Consortium
News - 12/04/2019
Traducción: Arrezafe
El hecho de que Julian
Assange haya sido sacado por la fuerza de la embajada ecuatoriana en Londres es
emblemático de la época. Poder contra el derecho. Fuerza contra la
ley. Indecencia contra el coraje. Seis policías maltrataron a un
periodista enfermo, cuyos ojos se estremecieron ante su primera luz
natural en casi siete años.
Que este atropello haya
ocurrido en el corazón de Londres, en el país de la Carta Magna,
debería avergonzar y enfurecer a todos cuantos temen por las
sociedades "democráticas". Assange es un refugiado
político protegido por el derecho internacional, que recibe asilo en
virtud de un pacto estricto del que Gran Bretaña es signataria. Las
Naciones Unidas dejaron esto en claro en el fallo legal de su Grupo
de Trabajo sobre la Detención Arbitraria.
Pero al diablo con eso.
Dejen que entren los matones, dirigidos por los fascistas del
Washington de Trump, en asociación con Lenin Moreno, Judas
latinoamericano, mentiroso que busca disfrazar su rancio régimen, y
la élite británica que abandonó su último mito imperial: el de la
equidad y la justicia.
Imagínense a Tony Blair
sacado a rastras de su casa georgiana de millones de libras en
Connaught Square, Londres, esposado, para su posterior traslado al
puerto de La Haya. Para los fundamentos de Nuremberg, el "crimen
supremo" de Blair es la muerte de un millón de iraquíes. El
crimen de Assange es el periodismo: responsabilizar a los
usurpadores, exponer sus mentiras y empoderar a las personas de todo
el mundo con la verdad.
La impactante detención
de Assange conlleva una advertencia para todos los que, como escribió
Oscar Wilde, "siembran las semillas del descontento [sin las
cuales] no habría ningún avance hacia la civilización". La
advertencia es explícita para los periodistas. Lo que le sucedió al
fundador y editor de WikiLeaks te puede suceder a ti en un periódico,
a ti en un estudio de televisión, a ti en la radio, a ti publicando
un podcast.
El principal instigador
mediático contra Assange, The Guardian, un colaborador del
estado secreto, mostró su nerviosismo esta semana con un editorial
que incrementó su abyección. The Guardian ha explotado el
trabajo de Assange y WikiLeaks en lo que su anterior editor llamó
"la mayor primicia de los últimos 30 años". El
periódico se hizo eco de las revelaciones de WikiLeaks y se reclamó
de los elogios y el lucro que dichas revelaciones le propiciaban.
Sin un sólo centavo
destinado a Julian Assange o a WikiLeaks, un publicitario libro de
The Guardian condujo a una lucrativa película de Hollywood.
Los autores del libro, Luke Harding y David Leigh, activaron su
fuente, abusaron de él y revelaron la contraseña secreta que
Assange le había dado al periódico de manera confidencial y que
estaba diseñada para proteger un archivo digital que contenía
cables filtrados de la embajada de EE. UU.
Revelando las guerras
coloniales homicidas
Estando Assange todavía
atrapado en la embajada ecuatoriana, Harding se unió a la policía
en el exterior y se regocijó en su blog de que "Scotland
Yard podría ser la última en reírse". The Guardian,
entonces, publicó una serie de falsedades acerca de Assange, nada
menos que los rusos y el hombre de Trump, Paul Manafort, habían
visitado a Assange en la embajada. Las reuniones nunca tuvieron
lugar: era falso
Pero el tono ha cambiado
ahora. "El caso de Assange es una red moralmente enmarañada",
opinó el periódico. "Él (Assange) cree en publicar cosas que
no deberían ser publicadas ... Pero siempre ha arrojado luz sobre
cosas que nunca deberían haberse ocultado".
Estas "cosas que no deberían ser publicadas" son la verdad sobre la forma homicida en que Estados Unidos lleva a
cabo sus guerras coloniales, las mentiras del Foreign Office
británico y su negación de derechos a las personas vulnerables,
como los isleños de Chagos, la exposición de Hillary Clinton como
patrocinadora y beneficiaria de el jihadismo en Medio Oriente, la
descripción detallada de los embajadores estadounidenses acerca de
cómo los gobiernos en Siria y Venezuela podrían ser derrocados, y
mucho más. Todo está disponible en el sitio de WikiLeaks.
The Guardián está
comprensiblemente nervioso. La policía secreta ya ha visitado el
periódico exigiendo y logrando la destrucción ritual de un disco
duro. En esto, el periódico guarda las formas. En 1983, una empleada
de la Oficina de Asuntos Exteriores, Sarah Tisdall, filtró
documentos del Gobierno británico que mostraban cuándo llegarían a
Europa las armas nucleares de crucero estadounidenses. The
Guardián fue bañado en elogios. Cuando una orden judicial
exigió conocer la fuente, en lugar de ser el editor quien fuera a la
cárcel, por el principio fundamental de proteger una fuente, Tisdall
[la fuente] fue traicionado, procesado cumpliendo una condena de seis
meses.
