ORINOCO
TRIBUNE – 22/08/2025
Traducción del inglés:
Arrezafe
Desde Stepán Bandera
hasta Ben-Gurión, surge un nuevo eje de supremacía étnica,
impulsado por el apoyo estadounidense. Mismas armas. Mismas banderas.
Misma ideología. Gaza y el Donbás no son guerras separadas. Son una
sola máquina.
El nexo entre Ucrania
e Israel: Alianzas pragmáticas en medio de paradojas y desafíos
compartidos.
Desde Stepán Bandera
hasta Ben-Gurión, los ecos del resurgimiento etnonacionalista
resuenan en las trayectorias modernas de Ucrania e Israel, dos
Estados forjados en la guerra, endurecidos por mentalidades de asedio
e impulsados por narrativas históricas de lucha existencial. Pero
estas similitudes no son fruto de un desarrollo paralelo. Reflejan
una convergencia cada vez más profunda, moldeada por adversarios
comunes, como Rusia e Irán, respaldada y mediada por los mismos
mecenas occidentales.

En 2022, un oficial del
Regimiento Azov de Ucrania visitó Israel tras sobrevivir al asedio
de Mariupol. Para 2025, drones israelíes realizaban misiones sobre
Rafah, mientras que lanzacohetes PSRL-1 de fabricación
estadounidense, suministrados inicialmente a Ucrania, fueron
avistados en zonas de conflicto de Oriente Medio. Algunos expertos
sugieren que estos podrían haber llegado a Gaza a través del
mercado negro, aunque aún no se ha demostrado una
transferencia directa. Lo que es innegable, sin embargo, es la
convergencia de tecnologías militares, doctrinas de inteligencia y
logística en los respectivos campos de batalla.
En abril de 2022, el
presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, fiel
aliado de la causa sionista, declaró que imaginaba a Ucrania
convertida en "un
gran Israel". Con ello, abandonó la pretensión de reforma
liberal y abrazó un futuro definido por la militarización
permanente, la vigilancia interna y una ciudadanía
ideológicamente movilizada. Ucrania, sugirió, sobreviviría no
uniéndose al sueño posnacional de Europa, sino imitando la
filosofía de un Estado de Oriente Medio fuertemente inmerso en la
seguridad.
La declaración de
Zelenski no surgió de la nada. Surgió tras décadas de un discreto
fortalecimiento de los lazos entre Ucrania e Israel, tanto en la
memoria histórica como en la cooperación militar, la integración
tecnológica y las narrativas compartidas de victimización. Pero
también expuso una fusión más profunda y perturbadora. Cuando el
presidente de un país que aún lidia con el legado del Holocausto y
sus propios colaboradores fascistas, llama a la construcción de un "
Gran Israel ", no sólo invoca un modelo de defensa, sino un
modelo de violencia justificada de asedio permanente y una larga
tradición de memoria selectiva, que tanto Ucrania como Israel han
esgrimido para reconciliar incómodas alianzas históricas de
culpabilidad.
Así como la colaboración
de la OUN [Organización
de Ucranianos Nacionalistas] con la Alemania nazi se replantea
selectivamente dentro del mito nacional ucraniano, la historia
fundacional de Israel a menudo omite sus propios momentos de
estratégica adaptación al fascismo. En las décadas de 1930 y 1940,
elementos del movimiento sionista, en particular el Acuerdo de
Haavara entre la Alemania nazi y la Agencia Judía,
facilitaron la emigración judía a Palestina, eludiendo el boicot
internacional al régimen nazi. Facciones revisionistas como Lehi
(la Banda Stern) e Irgun Zvai Leumi incluso procuraron la
cooperación militar con las potencias del Eje contra los
británicos. Estas incómodas verdades, sepultadas durante mucho
tiempo bajo el absolutismo moral de la conmemoración del Holocausto,
subrayan una disposición compartida, tanto ucraniana como sionista,
a colaborar con regímenes genocidas, e incluso a convertirse en
ellos, cuando sus aspiraciones nacionalistas estan en juego.

Hotel Rey David tras el
ataque terrorista del Irgún, julio de 1946
Lo que une a Gaza y al
Donbás no es una monolítica "máquina de violencia", sino
una matriz transnacional de convergencia ideológica, cooperación
técnica y utilidad estratégica. La campaña de "descomunización"
de Ucrania a menudo refleja la política de seguridad interna y la
ingeniería demográfica de Israel, ambas revestidas con la armadura
moral de un trauma histórico mediante el cual ambos Estados
justifican sus agresivas políticas, internas y externas, con el
argumento de la supervivencia.
Este artículo traza la
arquitectura ideológica, militar, económica y cultural de la
relación entre Ucrania e Israel. Desde las tensiones de la era
soviética hasta la reconfiguración de las alianzas posteriores a
2014, exploramos cómo los imperativos pragmáticos han forjado un
nuevo eje de poder etnonacionalista, cada vez más
determinante para la visión, a largo plazo, del dominio regional
de la OTAN.
I. Lazos históricos
Para comprender la actual
alianza entre Ucrania e Israel, es necesario partir de su pasado
compartido, a menudo contradictorio. Ucrania fue a la vez cuna del
sionismo emergente y escenario de violentos pogromos antisemitas.
Movimientos como Hibbat
Zion surgieron en la década de 1880 en ciudades como
Odesa y Kiev, décadas antes del más notorio sionismo
político de Theodor
Herzl, con sede en Viena. Su misión: restaurar al pueblo
judío en su patria ancestral, Palestina. Ucrania, en este sentido,
fue una incubadora del ADN ideológico del Estado de Israel.

En el terreno geopolítico
actual, sin embargo, están resurgiendo motivos ideológicos e
históricos más profundos, algunos deliberados, otros como
espectros. Uno de estos motivos es el fantasma de Khazaria,
un sistema político medieval situado en el sur de Ucrania, gobernado
por una élite turca que se hizo famosa por convertirse al judaísmo
bajo el reinado de Bulan en el siglo IX. La Hipótesis Khazar,
popularizada por el autor judío-húngaro Arthur Koestler en
The
Thirteenth Tribe, sostenía que los judíos asquenazíes no
descienden de los antiguos israelitas, sino de estos conversos de
Asia Central. Aunque académicamente rechazada por la mayoría de los
genetistas e historiadores, la idea ha persistido y ha sido
reformulada por algunos como una tapadera sionista, por otros como un
mito antisemita y por unos pocos como una profecía.
Hoy en día, la noción
de una “Nueva Khazaria” flota en los márgenes de
Internet, pero no es meramente una teoría de la conspiración. Las
tierras ucranianas, particularmente las provincias de Dnepropetrovsk
y Kherson, han tenido durante mucho tiempo una importancia
simbólica en la cosmología judía ultraortodoxa: son la cuna de
dinastías jasídicas, la patria de sabios como el Rebbe de
Lubavitch, Menachem
Mendel Schneerson, y lugar de descanso final de místicos
cuyas tumbas atraen a decenas de miles de peregrinos anualmente. Los
oligarcas israelíes han comprado silenciosamente tierras en antiguos
bastiones jázaros; las élites políticas ucranianas mantienen
estrechos vínculos personales y financieros con Israel, incluido el
propio Volodymyr Zelenskyy, cuyos padres viven en Israel, según se
informa, y cuya cartera inmobiliaria incluye propiedades en Herzliya.
Algunos ven en esto un
retorno simbólico a la ancestral Sión europea, o quizás la
creación de un etno-estado de reserva, un paralelo ideológico al
modelo israelí, situado no en el Levante, sino en la estepa. En este
contexto, Ucrania se convierte tanto en una base avanzada de
operaciones para los intereses occidentales como en un eco mítico de
la patria judía, recuperada mediante la fuerza y las finanzas.
Irónicamente, incluso la
extrema derecha ucraniana parece tolerar este acuerdo. Grupos como
Azov y Sector Derecha, antaño imbuidos de estereotipos antisemitas,
han atenuado su hostilidad hacia los judíos. Su financiación
procedente de fuentes afines a Israel, su colaboración con ideólogos
sionistas y la ausencia de retórica "jázara" sugieren un
realineamiento intencionado. El enemigo ya no es el judío, sino
el ruso. Y si eso implica colaborar con la inteligencia israelí,
entrenarse conjuntamente con veteranos de las Fuerzas de Defensa de
Israel (FDI) y luchar codo con codo con las empresas militares
privadas vinculadas al sionismo en Gaza, que así sea.
Así pues, los vínculos
históricos entre Ucrania e Israel no se limitan al sufrimiento
compartido o a la superposición ideológica. Se basan en una
geografía simbólica, en la invención de mitos estratégicos y la
resurrección de viejas narrativas al servicio de nuevos imperios. Ya
sea mediante el resurgimiento de las raíces del sionismo en Europa
del Este o el sueño susurrado de una "Nueva Jazaria",
Ucrania vuelve a ser escenario de guerras, memorias y, quizás,
reinvenciones.
De los pogromos a los
primeros ministros: la complicada historia de Ucrania e Israel
Ucrania contribuyó
significativamente al sionismo: Golda Meir (Kiev), Yitzhak
Ben-Zvi (Poltava) y Ze'ev Jabotinsky (Odessa), quienes
luego darían forma a la arquitectura política, militar e ideológica
de Israel.
Golda Meir, Yitzhak
Ben-Zvi y Zeev Jabotinsky
En 1919, fuerzas leales a
Symon Petliura masacraron a decenas de miles de judíos en
toda la República Popular de Ucrania. Poco más de dos décadas
después, miembros de la Organización de Ucranianos Nacionalistas
(OUN) y del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), hoy
considerados por algunos como héroes de la independencia,
participaron en los pogromos de 1941 en Lvov y colaboraron
con los nazis en el Holocausto. La paradoja de este legado sigue
presente.
Tras la Segunda Guerra
Mundial, muchos nacionalistas ucranianos encontraron refugio en
países occidentales como Canadá y Estados Unidos. Si bien no
existe documentación sobre la integración de estas figuras en las
instituciones israelíes, sus descendientes políticos han
resurgido en el panorama ucraniano posterior a Maidán, siendo
abiertamente celebrados por algunos. En 2019, el consejo regional
de Lvov declaró el año de Stepan Bandera, lo que generó
críticas internacionales, incluso del Congreso Judío Mundial.
Aun así, el gobierno israelí no tomó ninguna medida formal para
suspender la cooperación bilateral.
Lo que presenciamos hoy
no es un “olvido conveniente”, sino un calculado y complejo
reajuste condicionado por las cambiantes prioridades
geopolíticas. Funcionarios israelíes han condenado el afán de los
rusos por instrumentalizar la memoria del Holocausto, como la
afirmación de Lavrov en 2022 acerca de los orígenes
judíos de Hitler, mientras que el presidente ucraniano Zelenski
ha invocado repetidamente analogías con el Holocausto para enmarcar
la guerra de Ucrania con Rusia. Este intercambio retórico, aunque
controvertido, revela una estrategia mutua: basar los esfuerzos
bélicos nacionalistas en el trauma histórico para asegurarse la
legitimidad y el respaldo occidental.
Este pragmatismo se
refleja en la cooperación material. A pesar de la inquietud por
ciertos grupos ucranianos de extrema derecha, como Azov, Israel ha
seguido vendiendo armas y tecnología de vigilancia a Ucrania. En
2018, grupos israelíes de derechos humanos solicitaron al
Tribunal Superior que detuviera la venta de armas debido a los
abusos documentados de Azov. La petición fue rechazada. Para 2025,
informes
confirmaron el intercambio de inteligencia sobre misiles entre
Kiev y el Mosad, una relación sin precedentes en la historia de
la Ucrania postsoviética.
