Elias Canetti (de su libro Masa y poder)
«Una orden es una orden»: puede que el carácter definitivo e
indiscutible propio de la orden sea la causa de que se haya reflexionado tan
poco sobre ella. La aceptamos como algo que siempre ha existido tal cual es,
nos parece tan natural como indispensable. Desde pequeños estamos acostumbrados
a escuchar órdenes, ellas configuran buena parte de lo que llamamos educación;
toda la vida adulta está impregnada de ellas, ya se trate de las esferas de
trabajo, de la lucha o de la fe.
La orden es más antigua que el
lenguaje, si no, los perros no podrían entenderla. El adiestramiento de
animales se basa precisamente en el hecho de que estos, sin conocer lenguaje
alguno, aprenden a comprender lo que deseamos de ellos. En órdenes breves y muy
claras, que en principio en nada se diferencian de las que se imparten a las
personas, el adiestrador va manifestándoles su voluntad. Los animales las
obedecen, del mismo modo que acatan las prohibiciones. Resulta pues
perfectamente legítimo buscar para la orden raíces muy antiguas; por lo menos
está claro que, de alguna forma, existe también fuera del ámbito de la sociedad
humana.
El tipo de efecto más antiguo de
la orden es la fuga. Le está dictada
al animal por una criatura más fuerte, ajena
a él. La fuga solo es en apariencia espontánea; el peligro siempre tiene una
forma; y ningún animal huirá sin antes haberlo presentido. La orden de huir es
tan fuerte y directa como la mirada.
La esencia misma de la fuga
presupone desde un principio la diversidad de las dos criaturas que de este
modo entran en contacto. Una de ellas se limita a manifestar que quiere devorar
a la otra; de ahí la mortal seriedad de la fuga. La «orden» obliga al animal más débil a
ponerse en movimiento, al margen de que luego sea perseguido o no. Lo único
importante es la intensidad de la amenaza: de la mirada, de la voz, de la forma
que impone el terror.
Haremos bien en recordarlo cuando
hablemos de la orden entre los hombres. El carácter terrible y despiadado de la
sentencia de muerte se trasluce detrás de toda orden.
Lo primero que llama la atención
en la orden es que provoca una acción. Un dedo extendido que señala una
dirección puede tener el efecto de una orden: todos los ojos que perciben el
dedo se vuelven en la misma dirección.
Es propio de la orden no admitir
desacuerdo alguno. No es lícito discutirla, explicarla ni ponerla en duda. Es
clara y concisa, pues debe ser entendida de inmediato. Un retraso en la
recepción perjudica su fuerza.
La acción que se ejecuta bajo una
orden es distinta de todas las demás acciones. Es percibida como algo extraño;
su recuerdo nos roza como algo ajeno […] Puede que la rapidez de la ejecución
que exige una orden contribuya a que la recordemos como algo extraño; pero esto
solo no se basta para explicarlo. Lo que cuenta es que la orden provenga de fuera. A nosotros solos no se nos habría
ocurrido. Forma parte de aquellos momentos de la vida que nos son impuestos; nadie los desarrolla dentro
de sí mismo. Incluso cuando de pronto surgen personas aisladas con una enorme
cantidad de órdenes e intentan con ellas fundamentar una nueva fe o renovar una
antigua, tales personas mantienen siempre estrictamente la apariencia de una
carga extraña e impuesta. Nunca hablarán en su propio nombre. Lo que exigen a los
demás les ha sido encomendado; creen haber sido enviados.
Toda orden consta de un impulso y un aguijón. El impulso obliga al receptor a ejecutarla de conformidad
con su contenido; el aguijón permanece en aquel que ejecuta la orden.
El aguijón penetra profundamente
en la persona que ha ejecutado la orden y allí permanece, inalterable. El
contenido de la orden queda conservado en el aguijón.
Es importante saber que ninguna
orden se pierde jamás, nunca se acaba realmente con su ejecución, es almacenada
para siempre.
Entre quienes reciben ordenes,
los más afectados son los niños. Parece un milagro que no se derrumben bajo la
carga de cuanto les ordenan y sobrevivan al hostigamiento de sus educadores. Que
todo eso lo transmitan más tarde a sus propios hijos, y que lo hagan con no
inferior crueldad, resulta tan natural como masticar y hablar. Pero lo que
siempre nos sorprenderá es que las órdenes permanezcan intactas desde la más
temprana infancia: en cuanto aparezcan las víctimas de la próxima generación,
vuelven a estar ahí. Ningún niño pierde ni perdona ninguna de las órdenes con
las que fue maltratado.