Si Assange es extraditado
a Estados Unidos por publicar lo que The Guardian llama
"cosas" veraces, ¿qué impide que le siga el editor
actual, Katherine Viner, o el editor anterior, Alan Rusbridger, o el
prolífico propagandista Luke Harding? Qué impide detener a los
editores de The New York Times y The Washington Post,
quienes también publicaron fragmentos de la verdad que originó
WikiLeaks, y al editor de El País en España, y Der
Spiegel en Alemania y The Sydney Morning Herald en
Australia. La lista es larga.
David McCraw, abogado
principal de The New York Times, escribió: "Creo que la
acusación [de Assange] sentaría un muy, muy mal precedente para los
editores... hasta donde yo sé, él se encuentra en la clásica
posición de un editor y a la ley le costará mucho distinguir entre
The New York Times y WikiLeaks".
Incluso si los
periodistas que publicaron las filtraciones de WikiLeaks no son
convocados por un gran jurado estadounidense, con la intimidación de
Julian Assange y Chelsea Manning es suficiente. El periodismo real
está siendo descaradamente criminalizado por matones. La disidencia
se ha convertido en una penitencia.
En Australia, el actual
gobierno de Estados Unidos está procesando a dos informantes que
revelaron que agentes de Canberra espiaron las reuniones de gabinete
del nuevo gobierno de Timor Oriental con el propósito expreso de
privar a la pequeña y empobrecida nación de su correspondiente
parte del petróleo y de los recursos de gas en el mar de Timor. Su
juicio se llevará a cabo en secreto. El primer ministro australiano,
Scott Morrison, es famoso por su participación en el establecimiento
de campos de concentración para refugiados en las islas del Pacífico
de Nauru y Manus, donde los niños se autolesionan y se suicidan. En
2014, Morrison propuso campos de detención masiva para 30,000
personas.
Periodismo: la gran
amenaza
El periodismo real es el
enemigo de estas infamias. Hace una década, el Ministerio de Defensa
británico elaboró un documento secreto en el que se enumeraban las
tres de las "principales amenazas" al orden público:
terroristas, espías rusos y periodistas de investigación. Este
último fue designado como la principal amenaza.
El documento se filtró
debidamente a WikiLeaks, que lo publicó. "No teníamos otra
opción", me dijo Assange. "Es muy sencillo. Las personas
tienen el derecho a saber y el derecho a cuestionar y desafiar al
poder. Esa es la verdadera democracia".
¿Qué pasa si Assange,
Manning y otros en su estela, si huviera otros, son silenciados y se
les quita "el derecho a saber, preguntar y cuestionar"?
En la década de 1970,
conocí a Leni Reifenstahl, amiga íntima de Adolf Hitler, cuyas
películas contribuyeron a difundir la ideología nazi sobre
Alemania. Me dijo que el mensaje en sus películas, la propaganda, no
dependía tanto de las "órdenes de arriba", cuanto de lo
que ella llamaba el "vacío sumiso" del público.
"¿Este vacío
sumiso incluye a la burguesía liberal y educada?", le
pregunté.
"Por supuesto",
dijo, "especialmente la intelligentsia... Cuando las personas
ya no hacen preguntas serias, son sumisas y maleables. Cualquier cosa
puede suceder."
Y sucedió. El resto,
podría haber agregado, es historia.
Difícil se ha puesto el oficio de Periodista, Aunque si siguen actuado los estados así no va a quedar ni uno. Ya no se respeta ni a un refugiado político, les da igual, han perdido del todo la vergüenza y la decencia, si es que tenían.
ResponderEliminarEn Rusia se los cargan directamente sin manías y en el mundo occidental parece que hemos entrado en la misma dinámica. A partir de ahí solo nos queda lo del final del artículo: "Cuando las personas ya no hacen preguntas serias, son sumisas y maleables. Cualquier cosa puede suceder."
Si las grandes corporaciones han fagocitado a los estados, que ya sólo velan por los intereses de estas, ¿cómo no iban a caer en la esfera de su poder los medios de comunicación? Como alguien dijo, dime quién te paga el micrófono y te diré a quién sirves.
EliminarOh, no sabía nada de esto.... La democracia sigue avanzando, me temo que pocos o nadie tomará nota (de los que aun no la han tomado).
ResponderEliminarSalud!
Quien calla otorga o está amordazado.
EliminarSalud!
yo tampoco sabía nada, éste tipo de información es la que desenmascara el crimen y la mafia multimillonaria sobre el que se sostienen las naciones capitalistas y todos sus cómplices y aliados, y también las razones para que la verdad provoque la revuelta... en algún momento tiene que abrirse la brecha, en algún momento la verdad nos obligará a movernos y a defenderla contra el esperpento de ésta distopia que tanto la teme y persigue con fascismo a los pocos defensores que le quedan. Salud!
ResponderEliminar¡"No nos va a dar tiempo"!
Eliminar"El vacío sumiso", qué concepto tan definitivo. Salud!
ResponderEliminarDe él se llenan las urnas electorales.
EliminarSalud!
Me pareció desde el primero momento una tontería no haberse refugiado en Rusia, Cuba o Venezuela. Poco a poco Assange se fue apagando. Periodismo de filtración va a seguir habiendo, pero al nivel de wikileaks difícil. El proyecto siguió sin Assange, pero ya no es lo mismo.
ResponderEliminarSalud!