Falta de autoexamen — Una característica definitoria de las sociedades occidentales es la absoluta falta de autoexamen. Siempre tenemos razón y nunca hacemos nada malo. Destruimos nuestras economías y nuestras sociedades, y llevamos al mundo al borde de una guerra nuclear, pero nunca es culpa nuestra. Siempre hay alguien a quien culpar por el fracaso de nuestras políticas, todo lo que necesitamos es mantener nuestro obstinado rumbo. Nunca se admiten errores, nunca se reconoce responsabilidad y nadie mira hacia dentro.
Estancamiento — Otra característica definitoria de las sociedades occidentales, en particular de la ciencia básica, es el estancamiento. La ciencia, la geopolítica (la actitud hacia el mundo exterior) y la economía parecen haber quedado en aliento suspendido en los años setenta. Mucho de lo que no está estancado ha retrocedido, como la educación. Los únicos campos que han progresado son la ingeniería (basada en la "ciencia derivada") y la ingeniería social, en la que nos hemos vuelto tremendamente buenos. El estancamiento es notablemente visible en la ciencia y el mundo académico, encerrado en el "paradigma dominante". Las personas que cuestionan la ortodoxia e intentan algo nuevo son expulsadas del mundo académico, ridiculizadas y perseguidas. Por cierto, estimaciones recientes indican que alrededor del 90% de los profesores universitarios en los EEUU se identifican como "demócratas", que hoy en día es palabra clave para las personas con escasa conciencia de sí mismas.
El estancamiento se produce cuando no se reexaminan sistemáticamente posiciones y teorías. Algo ha bloqueado las mentes de nuestros científicos y académicos, impidiéndoles descartar teorías que evidentemente no funcionan. Es cierto que el sistema está configurado de tal manera, pero también lo está la gente que lo integra.
Respuestas violentas a los desafíos — Otra característica definitoria del mundo occidental moderno es la respuesta al desafío –intelectual, político o de otro tipo–. Los desafíos ya no se afrontan de manera racional o estoica, sino con emociones, incluida la ira y el odio, que luego se transforman en acción para deshacerse de los desafiantes. Los desafíos ahora se contemplan como violencia emocional, causantes de dolor como la violencia real. Los desafíos obligan a replantearse, y replantearse es doloroso.
Aceptación incondicional de las narrativas — En el pasado, la gente, ingenuamente, daba por sentado que el acceso ilimitado a la información daría como resultado una población más ilustrada. No ha sido así. Por el contrario, la gente se ha mostrado cada vez más dispuesta a aceptar cualquier teoría y lógica sin cuestionarla. Cualquier plan, por disparatado que sea, puede presentarse ahora en un paquete pseudorracional que será aceptado por la mayoría. La bancarrota moral se presenta como superioridad moral y las falsedades científicas como consenso científico.
La disposición a aceptar estas falsas narrativas es tan grande que apenas es necesario disfrazarlas, y la población, sin pensarlo dos veces, rechaza las críticas que se hacen a las mismas. Una hora en Internet suele ser suficiente para desacreditar casi todo cuanto dicen las autoridades occidentales, pero en la era de la información nadie busca información verdadera, es posible descubrir algo que no nos guste.
Si tuviera que describir la esencia actual de la civilización occidental, diría que es una “civilización sin pensamiento consciente”, una civilización que se dirige sin pensar a través de un estrecho túnel, tal vez hacia su propia destrucción.
Fragmento de ¿SE ESTÁ DESVANECIENDO LA CONCIENCIA EN LA SOCIEDAD MODERNA? (Ceguera interna y barreras mentales), de Gaius Baltar. (21/12/2024)
Traducción del inglés: Arrezafe
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