«La
publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para
comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia,
desarraigados y sin objetivos».
«No sois vuestro trabajo, no sois vuestra cuenta corriente, no sois el coche que tenéis, no sois el contenido de vuestra cartera, no sois vuestros pantalones. Sois la mierda cantante y danzante del mundo».
(El Club de la
Lucha)
Una teórica sobre desinformación
Desinformación - Procedimientos
Por parte de
la publicidad pública de un régimen político o de la publicidad privada o por
medio de hoax [bulos], "filtraciones" interesadas o rumores,
"sondeos", estadísticas o estudios presuntamente científicos e
imparciales, pero pagados por empresas o corporaciones económicas interesadas,
uso de "globos sonda" o afirmaciones no autorizadas para inspeccionar
los argumentos adversos que pueda suscitar una medida y anticipar respuestas y
uso de medios no independientes o financiados en parte por quien divulga la
noticia o con periodistas sin contrato fijo.
La
desinformación se sirve de diversos procedimientos retóricos como demonización,
esoterismo, presuposición, uso de falacias, mentira, omisión, sobreinformación,
descontextualización, negativismo, generalización, especificación, analogía,
metáfora, eufemismo, desorganización del contenido, uso del adjetivo disuasivo,
reserva de la última palabra u ordenación envolvente que ejerce la información
preconizada sobre la opuesta (orden nestoriano).
La
demonización o satanización consiste en identificar la opinión contraria con el
mal, de forma que la propia opinión quede ennoblecida o glorificada. Hablar del
vecino como de un demonio nos convierte a nosotros en ángeles y las “guerras
santas” siempre serán menos injustas que las guerras, a secas. Se trata ante
todo de convencer con sentimientos y no con razones a la gente. Se emplea
habitualmente en defensa de intereses económicos; cuando se demoniza Internet
llamándolo cuna de pederastas y piratas, encubriendo la intención económica a
que obedece ese punto de vista aparentemente bienintencionado de regularlo y
que pierda su gratuidad y generosidad.
Algunas palabras
y expresiones no admiten réplica ni razonamiento lógico: son los llamados
adjetivos disuasivos, contundentes y negativistas que obligan a someterse a
ellas y excluyen el matiz y cualquier forma de trámite inteligente. Su
contundencia emocional, el pathos emotivo del mensaje, eclipsa toda posible
duda o ignorancia, principios de cualquier forma razonable de pensamiento: la
constitución o la integración europea es irreversible.
La misma
aplicación tiene los adjetivos incuestionable, inquebrantable, inasequible,
insoslayable, indeclinable y consustancial. Su maximalismo sirve para remachar
cualquier discurso y crear una atmósfera irrespirable de monología. Además,
según Noam Chomsky, muchas de estas palabras suelen atraer otros elementos en
cadena formando lexías: adhesión inquebrantable, inasequible al desaliento
(incorrecto ya que inasequible significa inalcanzable, inconseguible), deber
insoslayable, turbios manejos, legítimas aspiraciones, absolutamente
imprescindible. Lexías redundantes como totalmente lleno o absolutamente
indiscutible, inaceptable o inadmisible.
Misticismo
El esoterismo
es la tendencia al enigma y al oscurantismo en la expresión sibilina, ambigua,
enredada y cercana a razones que no atan ni desatan o bernardinas, así que
cualquier interpretación es plausible y por tanto errada. Se suprime cualquier
conclusión lógica y se deja el poder de interpretación en manos de quien está y
las posiciones en que estaban sin iniciar ningún camino y negando toda posible
evolución o pensamiento.
Es habitual
entre los políticos hablar de las reglas del juego, pero nadie dice cuáles son;
también se habla del marco institucional si bien nadie ha descrito ese marco;
tampoco existe quien lleve el árbol genealógico de las llamadas familias
políticas. Es frecuente el alargamiento de las construcciones verbales en forma
de perífrasis verbales paralizantes y fatigosas construcciones pasivas
analíticas. Se usa además la hipérbole, la dilogía o disemia, la eufonía y el
énfasis (dar a entender más de lo que se dice) recurriendo a hiperónimos.
