Como era previsible desde hace unos meses, el matrimonio de conveniencia entre Podemos e Izquierda Unida se ha consumado, y ambas fuerzas concurrirán juntas a las elecciones. En las generales del 20D no hubo consumación debido a la negativa de Podemos, pero parece que unas encuestas no muy halagüeñas han convencido a Pablo Iglesias de la conveniencia del acuerdo. Aunque no haya sido ninguna sorpresa, resulta relevante la poca oposición interna a un pacto entre dos fuerzas que durante la pasada campaña electoral y hasta hace pocas semanas se atacaban con saña con gravísimas acusaciones. Deja muy en evidencia lo mucho de postureo e impostación que tiene la “nueva” política y lo poco de principios morales e ideológicos.
No hay que ser un experto en ciencias políticas para ver que en el pacto ha sido IU la que ha claudicado casi todos sus principios programáticos a cambio de una serie de posibles nuevos diputados. Diputados que casi en exclusiva dependen de que IU sea capaz de mejorar los resultados de Podemos en las pasados elecciones. Si el pacto no consiguiera mejorar los resultados que obtuvo Podemos solo en las elecciones del 20D, el número de diputados que tendría IU sería insignificante, habiendo dejado todo el coste del pacto en las espaldas de IU.
En IU, en general el pacto ha sido recibido con entusiasmo e “ilusión”, lo que demuestra hasta qué punto se ha perdido el discurso propio. Quitando una pequeña minoría heroica que denuncia el pacto desde principios ideológicos, el resto de voces críticas se han limitado a denunciar el escaso rédito en escaños que IU obtendrá en las próximas elecciones. Que haya sido una persona tan poco representativa de los postulados más ideológicos supuestos en IU, como Gaspar Llamazares, el que haya encabezado la crítica demuestra el nivel de abandono de cualquier idea de defensa de la clase trabajadora a cambio de la “transversalidad” y el ciudadanismo podemita.
El pacto se está vendiendo como la oportunidad histórica(1) de revertir el neoliberalismo(2) mediante un gobierno que se enfrente a Bruselas. Ante la evidente derrota del proyecto hermano de Podemos, Syriza, en ese intento de oponerse a Bruselas, se responde con un genérico “España no es Grecia”, como si esa afirmación evidente respondiera algo. La creencia casi religiosa en que una victoria en las urnas puede producir cambios profundos en el sistema capitalista responde bastante a la infantilización de la política que producen movimientos como el 15M y los partidos como Podemos e IU que se dicen sus herederos.
En esta visión, que ignora todo el entramado de poder que detenta el capitalismo, la misma toma del gobierno se transmuta de forma milagrosa en la toma de los resortes de poder. Es una visión que es indiferente al hecho de que tal cosa jamás haya ocurrido en la historia, y que los ejemplos de partidos que han prometido cambios sustanciales en las elecciones y no han podido llevar a cabo esos cambios, incluso cuando lo hayan pretendido, son abrumadores. Se ignora el armazón de entidades supranacionales, de organizaciones económicas y tratados internacionales que restringen la capacidad de maniobra de los gobiernos en las “democracias” burguesas. Y se ignora también la brutal capacidad de chantaje del capital internacional. Se habla de la auditoría o el impago de la deuda ignorando el poder de las entidades a las que se les debe ese dinero.
Durante muchas décadas del pasado siglo, la oposición a cualquier intento de cambios reales en el sistema capitalista solía tener la forma de golpe de estado(3). Desde hace algunos años, la globalización ha permitido al capital tener un poder que hace innecesario, en la mayoría de los casos, el uso de la fuerza militar. Como se ha demostrado en Grecia, y antes en Irlanda, Portugal o Italia, el capitalismo puede poner a un país de rodillas sin necesidad de disparar un solo tiro. Eso no significa que no se siga recurriendo a los viejos métodos violentos cuando el resto fallan. Cómo se va a enfrentar ese poder del capital con solo una victoria electoral es algo que todavía los gurús de la “confluencia” no nos han explicado.
En este aspecto resulta llamativo que los partidarios de Podemos en IU se muestren mucho más optimistas que su nuevo líder, Pablo Iglesias, que respondía así a una pregunta en una reciente entrevista en La Razón:
–¿Dónde está Podemos ideológicamente?
