El exparlamentario israelí Uri Avnery escribió hace poco que Israel, como los antiguos prusianos, no es un Estado con un Ejército, sino un Ejército con un Estado.
Raúl Wiener
Diario Uno, 14 de Julio 2014
Todo en la historia del Estado de Israel parece haber sido extraído de una nueva Biblia que pretende contar que, lo que vemos como un abuso cada vez más brutal sobre un pueblo antiguo al que hicieron gratuitamente su enemigo, por el hecho de ocupar el espacio desde el que planearon implantarse y expandirse, no es más que una guerra continuada de sobrevivencia.
Un Estado con armamento nuclear y con la última tecnología militar de los Estados Unidos, donde toda la juventud está militarizada e ideologizada por la “amenaza del otro”, nos quiere convencer que actúa en mera defensa propia y que los civiles, especialmente los niños y niñas, que mueren por efectos de sus bombas, son daños que se producen por convivir al lado de los enemigos que deben ser eliminados.
Israel sostiene su violencia en algunos dizque principios:
(1) que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) no representa a toda la Palestina, porque Hamas tiene el control de Gaza, y eso hace imposible negociar la paz con ella;
(2) que cuando la ANP llega a un acuerdo con Hamas para entrar a la negociación, tampoco puede aceptarlo porque sería aceptar a un terrorista en la mesa de negociación;
(3) que Hamas tiene en su ideario la destrucción del Estado de Israel, aunque haya anunciado su voluntad de negociar y dado pasos prácticos para ello, porque lo que importa es lo que dicen los textos, no ven que hay un texto que nombra a los judíos como el pueblo escogido y a la Palestina como su tierra prometida;
(4) que desde Gaza se producen ataques con misiles sobre territorio israelí, aunque todos sabemos que el territorio israelí tiende a crecer sobre el palestino comprimiéndolo y humillando a su gente;
(5) que algunos palestinos quisieran destruir Israel y echar a su población al mar, por eso Israel trata de destruir Gaza, que es la mitad de Palestina, y echarla al mar, donde también la tienen bloqueada para que no reciba ayuda de fuera, ni siquiera la de carácter humanitario;
En resumen, Israel quiere decidir sobre quién representa a otro Estado y otro pueblo; quiere que el enemigo al que persigue implacablemente escriba textos donde diga lo bueno que son ellos; quiere tener fronteras seguras, que las mueve continuamente aprisionando palestinos en cada vez menor espacio; quiere, en fin, que el mundo crea que cuando hay alguna respuesta militar palestina, es por puro afán de hacerles daño y no producto de una cadena de iniquidades que no deja otra salida que la violencia.
El exparlamentario israelí Uri Avnery escribió hace poco que Israel, como los antiguos prusianos, no es un Estado con un Ejército, sino un Ejército con un Estado. Si se mira así, ¿quién es el que dirige esta fuerza militar colonial que se mantiene a sangre y fuego en el corazón del Medio Oriente? Ustedes saben en quién estoy pensando.
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La atrocidad
Por Uri Avnery. Judío, reportero de Gus Shalom y Counter Punch.
Uri Avnery con Yasir Arafat |
Llueven bombas sobre Gaza y cohetes en el sur de Israel, la gente está muriendo y los hogares están siendo destruidos. Otra vez.
Jerusalén, 14 de julio de 2014.- Una vez más, sin ningún propósito. Otra vez la certeza de que cuando todo haya terminado, todo seguirá esencialmente igual que antes. Pero apenas puedo oír las sirenas que advierten de los cohetes que vienen en dirección a Tel Aviv. No puedo quitar de mi mente lo terrible que sucedió en Jerusalén. Si una pandilla de neonazis hubiera secuestrado en la oscuridad de la noche a un niño de 16 años en un barrio judío de Londres, le hubieran llevado a Hyde Park, le hubieran golpeado, le hubieran vertido gasolina en la boca, le hubieran rociado y le hubieran prendido fuego, ¿qué habría pasado? ¿No habría explotado el Reino Unido en una tormenta de ira y disgusto? ¿No habría expresado la reina su indignación? ¿No se habría apresurado el primer ministro a acudir a la casa de la familia del fallecido para pedir disculpas en nombre de toda la nación? ¿No habrían sido acusados y condenados los líderes neonazis, y quienes los apoyan activamente y les lavan el cerebro? Tal vez en el Reino Unido. Tal vez en Alemania. No aquí.