Las palabras
del político abusan del léxico abstracto, toman segundos acentos enfáticos al
principio o en los prefijos y se alargan mediante procedimientos inútiles de
derivación: ejercitar (y mejor éjercitár [doblemente acentuada]) por ejercer, complementar por
completar, señalizar por señalar, metodología por método, problemática por
problema. Son característicos los verbos ‘ampliados’ viciosamente con el sufijo
–izar, como judicializar por encausar, criminalizar por incriminar, concretizar
por concretar, sectorializar, potencializar, institucionalizar, funcionalizar,
instrumentalizar, racionalizar, desdramatizar, ideologizar,
sobredesideologizar, objetivizar. Algunos llaman a este frenesí por alargar las
palabras sesquipedalismo.
El lenguaje
político ha llegado a ser bautizado como oficialés [con acento en la e] a causa de su
ininteligibilidad. La jerga burocrática cancilleresca incluso ha llegado a
arrancar exclamaciones desabridas a políticos ante párrafos desalmados como
éstos:
Rúbrica de la disposición transitoria segunda. Se suprime la referencia a las tarifas de conexión para desarrollar el contenido resultante de la tramitación previa en el Congreso de los Diputados. Por último, también por razones de técnica legislativa, una disposición derogatoria que prevé expresamente la abrogación del Real Decreto Ley del que trajo origen este Decreto Ley.
Retórica de la desinformación
-Apelación al miedo.
Un público que tiene miedo está en situación de receptividad pasiva y admite
más fácilmente cualquier tipo de indoctrinación o la idea que se le quiere
inculcar; se recurre a sentimientos instalados en la psicología del ciudadano
por prejuicios escolares y de educación, pero no a razones ni a pruebas.
-Apelación a la autoridad. Citar a personajes importantes para sostener una idea, un
argumento o una línea de conducta y ningunear otras opiniones.
-Testimonio. Mencionar
dentro o fuera de contexto casos particulares en vez de situaciones generales
para sostener una política. Un experto o figura pública respetada, un líder en
un terreno que no tiene nada que ver… Se explota así la popularidad de ese
modelo por contagio. Por ejemplo, un juez respetado entra
en un partido político acusado de corrupción para aprovechar su reputación.
-Efecto acumulativo.
Intenta persuadir al auditorio de adoptar una idea insinuando que un movimiento
de masa irresistible está ya comprometido en el sostenimiento de una idea,
aunque es falso. Se da por sentada una idea mediante la falacia de la petición
de principio. Esto es así porque todo el mundo prefiere estar siempre en el
bando de los vencedores. Esta táctica permite preparar al público para encajar
la propaganda. Es preferible juntar a la gente en grupos para eliminar
oposiciones individuales y ejercer mayor coerción, principio de mercadotecnia o
marketing que ejercen los vendedores.
-Redefinición y revisionismo. Consiste en redefinir las palabras o falsificar la historia de
forma partidista para crear una ilusión de coherencia.
-Demanda de desaprobación o poner palabras en la
boca de uno. Relacionada con lo anterior,
consiste en sugerir o presentar que una idea o acción es adoptada por un grupo
adverso sin estudiarla verdaderamente. Sostener que en un grupo sostiene una
opinión y que los individuos indeseables, subversivos, reprobables y
despreciables la sostienen también. Eso predispone a los demás a cambiar de
opinión.
-Uso de generalidades y palabras virtuosas. Las generalidades pueden provocar emoción intensa en el
auditorio. El amor a la patria y el deseo de paz, de libertad, de gloria, de
justicia, de honor y de pureza permiten asesinar el espíritu crítico del
auditorio, pues el significado de estas palabras varía según la interpretación
de cada individuo, pero su significado connotativo general es positivo y por
asociación los conceptos y los programas del propagandista serán percibidos
como grandiosos, buenos, deseables y virtuosos.