–Quizá por ser profesor de ciencia política soy enormemente pragmático. Cuando gobiernas tienes una serie de opciones y son enormemente limitadas, independientemente de tu ideología. Uno puede elegir hacer una reforma fiscal un poquito más redistributiva, aumentar un poquito el consumo, mejorar las condiciones de la gente. El elenco de políticas que puedes elegir es muy limitado. Por eso queremos gobernar con el PSOE, porque en un porcentaje muy amplio de su programa estamos de acuerdo.
La respuesta no deja lugar a muchas dudas. Lo que pretende Podemos, y ahora IU, es solamente un pequeño intento de mejora de las condiciones de la gente, dentro de un margen de maniobra muy estrecho. Más aún, lo que Pablo Iglesias no especifica, pero que queda muy claro dado el discurso de Podemos y el destinatario de su mensaje, es que para Podemos “la gente” es la clase media urbana, olvidando por supuesto al trabajador menos cualificado, segmento al que Podemos, y ahora IU, es totalmente ajeno. Ellos son “la generación mejor preparada de la historia” no “lúmpen, gentuza de clase más baja que la nuestra“.
En una versión realista de la política debemos conocer la correlación de fuerzas. Si solo aspiramos a derogar algunas de las leyes más reaccionarias aprobadas por el PP estamos perfectamente dentro de lo posible. Pero para ese viaje no hacían falta alforjas. Para eso hubiera sido suficiente con votar al PSOE y seguir con el baile de la yenka que viene practicando la social democracia desde hace décadas. Si se trata de sustituir al PSOE por un versión más moderna del propio PSOE pero con las mismas políticas no sé por qué IU no se integró en Podemos mucho antes.
Sin embargo, si aspiramos a un cambio más profundo debemos llevar nuestro análisis mucho más a la raíz del sistema económico actual. Cualquier cambio que trate de limitar, aunque muy tibiamente, los privilegios del capital en su explotación de la clase trabajadora tienen una respuesta brutal por parte de éste. Ni siquiera estamos hablando de la oposición a regímenes socialistas como durante los años de la guerra fría, sino de la oposición a cualquier gobierno que quiera realizar una agenda de reformas económicas que vaya más allá de la mera cosmética. Quizás el ejemplo más reciente de un gobierno que ha realizado cambios que han tratado de ser relevantes ha sido el chavismo en Venezuela. Creo que no es necesario enumerar todas las barbaridades que el capitalismo tanto dentro como fuera de Venezuela ha llevado a cabo para tratar de acabar con los sucesivos gobiernos de Hugo Chávez primero y Nicolás Maduro después. Desde el recurso del golpe de estado cuando los demás fallaron a una guerra comercial que Venezuela libra desde hace años. En esta guerra ni siquiera importa descender el precio del petróleo a mínimos históricos con tal de ahogar económicamente al enemigo.
Eso es a lo que se enfrentaría cualquier gobierno que de verdad planteara reformas profundas del sistema capitalista. Esa es una batalla casi imposible de ganar incluso con una país entero movilizado y en lucha. Pretender que una clase media adicta a las redes sociales y al “ciberactivismo”, a la que se le ha prometido la solución de todos los malos a cambio de su voto va a estar dispuesta a aceptar los sacrificios de una guerra contra los poderes que gobiernan realmente España es tan ridículo como imposible. Pretender que se puede mejorar de forma sustancial la situación de la clase trabajadora sin enfrentar al capitalismo es ser muy ignorante o muy inocente.
Es evidente que el pacto de IU con Podemos es mucho más que una simple reorientación de la estrategia para conseguir los mismos fines, es un cambio mismo de los principios, abrazando la social democracia y dejando los postulados socialistas y comunistas como meros referentes retóricos sin ningún valor práctico. Es el mismo camino que emprendió el PCI italiano y que condujo a su desaparición. Resulta sarcástico que a los que llevamos un año denunciando esta mutación de IU en Podemos se nos acuse de que estábamos equivocados al pronosticar justo lo que está pasando.
Porque, ¿qué es lo que está pasando? ¿En qué ha quedado el programa de IU? Para empezar IU deja fuera del acuerdo de mínimos con Podemos la República, el no a la OTAN y las nacionalizaciones, acepta presentar listas conjuntas en las que se encuentra un ex JEMAD(4), como Julio Rodríguez, y pacta con una partido en el cual uno de sus principales líderes, Pablo Echenique, es ex-militante de Ciudadanos y partidario de la invasión de Iraq. El documento tampoco habla de la posibilidad de negociar una quita de la deuda. ¿Qué queda entonces del programa ideológico de IU en el pacto con Podemos?