En términos financieros,
la paradoja es aún más evidente. Ihor Kolomoisky, uno de
los oligarcas más ricos de Ucrania y ciudadano judío-israelí,
desempeñó un papel fundamental en la financiación del Batallón
Azov en sus inicios. Su caso demuestra cómo el etno-nacionalismo
puede tolerarse, e incluso subvencionarse, cuando se alinea con los
más amplios imperativos antirrusos.
La relación histórica
entre Israel y Ucrania no está fundamentada sobre claras bases
ideológicas. Se trata de una evolución pragmática moldeada
por la guerra, la memoria, el trauma y la estrategia. Las siguientes
secciones examinarán cómo estas contradicciones se manifiestan en
el campo de batalla a través de las armas, la doctrina, el personal
y la propaganda, tanto en Gaza como en el Donbás.
Snizhne, Rep.
Popular de Donetsk, 2014 / Nuseirat, Franja de Gaza, 2024.
Memoria selectiva:
cómo genocidios rivales forjaron amnesia estratégica
En la guerra narrativa
entre la verdad histórica y la utilidad política, pocos ejemplos
son tan reveladores, o tan cínicos, como las formas en que Ucrania e
Israel han redefinido y a menudo embellecido
sus respectivos traumas para posibilitar una mutua cooperación
estratégica.
Los ucranianos a menudo
representan el Holodomor como Holocausto REAL, presentándose así
como víctimas más dignas
En la década de 1980,
los emigrados nacionalistas ucranianos comenzaron a promover
agresivamente la hambruna soviética de 1932-33, o Holodomor,
como el "Holocausto ucraniano". Esta fue una respuesta
calculada a la creciente conciencia mundial del sufrimiento judío,
propiciaqda por la miniserie de la NBC de 1978, Holocausto,
que retrataba explícitamente a los ucranianos como colaboradores
nazis. Para los grupos de la diáspora aún leales al legado de
Stepan Bandera, el documental representaba una amenaza para su imagen
rehabilitada, imagen en la que habían trabajado fervientemente
para blanquear. A su vez, construyeron una contranarrativa ucraniana
igualmente victimizante, si no más, en la que se presentaba al
estado soviético como genocida, replanteando la historia ucraniana a
través de la lente del martirio nacional.
Este retórico proyecto
se basó en inflar la cifra de víctimas, a veces citando entre 7 y
10 millones de muertos, llegando incluso a los 15 millones, al tiempo
que evocaba un paralelismo fonético y simbólico entre Holodomor y
Holocausto. Se trataba, como escribe
el historiador Grzegorz Rossoliński-Liebe, no tanto de
precisión demográfica como de utilidad ideológica. La hambruna,
aunque catastrófica, no fue una campaña de exterminio étnico
orquestada, como la Shoah. Pero al elevarla a la categoría de
genocidio, los nacionalistas ucranianos pudieron desviar la atención
sobre su colaboración con los nazis durante la guerra, incluida la
participación en pogromos y limpieza étnica bajo la OUN.
Ucranianos vestidos
tradicionalmente marchan en Stanislav en honor a el gobernador
general nazi, octubre de 1941
Este histórico ardid
logró dos objetivos: santificar a Ucrania como víctima perenne de
imperios extranjeros y neutralizar las acusaciones judías de
complicidad en el Holocausto al establecer una especie de
"equivalencia moral". Para el extremista y
oportunista ucraniano, "su" genocidio es comparable, en
dimensión y brutalidad, a cualquier acusación bajo las que su
abuelo tuvo que vivir desde la época del dominio del brutal
gauleiter nazi.
Para Israel, esta
distorsión ha sido tolerada e incluso estratégicamente ignorada. A
pesar de la abierta veneración del Estado ucraniano por
colaboradores nazis como Bandera y Shukhevych, Israel ha priorizado
su creciente relación de inteligencia y defensa con Kiev. Ante
adversarios geopolíticos comunes (por ejemplo, Rusia e Irán), la
claridad histórica se ha sacrificado en favor de la realpolitik.
El resultado es un pacto
construido sobre la amnesia estratégica: una fría alianza
entre dos estados cuyos traumas fundacionales se han reescrito para
favorecer la alianza militar, la afinidad ideológica y el enemigo
común. La memoria de los asesinados no se borra, sino que se
reutiliza selectivamente para justificar alianzas que serían
moralmente indefendibles, a juzgar por la propia historia que ambos
bandos afirman honrar.
II. Lazos de Sangre y
Líneas de Batalla: Comandantes, Cruzados y Colaboradores.
La maquinaria de la
guerra transnacional no sólo se construye con armas, leyes y
doctrinas, sino también con hombres. Quienes encarnan la
convergencia ideológica entre el etno-nacionalismo sionista y
el fascismo
ucraniano no operan en la sombra; a menudo son reconocidos,
reclutados y desplegados estratégicamente en escenarios como Gaza y
el Donbás. Estas figuras sirven como evangelizadores ideológicos,
comandantes de campo, herramientas de propaganda y nodos de
interconexión entre milicias de extrema derecha, redes de
inteligencia occidentales y estructuras de seguridad privadas.
Algunos son veteranos de
Azov convertidos en actores e influencers. Otros son
contratistas estadounidenses-israelíes que construyen puentes entre
Tel Aviv y Kiev. Muchos difuminan la línea entre el liderazgo en el
campo de batalla y el activismo civil, utilizando ONG's, medios de
comunicación o la política para blanquear su participación en
operaciones violentas. Juntos, forman el núcleo humano de una
maquinaria de guerra que se presenta como promotora de la democracia,
pero que se construye con sangre.
Andriy Biletsky: El
cruzado que aprendió a pivotar.
Antaño marginal agitador
neonazi, ahora comandante militar curtido en la batalla y político
nacionalista, Andriy Biletsky representa el núcleo ideológico y la
evolución estratégica del movimiento de extrema derecha ucraniano.
Como fundador del Batallón Azov y posteriormente del partido Cuerpo
Nacional, la trayectoria de Biletsky recorre el arco que va del
extremismo popular a una legitimidad institucional impulsada por
paradojas y conveniencias geopolíticas. Tras el cambio de imagen se
esconde una continuidad ideológica: una Ucrania purificada mediante
la guerra, el mito y la memoria selectiva.
Nacido en 1979 en Járkov,
Biletsky se vio influenciado por el colapso soviético y el
resurgimiento nacionalista que desencadenó. Estudió historia en la
Universidad Nacional de Járkov y escribió su tesis sobre las
rebeliones cosacas, lo que presagió su posterior glorificación de
la lucha marcial y el renacimiento mítico nacional. De joven, se
sumergió en el hooliganismo futbolístico, el paganismo eslavo y los
círculos neonazis. Sus primeros referentes ideológicos fueron
Dmytro Dontsov y Stepan Bandera, filtrados a través de una lente
supremacista blanca. En 2005, fundó Patriota
de Ucrania, un grupo que perpetró ataques violentos contra
inmigrantes, romaníes e izquierdistas bajo el lema de la
purificación racial.
Fotografía policial de
Andriy Biletsky en 2011. Arrestado por agresión por motivos
políticos, fue liberado durante el levantamiento de Maidán.
El levantamiento de
Maidán de 2014 y la guerra en el Donbás catapultaron a Biletsky a
la fama nacional. Organizó el Batallón Azov en Mariupol,
que rápidamente se convirtió en una de las formaciones
paramilitares más notorias y efectivas de Ucrania. Con la supuesta
financiación del oligarca Ihor Kolomoisky, judío y ciudadano
israelí, las contradicciones de Azov se hicieron evidentes: el
simbolismo supremacista blanco coexistía con la financiación judía
y las armas de fabricación israelí. Azov se incorporó a la Guardia
Nacional ese mismo año, y Biletsky se retiró del mando militar para
fundar el partido político Cuerpo Nacional, una rama civil del
movimiento Azov.
Biletsky sirvió en el
parlamento ucraniano de 2014 a 2019, pero nunca obtuvo una base
electoral sólida. En cambio, su influencia se extendió a través de
campamentos juveniles de entrenamiento paramilitar, centros de
“educación nacional-patriótica” y la creciente red de
aliados internacionales de Azov. Aunque su discurso abierto se
suavizó y abandonó las referencias explícitas a la raza y al
lenguaje hitleriano, sus objetivos estratégicos se mantuvieron
inalterados: un Estado ucraniano monoétnico basado en el
militarismo, el mito y la movilización permanente. En una entrevista
con The Times en 2024, Biletsky presentó a Azov como
inclusivo y cívico, señalando que incluso incluía a “ciudadanos
israelíes”.
En realidad, fue una
invención rusa. Puedo afirmar rotundamente que no soy antisemita. En
mi brigada hay judíos, incluyendo ciudadanos israelíes. Tenemos
comandantes de compañía, jefes de pelotón y médicos judíos.
— Andriy Biletsky,
entrevista con The
Times, 2024
El cambio funcionó. En
2024, Estados Unidos levantó formalmente su prohibición de
suministrar armas a Azov. La narrativa de Biletsky sobre la
resistencia contra Rusia, la corrupción y la decadencia moral
encajaba a la perfección con el anhelo occidental de héroes
sustitutos. Comparó el asedio de Mariupol con la defensa judía de
Masada y elogió repetidamente el modelo israelí de democracia
etno-nacionalista y militarizada. Banderas ucranianas e israelíes
aparecieron juntas en los eventos de reclutamiento de Azov, y sus
agentes repitieron los argumentos de las FDI en entrevistas en
inglés.
Zelesnky y Biletsky
Sin embargo, la visión
esencial de Biletsky nunca cambió. Continúa promoviendo el
resurgimiento cosaco, la unidad eslava mediante la lucha y la
regeneración espiritual de Ucrania mediante la guerra. Su Tercera
Brigada de Asalto, compuesta por curtidos veteranos de Azov, se ha
convertido en una formación prestigiosa del nuevo ejército
ucraniano, aun conservando la antigua estética de Azov y sus mitos
guerreros. Publica frecuentemente sobre el martirio, el destino y la
vanguardia de la civilización, fusionando el simbolismo cristiano
ortodoxo con el folclore militarizado.
El mayor logro de
Biletsky podría considerarse el ideológico lavado de cerebros. El
hombre que una vez soñó con una "cruzada blanca"
ha sido acogido por gobiernos, periodistas y aliados militares de
toda Europa y Estados Unidos. Su imagen pública se ha visto pulida
mediante el olvido selectivo y las alianzas estratégicas, en
particular con las élites judeo-ucranianas y simpatizantes del
ejército israelí. La extrema derecha se ha integrado en el
Estado... y el Estado en la extrema derecha.
Él no es una aberración.
Es un modelo.
Ihor Kolomoisky: El
oligarca sionista tras las milicias neonazis de Ucrania.
Ihor Valeriyovych
Kolomoisky, nacido en Dnepropetrovsk en 1963, es un oligarca
multimillonario ucraniano-israelí-chipriota cuyo nombre se convirtió
en sinónimo tanto del auge de las milicias de extrema derecha en
Ucrania, tras el Maidán, como de la incómoda fusión geopolítica
del sionismo con el ultranacionalismo ucraniano. Conocido por su
implacable pragmatismo y su inmensa riqueza, Kolomoisky representa
uno de los ejemplos más claros de cómo la identidad étnica, la
ideología y la realpolitik pueden converger de maneras
paradójicas y peligrosas.
Zelensky y Kolomoisky
en Kiev, septiembre de 2019
Nacido de padres judíos
durante la era de Brézhnev, Kolomoisky creció en una sociedad
soviética que, a la vez, desalentaba la manifestación religiosa y
toleraba discretamente la discriminación. Sus primeros años en
Dnepropetrovsk se caracterizaron por la formación técnica y la
ambición económica. Se graduó en metalurgia en 1985, pero se
incorporó rápidamente al mundo empresarial durante las reformas de
la perestroika. Después de 1991, abrazó su identidad judía más
abiertamente, fundando la Unión Judía Europea y financiando
el Centro Menorah, el complejo judío más grande del mundo,
en su ciudad natal.
