Hoy, el campo de concentración no
está necesariamente cercado por alambradas, que también. Su existencia está a
resguardo, velada por la incredulidad y la ceguera inducida de quienes moran y trabajan en él.
Dispersas por este ubicuo presidio imperial, existen zonas soberanas, tal vez las únicas realmente
soberanas, en el sentido nacionalista del término. En ellas residen los dirigentes del campo, es decir, los amos del capital. Zonas
de imposible acceso para una mayoría que ni sabe, ni tan siquiera concibe su
existencia y que cree firmemente que en la cúspide de la pirámide jerárquica se encuentra su reyezuelo, su presidente, sus jueces, su policía, su sacerdote, sus ejércitos, unidos bajo su bandera, en su patria.
“La realidad entendida como una
amenaza permanente infantiliza al sujeto, reducido a la pasiva impotencia que
le deniega toda reacción ante el sistema. En consecuencia, el sujeto pierde su
capacidad reactiva y se adhiere a la realidad propuesta, en un proceso de
autosugestión en el que el sistema de sojuzgamiento deviene fuente de
fascinación.”(1)
Cuando se habla de independencia y de
soberanía habría que pensar, entre otras cosas, en esas vastas propiedades privadas fuertemente protegidas, en esas lujosas
mansiones, en esas blindadas e inaccesibles urbanizaciones de lujo, en esas
exclusivas zonas residenciales, aisladas y custodiadas cual si de un país se
tratara. ¿No son esas las auténticas y soberanas autonomías, las de la opulenta y
poderosa élite de saqueadores propietarios? En torno a ellas todo es servidumbre. Presidio.
Pero han conseguido que los reclusos agiten con renovado entusiasmo la bandera
de sus carceleros.
“La forma perfecta de control social
es hacernos creer que ese control es omnipotente y todopoderoso. Este es el más
grave error que podemos cometer, creer que todo está irreversiblemente bajo
control, interiorizar y creernos que el estado de cosas actual es inamovible y
que es imposible cambiarlo. Si nuestra cabeza adopta esta postura, seremos
nosotros/as el método más eficaz para controlar nuestros pensamientos y acciones,
convirtiéndonos cada uno/a de nosotros/as en un inmejorable mecanismo de autocontrol.
Este sería el mayor favor que podríamos hacerle al sistema, la forma más barata,
transparente y eficaz de control social. (No hay nada más ordenado que un cementerio)”(2)
Notas
1. "Anonadamiento y
formación de conciencias. Las nuevas tecnologías como herramienta de
colonización del sujeto" Antonio Fernández Vicente
2 Malatxa “Euskal Herriaren
desmilitarizazioa Helburu duen Kolektiboa (Kontrol Sozialaren autobabeserako guida
liburu praktikoa)”
Si las zonas son "soberanas" no es en vano, ellos tienen elpoder y hacen en sus territorios lo que les sale del orto; para eso está el ejército y la policía. No les hace falta hacernos creer nada, para eso están las cárceles. Y me temos que la fastuosa servidumbre somos todos nosotrs, lacayos y subditos.
ResponderEliminarSalud!
De eso trata precisamente este breve post.
EliminarSalud!