foto: Teresa Suarez Zapater |
Autogestión sanitaria
de los ‘street medic’ ante la violencia policial en Francia
EL
SALTO – Rosa Pérez Masdeu –
21/12/2018
Ante las manifestaciones
de los gilets jaunes —chalecos amarillos—, el Ministerio del
Interior francés ha ejercido una demostración de fuerza: blindados
de la gendarmería, cañones de agua, policía a caballo, lanzadores
de flash-ball motorizados, granadas lacrimógenas, aturdidoras
y dispersoras. Ha convertido el gas lacrimógeno en la atmósfera de
las manifestaciones que toman las calles de Francia cada sábado
desde hace un mes. La violencia policial ha desencadenado un alto
nivel de organización de los equipos de street medic —médicos
de calle—, voluntarios que asisten con primeros auxilios a los
manifestantes y eventualmente a la policía.
La represión a las
protestas también se cuenta en número de detenciones, muchas de
ellas efectuadas antes mismo del inicio de las movilizaciones. Según
el diario Le Monde, solamente en París, el sábado 24 de noviembre
hubo 103, que pasaron a 412 el sábado 1 de diciembre y a 1082 en la
manifestación del 8, día en que en toda Francia el despliegue
policial fue de 89.000 efectivos.
"El despliegue
policial en estas manifestaciones tiene la finalidad de atemorizar y
disuadir a la gente de manifestarse, no de protegerla", señala
Pascal Gassiot, miembro del Observatoire des Pratiques Policières
(OPP), una organización creada entre la Liga de Derechos Humanos, la
Asociación de Abogados de Francia y la Fundación Copernic en
cooperación con el Centre National de Recherche Scientifique.
"Ir a una
manifestación no debería ser peligroso cuando el derecho a
manifestarse es constitucional. Necesitar la presencia de street
medic ya es de por sí delirante", opina Virgil
Leprince, que estudia en el Institut d’Études Politiques de
Toulouse (IEP). Virgil ya había ejercido de street medic en
su ciudad, Caen, durante las manifestaciones contra la Ley del
Trabajo en 2016, “pero de una forma mucho más desorganizada e
improvisada”, señala.
El viernes 7 de diciembre
por la noche, Mathilde Mourgues e Yves Cartailler, ambos estudiantes
del IEP, asistieron a una reunión preparatoria en un parking a las
afueras de Toulouse. Allí se encontraron con otras 50 personas.
“Ninguna daba su apellido. Solo se autocalificaba como 'confirmada'
o 'no confirmada', lo que significa disponer o no de conocimientos de
primeros auxilios”, relata Mathilde, que se declaró confirmada.
Ella es bombera voluntaria en Figeac, su pueblo de nacimiento.
Unas horas antes del
inicio de la manifestación se reúnen para darse algunas consignas,
repartirse el material sanitario, que en gran parte donan las
farmacias, y organizarse. “Formamos un equipo por persona
confirmada, que normalmente será también quien tome las decisiones
en el momento de la acción”, explica Mathilde. Ella era la
confirmada del equipo que cubría el frente de la manifestación del
8 de diciembre. Asistió sobretodo a heridos de flash ball, que
habían recibido impactos en las piernas, en las costillas y en la
cabeza.
"Los LBD [lanzador de
bolas de defensa] o lanzador de flash ball son armas
semi-letales, deberían ser el último recurso antes de sacar la
pistola", explica Gassiot, quien, sin embargo, constata que la
policía las utiliza cuando todavía tiene munición de granadas
lacrimógenas.
En Toulouse, un hombre de
29 años sigue en coma después de haber recibido un impacto de flash
ball en la cabeza durante la manifestación del 1 de diciembre. Al
menos nueve personas han perdido un ojo por un impacto de bola de
caucho en el marco de las manifestaciones de los Gilets Jaunes,
según el balance del colectivo Desarmons-les (Desarmémosles) a día
19 de diciembre.
"La policía utiliza
las LBD como porras a distancia", señala Virgil, quien asegura que
asisten a muchos menos heridos por porra que por balas de goma.
