mezcla ideológica de raíces culturales europeas para la construcción de su estado-nación
con su “pueblo etnoreligioso” como presunto sujeto. Junto a ello, el componente
colonial de supremacismo occidental ante las poblaciones nativas, y el “derecho
a la impunidad” (internacional y mediática) ante sus futuros actos criminales
en Palestina. Un “derecho a la impunidad” obtenido por la realidad de haber
sido una de las minorías religiosas históricamente perseguidas en Europa. Toda
esa maquinaria puesta en funcionamiento ha sido la que ha conducido de forma
incesante la praxis del sionismo de “más y más tierra para nosotros y menos y
menos población indígena en el territorio”. Este vector de empuje siempre ha
sido indiferente a la existencia de una supuesta izquierda sionista cuyo campo
de debate ha sido qué políticas aplicar, pero exclusivamente para el grupo
social dominante, muy similar a los diferentes partidos en la Sudáfrica del
Apartheid. Apropiarse de más y más tierra, encerrar a la población palestina en
guetos urbanos inhabitables o masacrar periódicamente campos de concentración
como el de Gaza, con los ilegales muros que sean necesarios, ha sido el
“programa indígena” de todos los partidos sionistas en Israel.
Ese cóctel ha quedado muy visible estas semanas. Si recordamos la
imagen del francotirador de la película La lista de Schindler que
aleatoriamente dispara contra prisioneros del campo de concentración, la
emoción de cualquier persona es de horror y espanto. Por el contrario, si
tomamos las imágenes de estas semanas de los francotiradores del ejército de
Israel disparando aleatoriamente a las personas palestinas dentro de su campo
de concentración de Gaza, entonces se disuelve el horror porque los medios de
comunicación hablan de “choques” y “enfrentamientos” y los gobiernos
occidentales hacen “un llamado a la sensatez, el diálogo y al proceso de paz”,
que no es más que la pretensión de la rendición completa del pueblo palestino.
Palestina sólo exige la
legalidad internacional, nada menos
Y es que, a pesar de la manipulación, la legalidad internacional
que ampara a Palestina sigue esculpida en piedra. Resoluciones de la ONU,
Sentencia del Tribunal de La Haya contra el muro de Cisjordania, IV Convenio de
Ginebra y mucha otra legislación incumplida hacen de Israel un estado forajido
fuera de la ley.
Una de las resoluciones de la ONU irrenunciables para el pueblo
palestino es la 194. Esta expresa el derecho al retorno de las personas
refugiadas palestinas a sus casas (muchas siguen en pie) en el territorio de lo
que hoy se llama Israel, ya sea a Tel Aviv, Haifa, etc, y a ser indemnizadas.
Son más de 6 millones registradas por la UNRWA, la agencia específica de la ONU
que Israel y EEUU desean que desaparezca para borrar un organismo que recuerda
permanentemente que los refugiados palestinos no son producto de un huracán o
terremoto sino de un crimen contra la humanidad. Las personas refugiadas de
Yugoslavia o Ruanda regresaron con la pacificación de sus estados. Con
Palestina se aplica una eterna excepcionalidad en la aplicación de la ley.
Por eso son ellas y ellos quienes tienen que exigir sus derechos
con su vulnerable cuerpo. Durante estas semanas y hasta el 15 de mayo próximo,
en Palestina se está desarrollando una gran movilización llamada la Gran Marcha
del Retorno, #GreatReturnMarch. Mujeres, hombres, menores y mayores palestinas
acampadas junto a las vallas y muros que les encierran, realizando una
manifestación cada viernes y siendo acribilladas aleatoriamente y a sangre fría
con balas explosivas. Ellas y ellos, agrupados en casi 200 organizaciones de
base palestinas, nos lanzaron hace 12 años una apelación a los pueblos y países
del mundo: Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel tal como se realizó
exitosamente a la Sudáfrica del Apartheid.
Cuando ha habido una población nativa suficiente como para plantar
resistencia a su colonización, el artefacto colonial siempre ha sido derrotado,
y así ocurrirá en Palestina. El tiempo pondrá fin al macabro experimento, pero
las decisiones de los pueblos, de los gobiernos, de las universidades, incluso
de las empresas, con los crecientes boicots académico, institucional, cultural,
económico, etc. harán que llegue mucho antes el momento histórico de conseguir
el regreso de las personas palestinas refugiadas a un territorio de iguales
derechos para todos sus habitantes, independientemente de la religión,
identidad o grupo social.
Extraído del nº 88 de la publicación anarquista madrileña Todo por
Hacer
Esa cifra de "seis millones" se repite muy sospechosamente...
ResponderEliminarCuando se habla de "Palestinos" no hay que olvidar que ellos son los auténticos descendientes de los judíos originales del primitivo reino de Israel y que los que pretenden hacerse con el dominio por la fuerza del territorio, son completamente ajenos a estas raíces.
Salud!
Los ashkenazis no son semitas, los judíos originarios y los palestinos sí.
EliminarPor eso, los ashkenazis (sionistas) no pueden hacer suyo el agravio antisemita. Los palestinos sí.
Salud
La acción a tomar esta clara en elbarticulo. Afianzar y agrandar a cada vez más sectores el boicot a Israel.
ResponderEliminar"Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel tal como se realizó exitosamente a la Sudáfrica del Apartheid."
pueblos, gobiernos, universidades, incluso de las empresas, con los crecientes boicots académico, institucional, cultural, económico, etc.
http://palestinalibre.org/articulo.php?a=54020
ResponderEliminarA Itxu, el boicot no tiene sentido sin desviar el consumo a alguna alternativa viable que los sustituya, como a dia de hoy no la hay, no creo en el boicot. El ejemplo mas claro son los boicots a Mercadona, al Corte Ingles o a tantos otros, mientras el boicot se la soplaba el escrache les jodia.
ResponderEliminarEs decir, antes de hacer un buen boicot debemos hacer los deberes y asegurarnos el suministro y el consumo. Lo cual podria empezar por ejemplo con un Label y una lista de empresas "no perjudiciales para la salud".
Salud! Pablo Heraklio