¿Qué futuro tiene una organización política que renuncia a todos sus principios para “ganar”? Este concepto de “ganar” que se está usando en IU por sus dirigentes para acallar cualquier voz crítica resulta muy interesante. Como todo en este modelo de “nueva” política es un concepto vacío más. Ganar unas elecciones para IU solo debería tener valor si va a suponer un cambio real de las condiciones de la clase trabajadora. Sin embargo, sobre qué va a significar esta victoria hemos oído muy poco. Solo algunas referencias a un programa económico de expansión del gasto público, muy en la línea social demócrata, que ignora cómo va a permitir la Unión Europea no cumplir unos objetivos de déficit que ya están muy por debajo del déficit real. Cuando Bruselas pide un recorte adicional del 8.000 millones y una posible multa de 2.000 solo para 2016, Podemos ofrece un aumento del gasto público de más de 90.000 millones en cuatro años. El cómo aún está por explicar,
Como ejemplo de qué queda del programa de IU en sus puntos principales tras el acuerdo bien vale esta figura:
Ante esta obsesión por ganar, las ideas y los principios se abandonan. Primero en el programa de “mínimos” se olvidan muchas de las reivindicaciones básicas de IU, como la república, la laicidad del estado o la oposición al imperialismo. Luego se va abandonando todo lo que la retórica ha ido creando y ahora no es necesario. Hace solo unos meses todo pasaba por acabar con el bipartidismo, el famoso PPSOE. Eso también ha desaparecido, Íñigo Errejón escribe en Tweeter: “Ofrecemos al PSOE un acuerdo para candidatura conjunta en el Senado. Tendemos la mano para que el PP no pueda bloquear un gobierno de cambio”, y nadie se avergüenza de ello. Iglesias por su parte insta al PSOE al elegir entre “facilitar un Gobierno del PP” o pactar con Podemos. El pacto con el PSOE ha sido considerado por Alberto Garzón como “lo más razonable del mundo” y ha afirmado que IU estaría de acuerdo en ir en coalición con el PSOE al senado. Todo esto sin el menor rubor, cuando él y sus principales apoyos han criticado en repetidas ocasiones el pacto del 2000 entre Almunia y Frutos que se produjo en exactamente los mismos términos, y con un PSOE menos derechizado que el actual. Quizás el PPSOE ha desaparecido, porque ahora que Podemos ofrece pactos al PSOE, deberíamos hablar del PPodemoSOE. Incluso el término bipartidismo ha desaparecido, lo que es lógico cuando a lo que se aspira es a compartir con el PSOE una de las dos patas de ese bipartidismo.
Parece que aquello de la teoría de las dos orillas también se ha olvidado, o alguien se ha cambiado de orilla sin que nos hayamos enterado. Otros mantras también son ahora arrinconados. Hasta hace unos meses las primarias eran el Bálsamo de Fierabrás de la política, en oposición a los acuerdos de “mesa camilla”. Sin embargo el pacto se ha cocinado entre un selecto grupo de personas que han decidido las condiciones del pacto y quiénes y en qué puestos van en las listas sin que los militantes hayan tenido noticia siquiera de qué criterios se han usado. De la misma forma la canción de las navidades pasadas, aquella de los “pactos desde abajo y no entre cúpulas” se ha guardado en el cajón. En el mismo cajón que se encuentra aquella Unidad Popular que constituía el futuro de la izquierda en España y la esperanza de “las clases populares” y que en esta salsa ni está ni se le espera. De las críticas lanzadas durante la campaña del 20D por parte de Alberto Garzón y Cayo Lara, entre otros, a Podemos por su falta de principios ideológicos ya no queda nada. De la misma forma que las críticas de Podemos a IU. En ambos casos eran solo teatro.
También ha sido un modelo de objetividad la pregunta que IU ha hecho a sus militantes:
Pregunta: En ese marco: ¿Estás de acuerdo con que Izquierda Unida concurra a esta segunda vuelta de las elecciones que se celebrará el 26J en alianza electoral con Podemos, Equo, los partidos de UP, las confluencias En Comú Podem en Cataluña, En Marea en Galicia y Compromís -PODEMOS- #ÉsElMoment en Valencia y otras fuerzas que apuestan por un cambio real en este momento histórico y que lo haga en las condiciones que se adjuntan?
Es evidente que una pregunta así no pretendía en ningún momento sesgar el voto hacia el sí o el no.