Los street medic
se identifican por ir vestidos con camisetas blancas y un casco
señalados con una cruz roja. Llevan mascarilla y gafas de esquiar o
acuáticas (como muchos manifestantes, para minimizar el efecto de
los gases). Hay personas que salen por su cuenta con la mochila llena
de gasas o sérum fisiológico. Pero los que están organizados bajo
el Secours Volontaires de Toulouse han notificado su presencia
a la Prefectura, “por lo que en teoría la policía tendría que
respetar nuestro trabajo”, señala Virgil. De hecho, hay unidades
que han asistido a policías heridos.
"Cuando hay una
carga, nosotros nos quedamos pegados contra un muro con las manos
levantadas. La policía debería pasar de largo, para que, una vez
calmado el movimiento de la masa, podamos asistir a los heridos",
narra el estudiante. Sin embargo, el sábado 15 de diciembre,
mientras su equipo esperaba poder ir a buscar a quienes necesitaban
asistencia, las Compañías Republicanas de Seguridad —un cuerpo
policial francés— les tiraron tres granadas lacrimógenas y les
dispararon con el cañón de agua. El mismo sábado, a otro equipo le
confiscaron el material.
"No es fácil
encontrar un lugar seguro donde atender a los heridos entre las nubes
de lacrimógeno, las cargas de flashball o las granadas. Es una
situación muy estresante", expresa Mathilde. El sábado 8,
Yves estaba asignado en el mismo equipo que ella, en el frente. Pero
sufrió un ataque de ansiedad cuando la policía empezó a cargar con
granadas poco después de iniciar el recorrido, que ese día
coincidió con la Marcha por el Clima. Una vez recuperado, Yves se
fue hacia la parte de atrás, donde se incorporó al grupo a cargo de
los heridos graves.
Al menos cuatro personas
han perdido la mano a causa de granadas GLI-F4, que contienen
explosivos y gas lacrimógeno, según el balance de Désarmons-les.
Las granadas GLI-F4, con 20 gramos de explosivo Tonite, han
sustituido las granadas ofensivas OF-F1, que contenían 76 g.
Prohibidas en 2014, fueron el arma con la que un gendarme mató al
joven de 21 años Rémi Fraisse durante las protestas en la Zona a
Defender (ZAD) de Sivens.
Las granadas GLI-F4 ya
fueron empleadas en la intervención de marzo en la ZAD de Notre Dame
de Landes. “Era muy raro que la policía las utilizara en la
ciudad antes de las manifestaciones de los Gilets Jaunes”, explica
Ian, miembro de Désarmons-les. La gendarmerie anunció el año
pasado que las dejará de usar cuando terminen el stock. Ian teme que
serán reemplazadas por las GM2L, que ya han empezado a aparecer.
Granadas que liberan gas lacrimógeno y crean un gran estruendo, pero
no contienen explosivo.
"También utilizan
granadas de desencerclamiento", afirma Gassiot. Proyectan 18 trozos
de caucho que salen disparados en todas direcciones, causan un fuerte
trueno y pueden contener gas lacrimógeno. "La policía,
supuestamente, debe servirse de ellas cuando están acorralados y
quieren abrir un corredor. Pero hemos constatado que a veces lo
utilizan casi por diversión", apunta. La policía utiliza granadas
de desencerclamiento frecuentemente en los barrios populares, según
Ian de Désarmons-les: "desde 2016, observamos un uso ofensivo
más que defensivo de estas armas", remarca.
Ante un herido de
granada, “teníamos que hacer venir a una ambulancia, pero era
imposible hacerla llegar hasta el Jardín Japonés, los alrededores
eran un caos”, recuerda Yves. Allí, su equipo reanimó a un hombre
con electroshocks, que la confirmada del grupo había traído por su
cuenta.
En cada equipo una
persona lleva un geolocalizador. La coordinadora del street medic,
Manon, se encuentra fuera de la manifestación, en una habitación
desde donde controla la ubicación de cada unidad. En el caso de
necesitar una ambulancia, ella se comunica con el servicio de
urgencias para trazar un recorrido hasta el lugar más cercano y
seguro posible de donde se encuentra el paciente.