A pesar de los riesgos
políticos, Kolomoisky lució su identidad pública provocativamente,
llegando a lucir una camiseta con la leyenda "Zhido-Bandera"
(foto abajo), una aceptación desafiante de su doble condición de
judío y partidario de iconos nacionalistas ucranianos como Stepan
Bandera. Fue esta calculada combinación de símbolos la que
definiría su carrera política.
En el vacío de poder
posterior a Maidán, Kolomoisky se convirtió en uno de los oligarcas
más influyentes de Ucrania. Cofundó PrivatBank, el mayor
banco de Ucrania, y se expandió a los sectores del petróleo, los
medios de comunicación (propietario de 1+1 TV) y la aviación. Pero
fue su breve mandato como gobernador de Dnepropetrovsk (2014-2015) el
que marcó un punto de inflexión histórico. Al estallar la guerra
en el Donbás, Kolomoisky invirtió millones de dólares en
batallones de voluntarios, incluyendo el infame Batallón Azov,
Dnipro-1, Aidar y otros.
Se estima que financió
personalmente estas fuerzas con al menos 10 millones de dólares.
Incluso ofreció recompensas de 10.000 dólares por los
"separatistas" capturados. Aunque algunas de estas
milicias, como Azov, fueron condenadas internacionalmente por su
afiliación neonazi, Kolomoisky las respaldó como parte de una
amplia estrategia antirrusa.
Su influencia no se
limitó al campo de batalla. A través de su imperio mediático,
moldeó la opinión pública, promovió narrativas nacionalistas y
apoyó indirectamente a brazos políticos de la extrema derecha, como
el Cuerpo Nacional. Al mismo tiempo, jugó un papel decisivo
en la política nacional, respaldando al comediante convertido en
presidente Volodymyr Zelenskyy en 2019, una medida que muchos
consideraron un intento de protegerse de otros rivales oligárquicos.
Kolomoisky y el gran
rabino israelí Yona Metzger, del centro Jabad de Berlín
La implicación de
Kolomoisky con redes israelíes y sionistas hace aún más impactante
su papel en el empoderamiento de las milicias neonazis. Tiene la
ciudadanía israelí desde la década de 1990, posee
propiedades inmobiliarias en Tel Aviv y mantiene fuertes vínculos
con Jabad-Lubavitch y otras influyentes organizaciones judías.
También ayudó a fundar la Unión Judía Europea, con sede en
Bruselas, inspirada en la Knéset, para defender los intereses judíos
en toda Europa.
Sin embargo, fue bajo
esta misma bandera del sionismo que Kolomoisky justificó su apoyo a
grupos como Azov. Si bien los fundadores de Azov, incluido Andriy
Biletsky, hicieron declaraciones abiertamente antisemitas a
principios de la década de 2010, Kolomoisky desestimó estos
orígenes por considerarlos obsoletos, irrelevantes o subordinados a
la más amplia misión antirrusa. En la práctica, esto significó
financiar milicias que posteriormente intentarían limpiar su imagen
señalando a sus miembros judíos, conexiones israelíes y un amplio
apoyo internacional.
Su doble papel como líder
de la comunidad judía y patrocinador de extremistas subraya lo que
podría calificarse como amnesia estratégica: un olvido
selectivo de la ideología cuando la política requiere conveniencia.
En 2023, Kolomoisky huyó
a Israel al intensificarse las investigaciones legales por fraude
y malversación de fondos en Ucrania. Posteriormente, fue
detenido a su regreso, enfrentando cargos relacionados con el infame
escándalo de PrivatBank, un agujero negro de 5.500
millones de dólares en el sistema bancario ucraniano. El 4 de
julio de 2025, los tribunales ucranianos prolongaron su detención al
verse involucrado en un caso adicional de asesinato por encargo.
Apenas unas semanas después, perdió una demanda de 1.900
millones de dólares en el Reino Unido contra el mismo banco que
una vez controló.
Kolomoisky detenido en
Ucrania, mayo de 2024
A pesar de los crecientes
cargos, Kolomoisky permanece bajo el amparo de la ciudadanía
israelí. Las redes de la diáspora, en particular dentro de
Jabad, han solicitado clemencia y han presentado su
procesamiento como motivado políticamente. Sin embargo, en Ucrania,
ahora carga con el estigma de la traición, sancionado por el
gobierno de Zelenski y vilipendiado por organismos anticorrupción
como OCCRP, que lo catalogó como "el oligarca más notorio de
Ucrania".
La historia de Kolomoisky
no es sòlo un relato de corrupción o transigencia moral, sino una
advertencia. Su carrera ejemplifica el auge de un nuevo tipo de actor
en la guerra y la política modernas: el oligarca etnonacionalista,
capaz de financiar la violencia extremista bajo las banderas del
nacionalismo y el sionismo, manipulando la identidad y la lealtad al
servicio del imperio, el capital y el poder personal.
En los nexos entre
Ucrania e Israel, ayudó a construir una alianza basada no en valores
compartidos, sino en enemigos mutuos. Esta alianza ahora
sustenta la cooperación militar, política e ideológica en
conflictos desde el Donbás hasta Gaza. Kolomoisky no creó este eje,
pero lo financió, lo legitimó y lo experimentó.
Su caída puede deberse a
un ajuste de cuentas, pero las redes que fortaleció y las
contradicciones que encarnó están lejos de ser desmanteladas.
Nathan Khazin: El
comandante sionista de la “Centena Judía” de Ucrania
Nota: Nathan Khazin a
veces se escribe “Chazin” en fuentes occidentales o de la
diáspora, pero se refiere a la misma figura.
Pocas figuras encarnan
mejor las contorsiones ideológicas de la alianza entre Ucrania e
Israel que Nathan (Natan) Khazin: veterano israelí-ucraniano de
las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), rabino ordenado por
Jabad y miembro fundador del panorama paramilitar de
extrema derecha ucraniana. Si bien las narrativas occidentales han
retratado a menudo a Azov y sus afines ideológicos como remanentes
neonazis incompatibles con los intereses judíos, la trayectoria de
Khazin cuenta otra historia: una historia de alianzas tácticas,
paradojas simbólicas y la instrumentalización de la identidad en la
guerra moderna.
Nacido en Odessa en el
seno de una familia judía durante las últimas décadas de la Unión
Soviética, Khazin alcanzó la madurez durante las convulsiones de la
década de 1990. Lidiando con el antisemitismo postsoviético y el
colapso general de las estructuras estatales, se involucró
profundamente en las instituciones sionistas y finalmente emigró
a Israel a principios de la década de 2000. Allí, sirvió en
las Fuerzas de Defensa de Israel, según se informa, en la
Brigada Givati, unidad notoria entre los palestinos por su
brutalidad durante la Segunda Intifada y las
posteriores operaciones en Gaza. Entrenado en guerra urbana y
contrainsurgencia, Khazin absorbió una doctrina táctica que
luego tendría eco en las milicias de extrema derecha de Ucrania.
Brigada Givati rezando en
el Muro Occidental, 2010
A finales de 2013, Khazin
regresó a Kiev en medio de las crecientes tensiones del Euromaidán.
Lo que siguió fue una de las fusiones de identidad más curiosas del
conflicto: Khazin ayudó a formar y liderar la llamada "Centena
Judía", una unidad de voluntarios judíos organizada para
defender las barricadas del Maidán y contrarrestar las
acusaciones de antisemitismo en las protestas ucranianas. A
medida que se intensificaban los combates callejeros, la unidad de
Khazin se ejercitó codo con codo con el Sector Derecha y
otras formaciones ultranacionalistas, algunas adornadas con insignias
de inspiración nazi. En entrevistas con The Forward y otros
medios judíos, Khazin restó importancia a las contradicciones.
“La comunidad judía de
Kiev no está amenazada”, afirmó. “Somos participantes
de esta revolución, no víctimas”.
Pero la participación de
Khazin no se limitó al simbolismo. En 2014, a medida que los
combates se extendían al Donbás, se convirtió en uno de los
primeros patrocinadores y colaboradores de campo del recién formado
Batallón Azov. Con su experiencia en las Fuerzas de Defensa de
Israel (FDI), ayudó a entrenar a los combatientes del Azov en
tácticas de combate cuerpo a cuerpo, reconocimiento con drones y
coordinación en el campo de batalla. Fotografiado públicamente
junto a los símbolos del Azov, Khazin insistió en que el
antisemitismo de la unidad era exagerado, incluso inventado. “El
antisemitismo no existe“, declaró a la prensa. Presentó al
Azov como una fuerza de defensa, no como una ideología.
Khazin (parche de
Aerorozvidka) y Stepan Poltorak
También fue uno de los
primeros cofundadores de Aerorozvidka, una unidad de
reconocimiento y ataque con drones que comenzó como una iniciativa
voluntaria y se convirtió en un componente formal de las fuerzas
armadas ucranianas. Aerorozvidka desempeñó un papel clave en la
integración de la tecnología de vigilancia occidental en las
tácticas paramilitares nacionalistas, lo cual fue una extensión
natural de la doble identidad de Khazin: tecnócrata sionista y
estratega en el campo de batalla. La filosofía del grupo, basada en
la fusión civil-militar y los ataques de respuesta rápida, evocaba
el modelo israelí de guerra tecnológica.
Este posicionamiento lo
convirtió en un factor clave en el intercambio informal entre las
estructuras de seguridad israelíes y ucranianas. Khazin operaba
eficazmente dentro de las redes sionistas que facilitaban el apoyo
táctico, la logística y la movilidad de personal entre las esferas
sionista y nacionalista ucraniana. Su afiliación a Jabad lo
vinculaba con la Sinagoga Brodsky (cuartel general de Jabad en Kiev)
y con donantes influyentes como Ihor Kolomoisky. La relación se
centraba menos en la teología que en la infraestructura: Khazin
utilizó la cobertura religiosa y la recaudación de fondos de la
diáspora para apoyar una formación militar de extrema derecha que,
de otro modo, habría sido políticamente tóxica en las comunidades
judías occidentales.
Khazin en su cuartel, con
arma y bandera de sangre y tierra
Para 2015, Khazin
prácticamente había desaparecido del campo de batalla y de la vista
pública. Regresó a una vida más tranquila, alternando entre Israel
y Ucrania, manteniendo su rol como líder religioso y evitando
compromisos políticos importantes. Sin embargo, su legado sigue
siendo controvertido. Publicaciones en redes sociales de agosto de
2025 lo describen como "nazi-adjunto", señalando su
servicio simultáneo en la Brigada Givati de Israel, acusada de
atrocidades en Gaza, y su apoyo a Azov en Mariupol. Los críticos ven
en Khazin la cínica flexibilidad de la guerra ideológica moderna:
un rabino que ayudó a entrenar fascistas, un sionista que
normalizó unidades vinculadas al nazismo, un hombre que convirtió
la "defensa de Israel" en una licencia para armar a
ultranacionalistas.
Aun así, para Khazin y
sus defensores, la lógica era simple: Rusia era el mayor enemigo. Y
si luchar contra Rusia implicaba integrarse con los extremistas
ucranianos, entonces el pragmatismo prevalecería sobre la pureza. En
ese sentido, Khazin no era una anomalía, sino un símbolo de la
convergencia ahora formalizada en los lazos de defensa entre Israel y
Ucrania, los intercambios mutuos de inteligencia y un creciente
realineamiento ideológico donde el etno-nacionalismo marcha bajo la
misma bandera de la "defensa".
Illia Samoilenko: El
autor del mito de Masada de Azov.