Ante la evidencia de la renuncia de IU a casi todo lo que le diferencia de Podemos, se plantea el tema de cómo hacer la campaña electoral. El caso de Podemos es simple, porque el contenido del pacto responde totalmente a su programa, el protagonismo de sus líderes en las listas es total y es evidente que para todos sus votantes la “adopción” de IU es solo un jugada de estrategia que no modifica en nada su política.
En IU hay más preocupación, sobre todo porque la mayoría de los puestos en las listas acordados, y por lo tanto el puesto de trabajo que garantizan, depende de que IU logre sumar a todos sus votantes a la coalición. Cualquier análisis debe contemplar la posibilidad de que una parte del electorado más ideologizado de IU no vote a una coalición que no es tal, sino Podemos + otros. Eso preocupa mucho en la cúpula de IU y el PCE. La apuesta ha sido abandonar cualquier principio ideológico a cambio de ganar, y para la mayoría de los nuevos, y algunos de los viejos, dirigentes de IU y el PCE ganar significa asegurarse un puesto de trabajo para los próximos cuatro años.
Una campaña de IU bajo el paraguas de Podemos tendría el posible efecto de desmovilizar a parte del electorado de IU. La solución, más original que moral, ha sido la de que la coalición tenga dos campañas y dos programas separados. Esta argucia soslaya cosas tan básicas como que la coalición tendría un único grupo y una sola voz en el parlamento, y por lo tanto no podrá defender a la vez dos programas políticos diferentes. ¿A qué programa estará votando un simpatizante de IU en la gran mayoría de circunscripciones electorales en las cuáles es muy difícil que ningún miembro de IU salga elegido? ¿En Almería, donde no hay posibilidad de un segundo escaño, qué programa defenderá el ex JEMAD y ex alto cargo de la OTAN Julio Rodríguez?
Hemos de recordar además que en el pacto alcanzado no se han propuesto mecanismos de control de lo acordado, dejando todo al libre albedrío de la parte que ocupa la abrumadora mayoría de escaños con posibilidades reales de salir elegidos, Podemos. Como muy bien señalaba Daniel Kaplún en un reciente artículo: “Esto forma parte de la idea de acuerdo “de usar y tirar” a la que aludía al comienzo, pero también (y sobre todo), al concepto organizativo de Podemos, de “máquina de guerra electoral”, basada casi exclusivamente en la presencia mediática, y del que las bases organizadas han quedado prácticamente relegadas a un mero decorado”.
En este mismo artículo se citaban algunas de las renuncias más flagrantes de IU en su pacto con Podemos, tales como:
La derogación de los artículos 315.3 y 558 del código penal (tendentes a criminalizar el derecho de huelga y la acción sindical).
La restitución de los 45 días de indemnización por despido improcedente.
La creación de un parque de vivienda pública para su puesta a disposición en régimen de alquiler social.
La recuperación e incremento del carácter progresivo, justo y suficiente de la fiscalidad.
La supresión de las SICAV.
La supresión de la asignatura de religión del currículum escolar.
La supresión de la financiación pública de la Iglesia y la exigencia del pago de impuestos por sus propiedades, ingresos y capitales.
La nacionalización de sectores productivos estratégicos.
La conformación federal del Estado.
Es evidente que el objetivo final de Podemos es la desintegración de IU. Por un lado mediante la absorción de los miembros que le son más cercanos y por otro mediante la destrucción de su discurso ideológico hasta vaciarlo de contenido, eliminando así su razón de ser. Nunca se ha planteado Podemos otra cosa, y aquellos dirigentes de IU que están colaborando con esta estrategia la conocen perfectamente.
Dentro de este objetivo, una vez cerrado el pacto, Podemos está haciendo todo lo posible por humillar los referentes ideológicos de IU para aumentar la sensación de que Podemos hace un favor a IU. Así tenemos las referencias a la “generosidad” que ha tenido Podemos con IU a las que ha aludido Pablo Iglesias. O situar a Julio Rodríguez y Manuel Monereo como cabezas de lista en Almería y Córdoba, precisamente en Andalucía, donde IU conserva su mayor base electoral, y a sabiendas de que serían recibidos con mucho rechazo. Es una forma de demostrar públicamente quién es el “macho alfa” de la coalición. De la misma manera Echenique afirma que “el comunismo es algo viejo que no funcionó”, o insulta a la que hasta hace poco era una de las referencias de IU, como es Venezuela, comparando a Nicolás Maduro con Rajoy. Es probable que esta forma de demostrar una y otra vez “que la coalición es mía” continúe durante la campaña.