"Nuestro trabajo es
administrar las curas básicas, sin medicamentos. Ayudar a la gente a
respirar, proporcionar sérum para los ojos, vendajes, o ver si
alguien que ha recibido un golpe en la cabeza responde de forma
lógica, si no está consciente, ver si tiene pulso…",
explica Mathilde. En el equipo, otra persona filma en vídeo para
dejar constancia de las prácticas que han llevado a cabo. "Si
alguien está en el suelo en medio de los enfrentamientos, lo primero
es sacarlo de allí. Si esta persona luego tiene una secuela, se nos
podría acusar a nosotros, cuando su lesión en realidad viene de la
carga policial. Aunque al trasladarlo, también podemos hacer un mal
movimiento. Actuamos en tierra de nadie", reflexiona Virgil,
que todavía tiene los vídeos del sábado pasado en el móvil.
"Consideramos que
hay un antes y un después de [Manuel] Valls [ministro de Interior
entre 2012 y 2014]", señala Gassiot. "Dio un giro al
comportamiento de las brigadas de antidisturbios, pasaron a entrar
mucho más en contacto con los manifestantes, lo que genera mucha más
tensión y enfrentamientos", concluye el portavoz del
observatorio.
El Ministerio ha
movilizado todo cuerpo de policía capaz de salir a la calle. "Cuerpos que han sido armados, pero no formados para la ocasión
y que desencadenan el pánico a la mínima", apunta Gassiot.
Particularmente, en las
prácticas policiales en las manifestaciones de los Gilets Jaunes
confluyen distintos factores que ponen a la policía nerviosa, expone
el portavoz del OPP. Por un lado, el tramo de la manifestación no
está declarado. Los antidisturbios no se sienten en su territorio.
Por otro lado, las protestas tienen un carácter imprevisible. Los
manifestantes pasan de cantar “CRS con nosotros” a lanzarles
piedras”. Pero, por encima de todo, el Ministerio ha movilizado
todo cuerpo de policía capaz de salir a la calle. Lo que incluye las
Compañías de Seguridad y de Intervención (CSI) o la policía
local. "Cuerpos que han sido armados, pero no formados para la
ocasión y que desencadenan el pánico a la mínima", apunta
Gassiot.
Por encima de todo, el
Observatorio señala la presencia de la Brigada Anti Criminalidad
[BAC], como la más problemática. "Tienen un carácter
provocador, cultivan la tensión, aúllan mientras corren o cargan.
Normalmente van de paisano, aunque armados, mucha gente los confunde
con militantes de extrema derecha", asegura el portavoz.
Los CRS y la Gendarmerie
Mobile son cuerpos entrenados y equipados para resistir a la presión
inherente a un cuerpo de antidisturbios. "Tres piedras no
deberían hacerles perder el control. Entonces entendemos que su
violenta reacción en estas manifestaciones responde a una decisión
política desde arriba: dar miedo para disuadir a la gente de salir a
manifestarse. Y funciona", sentencia Gassiot.
La BAC el sábado 15
lanzó granadas lacrimógenas en la plaza del Capitole, la plaza
central de Toulouse, mientras llovía, lo que aumenta la nocividad de
los gases. "Di sérum ocular a niños de 2 años", relata
Virgil. "El día que no sean necesarios los street medic en las
manifestaciones estaré más que contento", concluye. De
momento, la autogestión popular en forma de asistencia en primeros
auxilios es más que necesaria.
BALANCE PROVISIONAL DE
HERIDOS, A 19 DE DICIEMBRE
Una mujer de 80 años
murió en Marsella. Le impactó una granada lacrimógena en la cara
mientras cerraba las ventanas de su casa. Murió en el hospital.
Un hombre sigue en coma
en Toulouse por el impacto de una flash-ball en la cabeza.
Al menos cuatro personas
han perdido una mano a causa de una granada GLI-F4.
Al menos nueve personas
han perdido un ojo a causa de Flash ball.
14 fracturas graves en el
cráneo causa de flash ball.
Una persona ha perdido
definitivamente la audición GLI-F4.
La policía está blindada, física y jurídicamente.
ResponderEliminarMás blindados aún los responsables políticos.
Y no digamos los responsables económicos.
Así es. Al capital, sea en el ámbito que sea, solo le interesan los mercenarios. Roma sí paga a traidores, de hecho son los mejor pagados.
Eliminar