16 junio, 2024

"Nadie que viva hoy en Estados Unidos ha vivido bajo ninguna administración que no fuera culpable de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad" — Shahid Bolsen

 

En esta idealizada estampa, representación extrema del “excepcionalismo” estadounidense, una figura femenina, blanca y rubia, sostiene una cinta en la que puede leerse; “POR DIOS Y POR LA PATRIA”. Bajo ella, cual nuevo Moisés, portando las Tablas de la Ley en su brazo izquierdo, George Washington, que sostiene con el derecho una enorme campana (¡Qué fuerza la de ese brazo!). A los pies del primer presidente de los Estados Unidos, un pergamino con la siguiente leyenda: “ES NUESTRO SANTO DEBER PROTEGERNOS DE LAS HORDAS EXTRANJERAS”. Podemos ver a dichas “hordas” de distintas etnias, representadas en la oscuridad y de manera ultrajante a ambos lados, bajo la fulgurante figura del “mesías blanco”. En el ángulo izquierdo superior del “cuadro cromo”, una cruz con la leyenda “POR LA FE”, y bajo ella, sobre un haz de flechas, “DEFENSA”. En el extremo opuesto, una paloma con sus alas desplegadas y la leyenda “POR LA PUREZA”, y bajo ella una gavilla de trigo y “PROSPERIDAD”. Sosteniendo el conjunto, cuatro banderas de barras y estrellas.

¡Y luego hay quienes tachan de propaganda y critican los fraternales y bellos carteles soviéticos!



De Shahid Bolsen, una transcripción parcial de su vídeo “The American Condition” [La condición americana].


Ser estadounidense no es una ciudadanía, es una condición. Una vez eres consciente de que perteneces a dicha condición, puedes pasar el resto de tu vida tratando de recuperarte de ella. Similar al síndrome de estrés postraumático, tienes el síndrome de disonancia cognitiva americano, y si llegas a edad adulta siendo un patriota, tendrás el más profundo caso de síndrome de Estocolmo que puedas imaginar. Tal es el tremendo daño que esa sociedad te ha causado.


Cuando se dice de alguien que es estadounidense, básicamente se está diciendo que fue un niño maltratado: maltratado psicológicamente, maltratado emocionalmente, maltratado mentalmente, maltratado escolarmente y maltratado de muchas otras maneras. Le han mentido, lo han programado, su intelecto ha sido degradado sistemáticamente, su fondo intelectual y moral se ha extirpado deliberadamente para hacerlo pueril y superficial. La disonancia cognitiva le ha sido infligida durante toda tu vida. Decir estadounidense es decir damnificado, quebrado.




El estadounidense proviene de un país cuya identidad nacional fue fabricada en torno a un conjunto de valores y principios que nunca aplicó en ningún lugar y que, de hecho, la mayoría de las veces los aplicó precisamente al contrario. Es evidente que el estadounidense vive en un país regido por una oligarquía autoritaria, pero le han adoctrinado y convencido desde pequeño de que es una democracia.


Nadie que viva hoy en Estados Unidos ha vivido bajo ninguna administración que no fuera culpable de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, crímenes cometidos tanto fuera como dentro del territorio nacional. Al estadounidense le han lavado el cerebro para que crea patológicamente que su país defiende la libertad y la justicia. El sistema educativo estadounidense es un sistema de adoctrinamiento prusiano que convierte a cada estudiante en un obediente conformista esclavo del poder, inserto en una sociedad que pretende valorar la libertad individual, inserto en un sistema que no han hecho más que dañarle: la escuela le ha dañado, los medios de comunicación le han dañado, su pueril entretenimiento, su falseada historia, sus mitos, su gobierno no han hecho más que engañarle toda su vida. Eso, es lo que significa ser estadounidense.


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Todo el contexto racial en Estados Unidos es una espiral de muerte que se perpetúa indefinidamente a sí misma. Se le asigna valor a toda una serie características personales que en realidad son las menos valiosas que puede tener un ser humano. Quiero decir, ¿por qué el color de piel y no el color de los ojos o el color del cabello o la altura? Aplicaron parámetros, increíblemente arbitrarios y estúpidos, trazaron lindes y sentenciaron a segmentos enteros de la humanidad mediante definiciones insensatas, originando una larga y vergonzosa historia de atroces experiencias que millones de personas han sufrido sin motivo alguno.




Así pues, quienes han crecido en Estados Unidos en algún momento tendrían que auto-rehabilitarse, desprogramarse, desintoxicarse y tratar de deshacer todo el daño que les ha hecho ser 'americans'. Ser estadounidense es sufrir una multitud de trastornos crónicos. Ser 'american' es una condición, no una nacionalidad. Es una condición de la que toda persona seria y sincera tiene que intentar curarse a lo largo de su edad adulta, aunque para la mayoría será una condición terminal que nunca superarán, morirán aquejados de “americanismo”. Lo más patológico de esta condición es la presión que se ejerce para preservarla, defenderla y estimarla, en lugar de abolirla.


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La mayoría de las personas designadas como estadounidenses, personas que reivindican la historia de Estados Unidos como su historia, personas que sienten una especie de nexo con los llamados padres fundadores, como Paul Revere y demás, solo llevan en EEUU dos o tres generaciones, menos son los que llevan allí cuatro generaciones, y muy pocos, excepto los descendientes de los esclavos, han estado allí desde el principio.