Es evidente que lo expuesto aquí no es ningún arcano que solo los sabios conocen. Los dirigentes de Podemos, como hemos visto en el caso de Pablo Iglesias, tienen muy claro el límite de las políticas que llevarían a cabo en caso de poder formar parte de un gobierno. De hecho, su mayor preocupación es conseguir que los fuegos de artificio de la propaganda consigan ocultar lo poco que hay de cambio real en sus políticas, como está siendo el caso de Colau, Kichi o Carmena.
Para los dirigentes de IU la razón es diferente, pero tampoco los deja en mejor lugar. Por un lado, a pesar de golpes de pecho comunistas y referencias retóricas a las luchas obreras para consumo interno, es evidente que la procedencia de las personas que están liderando de facto a IU desde hace meses nada tiene que ver con la clase obrera y mucho menos con la lucha contra el capitalismo. La gran mayoría de ellos son de procedencia de clase media acomodada, lo que se suele llamar de élite trabajadora, todos ellos con estudios universitarios y que comparten referencias ideológicas muchos más cercanas a los ambientes hipster que a Marcelino Camacho o Dolores Ibárruri.
La mayoría de ellos, pese a su juventud, llevan ya muchos años viviendo de la política, y de ella han hecho su profesión. La irrupción de Podemos ha sido para ellos como el advenimiento del mesías. El cambio en sus posibilidades personales de ascenso social es brutal. Pasar de ser los líderes de una fuerza minoritaria a poder participar en algo que aspira a gobernar bien vale una misa, un general de la OTAN, abandonar Venezuela a su suerte o lo que sea. Como puntualizaba Iñaki Anasagasti en un artículo reciente: “Pues a pesar de las carantoñas, los abrazos, las ridiculeces y cursilerías de la Puerta del Sol, solo coyuntura, nada más que coyuntura y en el caso de Garzón, mucha ambición personal.”
En esta coyuntura de ambiciones personales, una cúpula del PCE ajena a cualquier lucha desde hace años y cuyo único objetivo es mantener el cargo ha visto la posibilidad de su vida. Han aceptado cualquier renuncia a cambio de algunas migajas del pastel. Una militancia poco formada, podemizada en su mayoría y que también procede mayoritariamente de la “clase media” alternativa y oenegera y no de la clase trabajadora, ha hecho el resto.
A pesar de que existe una minoría de militantes que están tratando de resistir de forma numantina a la podemización de IU, los cambios operados en los últimos meses no tienen vuelta atrás. Lo que está ocurriendo en IU es el colofón de lo que empezó en el PCE hace décadas y ha ocurrido en la gran mayoría de partidos socialistas y comunistas en los últimos 50 años en Europa. Ninguno de ellos retomó una propuesta ideológica después de abandonarla, e IU no será una excepción. Parafraseando a Cicerón: “Los partidos que olvidan su historia están condenados a repetirla”.
Este es probablemente mi último artículo sobre Izquierda Unida. Creo que el pacto con Podemos cierra el círculo y convierte a IU en una fuerza política sin nada que aportar. Conozco a un puñado de militantes de buena fe que siguen trabajando en IU a pesar del irrespirable ambiente que tienen que sufrir. En la actualidad la vida interna de IU se ha convertido en un culto al líder en el cual cualquier posición crítica es anatemizada. Me gustaría que comprendieran que la IU en la que creen ha dejado ya de existir y no se abrazaran a su yerto cadáver, sino que invirtieran su enorme capacidad de trabajo y compromiso en algún lugar que mereciera más la pena. Pero supongo que no debe ser fácil aceptar que la organización a la que has dedicado años de trabajo yo no existe. Yo al menos me bajo. No creo además que vaya a haber muchos que me echen de menos…
Salud y república
“El oportunista no traiciona a su partido, no le es desleal, no se retira de él. Sigue sirviéndolo, sincera y celosamente. Pero su rasgo típico y característico es que cede al estado de ánimo del momento, es su incapacidad de oponerse a lo que está en boga, es su miopía y abulia políticas. Oportunismo significa sacrificar los intereses prolongados y esenciales del Partido en aras de sus intereses momentáneos, transitorios y secundarios”, Vladimir Ilyich Ulyanov, Lenin
(1) En los últimos meses ha habido tantos momentos históricos y nos hemos jugado tantas veces el futuro que ya he perdido la cuenta.
