Ali Manzano
El 26 de Junio el Estado
español volverá a representar la misma obra que viene representando cada cierto
tiempo desde que los herederos políticos del Dictador y la socialdemocracia de
Carrillo y González pactaran lo que se denominó la “Transición” española, que
no es otra cosa que la adaptación del franquismo a las exigencias políticas y
económicas del capitalismo globalizante, y que garantizaba el mantenimiento de
los privilegios de la oligarquía franquista reconvertida en democrática.
En esta nueva ocasión,
cambian los actores, pero el guión sigue siendo el mismo, los directores y
productores de la obra también son los mismos: la oligarquía económica. Pero
ante el agotamiento de la obra –parte del público ha perdido interés por
haberla visto muchas veces y conocer el final– han decidido introducir nuevos
actores y remozar el guión con un nuevo lenguaje para despertar el interés del
público.
Pero no nos engañemos, todo
está atado y bien atado –como dijo el Dictador– para que nada cambie tras las
elecciones, independientemente de quién sea el ganador. Quien tiene el poder
económico y mediático también tiene el político y puede decidir qué partidos
tienen opciones de éxito y cuáles no. Financiación y presencia en los medios
son imprescindibles para encarar una campaña electoral con un mínimo de
posibilidades de éxito.
Y aquí comienza la farsa;
todos los partidos con posibilidades de conseguir escaños en el Congreso y el
Senado comparten los mismos criterios en las cuestiones fundamentales:
Unidad
de España. Con matices, con dialécticas diferentes, con
estrategias distintas, asumiendo cambios estéticos para que las burguesías de
los territorios que tienen conciencia nacional puedan justificar su permanencia
en el Estado español sin perder peso político en su territorio. Pero lo que
este concepto de “unidad de España” esconde y se quiere mantener oculto, es la
necesidad de la oligarquía estatal y globalizada, de la “Unidad de mercado”
para que no se pongan en riesgo sus beneficios empresariales.
Constitución
del 78. Ninguno de los partidos que tendrán presencia en el
Congreso y Senado se plantea la derogación de la Constitución del 78. Es el
marco legal que posibilita las políticas contra las clases populares y
garantiza los privilegios de la oligarquía. Ninguna reforma de calado es
planteada.
Unión
Europea. En este punto también existe una “comunión” absoluta
entre todos los partidos, a pesar de que en otros países miembros de la UE hay
voces críticas y posiciones de formaciones políticas abiertamente contrarias a
la UE.
Euro. A
pesar de que la pertenencia al “espacio euro” resta soberanía al Estado, al
delegar las competencias sobre cuestiones monetarias en el BCE, lo que supone
la aceptación de medidas económicas adoptadas fuera del Estado y ajenas a la
voluntad política de los ciudadanos, ningún partido propone la salida.
Pago
de la deuda. Es el principal problema del Estado español
y de todas sus instituciones. Las presiones de la troika motivaron un cambio en
la Constitución española para dar prioridad al pago de la Deuda en los
presupuestos anuales. El Pacto Fiscal Europeo limita el déficit estructural al
0,5% del PIB y restringe la Deuda Pública al 60% del PIB, lo que supone que
gobierne quién gobierne, el Estado español tendrá que afrontar nuevos recortes
en gastos sociales y en inversiones para cumplir sus compromisos. Recortes, que
como siempre, pagarán las clases más desfavorecidas, gracias a un régimen
fiscal que favorece a las grandes fortunas y a empresas multinacionales, y que
ningún partido se ha comprometido a solucionar, más allá de demagogias
publicitarias imposibles de cumplir en el actual marco político-económico.
Monarquía. Se
hace incuestionable, condición sinequanum para participar en la farsa, como lo
demuestra el hecho de que hasta IU ha tenido que renunciar a sus señas de
identidad como es el republicanismo para integrarse en Podemos y no desaparecer
del mapa político.
OTAN. Tras
el fichaje del ex-JEMAX Julio Rodríguez por Podemos y el dedazo para colocarlo
en las listas al Congreso por Almería, no queda ya ninguna duda sobre el
posicionamiento de la “izquierda sistémica” respecto a la OTAN y a la política
internacional de supeditación a los intereses de los EEUU. La coincidencia
entre la derecha y la izquierda del Régimen es absoluta en un tema de vital
importancia de cara a la geopolítica norteamericana.
Nacionalizaciones.
Instrumento político que devuelve la soberanía económica al pueblo, y le hace
propietario de los recursos de su territorio o de los servicios esenciales.
Todos han renunciado a esta herramienta política, aceptando de hecho el expolio
a la población trabajadora por parte de las grandes compañías beneficiarias de
las privatizaciones que en su día concedieron los distintos gobiernos del
Estado.
Gane quien gane las próximas
elecciones, el Capitalismo español está a salvo; nadie va a poner en peligro
sus privilegios ni sus beneficios. Como podemos ver, todos los partidos que se
presentan a las elecciones y tienen presencia mediática: PP, PSOE, Podemos y
C’s, coinciden en todos los temas de calado, en todos los que van definir y
limitar las políticas que se implementen después del próximo 26-J. Las
diferencias entre unos y otros son simplemente estéticas o en cuestiones que no
ponen en peligro la hegemonía de clase.
¿Cómo
se instrumentaliza la farsa?
Tras el agotamiento del
Régimen del 78 por la crisis estructural del capitalismo y de credibilidad del
mismo sistema, inmerso en casos de corrupción que salpica a a todos los
partidos que han tenido responsabilidad en las instituciones del Estado, y con
una protesta social que iba en aumento, se hacía necesaria una nueva transición
para sofocar las inevitables protestas sociales y el desapego de las clases
populares de la clase política.