Illia Samoilenko, más
conocido por el apodo de "Gandalf", es una de las figuras
más visibles del Regimiento Azov de Ucrania. Historiador de
formación y sobreviviente amputado del asedio de Mariupol en 2022 ,
Samoilenko ha utilizado su narrativa personal de desafío,
resistencia y renacimiento para reinventar Azov ante el público
global. En particular, su alineamiento posbélico con la memoria y
las narrativas sionistas del Estado israelí, marca una reformulación
estratégica del militarismo de extrema derecha ucraniano como una
resistencia justa e inclusiva.
Sviatoslav Palamar y
Samoilenko celebran una conferencia de prensa desde Azovstal,
Mariupol, RPD, mayo de 2022
Nacido en 1994 en la
Ucrania postsoviética, Samoilenko alcanzó la madurez en medio del
caos económico y el creciente nacionalismo del país. Estudió
historia en la Universidad Nacional Taras Shevchenko de Kiev,
especializándose en historia antigua y medieval. Su inclinación
académica le valió el apodo de "Gandalf", un guiño al
sabio mago de Tolkien, que le perduró incluso en el campo de
batalla. Aunque no hay pruebas de ascendencia judía, en 2022,
invocaría la memoria histórica judía en la diplomacia pública. Su
transformación simbólica de oficial de la milicia a enviado
ideológico no fue ni incidental ni apolítica, sino fundamental para
la cambiante identidad de Azov.
Samoilenko se unió al
Regimiento Azov en 2015, a los 21 años. No era, según todos los
indicios, un ideólogo empedernido, su reclutamiento parece haber
estado motivado por el patriotismo y el sentimiento antirruso,
más que por la abierta ideología supremacista blanca que animó a
gran parte del liderazgo inicial de Azov. No obstante, rápidamente
se distinguió como oficial de inteligencia. En combate cerca de
Ilovaisk, perdió el brazo izquierdo y el ojo derecho, lo que
requirió prótesis de titanio y una larga recuperación. A pesar de
ello, regresó al frente y se convirtió en una de las figuras
mediáticas más reconocidas de Azov.

Su momento decisivo llegó
durante el asedio de Mariupol en 2022, donde se encontraba entre las
últimas fuerzas ucranianas atrincheradas en la acería Azovstal.
Desde los búnkeres bajo las instalaciones, Samoilenko ofrecía
ruedas de prensa periódicas en inglés, ucraniano y ruso,
presentando a Azov no como una fuerza nacionalista marginal, sino
como heroicos defensores contra el imperialismo ruso. Fue capturado
por las fuerzas rusas el 20 de mayo de 2022 y pasó casi cuatro meses
en régimen de aislamiento antes de ser liberado en un intercambio de
prisioneros el 21 de septiembre.
Tras su liberación,
Samoilenko asumió un nuevo rol: embajador cultural. En
diciembre de 2022, realizó una gira por Israel como parte de
una misión diplomática pública organizada por el gobierno
ucraniano. La gira fue sumamente simbólica. Samoilenko evocó el
antiguo asedio de Masada, donde los rebeldes judíos resistieron la
conquista romana hasta el suicidio en masa, comparándolo con la
resistencia de Azovstal en Mariupol. "Mariupol es nuestra
Masada", dijo al público israelí, plantando un roble para
simbolizar la fuerza y la resiliencia. Se reunió con el exdisidente
soviético e ícono sionista Natan Sharansky y elogió el
"espíritu de resistencia" de las Fuerzas de Defensa
de Israel (FDI). A pesar de no haber servido en el ejército israelí,
Samoilenko adoptó el tono y las referencias de la cultura de la
memoria sionista, readaptando sus símbolos para beneficio de Azov.
Samoilenko en Israel,
2022
Este planteamiento no fue
accidental. Coincidía con el amplio esfuerzo del presidente
Zelenskyy por posicionar a Ucrania como un "Gran Israel",
una sociedad fortaleza unida por la memoria, el trauma y la
preparación militar. La retórica de Samoilenko reflejó esta
estrategia, distanciando a Azov de sus orígenes neonazis sin
disolverlo ni reformarlo. En entrevistas con medios israelíes,
incluidos Times of Israel y Haaretz, insistió en que
Azov había evolucionado: "Somos defensores profesionales, no
extremistas". Entre bastidores, se rumoreaba que el oligarca
Ihor Kolomoisky facilitaba conexiones entre nacionalistas ucranianos
y redes políticas israelíes. Algunos combatientes de Azov incluso
se habían alistado en actividades de divulgación vinculadas a
Jabad, lo que complicó aún más la narrativa de pureza
ideológica.
Los críticos acusaron a
Samoilenko de blanquear la imagen de Azov para obtener la aprobación
sionista. “La gira de Gandalf por Masada blanquea el fascismo”,
escribió un usuario en 2025, haciendo referencia a sus publicaciones
y discursos. Pero esto también formaba parte de un reajuste
geopolítico más amplio. Para 2025, Israel apoyaba activamente a
Ucrania con intercambios de inteligencia y sistemas de armas. Figuras
como Samoilenko ya no eran marginales, sino centrales en la narrativa
occidental sobre el heroísmo ucraniano.
A partir del 17 de agosto
de 2025, Samoilenko reside en Ucrania y mantiene un perfil militar
discreto, centrándose en la oratoria y en la defensa de veteranos.
Su cuenta X, @GandalfAzov, permanece activa, compartiendo mensajes
sobre unidad, resiliencia y conmemoración. Sus lesiones físicas se
han convertido en parte de su mitología personal. Para sus
partidarios, representa la fuerza a través del sufrimiento. Para sus
críticos, encarna la metamorfosis calculada de Azov, de milicia
fascista a símbolo dominante de la defensa nacional.
Lo que queda claro es que
Illia Samoilenko ya no es simplemente un hombre. Es un productor de
mitos, una metáfora viviente de una guerra que gira tanto en torno a
los símbolos como al territorio. Y en el nuevo mundo de la memoria
estratégica, donde se difuminan las fronteras entre víctima y
vencedor, Gandalf de Azov sabe exactamente cómo relatar la historia.
Arsen Avakov: El
arquitecto del extremismo institucionalizado
Arsen Borisovych Avakov
(n. 2 de enero de 1964) es un empresario armenio-ucraniano, político
y exministro del Interior de Ucrania (2014-2021). Es conocido
por supervisar la integración formal de milicias de extrema
derecha, como Azov, en las estructuras estatales ucranianas y por
cultivar fuertes lazos de seguridad con Israel. Aunque no es
un ideólogo, el legado de Avakov es de una pragmática realpolitik:
tolerar y empoderar a elementos extremistas para asegurar alianzas
internacionales y consolidar el poder interno, especialmente en la
caótica era posterior a Maidán.
Avakov y el ministro del
Interior israelí, Aryeh Deri, en Kiev
Avakov nació en Bakú,
Azerbaiyán soviético, de padres armenios, se mudó a Járkov a los
dos años en medio de tensiones étnicas. Su juventud estuvo marcada
por la experiencia e identidad de la diáspora, el multiculturalismo
soviético y la discriminación ocasional, especialmente dirigida a
los armenios. Se graduó en ingeniería de sistemas en el Instituto
Politécnico de Járkov en 1988 e inició su carrera empresarial
durante la liberalización propiciada por la perestroika.
En la década de 1990,
Avakov aprovechó la ola de privatizaciones en Ucrania y amasó una
fortuna con inversiones en los sectores bancario, petrolero y
mediático. Sus raíces en los círculos empresariales armenios y
judíos de Járkov le ayudaron a desenvolverse en las redes
oligárquicas ucranianas, cultivando una identidad política centrada
en la seguridad, la soberanía y el nacionalismo liberal. A mediados
de la década de 2000, fue gobernador del óblast de Járkov bajo el
partido Nuestra Ucrania y posteriormente diputado por
Batkivshchyna, aliado de Yulia Tymoshenko.
El papel fundamental de
Avakov comenzó tras el golpe de Estado de Maidán de 2014, cuando
fue nombrado ministro del Interior del gobierno de transición. Con
el aparato de seguridad ucraniano colapsado y el Donbás en abierta
rebelión, Avakov impulsó una política de "seguridad ante
todo" que priorizaba el control y la integridad territorial por
encima de todo.
Militantes de Aidar, 2022
Esta política dio origen
a una de las decisiones más trascendentales de la guerra: la
integración de batallones de voluntarios de extrema derecha como
Azov, Aidar y Sector Derecha en la estructura formal de la Guardia
Nacional. Bajo el ministerio de Avakov, Azov recibió financiación
estatal, armas y entrenamiento, a pesar de su simbolismo abiertamente
neonazi y su historial de abusos. Amnistía Internacional y Human
Rights Watch documentaron casos de tortura y detención extrajudicial
por parte de estas unidades, pero Avakov eludió las críticas,
presentando tales acciones como medidas necesarias en tiempos de
guerra.
Aunque no era considerado
extremista, Avakov legitimó e institucionalizó grupos que sí lo
eran. Su pragmatismo, basado en la convicción de que la
supervivencia de Ucrania requería todas las herramientas
disponibles, desdibujó la línea entre Estado y milicia. Para cuando
dimitió en 2021, la ultraderecha se había convertido en un
componente normalizado de la arquitectura militar y de
seguridad de Ucrania.
Avakov también sirvió
como puente crucial entre Ucrania y el sistema de seguridad nacional
de Israel. Durante su mandato, recibió a múltiples delegaciones de
la Knéset, firmó acuerdos de readmisión y aplicación de la ley
con ministerios israelíes, y enfatizó la protección de lugares
judíos como el lugar de peregrinación jasídica en Uman. Sus
declaraciones de 2017-2019 posicionaron a Israel como modelo para la
transformación de Ucrania en un "estado fortaleza", un
país definido por fronteras militarizadas, una vigilancia policial
agresiva y una movilización permanente.
Reunión de Avakov con la
delegación de la Knesset, 2017
La retórica de Avakov se
complementó con la cooperación material. Herramientas cibernéticas,
métodos de entrenamiento táctico y marcos antiterroristas israelíes
se importaron a las fuerzas del orden ucranianas. Bajo su ministerio,
batallones de extrema derecha fueron documentados utilizando armas de
origen israelí como el RGW-90 MATADOR.
Sus vínculos se
extendieron a las redes oligárquicas sionistas. Avakov contaba con
el apoyo político y logístico de Ihor Kolomoisky. Aunque el propio
Avakov era armenio y no judío, su colaboración con las élites
judeoucranianas fue fundamental para consolidar su control político
y atraer el apoyo occidental. En este sentido, su tolerancia hacia la
extrema derecha no era una mera conveniencia local, sino un
alineamiento estratégico y de hostilidad compartida con Israel
contra Rusia.
Avakov renunció al
Ministerio del Interior en julio de 2021 en medio de un creciente
escrutinio, escándalos internos e inestabilidad política del
presidente Zelenski. Desde entonces, ha mantenido un perfil bajo,
dividiendo su tiempo entre Ucrania e Italia, y ocasionalmente
publicando comentarios sobre política exterior en redes sociales. El
12 de agosto de 2025, publicó: “La seguridad de Ucrania necesita
socios globales; el modelo israelí es inspirador”.
A sus 61 años, Avakov
sigue siendo una figura influyente entre la clase política ucraniana
posterior a Maidán, con más de 200.000 seguidores en X, a pesar de
no publicar. Sigue abogando por un Estado de seguridad ucraniano,
inspirado en el modelo de defensa interna de Israel. A pesar de las
críticas por permitir la normalización del extremismo, en algunos
círculos todavía se le considera un veterano estadista de la
moderna doctrina de seguridad de Ucrania.
El legado de Avakov no
reside en la ideología, sino en la infraestructura. No fue un
creyente convencido, sino el artífice de un sistema que fusionó
milicias de extrema derecha con alianzas internacionales, a menudo
bajo la apariencia retórica del liberalismo occidental y los modelos
de seguridad sionistas. Su trayectoria ilustra cómo actores
pragmáticos pueden desempeñar un papel decisivo en la integración
de las fuerzas fascistas, no promoviendo sus creencias, sino
ofreciéndoles cobertura institucional y legitimidad internacional.