Sólo la orden ejecutada deja su aguijón clavado en
aquel que la cumplió. Quien elude las órdenes tampoco tiene que almacenarlas.
«Libre» es solamente el hombre
que ha aprendido a eludir las órdenes, y no aquel que sólo después se libera de
ellas. Y quien más tiempo necesita para esa liberación, o quien no es capaz de
conseguirlo es, sin duda, el menos libre.
Ningún hombre sin prejuicios
sentirá como carencia de libertad el hecho de seguir sus propios impulsos.
Incluso cuando estos son más intensos y satisfacerlos supone las complicaciones
más peligrosas, cada cual tiene la sensación de actuar por sí mismo. Pero todos
se remueven en su fuero interno contra la orden que les ha sido enviada desde
fuera y tiene que ejecutar, todos hablan entonces de presión y se reservan el
derecho a la subversión y a la rebelión.
La orden de fuga, que contiene
una amenaza de muerte, supone una gran diferencia de poder entre los implicados.
El que pone en fuga al otro podría matarlo. En la naturaleza, esta situación
fundamental se debe a que muchísimas especies zoológicas se alimentan de
animales. Ellas mismas viven de otras especies. Así, la mayoría de los animales
se sienten amenazados por otros de otra especie y reciben de ellos, extraños y
enemigos, la orden de huir.
Pero lo que en la vida cotidiana nosotros
llamamos orden se desarrolla entre seres
humanos: un amo ordena a su esclavo, una madre ordena a su hijo. La orden,
tal como la conocemos ha evolucionado alejándose muchísimo de su origen
biológico, la orden de fuga. Se ha domesticado. La utilizamos en las relaciones
sociales en general, pero también para la convivencia más íntima; el Estado no
desempeña un papel menor que la familia. Su aspecto es totalmente distinto del
que hemos descrito como orden de fuga. El amo llama a su esclavo; este acude,
aunque sabe que va a recibir una orden. La madre llama a su hijo y este no
siempre se escabulle. Aunque lo abrume con órdenes de toda clase, en términos
generales, el niño, que sigue confiando en ella, acude a su llamada y permanece
cerca. Lo mismo vale para el perro:
permanece junto a su amo, a cuyo silbido responde de inmediato.
¿Cómo se llegó a esta
domesticación de la orden? ¿Qué hizo inicua la amenaza de muerte? Esta
evolución se explica por una especie de soborno que se practica en cada caso. Él da de comer a su perro o esclavo, la madre alimenta a su hijo. La criatura
que vive en estado de sometimiento está acostumbrada a recibir su alimento de
una sola mano. El esclavo o el perro reciben alimento exclusivamente de su amo,
ningún otro está obligado a ello, en realidad nadie más tiene derecho a alimentarlos. La relación de propiedad consiste en
parte en que todo alimento les llega sólo de la mano de su amo. A su vez, el
niño es totalmente incapaz de alimentarse por sí sólo. Desde el primer momento
se aferra al pecho de su madre.
Se ha creado un estrecho vínculo
entre la orden y el alimento que se dispensa. Este vínculo aparece de forma muy
clara en la práctica del adiestramiento de animales. Cuando el animal ha hecho
lo que debe hacer, recibe su golosina de la mano de su adiestrador. La
domesticación de la orden la convierte en una promesa de alimento.
Esta desnaturalización de la orden
de fuga biológica educa a hombres y animales para una especie de cautividad
voluntaria, en la existen toda clase de grados y matices. Sin embargo, no
modifica por entero la naturaleza de la
orden. La amenaza se mantiene siempre inherente, solo que atenuada. En caso de
desobediencia existen sanciones explícitas que pueden ser muy severas; la más
severa es la primigenia: la muerte.
El soldado en activo actúa sólo
bajo orden. Puede que le apetezca esto o aquello; pero como es soldado sus
deseos no cuentan, debe renunciar a ellos. Para él no hay encrucijadas que
valgan, pues aunque se le presentase alguna, no es él quien decide cuál de los
caminos ha de seguir. Su vida activa se halla limitada por todos lados. Hace lo
que todos los demás soldados hacen con
él; y hace lo que le ordenan. La privación de cuantas acciones otros hombres
creen realizar libremente, lo vuelve a él ávido de las que debe ejecutar.