La primera medida fue
cambiar la cúpula del Estado, cambiando al viejo monarca, salpicado por
innumerables casos de corrupción y por actuaciones grotescas, por su hijo
Felipe. La segunda medida está siendo la renovación de la clase política,
introduciendo nuevos partidos y nuevas caras que vuelvan a enganchar a la gente
a los procesos electorales, legitimando de esta manera a los gobiernos que
salgan de las urnas y de paso, acallar las protestas sociales que deberían ir
in crescendo por la voracidad de la crisis.
De esta forma, igual que en
la primera transición se le ofreció la entrada en el juego político y los
privilegios que ello conlleva al PSOE y al PC, tras la eliminación física por
asesinato o encarcelamiento de miles de militantes antifranquistas, en esta
segunda transición se ha invitado a la mesa del poder a dos nuevas formaciones
como recambio de las obsoletas e inservibles. Podemos y Ciudadanos son los
recambios que deben garantizar la continuidad del Régimen y del Teatro que haga
posible la creencia de estar en un sistema democrático con partidos antagónicos
en disputa por modelos políticos distintos.
Los medios de comunicación,
todos en manos de la misma clase social, todos defendiendo un mismo modelo de
Estado y un idéntico modelo económico, son los encargados de colocar los focos
sobre el escenario, de transmitir una ilusión óptica y psíquica que nos haga
creer en la disputa partidista, en la posibilidad de alcanzar cambios sociales
que beneficien a las clases populares, a través de los procesos electorales que
controlan y dirigen las oligarquías económicas.
En los eventos deportivos,
para que estos tengan audiencia y beneficios, se busca la implicación de la
gente, la identificación con alguno de los contendientes; o vamos con el Madrid
o con el Barça, con Alonso o con Hamilton, con Nadal o con Federer. Hay que
manipular el subconsciente para que nos consideremos “parte de”, partícipes en
el juego, protagonistas de algo que solo vemos delante de un televisor. No nos
damos cuenta ni nos lo planteamos, pero tras un partido de futbol, “hemos ganado”,
o “hemos perdido”, aunque no seamos de la misma ciudad de los contendientes, ni
les conozcamos, ni hallamos practicado nunca deporte alguno.
En la política electoral
ocurre lo mismo. A través de la televisión, radio o prensa escrita, nos meten
en nuestras casas las disputas, peleas, insultos y reproches entre partidos,
nos convencen de que representan modelos distintos, poniendo sobre la mesa
disputas sobre temas que no cuestionan el sistema, ni a su funcionamiento ni a
las clases favorecidas. Mediante la continua representación del espectáculo
político, inconscientemente nos vemos tomando partido por uno o por otro de los
contendientes, creando vínculos psicológicos y complicidades que nos llevan a
justificar acciones, que nos velan la realidad existente fuera de los platós de
TV y del mundo que nos muestran los diarios.
En una democracia burguesa,
el control de los medios de comunicación es fundamental para el éxito
electoral. Por ello la disputa entre los partidos por el control de los medios
o por conseguir el favor de ellos se establece como una de las prioridades
fundamentales, lo que demuestra que el voto no es libre, que está altamente
influenciado y dirigido por los medios de comunicación, por los llamados
“creadores de opinión” y por las grandes agencias de información que deciden
qué es noticia y qué no.
En un Estado donde no existe
Democracia económica porque los medios de producción están controlados por una
minoría, al igual que los medios de información, no puede haber Democracia
política porque la desigualdad entre clases crea un modelo de sometimiento
económico, cultural y social que impide el ejercicio libre de una Democracia
que haga honor a su significado: “gobierno del pueblo”.
Para mi lo que no existe es Libertad de pensamiento, ya que vivimos en una ficción. La mayoría de la gente no sabe de que va el mundo en el que vive, los que más, nos damos cuenta de que casi todo son mentiras, pero poco más, estamos inmersos en esto desde que nacemos, no hemos conocido otra cosa y no podemos compararlo, pero si que intuimos que esto no está claro, que algo falla, que no encaja. Solo los que están arriba tienen suficiente perspectiva para entender de que va, pero ni ellos conocen todo el tinglado, ni están dispuestos a perder sus privilegios poniéndolo en duda.
ResponderEliminarUnos cuantos millones votarán con la mejor intención, otros con la maldad de conseguir algo con ello, otros por miedo al contrario y solo unos pocos tendrán la suficiente información y honradez para no hacerlo, pero el sistema ya los ha catalogado y a los ojos de los otros, son lo que están equivocados.
Salud!
Vivimos inmersos en una ficción mediática, sin duda, pero que oculta o enmascara realidades innegables. Y son éstas las que hay que desvelar. Nadie puede tener una visión global, completa e inequívoca del mundo, eso es imposible, pero cada cual puede desenmascarar las verdades absolutas que se nos intentan imponer.
EliminarSalud!
Buen texto. O como diría El Roto, "nos toman por votos" ;)
ResponderEliminarY hasta por devotos.
ResponderEliminarEste texto inspiró el post de imágenes publicado hoy en mi blog.
ResponderEliminarComo dice Piedra millones de personas votarán. Da igual, lo importante como se indica no lo que se hace el día de la votación sino los 4 años siguientes. Si nos quedamos en casa mal vamos.
Salud y buen post!
Un buen ejercicio : tirar la tv y evitar la imagen. Da resultado.
ResponderEliminarEscapar-nos.
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