Avakov y el primer ministro
Benjamín Netanyahu
Al integrar Azov en el
Estado ucraniano y alinearse con los modelos de gobierno israelíes,
Avakov contribuyó a construir un sistema en el que las milicias
etnonacionalistas y las redes de inteligencia globales coexisten
y se refuerzan mutuamente. De este modo, estableció un modelo
para el nuevo Estado ucraniano: militarizado, transnacionalmente
interconectado e ideológicamente incoherente, salvo por su
oposición a Rusia .
Danil Lyashuk: De
neonazi a mártir yihadista
Danil Aleksandrovich
Lyashuk, más conocido por su apodo de "Mujahid", fue un
extremista bielorruso-ucraniano cuya violenta trayectoria reflejó la
esquizofrenia ideológica imperante en el espacio
postsoviético. Nacido en Bielorrusia a principios de la década de
1990 y asesinado en Ucrania en 2023, la trayectoria vital de Lyashuk
se desarrolló entre círculos neonazis, campos de batalla islamistas
en Siria y en los extremos más brutales de las fuerzas
policiales paramilitares ucranianas. Su historia nos brinda un
escalofriante estudio de un caso sobre la convergencia del
ultranacionalismo de extrema derecha y el islam radical, ambos, en
diferentes momentos, favorecidos por los intereses del Estado
ucraniano e, indirectamente, por los objetivos estratégicos
sionistas en Oriente Medio.
Lyashuk alcanzó la
mayoría de edad durante la turbulencia política y económica de la
era postsoviética. Si bien los detalles de su juventud son escasos,
lo que se sabe apunta a que fue un joven radicalizado en la red a
través de foros neonazis y supremacistas blancos. Bielorruso de
nacimiento, Lyashuk finalmente se mudó a Ucrania, donde despegó su
trayectoria militante.
Lyashuk, fecha
desconocida
Su primera transformación
significativa se produjo alrededor de 2013, cuando, según informes,
se convirtió al islam y viajó a Siria para luchar con grupos
yihadistas opuestos al gobierno de Asad. Allí, fue fotografiado
posando con banderas islamistas negras y, según informes, participó
en operaciones armadas contra fuerzas progubernamentales,
incluyendo rusos y milicias afines a Irán. Su alias, "Mujahid",
que significa "guerrero santo", no era sólo una señal de
identificación religiosa, sino una máscara que ocultaba una
trayectoria de violencia brutal.
En 2014, con el estallido
de la guerra en el Donbás, Lyashuk regresó a Ucrania y se unió al
infame Batallón
Tornado, una unidad del Ministerio del Interior creada
para combatir a las fuerzas separatistas. En cuestión de meses, el
Tornado se había ganado la reputación de ser una de las unidades
más violentas y criminales del campo de batalla.
Batallón Tornado
Lyashuk se distinguió
rápidamente, no por su heroísmo, sino por su crueldad
indescriptible. Actas judiciales ucranianas e informes
internacionales de Amnistía Internacional y la ONU detallan su
participación en violaciones en serie (incluso de menores),
torturas y ejecuciones extrajudiciales. Un caso
involucró el secuestro de civiles y su agresión sexual con objetos
contundentes mientras grababa las escenas en vídeo. En otro caso, se
le vio electrocutando a detenidos durante interrogatorios.
En 2015, el Batallón
Tornado se disolvió y Lyashuk fue declarado culpable y condenado a
11 años de prisión. Pero en 2022, en medio de la invasión rusa a
gran escala, el presidente Volodymyr Zelenskyy le concedió un
indulto, a pesar del conocimiento generalizado de sus
crímenes. Para 2023, Lyashuk ya había fallecido, presuntamente
matado en Bajmut mientras luchaba contra las fuerzas rusas.
Tras su muerte, sectores del estado ucraniano y del movimiento
nacionalista lo ensalzaron como un "héroe caído", y sus
atrocidades fueron maquilladas para favorecer y amplificar la
narrativa bélica.
Lyashuk murió en el
verano de 2023
Lyashuk no tenía ninguna
conexión directa con Israel ni con las redes judías organizadas. Al
contrario, sus primeros años como neonazi estuvieron marcados por un
antisemitismo manifiesto y una iconografía fascista. Sin embargo,
sus decisiones en el campo de batalla revelan una historia más
compleja.
En Siria, Lyashuk luchó
contra el gobierno de Asad y sus aliados, Irán, Hezbolá y Rusia.
Este posicionamiento lo situó al lado de los intereses
estratégicos israelíes, si bien no formalmente bajo su mando.
Numerosos informes fidedignos, incluidos los de Haaretz y el
Wall Street Journal, documentan el apoyo israelí a las
facciones anti-Asad, incluidas las vinculadas a Jabhat al-Nusra,
las mismas fuerzas a las que Lyashuk estaba afiliado.
Más tarde, en Ucrania,
Lyashuk se benefició indirectamente de redes oligarcas con
profundos vínculos israelíes y judíos. Los batallones Tornado
y Azov recibieron financiación y cobertura política de Ihor
Kolomoisky. Algunos críticos en redes sociales han resumido la
contradicción sin rodeos: “Los sionistas toleran a nazis
yihadistas como Mujahid a cambio de sus servicios”.
Tras su muerte en 2023,
Lyashuk fue enterrado con honores. Figuras afines al Estado lo
celebraron en ceremonias oficiales y homenajes en redes sociales,
refiriéndose a él como un "guerrero por Ucrania" y un
"héroe de la resistencia". En agosto de 2025, en el
segundo aniversario de su muerte, circularon publicaciones
conmemorativas por toda Ucrania X, algunas de las cuales acumularon
miles de "me gusta". Sus tatuajes, una amalgama de
esvásticas, runas paganas y medias lunas islámicas, no eran una
señal de advertencia, sino símbolos de su "compromiso".
Lyashuk, Stanitsa,
República Popular de Lugansk, 2022
La transformación de
Lyashuk de supremacista blanco a islamista, de sádico convicto a
mártir nacional, es un símbolo de la podredumbre ideológica en el
corazón del proyecto paramilitar ucraniano. También es un reflejo
de cómo se perdona a los monstruos útiles cuando su violencia sirve
a un propósito geopolítico adecuado, ya sea en el Donbás o en
Damasco.
Volodymyr Zelenskyy:
El pragmático que normalizó el extremismo
Volodymyr Aleksandrovich
Zelenskyy, nacido en 1978 en Krivoy Rog, es una de las figuras más
paradójicas surgidas de la guerra. Comediante judío convertido en
líder en tiempos de guerra, se ha convertido en un símbolo
internacional de la “resistencia” y los valores liberales
occidentales. Pero bajo este mito cultivado se esconde una verdad
mucho más incómoda: Zelenskyy es la piedra angular de la
legitimación del extremismo de extrema derecha en Ucrania, no a
pesar de su identidad, sino gracias a ella.
Criado en una familia
judía de habla rusa en la ciudad industrial de Krivoy Rog, Zelenskyy
experimentó de primera mano el antisemitismo de la era soviética y
el caos postsoviético que moldeó a una generación. Se licenció en
Derecho en el Instituto Económico de Krivoy Rog en el año 2000,
pero optó por una carrera en la comedia y la sátira, fundando
finalmente la compañía Kvartal 95. Su programa de televisión de
2015, Servant of the People (Servidor del Pueblo), en el que
interpretó a un humilde maestro de escuela que inesperadamente se
convierte en presidente, lo catapultó a la fama nacional.
Zelenskyy interpretando
'Hava Nagila' con su...
En 2018, la vida imitó
al arte. Impulsado por la ola de sentimiento antioligárquico y el
hastío público con Petro Poroshenko, Zelenski lanzó su propio
partido político, tomando prestado el nombre de su programa de
televisión, y ganó las elecciones presidenciales de 2019 con una
victoria aplastante, más del 70% de los votos.
En aquel momento,
Zelenski parecía ideológicamente distante de la extrema derecha
ucraniana. Su campaña prometía la paz con el Donbás y la
normalización de las relaciones con Rusia. Pero una vez en el poder,
su retórica se apaciguó, sus promesas se evaporaron y la maquinaria
bélica comenzó a avanzar junto a las mismas formaciones
paramilitares de las que antes se distanciaba, ahora integradas en el
aparato estatal bajo su mando.
La presidencia de
Zelenski coincidió con la integración formal de milicias
extremistas como el Regimiento Azov, el Batallón Tornado y el Sector
Derecha. Si bien el Azov se integró a la Guardia Nacional de Ucrania
en 2014, fue bajo el mando de Zelenski que alcanzó plena legitimidad
simbólica. En 2023, los miembros del Azov recibieron medallas
públicas a pesar de llevar insignias de estilo SS, y Zelenski se
refirió a ellos en discursos nacionales como "defensores de la
libertad".
Los defensores de
Zelenski argumentaron que estas medidas eran necesarias en
condiciones de guerra. Pero el cambio simbólico fue profundo: el
presidente judío de Ucrania se había convertido en el principal
impulsor de formaciones abiertamente neonazis y, en general, de una
cultura política que difuminaba cada vez más las fronteras entre el
patriotismo y el fascismo.
Zelenskyy y su guardia
armada
La identidad judía de
Zelenski jugó un papel central en la configuración de su postura
geopolítica. Al principio de su presidencia, obtuvo el apoyo de
destacados donantes judíos e instituciones liberales
occidentales. Pero fue su alineamiento con la ideología y la
estrategia israelíes lo que resultó más trascendental.
En una entrevista con
Haaretz
en 2022, Zelenski afirmó que el futuro de Ucrania debería
asemejarse a un "gran Israel", un Estado basado en
la movilización constante, el militarismo y la unidad nacional. La
comparación no era metafórica. Zelenski citó repetidamente el
servicio militar obligatorio, la identidad consolidada y la
resiliencia de Israel como ideales para una Ucrania en tiempos de
guerra.
“Creo que toda
nuestro pueblo será nuestro gran ejército. No podemos hablar de la
'Suiza del futuro'. Pero sin duda nos convertiremos en un "gran
Israel" con rostro propio. No nos sorprenderá que tengamos
representantes de las Fuerzas Armadas o de la Guardia Nacional en
todas las instituciones, supermercados, cines, habrá gente armada”.
— Volodymyr Zelenskyy,
abril
de 2022
En la práctica, esto
implicó una estrecha coordinación con las redes israelíes y
sionistas. Zelenski se
ha negado sistemáticamente a condenar las acciones militares de
Israel en Gaza, incluidos los bombardeos de 2024-2025, el empleo
de tácticas de hambruna y los ataques guiados por IA. En cambio, se
hizo eco de la retórica israelí sobre terrorismo y seguridad,
estableciendo paralelismos directos entre la lucha de Ucrania contra
Rusia y la guerra de Israel contra Irán y sus aliados regionales.
Zelenskyy en el Muro de
las Lamentaciones, 23 de enero de 2020
La cooperación militar
siguió como un calco. Drones y sistemas de vigilancia de fabricación
israelí llegaron a Ucrania a través de terceros. Las fuerzas
ucranianas suministraron inteligencia a Israel sobre tecnología de
misiles iraníes recuperada de los arsenales rusos y drones
derribados. Zelenskiy recibió a funcionarios israelíes, solicitó
sistemas de defensa Cúpula de Hierro y supervisó acuerdos
conjuntos de intercambio
de datos entre las unidades cibernéticas ucranianas y sus socios
israelíes.