Esta atrocidad abominable tuvo lugar en Jerusalén. Un niño palestino fue secuestrado y quemado vivo. Ningún crimen racista en Israel estuvo tan cerca de algo semejante. Quemar a la gente viva es una abominación en todas partes. En un estado que dice ser "judío", es aún peor. En la historia judía, sólo un capítulo se acerca al Holocausto: la Inquisición española. Esta institución católica torturó judíos y los quemó vivos en la hoguera. Más tarde, esto sucedió a veces en los pogromos rusos. Incluso los enemigos más fanáticos de Israel no podían imaginar que una cosa tan horrible pudiera suceder en Israel. Hasta ahora.
Bajo la ley israelí, Jerusalén Este no es un territorio ocupado, es parte del Israel soberano. La cadena de acontecimientos fue la siguiente: Dos palestinos, aparentemente actuando solos, secuestraron a tres adolescentes israelíes de un asentamiento cerca de Hebrón que estaban tratando de hacer autostop en la noche. El objetivo era probablemente utilizarlos como rehenes para la liberación de prisioneros palestinos. La acción se complicó cuando uno de los tres logró llamar al número de emergencia de la policía israelí desde su teléfono móvil. Los secuestradores, en el supuesto de que la policía no tardaría en estar sobre su pista, entraron en pánico y dispararon a los tres a la vez. Arrojaron los cuerpos en un campo y huyeron (e realidad la policía demoró las cosas y no empezó la búsqueda hasta la mañana siguiente).
Todo Israel estaba alborotado. Se emplearon muchos miles de soldados durante tres semanas en la búsqueda de los tres jóvenes, peinando miles de edificios, cuevas y campos. El escándalo público sin duda estaba justificado. Pero pronto degeneró en una orgía de incitación al racismo que se intensificó día a día. Periódicos, emisoras de radio y cadenas de televisión competían entre en descaradas diatribas racistas, repitiendo los anuncios oficiales hasta la náusea y añadiendo sus propios comentarios nauseabundos, todos los días, todo el día. Los servicios de seguridad de la Autoridad Palestina, que ha colaborado en todo con los servicios de seguridad israelíes, jugaron un papel importante en el descubrimiento temprano de la identidad de los dos secuestradores (identificados pero aún no capturados). Mahmud Abbas, el presidente de la AP, se puso de pie en una reunión de los países árabes, condenó el secuestro de manera inequívoca y fue calificado por muchos de su propio pueblo como un quisling árabe. Los dirigentes israelíes, por su parte, lo llamaron hipócrita. Los líderes políticos de Israel soltaron una salva de enunciados que en cualquier otra parte serían claramente calificados de fascistas. Una breve selección:
Danny Danon, ministro adjunto de Defensa: "Si un niño ruso hubiera sido secuestrado, Putin habría aplastado una aldea tras otra"
Ayala Shaked líder de la facción "Jewish Home": “Con un pueblo cuyos héroes son asesinos de niños tenemos que tratar en consecuencia" ("Hogar judío" forma parte de la coalición del Gobierno).
Noam Perl, presidente mundial de Bnei Akiva (movimiento juvenil de los colonos): "Una nación entera y miles de años de historia demandan ¡venganza!"
Uri Bank, exsecretario de Uri Ariel, ministro de Vivienda y constructor de los asentamientos: "¡Este es el momento adecuado. Cuando nuestros hijos se ven perjudicados, nos ponemos como locos, no hay límites, el desmantelamiento de la Autoridad Palestina, la anexión de Judea y Samaria (Cisjordania), la ejecución de todos los presos que han sido condenados por asesinato, exilio de los familiares de los terroristas!"
Y el propio Benjamín Netanyahu, hablando de todo el pueblo palestino: "Ellos no son como nosotros. Nosotros santificamos la vida, ¡ellos santifican la muerte! "
Cuando los cuerpos de los tres jóvenes fueron encontrados por los guías turísticos, el coro de odio alcanzó un nuevo crescendo. Los soldados registraron decenas de miles de mensajes en internet pidiendo "venganza", los políticos les incitaban, los medios de comunicación echaron leña al fuego y turbas de linchamiento se reunieron en muchos lugares en Jerusalén dispuestas a cazar trabajadores árabes y golpearlos. A excepción de algunas voces solitarias, parecía que todo Israel se había convertido en una turba de hooligans al grito de “¡muerte a los árabes!"