Un centinela que permanece horas
inmóvil en su puesto constituye el mejor ejemplo de la condición psíquica del
soldado. No le está permitido alejarse, dormirse ni moverse, a excepción de
determinados movimientos que le son prescritos con total precisión. Su servicio
propiamente dicho es la resistencia a cualquier tentación de abandonar su
puesto, sea cual sea la forma como esta se le presente. Este negativismo del soldado, como muy bien
se lo puede llamar, es su columna vertebral. Reprimirá todas las motivaciones
habituales que nos llevan a actuar, como el deseo, el temor, la inquietud, y
que tan esenciales son para la vida humana. Su mejor forma de combatirlas es
evitar confesárselas.
Todo acto que ejecute realmente
deberá estar sancionado por una orden. Como para cualquier persona resulta muy
difícil no hacer nada, se acumula en
el soldado una gran expectativa acerca de aquello que le está permitido hacer.
El deseo de actuar va acumulándose y aumenta sin tasa. Pero como toda acción va
precedida de una orden, la expectativa se vuelve hacia esta: el buen soldado
está siempre en un estado de consciente espera
de órdenes, que es acrecentada en todos los sentidos por su formación y se
pone claramente de manifiesto en las posturas y fórmulas militares. El momento
crucial en la vida del soldado es aquel en que adopta la posición de ¡firmes! ante
un superior. En estado de máxima tensión y receptividad se cuadra ante él, y la
fórmula que pronuncia –«¡A la orden!»–
expresa con gran precisión qué es lo importante.
Durante su instrucción, al
soldado se le prohíben más cosas que
al resto de las personas. Cualquier transgresión, por mínima que sea, es
severamente castigada. La esfera de lo no permitido, con la que todos nos
familiarizamos desde niños, adquiere proporciones gigantescas para el soldado,
que ve cómo en torno a él van alzándose muros cada vez más altos, que se iluminan
a medida que surgen. Es un prisionero que se ha adaptado a las paredes de su
celda; un prisionero que está contento de serlo. Mientras otros prisioneros
piensan en una sola cosa: cómo podrían horadar o escalar esos muros, él los ha
aceptado como una nueva naturaleza, como un entorno natural al que uno se
adapta y en el cual acaba transformándose.
Es parte de la formación del
soldado aprender a recibir órdenes de dos maneras: solo o junto con los otros.
La instrucción lo ha acostumbrado a movimientos que ejecuta juntamente con los
demás y que todos han de efectuar exactamente del mismo modo. Interviene aquí
una especie de precisión que se aprende mejor imitando a los otros que solo.
Así llega a ser como ellos; se establece una igualdad que en algún momento
puede ser utilizada para transformar una división militar en una masa. En
general, sin embargo, se desea lo contrario: igualar a los soldados entre sí lo
más posible sin que de ello surja una
masa.
Cuando están juntos como unidad,
los soldados reaccionan a todas las órdenes impartidas en conjunto. Pero ha de
subsistir la posibilidad de separarlos,
de hacer salir de las filas a uno, dos, tres hombres, la mitad, todos los que
el superior desee. El hecho de que todos marchen juntos es accesorio; la división
es utilizable en la medida en que pueda escindirse. La orden debe poder llegar
a un número de hombres cualquiera: uno, veinte o la división entera. Su
efectividad no ha de depender de a cuántos soldados se dirige. Es la misma
orden, tanto si es impartida a uno solo como si son todos los que la reciben.
Esta naturaleza invariable de la orden es de la máxima importancia; la sustrae
a todas las influencias de la masa.
Quien ha de impartir órdenes en un ejército debe poder mantenerse libre –tanto fuera como dentro de sí mismo– de cualquier masa. Lo aprendió cuando le enseñaron a esperar órdenes.
Muy bueno.Yo añado, que es curioso cómo...la religión, la cristiana y... supongo que todas las demás, no recogen eso de la obediencia como lo peor, el peor pecado que comete el ser humano.Bueno, ya sé que no es curioso, es una forma de hablar para decir "¿veis como eso NO INTERESA?", eso es lo que significa "curioso" en mi respuesta, claro.
ResponderEliminarClaro, como no todo es absoluto, en el caso de la madre y el padre que dan una orden a sus nenes, a veces y "depende de", pueden tener más razón que sus "Zipi y Zape",je,je,je,jeeee.Pero solo a veces, pues dar órdenes porque sí, "porque soy tu madre o porque soy tu padre", pues como que no, desde luego.
