The Chinese Must Go - Magic Washer - 1886 anti-Chinese_US_cartoon
[Los chinos deben irse - Jabón mágico - Ilustración anti-china 1886 USA]
Christine
Ahn, Terry K Park y Kathleen Richards
The
Nation – 19/03/2021
Traducción
del inglés: Arrezafe
Si
queremos acabar con el odio anti-asiático en los Estados Unidos,
debemos reconocer cómo la política exterior estadounidense lo
perpetúa.
Poco
después de la matanza perpetrada en Georgia a principios de esta
semana, en la que murieron seis mujeres asiáticas, el secretario de
Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, denunció la violencia y
dijo que "no tiene lugar en Estados Unidos ni en ninguna parte",
señaló Blinken durante su primer viaje a Asia junto al secretario
de Defensa Lloyd Austin, donde Blinken advirtió a China que Estados
Unidos rechazará su "coerción y agresión", y Austin
advirtió a Corea del Norte que Estados Unidos estaba listo para
"pelear esta noche".
Sin
embargo, esa retórica agresiva contra China, que inicialmente fue
difundida por Donald Trump y otros republicanos en torno al
coronavirus, ha contribuido directamente al aumento de la violencia
contra los asiáticos en todo el país. De hecho, refleja una larga
historia de política exterior estadounidense en Asia centrada en la
dominación y la violencia, y alimentada por el racismo. Menospreciar
y deshumanizar
a los asiáticos ha ayudado a justificar guerras interminables y la
expansión del militarismo estadounidense. Y esto tiene consecuencias
mortales para los asiáticos y asiático-americanos, especialmente
para las mujeres.
La
violencia anti-asiática a través de la política exterior de
Estados Unidos se ha manifestado en las guerras que han matado
a millones,
destrozado
familias y provocado desplazamientos masivos; en las pruebas
nucleares y el almacenamiento de armas químicas que provocaron la
contaminación
ambiental en Okinawa, Guam y las Islas Marshall; en el uso
generalizado de napalm y Agente Naranja en Vietnam, Laos
y Corea;
en las bases militares estadounidenses que han destruido pueblos
y comunidades
enteras ; en la violencia
perpetrada por soldados estadounidenses a las mujeres asiáticas; y
en la imposición de sanciones
que tienen como consecuencia daños económicos, sociales y físicos
a la gente común.
Estas
cosas no pueden suceder sin la deshumanización, cuya dinámica ha
tenido consecuencias nefastas para los estadounidenses de origen
asiático, especialmente para las mujeres. De los 3.800 incidentes de
odio denunciados contra estadounidenses de origen asiático el año
pasado, el 70 por ciento estaban dirigidos a las mujeres. Las mujeres
estadounidenses de origen asiático, exóticas y fetichizadas, han
soportado una doble carga de racismo y sexismo, vistas por un lado
como "flores de loto" sumisas y sexualmente disponibles y
por el otro como "damas dragón" manipuladoras y
peligrosas.
Las
mujeres asiáticas se ven particularmente perjudicadas, económica,
social y físicamente, por el militarismo y la política exterior de
Estados Unidos. En Corea, las mujeres han sido durante mucho tiempo
un daño colateral de la militarizada política exterior de Estados
Unidos. La Guerra de Corea de 1950-1953, que mató a 4 millones de
personas, condujo al caos social y político, separó familias y dejó
a millones de personas huérfanas y viudas, creando condiciones en
las que las mujeres se encontraban sin hogar ni trabajo, lo que las
obligó a prostituirse, según Katherine HS Moon, experta en
prostitución militar estadounidense en Corea del Sur y autora del
libro Sex Among Allies.
Enfermeras del Ejercito Popular Coreano apresadas por soldados estadounidenses
Más
de un millón de mujeres coreanas han trabajado en los "campamentos"
que rodean las bases militares estadounidenses en Corea del Sur. Este
sistema de prostitución militar fue controlado por el gobierno de
Corea del Sur y apoyado por el ejército estadounidense para
fortalecer las alianzas militares y apuntalar la economía de Corea
del Sur. Sin embargo, las mujeres fueron estigmatizadas, "condenadas
a la invisibilidad y al silencio", según Moon.
Estos
“campamentos” no solo facilitaron la inmigración de miles de
“novias de guerra” coreanas a los Estados Unidos, sino que
también importaron
el sistema mismo. A medida que el ejército estadounidense
reducía la presencia de sus tropas en Asia, los los “campamentos”,
que afrontaban la agitación social y la incertidumbre económica,
comenzaron a enviar a sus madames y trabajadoras sexuales a
los sitios militares de Estados Unidos a través de matrimonios
negociados con militares estadounidenses. Muchas de estas mujeres
coreanas explotadas llegaron al sur de los Estados Unidos, una región
que alberga muchas bases militares en torno a las cuales proliferó
la prostitución militar. Para la década de 1980, el comercio sexual
coreano-estadounidense se extendería desde estos poblados militares
del sur a otras partes de los Estados Unidos, incluida el área
metropolitana de Atlanta, lugar del terrible tiroteo masivo del
martes.
Vemos
que esta violencia anti-asiática ahora se manifiesta con la
creciente agresividad de Estados Unidos contra China y la
omnipresente presencia militar estadounidense en toda la región de
Asia y el Pacífico. Según el profesor de la American University,
David Vine, hay aproximadamente 300 bases estadounidenses en la
región de Asia y el Pacífico que rodean China, lo que, junto con "agresivas patrullas navales, aéreas y los ejercicios militares,
aumenta la amenaza a la seguridad china y alienta al gobierno chino a
responder impulsando su propio gasto y actividad militar". El
incremento militar está aumentando la tensión bélica regional y el
riesgo de un mortífero enfrentamiento militar de impredecibles
consecuencias entre dos potencias con armas nucleares.
Si
queremos erradicar el odio anti-asiático aquí, en los Estados
Unidos, debemos en primer lugar reconocer cómo la política exterior
estadounidense lo perpetúa, debemos poner fin al militarismo y las
guerras estadounidenses en toda la región de Asia y el Pacífico. La
administración Biden podría comenzar por poner fin formalmente a la
Guerra de Corea, guerra que costó casi 400
mil millones (en dólares de 2019), y que continúa siendo una
fuente de justificación para las políticas centradas en el ejército
de Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y otros en la región.
A
medida que abordamos la violencia contra asiáticos y mujeres, y
desmantelamos la supremacía blanca aquí en casa, también debemos
reorientar fundamentalmente la política exterior de Estados Unidos
en la región de Asia y el Pacífico, lejos de la dominación y el
control, hacia una verdadera y humana seguridad para todos.