-Imprecisión intencional. Se trata de referir hechos deformándolos o citar estadísticas
sin indicar las fuentes o todos los datos. La intención es dar al discurso un
contenido de apariencia científica sin permitir analizar su validez o su
aplicabilidad.
-Transferencia. Esta
técnica sirve para proyectar cualidades positivas o negativas de una persona,
entidad, objeto o valor (individuo, grupo, organización, nación, raza,
patriotismo...) sobre algo para hacer esto más (o menos) aceptable mediante
palancas emotivas.
-Simplificación exagerada. Generalidades usadas para contextualizar problemas sociales,
políticos, económicos o militares complejos.
-Quidam. Para ganar la
confianza del auditorio, el propagandista emplea el nivel de lenguaje y las
maneras y apariencias de una persona común. Por el mecanismo psicológico de la
Proyección (psicología), el auditorio se encuentra más inclinado a aceptar las
ideas que se le presentan así, ya que quien que se las presenta se le parece.
-Estereotipar o etiquetar. Esta técnica utiliza los prejuicios y los estereotipos
del auditorio para rechazar algo.
-Chivo expiatorio.
Lanzando anatemas de demonización sobre un individuo o un grupo de individuos,
acusado de ser responsable de un problema real o supuesto, el propagandista
puede evitar hablar de los verdaderos responsables y profundizar en el problema
mismo.
-Uso de eslóganes.
Frases breves y cortas fáciles de memorizar y reconocer que permiten dejar una
traza en todos los espíritus, bien de forma positiva, bien de forma irónica:
"Bruto es un hombre honrado".
-Eufemismo o deslizamiento semántico. Reemplazar una expresión por otra para descargarla de todo
contenido emocional y vaciarla de su sentido: "interrupción voluntaria del
embarazo" por aborto inducido, "solución habitacional" por
vivienda, "limpieza étnica" por matanza racista. Otros ejemplos,
"daños colaterales" en vez de víctimas civiles,
"liberalismo" en vez de capitalismo, "ley de la jungla" en
vez de liberalismo, "reajuste laboral" en vez de despido,
"solidaridad" en vez de impuesto, "personas con preferencias
sexuales diferentes" en lugar de homosexuales, "personas con
capacidades diferentes" en lugar de discapacitados y "relaciones
impropias" en vez de adulterio.
-Adulación. Uso de
calificativos agradables, en ocasiones inmoderadamente, con la intención de
convencer al receptor: "Usted es muy inteligente, debería estar de acuerdo
con lo que le digo".
Publicado por
Tyler Durden
http://sociedadcacofonicaespanola.blogspot.com.es/2009/02/una-teorica-sobre-desinformacion.html
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todos los días lo pienso.....................
ResponderEliminarEntre esta teoría de la desinformación y los once principios de la propaganda de Goebbels media el grosor de un cabello de doncella.
ResponderEliminarSalut
Francesc Cornadó
Ciertamente, Francesc... ¡y de cabello muy fino! El coeficientudo Goebbels ha sido maestro (superado) de todos los oligarcas dirigentes de este siniestro guiñol.
EliminarSalut!
Quise decir "teórica sobre desinformación" disculpa el error, no na sido ninguna "imprecisión intencional"
ResponderEliminarSalud
Cornadó
No tiene importancia, se comprende perfectamente.
EliminarSaludos, amigo Francesc
Hay una gran diferencia entre la manipulación y retórica. En la manipulación se miente, con la retórica aludes a los sentimientos y empatía del público. Sin retórica, lo que tienes es un robot parlante, es parte integrante del discurso.
ResponderEliminarQuiero decir que no toda la retórica es manipulación, porque si no nada es manipulación.
Salud!
Cierto.
EliminarSalud!