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La rama irlandesa de mi familia llegó a EEUU durante la hambruna de la papa, la rama alemana vino más recientemente. Sin embargo, por algún motivo, se supone que hemos de creer que todos estamos conectados de algún modo con la historia y el patrimonio cultural del país, y emparentados con personas con las que no estamos relacionados de ninguna manera, como si fueran nuestros antepasados. Ya sabes, incluso se refieren a ellos como nuestros antepasados. ¿Qué tengo yo que ver con George Washington? Estados Unidos no es una tribu. Estados Unidos no es más que un pedazo de tierra empapado en sangre al que arribó una horda heterogénea de europeos huyendo de Europa. Más tarde se convirtió en una tierra a la que llegaron multitudes escapando de la política exterior estadounidense que saqueaba sus propios países.


Los descendientes de esclavos africanos todavía son tratados como forasteros, en un país en el que han estado más tiempo que la mayoría, al menos tanto tiempo como las aristocráticas familias de mayor pedigrí llamadas May Flower. Quiero decir, aunque sólo fuera por su antigüedad estos descencientes de esclavos deberían figurar entre los ciudadanos más considerados del país, sus antepasados sacrificaron más y durante más generaciones que cualquiera que viva hoy en Estados Unidos. Sin embargo, aún tienen que luchar tan sólo para obtener la misma igualdad de derechos y oportunidades que las personas que desembarcaron hace tres generaciones, hace dos generaciones, hace una generación o ayer. ¡Y no hablemos de los pueblos indígenas!, porque, por supuesto, nunca se debe hablar de ellos, aunque “todos somos estadounidenses”.


Una identidad abstracta, prefabricada, en la que se supone que todo el mundo debe creer y todos deben adoptar sin pensar, porque si lo hicieras podrías darte cuenta de cuán capciosa, abstracta y prefabricada es. Todos aceptan la idea de que puedes integrarte en una historia que no es la tuya. Por ejemplo, tu familia pudo emigrar a los Estados Unidos en el siglo XIX, en el siglo XX o en el siglo XXI, obtener la ciudadanía y súbitamente tener a Abraham Lincoln incorporado a su árbol genealógico. Todo el mundo acepta eso como algo racional. Pero cuando se trata del Islam, por alguna razón no pueden aceptarlo, no pueden aceptar que el musulmán esté unido a una continuidad de musulmanes que se remonta a los seguidores de los profetas. No pueden aceptar que ser musulmán signifique formar parte de una nación basada en la fe, mientras que la creencia en los llamados valores estadounidenses y en su Constitución puede convertir a cualquiera en estadounidense. Es aceptado que un italoamericano, un grecoamericano, un haitiano americano y demás personas inmigrantes sientan ciertos vínculos con su países de origen y basen su propia identidad en ellos, sin embargo, eso mismo no parece ser aceptable cuando se trata del musulmán estadounidense.


George Washington, Thomas Jefferson, Roosevelt, Kennedy... Todos estos personajes, que nunca creyeron ni practicaron los valores por los que supuestamente debes reverenciarlos, han de significar más que todos los musulmanes que a lo largo de la historia creyeron, practicaron y vivieron según los valores en los que el musulmán cree, practica y vive. No, lo siento, no me identifico con esos hipócritas de la llamada “historia estadounidense” que sólo han utilizado su prédica de valores y principios como una manera de engañar, desviar y distraer a la población de la miseria causada por los "valores" que en realidad practican: la avaricia, el egoísmo, la supremacía blanca, el clasismo, el materialismo, la explotación, el robo, el asesinato y el saqueo.


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Ser estadounidense no es más que un estatus legal, un hecho incidental debido al lugar en el que se encontraban mis padres cuando mi madre me dio a luz, el resto es sólo daño y programación que he tenido que superar a lo largo de mi vida. […] Y creo que cualquier estadounidense que lo haga lo mismo, que realmente lo haga, que lo haga sinceramente, sea o no musulmán, inevitablemente descubrirá que tiene más en común con las gentes del sur global que con los supuestos valores predominantes en Estados Unidos. Se dará cuenta de la falacia del americanismo estadounidense, se dará cuenta de lo engañado, propagandizado y maltratado que ha sido durante toda su vida, y de cómo el sistema lo parasita chupándole cada gota de sangre, sudor y lágrimas, suyas y de sus seres, y de cómo le son robados todos sus sacrificios y todos sus esfuerzos pagados con billetes falsos. Se dará cuenta de cómo ha sido engañando, de la cuna a la tumba, para el enriquecimiento y beneficio de personas que no creen y nunca creyeron en los mitos que propagan sobre Estados Unidos. Empezará a identificarse con los oprimidos y las víctimas de todo el mundo.


Así como los multimillonarios conforman una nación en sí mismos, las víctimas de Estados Unidos, a nivel mundial, también deberían erigirse en nación. Las víctimas de Estados Unidos, nacionales y foráneas, deberían solidarizarse entre sí porque tenemos más en común entre nosotros que con esa Nación Depredadora que ha intentado imponerse al mundo.





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