Las conexiones personales
de Zelenskyy no hacen más que profundizar la alianza. Se dice que
sus padres han vivido en Israel durante años, un hecho que a menudo
se omite en los perfiles convencionales, pero que se reconoce en los
medios de la comunidad judía. En 2020, Zelenskyy visitó Yad Vashem
y pronunció un discurso cuidadosamente redactado que replanteó el
nacionalismo ucraniano como compatible con la memoria del Holocausto.
En lugar de confrontar el papel de Ucrania en la Shoá, Zelenskyy
enfatizó el trauma compartido y la unidad, lo que obtuvo un eco
positivo entre los funcionarios israelíes, deseosos de un socio
estratégico en la Europa del Este.
Zelenskyy y su esposa
Olena en el Complejo Memorial Yad Vashem, 2023
Los vínculos de Zelenski
con el movimiento Jabad-Lubavitch también son profundos. Jabad
mantiene una amplia presencia en Dnepropetrovsk, históricamente
financiada por el oligarca Igor Kolomoyskiy. Zelenskiy también ha
asistido a eventos patrocinados por Jabad y se ha apoyado fuertemente
en redes judías globales para obtener ayuda diplomática y militar.
Zelenskyy con los rabinos
de Jabad, septiembre de 2023
El centro cambiante
La transformación
ideológica de Zelenskyy se puede resumir en tres fases:
· Antes de 2019: Un
satírico liberal secular, anticorrupción y sin vínculos con la
extrema derecha.
· 2019-2022: Un
reformista centrista obligado por la guerra al pragmatismo en materia
de seguridad.
· 2022–Presente: Una
conversión total al modelo del “gran Israel”, que integra
fuerzas de extrema derecha y prioriza el nacionalismo militarizado
por sobre el pluralismo liberal.
En definitiva, tal vez
Volodymyr Zelenskyy no sea fascista, pero se ha convertido en el
gestor indispensable de un sistema que rehabilita el fascismo,
tanto en el país que preside como en el extranjero, y en nombre de
algo de mayor alcance. Su legado no será precisamente de pureza ni
de resistencia, sino de complicidad.
III. Milicias y
maquinaria.
Si bien la alianza entre
Ucrania e Israel suele enmarcarse en términos diplomáticos o
simbólicos, su manifestación más potente se encuentran en el campo
de batalla y en las oscuras redes que la sustentan. Desde formaciones
paramilitares y brigadas extremistas hasta contratistas privados
vinculados a la inteligencia y plataformas de vigilancia, la
infraestructura de la relación entre Ucrania e Israel se basa en la
guerra. Es un eje definido no sólo por enemigos comunes, sino
también por los métodos compartidos: la fusión del
nacionalismo, el militarismo y la violencia privatizada.
Brigada Azov (Ucrania)
Brigada Azov, 2022
Fundada originalmente en
2014 como un batallón de voluntarios neonazis, la unidad Azov se
integró posteriormente a la Guardia Nacional de Ucrania. Su insignia
incluye símbolos de carácter nazi, como el Ángel Lobo y el Sol
Negro, y sus miembros fundadores, entre ellos Andriy Biletsky,
defendieron abiertamente la supremacía blanca. A pesar de la condena
internacional, Azov ha sido reconocido por el gobierno ucraniano, y
el presidente Zelenskyy ha concedido honores estatales a sus
integrantes calificándolos de "héroes".
● Unidad financiada por
el oligarca judío Ihor Kolomoisky (unos 10 millones de dólares).
● Miembros judíos como
Nathan Khazin forman parte de Azov
● Azov utiliza armas
antiblindaje MATADOR, codesarrolladas por Israel.
● Delegaciones de Azov
han visitado Israel.
● Coordinación de
inteligencia con Israel en relación con armas iraníes capturadas
(2025).
Sector Derecha /
Cuerpo de Voluntarios Ucranianos
Sector
Derecha, Kiev, 2015
Sector Derecha, es un
movimiento paramilitar y político ultranacionalista que desempeñó
un papel de vanguardia durante el Euromaidán y posteriormente en el
Donbás. Aunque formalmente independiente de Azov, comparte
ideología, personal y coordinación en el campo de batalla. El grupo
ha atraído a combatientes de la extrema derecha internacional y
mantiene vínculos con facciones políticas nacionalistas en Europa e
Israel.
● Boryslav Bereza,
diputado judío afiliado a Sector Derecha, declaró que la ideología
importa más que la etnia.
● Su fundador, Dmytro
Yarosh, se reunió con diplomáticos israelíes en 2014 para
coordinar las provocaciones.
● La retórica pública
se alinea con la narrativa sionista, en particular en su oposición a
Rusia e Irán.
Cuerpo Nacional
Manifestación de Cuerpo
Nacional, 2019
Fundado en 2016 por
veteranos de Azov, Cuerpo Nacional es el brazo político de la
extrema derecha, que fusiona el activismo cívico con la ideología
fascista. Redefine el extremismo paramilitar ucraniano como
patriotismo prooccidental, utilizando la difusión pública y las
delegaciones para forjar legitimidad en el extranjero.
● Participación en
delegaciones a EE. UU. e Israel.
● Reconvertidos en
defensores de los valores occidentales y aliados contra Irán y
Rusia.
● Apoyo financiero a
través de Kolomoisky y legitimador de relaciones públicas alineados
con Israel.
Convergencia
armamentista: Rastreando el arsenal israelí-ucraniano.
Armas como el RGW-90
MATADOR, codesarrollado por Israel, y el FN SCAR-L, suministrado por
la OTAN, han sido vistos en manos de los miembros de Azov y de las
fuerzas especiales israelíes, lo que pone de manifiesto la
utilización conjunta de campos de entrenamiento y canales
logísticos. La aparición de equipos idénticos en el Donbás y Gaza
refleja una cooperación más profunda: una doctrina compartida de
etnonacionalismo militarizado, financiado y equipado por las mismas
redes globales.
MATADOR utilizado en
Ucrania
IV. Armas sin
Fronteras: La creciente presencia militar de Israel en la guerra de
Ucrania.
Si bien Israel se ha
declarado oficialmente neutral en la guerra de Ucrania, un análisis
más profundo revela su discreta pero significativa implicación en
la cadena de suministro militar occidental. Desde acuerdos
multimillonarios con Europa sobre defensa antimisiles hasta el
tráfico encubierto de armas de fabricación estadounidense y rusa a
través de territorio israelí, Tel Aviv se ha posicionado como un
nodo vital, aunque no oficial, en el esfuerzo bélico liderado por
la OTAN. Para Israel, la guerra de Ucrania es tanto una puesta a
prueba de discreción estratégica, como una oportunidad
de mercado.
La “neutralidad” de
Israel es principalmente pragmática. La preocupación por posibles
represalias rusas, en particular en el delicado escenario sirio,
donde Rusia e Israel mantienen un acuerdo de no conflicto, ha
atenuado sus compromisos públicos. Sin embargo, en el fondo, la
industria armamentística israelí ha florecido. Desde 2022, las
exportaciones de armas israelíes a Europa se han disparado,
alcanzando los 13.500 millones de dólares en 2023, de los cuales el
35 % se destinó a clientes europeos (SIPRI, 2024). Los datos
preliminares de 2024 indican un nuevo aumento, hasta los 14.800
millones de dólares, con casi el 40 % de las exportaciones
destinadas a países europeos. Estas cifras no sugieren
imparcialidad, sino integración.
Europa se arma: La
defensa israelí se hace continental
Tras la Operación
Militar Especial iniciada por Rusia en Ucrania en 2022, Europa se ha
convertido en el mercado de armas de más rápido crecimiento para
Israel. El ejemplo más destacado es la compra récord por parte de
Alemania del sistema de defensa antimisiles israelí-estadounidense
Arrow-3, por valor de 4.000
millones de euros. Gracias a la aprobación estadounidense,
esta venta es la mayor en la historia de Israel, situándolo
en el corazón mismo del escudo antimisiles europeo de la OTAN.
Alemania es solo uno de los 21 países que participan actualmente en
la Iniciativa
Escudo del Cielo Europeo, un dispositivo antimisiles regional
en el que los sistemas de defensa israelíes desempeñan un papel
fundamental.
Otras naciones han
seguido el ejemplo. Finlandia y la República Checa adquirieron
recientemente sistemas de defensa aérea israelíes de corto alcance.
Un país europeo, cuyo nombre no se ha revelado, ha adquirido, según
se informa, tanques Merkava excedentes, probados en combate en Gaza y
el Líbano, para reemplazar sus antiguos sistemas blindados
transferidos a Ucrania. Esto coincide con el aumento
de las exportaciones de armas israelíes entre 2022 y 2025 y con el
creciente interés europeo por el material israelí probado en
combate.
Irónicamente, muchos de
los sistemas ahora desplegados o bajo contrato en Europa se
perfeccionaron en las guerras de Israel contra Gaza y el Líbano.
Para Israel, la asediada Franja de Gaza ha funcionado durante mucho
tiempo como un laboratorio
de pruebas de tecnologías en desarrollo, desde drones hasta
sistemas de defensa antimisiles con IA
integrada. Para la OTAN, la Franja de Gaza es ahora una sala de
exposición. Los mismos tanques Merkava que arrasaron barrios enteros
en el sur del Líbano, ahora se ofrecen a compradores europeos como
mejoras para los frentes de la OTAN. Las baterías Arrow-3 se venden
como escudos, tanto contra supuestas amenazas iraníes como rusas.
Tanques israelíes
estacionados junto a la frontera libanesa
Misiles Patriot y
posible negación de su finalidad
Estados Unidos ha
utilizado discretamente territorio israelí para facilitar la
transferencia de armas a Ucrania. En enero de 2025, Axios
reveló que el ejército estadounidense trasladó aproximadamente 90
interceptores de defensa aérea Patriot de su almacenamiento a
largo plazo en el sur de Israel a Polonia, desde donde
posteriormente fueron enviados a Ucrania. Originalmente
desplegados en Israel durante la Guerra del Golfo, los misiles
Patriot fueron almacenados después de que Israel desarrollara sus
propios sistemas de defensa antimisiles, como el Iron Dome y el
Arrow.
Aunque técnicamente se
trata de una operación estadounidense, la transferencia reveló la
función de Israel como discreta vía en el suministro de armas de
Washington a Kiev. Las autoridades ucranianas habían solicitado
los interceptores Patriot meses antes, pero el primer ministro
Benjamin Netanyahu se mostró reticente, al parecer por temor
a represalias rusas, especialmente en Siria, donde los sistemas rusos
S-400 operan cerca de las rutas aéreas israelíes.
El estancamiento
diplomático solo se resolvió tras un acuerdo transaccional:
Netanyahu solicitó la aprobación de Zelenski para permitir que
decenas de miles de judíos ultraortodoxos realizaran la
peregrinación anual a Uman, lugar clave de Jabad en el centro de
Ucrania. Zelenski, a su vez, utilizó la peregrinación como
palanca, negándose a hablar con Netanyahu hasta que se aprobara
la transferencia de los Patriot. Una vez alcanzado el acuerdo, Israel
informó a Moscú que los sistemas simplemente se "devolvían"
a Estados Unidos, no se transferían a Ucrania, una ficción
diplomática que enmascaraba la operación.
Más de 35.000 judíos
jasídicos visitaron Uman durante la peregrinación de 2023
Este episodio no sólo
pone de relieve la compleja coreografía diplomática que
Israel emplea para equilibrar sus vínculos con Occidente y Rusia,
sino que también revela cómo las redes sionistas y la
diplomacia religiosa, como la peregrinación
a Uman y sus vínculos con los centros de Jabad en
Dnepropetrovsk, influyen en las negociaciones militares. A pesar
de las condiciones propias de la guerra, que comenzó en 2022, se
permitió de nuevo a los peregrinos viajar a Uman bajo protocolos de
seguridad reforzados previamente establecidos por el exministro del
Interior de Ucrania Arsen Avakov.