(2) El término capitalismo cada vez se escucha menos en IU, y se sustituye por neoliberalismo, austericidio, u otros términos que permiten un discurso menos ideológico y que a la vez evitan la necesaria denuncia del capitalismo.
(3) América Latina y África, e incluso Europa, sufrieron numerosos golpes de estado ante cualquier intento de los gobiernos de limitar la brutalidad del capitalismo.
(4) El Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) es el órgano unipersonal de las Fuerzas Armadas de España y ostenta la representación institucional de las Fuerzas Armadas.
Donde el texto termina diciendo salud y república, cámbialo por salud y anarquía será perfecto ;-)
ResponderEliminarEfectivamente el principal problema de la sociedad es la falta de valores, de ideales, pero a veces solo decir esto ya eres sospechoso de fachosista, que penoso.
La izquierda estatal se limita a pedir, en el mejor de los casos, más policía en la calle que vele por nuestra seguridazz y la de las mujeres "maltratadas", más derechos para el movimiento homosexual que ellos mismos crean y definen, más "libertad" para todo aquello que ellos deciden que se puede hacer ...y más "represión para permitir" que nadie se oponga a lo políticamente correcto.
En fin, que si con lo de Grecia aun no se entera la gente y vota a la "izquierda" para llegar a ser Venezuela (jejej) seguiremos otros cuatro años peor aun, porque lo que nos espera es mucho peor y solo un partido de "izquierdas", como en Grecia, podrá tomar todas las medidas, (recortes, subida de IVA, etc.) sin que se produzca una revolución.
El que tenga conciencia que no vote, pero que no piense que estos impostores velarán por sus intereses.
Salud! y Anarquía.
Líbreme yo de cambiar ni una coma de escrito ajeno. Además, ya sabemos, y los republicanos lo saben también, que si bien la república no es la panacea, su advenimiento significaría un punto de partida por el que mucha gente dio generosamente su vida. En este país, la república tiene unas connotaciones reivindicativas, históricas y políticas, que no se pueden ignorar.
EliminarPor lo demás, nos guste o no, existe una realidad institucional cuyo devenir nos concierne para bien o para mal, y es justamente esa realidad la que, desde su documentado punto vista, analiza y critica el autor de este artículo. Obviamente, no soy militante ni simpatizante de IU, pero tampoco indiferente ni ajeno a lo que en dicha formación ocurre, dadas las consecuencias negativas que ciertas decisiones pueden acarrear al conjunto de las bases de la izquierda real, por así decir.
Venezuela es otra cuestión, tan compleja que merece capítulo aparte y en la que no voy a entrar porque excedería el espacio propio del mero comentario.
Salud y comunismo libertario!
Estoy bastante de acuerdo con el texto y con lo mencionado más arriba.
ResponderEliminarNo hay que darle vueltas. Los anarquistas no votan y están disueltos, el comunismo no vende, ya solo les queda recuperar el socialismo, la puerta del neoliberalismo y keinesianismo.
Que se tiren a la política es el resultado del abandono de los social y de la lucha de clases. Y más sabiendo que existe un ciclo electoral y que los partidos se queman. La economía sostiene a la política, y por eso aunque el PP no gobierne en 4 años se la sopla en general bastante. Los puestos en la administración son suyos aunque se desprivaticen las empresas. Las redes clientelares están montadas.
Salud y abstención activa!
Ojalá la gente, en general, tuviera mayor interés y conciencia política, porque es precisamente la ausencia de ambos lo que propicia en gran medida el "abandono de lo social y de la lucha de clases". Como señaló Brecht en su célebre aforismo refiriéndose al analfabeto político: "No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".
EliminarDada su declarada pertenencia a IU, la crítica ejercida por el autor del artículo a dicha formación es, en buena medida, autocrítica, cosa muy de agradecer en estos tiempos de oportunismo e irreflexiva autoafirmación.
Discrepo de tu afirmación "La economía sostiene la política". No es la economía sino el capital el que sostiene ciertas políticas. De eso no cabe duda, el capitalismo impera, su propia y privativa manera de entender la economía. Si acordamos que la economía es la "Ciencia que estudia los recursos, la creación de riqueza y la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, para satisfacer las necesidades humanas", hemos de admitir que, lejos de ser perjudicial, la economía es tan necesaria como beneficiosa, siempre y cuando se aplique bajo el principio de la justicia social, cosa imposible en el capitalismo, que es el que propicia esas redes clientelares a las que tan acertadamente te refieres.
Salud!