Ya que se toca el tema "lavado de cerebro", decirte que a Josep Pamies no le dejaron entrar A ÚLTIMA HORA en la universidad de Fachadolid a dar una charla coloquio y así le pasó en Salamanca y otras ciudades, y en los otros locales que consiguió, LA POLICÍA, OBEDECIENDO ÓRDENES IMPIDIÓ QUE LA GENTE ENTRARA HASTA COMPLETAR EL AFORO, y más detalles surrealistas....Entonces, me dio mucha rabia al compararlo con el hecho tan impune,tan dictatorial y caciquil, tan comunista, tan fascista...pues ni siquiera se pregunta a los padres si están de acuerdo, de permitir la entrada de militares a las aulas de la ESO para hacer proselitismo y este comentario le dejé : "La gente ha de desadoctrinarse, y darse cuenta, de que tanto la enseñanza, como la sanidad NO SON PÚBLICAS, son ESTATALES; es decir, que aunque las pagamos con el sudor de nuestros impuestos, MANDA EL ESTADO en ellas, como corresponde a una democracia que se precie (ironía), el cual forma parte de esa jerarquía esclavizante y mandamás, en la que está la Farmafia y sus vacunas más o menos obligatorias.Por eso a las aulas de un instituto o Universidad, dejarían entrar antes a militares o a representantes de la OTAN que a usted, queridísimo Josep.Pues nada, a pasar de ellos y a reírse."
ResponderEliminarincreible desarrollo de eso que siento unido a los tuétanos de la muerte de la espontaneidad y del arrebato y de la conciencia que la sociedad y sus tribunas y las familias ensucian sobre el viento y lo libre.. entiendo mejor ahora la perdurabilidad y el sadismo de la policía y de los ejércitos, a través de esa represión sistemática a su conciencia, en el fondo son unos castrados.. y bueno me ha hecho pensar metafóricamente en muchos conceptos... fascinante!
ResponderEliminarabrazos y salud!
una sociedad policial como la nuestra, es el siguiente paso.....
ResponderEliminarGracias Loam por tu respuesta.He observado que en los ultimos comentarios que nos hemos intercambiado,la mayoria de ellos,empiezan por ...GRACIAS... lo cual me recuerda una experiencia muy bonita que vivi en la selva amazonica. Entre en contacto con una COMUNIDAD Indigena en la que ,en la mayoria de sus actos cotidianos,sobre todo en la comida, antes de empezar a comer, echaban un poco de alimento a la TIERRA , y les daban GRACIAS por el ALIMENTO RECIBIDO. Al principio no entendia nada.Hasta que comprendi:Que eran una COMUNIDAD CONSCIENTE de sus actos.
ResponderEliminarSi toda COMUNIDAD HUMANA ,empezara cualquier acto cotidiano con CONCIENCIA otro gallo nos cantaria.Aprenderiamos en la mitad de tiempo.
Ahora paso a comentar tu respuesta, que has realizado a traves ,del articulo LA ORDEN de ELIAS CANETI.
Este nombre me sonaba ,pero no sabia quien era.Miro y me dicen que es un PREMIO NOBEL.Inmediatamente se me encienden las alarmas.El Nobel se creo con los beneficios de la explotacion(¿) de la DINAMITA inventada por Nobel.Veamos algunos insignes personajes que poseen el Nobel:CAMILO JOSE CELA ,HENRY KISSINGER, OBAMA... no obstante puede haber alguno que merezca la pena,pero creo,basicamente,que los NOBEL son: Un ESPECTACULO MEDIATICO, donde la minoria que DOMINA EL PLANETA nos muestra su PODER y nosotros los CREEMOS y nos ASUSTAMOS consciente o incoscientemente ante tal PODERIO.Algunos dedican toda su vida para alcanzarlos.
El premio Nobel no convierte en genio al inepto, pero tampoco convierte en inepto al genio. Se otorga sin siquiera consultar al galardonado y punto. La aceptación de dicho galardón y el uso que los galardonados hagan del mismo, eso es otra cosa. Samuel Beckett, por ejemplo, consideró una catástrofe el hecho de que se otorgara el dichoso premio y no acudió a recogerlo. ¿Crees que el premio Nobel ha desacreditado a este hombre?:
Eliminarhttp://arrezafe.blogspot.com.es/2013/06/samuel-beckett-en-la-resistencia.html
Ahora empiezo con el comentario del texto de ELIAS CANETTI.Empieza diciendo :La ORDEN es mas antigua que el lenguaje,sino, los perros no podrian entenderla.Esta frase no tiene sentido.Para que exista una ORDEN tiene que haber un emisor y un receptor,estaremos de acuerdo que el emisor para dar una ORDEN debe tener un LENGUAJE,y si se refiere al PERRO el da por supuesto que alguna vez el perro adquirira un LENGUAJE pues es la unica POSIBILIDAD de que la ORDEN sea mas ANTIGUA que el LENGUAJE.