¿Puede alguien imaginar en la actualidad una multitud europea o americana gritando "¡muerte a los judíos?" Los seis detenidos hasta ahora por el asesinato bestial del muchacho árabe salieron directamente de una de estas manifestaciones en las cuales se vociferaba "muerte a los árabes". Primero trataron de secuestrar a un niño de 9 años en el mismo barrio árabe, Shuafat. Uno de ellos atrapó al niño en la calle y lo arrastró hacia su coche, al tiempo que intentaba asfixiarlo. Por suerte, el niño logró gritar "¡mamá!" Y su madre comenzó a golpear al secuestrador con su teléfono celular. Él se asustó y salió corriendo. Las marcas de asfixia en el cuello del chico se pudieron ver durante varios días. Al día siguiente el grupo regresó. Secuestraron a Muhammad Abu-Khdeir, un alegre niño de 16 años con una sonrisa encantadora, vertieron gasolina en su boca y lo quemaron hasta la muerte. (Por si esto fuera poco, la policía de frontera arrestó a su primo durante una manifestación de protesta, lo esposaron, lo arrojaron al suelo y comenzaron a patearle la cabeza y la cara. Sus lesiones tenían muy mal aspecto. El niño desfigurado fue arrestado, los policías no).
La manera atroz en que Muhammad fue asesinado no se mencionó al principio. El hecho fue revelado por un patólogo árabe que estuvo presente en la autopsia oficial. La mayoría de los diarios israelíes mencionaron el brevemente y páginas interiores. La mayoría de los informativos de televisión no mencionaron el hecho en absoluto. En el propio Israel los ciudadanos árabes se levantaron, como no lo habían hecho en muchos años. Las manifestaciones violentas en todo el país duraron varios días. Al mismo tiempo, la primera línea de la Franja de Gaza explotó en una nueva orgía de cohetes y bombardeos aéreos, una nueva mini-guerra que ya tiene un nombre: "margen protector" (el departamento de propaganda del ejército ha inventado otro eufemismo más en inglés).
El nuevo dictador egipcio está colaborando con el ejército israelí asfixiando la Franja de Gaza. Los nombres de los seis sospechosos de haber prendido fuego al adolescente -varios de los cuales ya han confesado el atroz crimen- aún no se han hecho públicos. Pero los informes no oficiales dicen que pertenecen a la comunidad ortodoxa. Al parecer esta comunidad, tradicionalmente antisionista y moderada, ha parido descendencia neonazi que supera incluso a sus competidores, los religiosos sionistas.
Sin embargo, tan terrible como es el hecho en sí mismo, aún peor es, a mi entender, la reacción del público. Porque no hay ninguna. Es cierto que se han oído algunas voces esporádicas. Muchos ciudadanos de a pie han expresado su disgusto en conversaciones privadas. Pero la indignación moral ensordecedora que uno podría haber esperado, no se materializó. Todo se hizo para minimizar el "incidente", impedir su publicación en el extranjero, e incluso dentro de Israel. La vida siguió como de costumbre. Unos pocos dirigentes del Gobierno y otros políticos condenaron el hecho con frases rutinarias, para consumo exterior. El campeonato mundial de fútbol suscitó mucho más interés. Incluso en la izquierda, la atrocidad se trató como un asunto más entre los muchos concernientes a la ocupación.
¿Dónde está la protesta, la indignación moral de la nación, la decisión unánime para acabar con el racismo que hace posibles tales atrocidades? El nuevo estallido en la Franja de Gaza ha borrado por completo la atrocidad. Las sirenas suenan en Jerusalén y en las ciudades del norte de Tel Aviv. Los misiles dirigidos contra centros de población israelíes han sido exitosamente (hasta ahora) interceptados por los contramisiles. Sin embargo, cientos de miles de hombres, mujeres y niños se están precipitando a los refugios. Por otro lado, y a su vez, cientos de misiones diarias de la fuerza aérea de Israel han convertido la vida en la Franja de Gaza en un infierno. Cuando el cañón ruge, las musas callan. También la pena por un niño quemado hasta la muerte.
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