La transferencia de los
sistemas Patriot, valorados en aproximadamente 90 millones de
dólares (los interceptores cuestan alrededor de un millón de
dólares cada uno), consolida aún más el papel de Israel como
nodo logístico –incluso mientras procura mantener una postura
oficial de neutralidad– estratégicamente vital para el impulso
bélico de Occidente.
De Hezbolá a Kiev:
Una propuesta para enviar armas rusas capturadas.
En enero
de 2025, el viceministro de Asuntos Exteriores de Israel, Sharren
Haskel, se reunió con el embajador de Ucrania y ofreció transferir
armas de fabricación rusa capturadas a Hezbolá a las fuerzas
ucranianas. La embajada ucraniana confirmó la conversación y elogió
la oferta como un reconocimiento de las amenazas comunes que
enfrentan ambas naciones.
Kornets rusos confiscados
por las FDI en el sur del Líbano
Las armas en cuestión
incluyen rifles de francotirador Draganov, lanzacohetes sin retroceso
SPG-9, misiles antitanque Kornet y lanzacohetes 9P163-1. Según
informes, todas fueron incautadas por las FDI en el Líbano durante
operaciones contra Hezbolá. Otras municiones capturadas, como el
Toophan iraní y cohetes de 107 mm, indican el apoyo ruso e iraní a
la resistencia.
¿Un poco de simbolismo?
Funcionarios israelíes proponen enviar armas de fabricación
rusa, capturadas a su aliado iraní, para matar a soldados
rusos en Ucrania. Aunque no está claro si la transferencia llegó a
realizarse, la oferta por sí sola indica un cambio importante en el
mensaje israelí. Si bien Tel Aviv sigue evitando la ayuda directa a
Ucrania, adopta cada vez más el lenguaje informal y la postura
capciosa de los aliados de la OTAN.
De la óptica a los
drones: El arsenal encubierto
Más allá de las
transferencias que acaparan titulares, como los interceptores Patriot
o los sistemas antitanque capturados, la convergencia de la
tecnología militar israelí y ucraniana se desarrolla discreta y
paralelamente, mediante exportaciones indirectas y mimetismo en el
campo de batalla. Si bien Tel Aviv evita el envío directo de armas a
Kiev, sus tecnologías, especialmente en lo referente a
drones, óptica de precisión y sistemas digitales,
son cada vez más visibles en el frente ucraniano.
Los vehículos aéreos no
tripulados (UAV) de diseño israelí se han convertido en modelo para
los drones kamikaze de Ucrania. El RAM II, el dron suicida más
utilizado en Ucrania, se asemeja mucho a los israelíes, como el
Harop o el Hero-30, no sólo en su forma, sino también en su función
táctica. Aunque no existe una transferencia oficial, los analistas
sugieren que los diseños se han difundido a través del
entrenamiento de la OTAN, los centros de coordinación
estadounidenses y las empresas de armas de Europa del Este que ya
integraban tecnología israelí.
Drone Harop
Mientras tanto, han
aparecido en las fuerzas armadas ucranianas sistemas de puntería
electro-ópticos de origen o imitación israelí. Las miras réflex,
las miras térmicas y las ópticas de visión nocturna instaladas en
fusiles donados por la OTAN suelen llevar la firma de empresas
israelíes como Meprolight y Elbit Systems. Incluso
las mejoras de artillería “inteligente”, los kits de proyectiles
guiados por láser y los correctores de ataque, imitan los kits
patentados por Israel, como los utilizados en las bombas MPR-500
o la serie de misiles SPIKE.
Las herramientas de
guerra electrónica difuminan aún más las fronteras. Desde mediados
de 2023, Ucrania ha desplegado sistemas de interferencia de corto
alcance y desvío de drones con características notablemente
similares al Scorpius de Rafael y al ReDrone de Elbit. Aunque
oficialmente provienen de proveedores occidentales, las empresas han
detectado solapamientos en emisiones, patrones de software y
funciones tácticas.
Nada de esto requiere
exportaciones directas. De hecho, la fuerte influencia de Israel
reside en su capacidad de integración en la OTAN, lo que permite a
Kiev beneficiarse de la experiencia israelí sin que Tel Aviv firme
un solo albarán. El resultado es un campo de batalla salpicado de la
huella israelí: drones, sistemas ópticos, redes y las tácticas
propias.
Si Gaza es el laboratorio
de fuego real de Israel, Ucrania es su satélite sala de exposición.
V. La Doctrina
Digital: Cómo la IA y la vigilancia reinventan la guerra
Más allá de las
transferencias de armas y hardware de combate que aparecen en los
titulares, la alianza entre Israel y Ucrania se ha consolidado en la
sombra mediante códigos, sensores y selección algorítmica de
objetivos. Las empresas tecnológicas con sede en EEUU y profundos
vínculos con Israel, como Palantir y Anduril, se han
convertido en facilitadores clave de esta convergencia digital. Sus
sistemas, encauzados a través de contratos de la OTAN, canales de
adquisición del Reino Unido o asociaciones militares directas, están
convirtiendo a Gaza y Ucrania en laboratorios gemelos de la
guerra algorítmica. Aquí, la IA no solo apoya las campañas
militares; las transforma, introduciendo una doctrina de vigilancia
predictiva, selección autónoma de objetivos y exterminio de
precisión camuflada como “disuasiva”.
Palantir: Del
Mediterráneo al Mar Negro
Palantir Technologies,
cofundada por el multimillonario proisraelí Peter Thiel, está
ahora integrada en la infraestructura
militar de Ucrania. Desde 2022, las herramientas de IA de
Palantir aplicadas al campo de batalla se han utilizado para:
• Predecir
movimientos de tropas rusas (mediante la plataforma
MetaConstellation,
que analiza imágenes satelitales y transmisiones de drones).
• Apoyo a la
logística de desminado y reconstrucción.
• Asistir al SBU
[Seguridad de Ucrania] en la fusión de inteligencia y la
determinación de objetivos, de forma similar a sus pasados
despliegues con las fuerzas especiales estadounidenses.
Para 2024, Palantir tenía
contratos
formales con el Ministerio de Defensa de Ucrania para el análisis
del campo de batalla en tiempo real y apoyo para la determinación de
objetivos. Nada nuevo para la empresa, Palantir ya había
suministrado sistemas de vigilancia al ejército israelí, los
mismos supuestamente utilizados por "Lavender", sistema de
inteligencia artificial acusado de generar listas de eliminación
masivas durante la guerra [el genocidio] de Gaza (fuente: Revista
+972 , 2024).
El vínculo con Israel no
es únicamente técnico, también ideológico y personal. Palantir
tiene una oficina en Tel Aviv atendida por veteranos de las
Fuerzas de Defensa de Israel (Globes,
2024) y colabora con startups israelíes vinculadas a la
inteligencia. Dream
Security, fundada por Shalev
Hulio (creador del software
espía Pegasus
de NSO Group), surgió en 2023 para desarrollar instrumentos de
vigilancia con inteligencia artificial de última generación. Aunque
no está oficialmente afiliada a Palantir, Dream comparte inversores
y plataformas con su red, lo que demuestra cómo el ADN de la
ciberguerra israelí se infiltra en el campo de batalla digital de
Ucrania.
El nexo entre Israel y
Palantir: inteligencia integrada
Las conexiones de
Palantir con la inteligencia israelí son profundas:
• Contratos con las
Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y el Servicio Nacional de
Inteligencia (Shin Bet) para la vigilancia predictiva, la
identificación de militantes y la localización de objetivos en
tiempo real en Gaza y Cisjordania.
• Colaboración de
Palantir Israelí en proyectos respaldados por el Ministerio de
Defensa, utilizando IA para desarrollar herramientas de
"reconocimiento de 360°" en zonas de combate.
• Personal integrado
en unidades cibernéticas militares israelíes, veteranos de la
Oficina Nacional de Seguridad (NSO) y empresas emergentes de
vigilancia.
Para 2025, los analistas
del Instituto
Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) confirmaron que
las tecnologías de Palantir utilizadas en Gaza tenían su reflejo en
Ucrania, lo que demuestra no sólo una convergencia tecnológica sino
también un paradigma militar compartido.
Anduril: Torres de IA
y enjambres kamikaze
Anduril Industries,
fundada por el empresario y sionista radical Palmer Luckey,
exporta la infraestructura de la guerra automatizada. Inspiradas en
las "vallas inteligentes" de Gaza, las torres centinela
de Anduril, los interceptores autónomos de drones y la munición
de drones de vigilancia impulsados por IA, ya están operativos en
Ucrania.
“Realmente, soy un
sionista radical”.
— Palmer Luckey, Tablet
Magazine
Los despliegues clave
incluyen:
● Instalación de
torres de
detección de drones provistas de IA, financiada por el Reino
Unido con 3,8 millones de libras, para la defensa de fronteras y
bases ucranianas.
● Contrato
de 30 millones de libras (marzo de 2025) a través del
Fondo Internacional para Ucrania (FIU) para el suministro de
municiones Altius-600M y 700M, y drones kamikaze
con orientación autónoma en tiempo real.
● Integración
del simulador HAWK de Anduril para entrenar a operadores de
drones ucranianos en entornos simulados de guerra electrónica y sin
GPS.
Las propuestas de Anduril
para el campo de batalla reflejan la misma lógica táctica vista en
Gaza: contención, prevención y enfrentamiento impulsado por
inteligencia artificial y sin intervención humana.
Su asociación con
Rheinmetall
en 2025, anunciada en el Salón Aeronáutico de París en junio de
2025, profundiza la convergencia del sionismo y la OTAN
en la guerra con drones. Dicha asociación empresarial busca producir
en masa variantes europeas de los drones Barracuda y Fury,
de Anduril, sistemas aéreos autónomos diseñados tanto para
vigilancia como para ataque. Esta colaboración pone de relieve la
continua dependencia de Europa de las tecnologías de defensa de
diseño estadounidense e israelí, especialmente ante las crecientes
dudas sobre los compromisos militares de Estados Unidos durante el
segundo mandato de Trump.
Drones Furia, de Anduril, y
Barracude
El Barracuda,
diseñado para ser barato, modular y con capacidad de ataque
enjambre, funciona de forma muy similar a un misil de crucero,
mientras que el Fury posee una capacidad de ataque más
sigilosa y de largo alcance, guiados por IA y probados en
combate en Ucrania.
VI. Eje de la Guerra
Privada: Contratistas, ONG´s y Vínculos de Inteligencia
Las guerras en Ucrania y
Gaza no son guerras aisladas; son escenarios gemelos de un
experimento global de guerra privatizada y digitalizada. Un
ecosistema integrado abarca ahora ambos conflictos, en los que
contratistas militares, agencias de inteligencia, startups
tecnológicas y ONG´s humanitarias operan bajo directrices
integradas. En su núcleo, se encuentra una clase de combatientes
moldeada por el modelo israelí: una doctrina de contención,
vigilancia y disuasión exportada a través de los continentes.
Contratistas privados
y cadena de suministro de personal
Desde 2014, los
contratistas militares privados israelíes (PMCs por sus siglas en
inglés) han desempeñado un papel fundamental en la configuración
del potencial de Ucrania en el campo de batalla. Empresas integradas
por exmiembros de las fuerzas especiales israelíes entrenaron a
formaciones de extrema derecha, como Azov y Sector Derecha, en guerra
urbana, incursiones antiterroristas y represión de multitudes.
Spear
Operations Group, uno de estos contratistas, es una empresa
privada, con sede en Delaware, fundada por Abraham
Golan, consultor de seguridad húngaro-israelí. Esta empresa se
hizo famosa por su trabajo en Ucrania, pero también por un programa
encubierto independiente en Yemen.