ResponderEliminarMas adelante afirma:El EFECTO mas antiguo de la ORDEN es la FUGA porque puede suponer la muerte.Generalmente esto es cierto en el REINO ANIMAL y posiblemente siempre sea asi .Pero en las sociedades HUMANAS no SIEMPRE es asi.Por muy FUERTE que sea el que da la ORDEN , el que la recibe, por muy DEBIL que sea SIEMPRE tiene la posibilidad de ASOCIARSE para combatirla y no darse a la FUGA.Como decia en mis comentarios anteriores ,las sociedades ANIMALES no se pueden comparar con las sociedades HUMANAS porque no son iguales.
En otro momento habla de que el :Amo ORDENA a su esclavo, una MADRE ORDENA a su hijo.El AMO da de comer al esclavo, la MADRE alimenta a su hijo,la criatura vive en estado de SOMETIMIENTO.Con todos mis respetos, esta parte es VOMITIVA,no tiene ni zorra idea de lo que es un ser HUMANO, de la relacion MADRE-HIJO, Decir poque una MADRE alimenta a su HIJO este esta sometido es que esta enfermo.A un crio pequeño se le alimenta por que si, aplicar en este caso razonamientos tipo:sometimiento,explotacion ,poder....es producto de una mente enferma.
Mas adelante habla del EJERCITO, bueno a esta parte no le presto mucha atencion , porque considero que esta compuesto por una especie SUB-HUMANA y lo unico que me puede enseñar no merece la pena.
Gracias Loam por disponer de tu espacio .
No estoy de acuerdo con tu interpretación, pero en fin, ahí queda.
EliminarDe nada, Anónimo. Gracias a ti por comentar.
Gracias Loam por la sinceridad en tus respuestas.Pienso que una de las caracteristicas de la SOCIEDAD CAPITALISTA es ENGAÑAR a la MAYORIA de las personas haciendole creer en algo que es MENTIRA.Hay una MAYORIA de PERSONAS que piensan que esto es DEMOCRACIA.... que existe LIBERTAD...que es normal la PROPIEDAD PRIVADA...esta bien que exista EJERCITO Y POLICIA...Si estamos de acuerdo que esto es una GRAN MENTIRA, SI ES POSIBLE convertir a un inepto, mediocre, pusilanime...en alguien IMPORTANTE.Para eso estan los MEDIOS DE COMUNICACION Y LA ENSEÑANZAExisten casos a porrillo.En mi comentario digo que algun NOBEL merece la pena.A los NOBEL se eligen a propuesta de CORPORACIONES (Universidades,Academias de Ciencias... )todas subvencionadas por el CAPITAL.Vamos que se nesecita un PADRINO.Suena a:¿Pago por SERVICIO prestado?.
ResponderEliminarSALUD Y VIDA DIGNA.
Como buen pelele en número de órdenes por minuto que recibo hace que la mayoría del tiempo trabaje en modo off mind dejando que el cuerpo actúe libremente mientras mi cabeza explora el más allá, siendo el dinero el único incentivo, aunque suficiente. Después enciendo el modo paranoia y chequeo los desastres cometidos. Por último, y cuando el desastre es grande, enciendo el modo "me la suda", mientras mi mente sigue distante de la mierda que me rodea. Y así paso los días recibiendo órdenes como si fuera un robot. Y es un robot lo que tienen.
ResponderEliminarSalud
Conscientes o no de ello, así estamos la mayoría, pero reconforta saber que, de algun@s, no tienen más que el robot, eso ya es un triunfo.
EliminarSalud!
Cuando he leido el comentario de P.Heraclio, me he quedado desconcertado.Quizas un poco triste.Siento que este comentario es : UN GRITO DESGARRADOR MUY NECESARIO y muy LIBERADOR.Si lo gestionas correctamente.Respecto a mi ,si yo soy ,una de esas infinitas ordenes por minuto que recibes.Te pido disculpas.
ResponderEliminarOs tengo que FELICITAR por la pagina que habeis creado.Es muy BUENA.Yo he aprendido mucho.Me gusta especialmente las composiciones fotograficas que haceis.Verdaderas OBRAS DE ARTE.
Los robots no me gustan.Las PERSONAS si.Tu eres una PERSONA.
SALUD Y DIGNIDAD.
Yo reduciría la criminalidad a un sólo acto:
ResponderEliminarObligar, presionar, incitar a alguien a hacer algo que no desea hacer.
Este acto (de obligar) ,que pudiera parecer inocente, es simple y llanamente FASCISMO.
Estamos de acuerdo.
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