A partir de 2015, los Emiratos Árabes Unidos contrataron al equipo
de Golan para llevar a cabo asesinatos selectivos durante la
guerra civil de Yemen, incluyendo el intento de asesinato de figuras
políticas, un precedente que planteó serias dudas legales en virtud
de la Ley de Crímenes de Guerra de Estados Unidos de 1996. Las
operaciones llevadas a cabo por la firma, tanto en Ucrania como en
Yemen, son un claro ejemplo de la naturaleza transnacional de la
economía de guerra privatizada.
Para 2022, los asesores
israelíes habían formalizado relaciones con agencias ucranianas
como el SBU y la Policía Nacional, procurándoles
instrucción en protocolos de detención, gestión de puestos de
control y operaciones psicológicas siguiendo el modelo de los
procedimientos del Shin Bet y las FDI.
Estas mismas técnicas
aparecen ahora en Gaza, pero a la inversa. Contratistas respaldados
por Estados Unidos e Israel, como Safe Reach Solutions y UG
Solutions, con personal presuntamente extraído de las filas de las
milicias ucranianas, gestionan ahora el régimen militarizado de la
supuesta “ayuda humanitaria” en Gaza. Vigilan los puntos de
suministro de alimentos con escáneres biométricos, emiten tarjetas
de identificación para las raciones y aplican toques de queda con
patrullas armadas. Lo que comenzó como entrenamiento en Ucrania se
manifiesta ahora en el control de la población en Gaza, revelando un
flujo circular de personal, doctrina y logística, originando lo que
equivale a una cadena de suministro privatizada.
Puedes leer más sobre
Safe Reach Solutions y UG Solutions aquí.
Vigilancia compartida:
De los puntos de control biométricos a las listas de eliminación
Palantir Technologies se
encuentra en el centro de este modelo de guerra transnacional. En
Ucrania, la plataforma
Gotham, de Palantir, fusiona fuentes de inteligencia, vigilancia
del campo de batalla, redes sociales y telemetría de drones y
control de objetivos en tiempo real utilizados por el ejército y el
SBU. En Gaza, un software similar sustenta los sistemas de
"supervisión humanitaria", determinando quién recibe
ayuda y quién es identificado como potencial amenaza. El resultado
es una estructura de vigilancia que rastrea simultáneamente a
combatientes enemigos y a civiles hambrientos.
Esta estructura está
respaldada por un conjunto de hardware israelí: las "vallas
inteligentes" de Elbit Systems, drones, como el Hermes 450,
y torres de vigilancia fronteriza, desplegadas a todo lo largo del
perímetro de Gaza para imponer un férreo control (sistemas
probablemente
suministrados para la frontera oriental de Ucrania y financiados
por la UE como parte de los 12.500 millones de dólares de las
exportaciones de defensa de Israel en 2022. Financiadas por gobiernos
occidentales, puestas en funcionamiento por empresas israelíes y
evaluadas en tiempos de guerra, estas herramientas redefinen las
fronteras como interfaces de control total: puertas digitalizadas
para gestionar, clasificar y castigar.
Software MOSAIC UxS
utilizado en Ucrania
Un elemento menos
conocido, pero crucial, es la plataforma Mosaic, desarrollada
por contratistas de defensa israelíes y utilizada tanto por las
Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) como por aliados occidentales. En
Ucrania, Mosaic
recopila datos de sensores, señales de drones e inteligencia del
campo de batalla elaborando listas automatizadas de objetivos. En
Gaza, rastrea a los receptores de alimentos y detecta "actividad
sospechosa" entre la población civil. Como resultado de esta
lógica, en ocasiones es el mismo software el guía tanto los ataques
con misiles como la distribución de alimentos.
ONG´s, guerra legal y
lavado ideológico
El frente ideológico no
está menos integrado. ONG´s alineadas con Israel, como Shurat
HaDin y My
Truth (integradas por veteranos y reservistas de las Fuerzas
de Defensa de Israel), han transformado a los batallones
nacionalistas ucranianos en héroes de la civilización occidental,
blanqueando su historial nazi a través de la lente sionista de una
"seguridad compartida". Figuras como Nathan Khazin ahora se
presentan como símbolos de la unidad judeo-ucraniana, una narrativa
que Israel promueve para justificar la venta de armas y una
cooperación más profunda.
En Gaza, un mismo
complejo de ONG´s facilita operaciones “humanitarias” que a la
vez sirven como fuerzas de seguridad represivas y de control. La
Fundación Humanitaria de Gaza (FGH) es paradigmática.
Respaldada por exoficiales de la CIA y el MI6, asesores israelíes y
empresas militares privadas estadounidenses con supuestas
aspiraciones evangélicas. Contratistas armados gestionan los puntos
de distribución de alimentos, controlan multitudes e introducen
datos en plataformas de análisis predictivo. Algunas ONG´s activas
en Gaza, posiblemente basándose en modelos de las zonas de conflicto
de Ucrania, difuminan la línea que media entre la ayuda humanitaria
y el control policial.
La clase guerrera de
las startups.
Esta convergencia de lo
estatal con lo privado, ha dado origen a una nueva élite: una clase
guerrera de startups compuesta por emprendedores israelíes,
ucranianos y occidentales que no ven el conflicto como una tragedia,
sino como una oportunidad. Empresas de tecnología militar como
SpearUAV,
han puesto a prueba sus productos en combate real, primero en
Mariupol y luego en Rafah. Muchas de estas empresas reciben
financiación de firmas de capital riesgo israelíes como OurCrowd
o de entidades alineadas con la OTAN en Varsovia y Kiev. Estas
startups incuban enjambres de drones, cadenas mortíferas
impulsadas por IA y herramientas de vigilancia predictiva en Ucrania,
para luego exportarlas a Gaza y viceversa.
VII. Odios
santificados: El motor ideológico tras Gaza y el Donbás.
Simbiosis
sionista-banderista y doctrina del Estado fortaleza
La alianza entre
ultranacionalistas ucranianos y sionistas israelíes parece
paradójica: unos arraigados en el legado colaboracionista nazi de
Stepan Bandera, los otros en la supervivencia del Holocausto. Sin
embargo, su alianza es alimentada por una visión etno-nacionalista
compartida: la construcción del Estado mediante la exclusión, donde
supuestas amenazas existenciales justifican la violencia extrema.
Esta simbiosis no es casual, sino una convergencia deliberada de
doctrinas que unen a Kiev y Tel Aviv en una guerra por el dominio
demográfico.
Etnon-nacionalismo
como mandato sagrado
El incremento paramilitar
en la Ucrania posterior a 2014 se basó en la Organización de
Nacionalistas Ucranianos de Bandera, que concebía un etno-estado
racialmente puro, libre de judíos, polacos y rusos. Unidades
como Azov, Sector Derecha y Cuerpo Nacional abrazaron este legado,
con el primer líder de Azov,
Andriy Biletsky, declarando: "Nuestra misión es liderar a
las razas blancas del mundo en una cruzada final... contra los
Untermenschen liderados por los semitas". Dmytro
"Da Vinci" Kotsiubailo, comandante de los Lobos Da
Vinci, se jactó en 2021 de alimentar a su lobo en el Donbass con
"huesos de niños rusos". El alcalde de Konotop, Artem
Semenikhin, exmiembro de Svoboda, vilipendió la cultura rusa
tildándola de amenaza a la pureza ucraniana y demoliendo monumentos
soviéticos. Estas amenazas contra los rusos y los residentes del
Donbass se hacen eco del impulso por la exclusividad étnica. Aunque
Azov se rebautizó para recibir ayuda occidental, aceptando en sus
filas a miembros judíos como Nathan Khazin, sus símbolos Wolfsangel
y Black Sun son una clara señal de sus arraigadas raíces
etno-nacionalistas. La narrativa de Israel es reflejo similar.

Kotsiubailo y su
mascota, el lobo, posan frente al mural de Stepan Bandera
La Carta
del Likud afirma que “entre el Mar y el río Jordán solo
existirá la soberanía israelí”, presentando a los palestinos
como una amenaza demográfica. La llamada del ministro de Finanzas
israelí, Bezalel Smotrich, a “aniquilar”
las aldeas palestinas y la etiqueta de “bestias salvajes” del
ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, a los palestinos,
reflejan el afán sionista de exclusividad étnica. Al igual que la
visión de Bandera, Israel exige un Estado purificado por la fuerza.
El Estado-fortaleza
como escudo moral
Ambas naciones se
presentan como puestos avanzados asediados de la "civilización"
contra la "barbarie". Las fortificaciones fronterizas de
Ucrania y las amenazas
de Kyrylo Budanov de "asesinatos selectivos" contra rusos
en todo el mundo, pretende enfrentar la “amenaza existencial” de
Rusia. Paralelamente, el bloqueo israelí de Gaza y la discriminación
racial en los puestos de control frustran el "terrorismo".
Illia Samoilenko, militante de Azov, de visita en Israel en 2022,
calificó a ambas naciones de "civilizadas" en lucha contra
los "incivilizados" rusos y palestinos.
Esta mentalidad de asedio
sacraliza:
• Fronteras
militarizadas como garantía de seguridad.
• Castigo colectivo
como disuasión estratégica.
• Movilización
permanente como resiliencia nacional.
Según se informa, las
tácticas de guerra urbana israelíes, incluida la Doctrina Dahiya de
fuerza desproporcionada, han influido en las estrategias ucranianas
en el Donbass, y los entrenadores de las FDI comparten su experiencia
desde 2022. Esta simbiosis sionista-banderista alimenta un modelo de
Estado fortaleza, donde la guerra no es política sino destino,
librando una cruzada por la exclusión y el control.
Gaza y Donbás:
Frentes gemelos de la misma guerra
La guerra en Ucrania y el
genocidio en Gaza no son conflictos separados. Son escenarios
paralelos de la misma confrontación: Occidente contra Oriente. En
ambos, escenarios, un etno-estado militarizado, respaldado por
Occidente, ataca a un pueblo oriental cuyo único delito es negarse a
desaparecer.
Café ucraniano en
Israel, dañado por misiles iraníes en junio de 2025
En el Donbás, fueron los
pueblos que resistieron el golpe de Maidán quienes se negaron a
doblegarse ante un régimen aliado con la OTAN, erigido
sobre un nacionalismo racial y la amnesia histórica. En Gaza, es el
pueblo que se niega a entregar su tierra, su dignidad y su derecho a
existir a un estado colono respaldado por Occidente, que los
considera una amenaza demográfica. Desde 2014, ambos han sido
bombardeados, bloqueados, privados de alimentos, calumniados y
acusados de terrorismo por atreverse a sobrevivir.
Occidente lo llama orden.
Pero es un orden construido sobre el asedio y la matanza.
Quienes insisten en que
Rusia está secretamente alineada con Israel malinterpretan la
historia y el momento actual. Rusia puede ser cautelosa, e incluso
escurridiza en ciertos ámbitos diplomáticos, pero no ha abrazado la
lógica aniquiladora de Occidente. No se ha sumado al proyecto de
etno-estados-fortaleza que lanzan drones con inteligencia artificial
contra campos de refugiados o sótanos de escuelas. Muy al contrario,
Rusia se erige, con todas sus contradicciones, como un importante
freno a ese pretendido orden mundial.
Si Israel es Ucrania,
Gaza es el Donbás: dos pueblos al parecer situados en el lado
equivocado del imperio occidental, atrapados tras alambres de púas y
controlados por la mirada digital. Y si Rusia es algo en esta
ecuación, podría ser lo que Irán es para Gaza: un aliado
imperfecto, vilipendiado por atreverse a intervenir.
Estas no son guerras
aisladas. Son frentes de un mismo conflicto global: un Occidente que
busca borrar la historia, las fronteras y los pueblos, y un Oriente
que se niega a desaparecer. La propaganda puede variar. Los drones
pueden evolucionar. Pero las líneas de batalla están trazadas.
Desde el Donbass hasta
Gaza, todo imperio llega a su fin.
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