Donald Trump John Bolton |
Information
Clearing House – 02/06/2019
Traducción del inglés:
Arrezafe
En un discurso dirigido a
los jóvenes militares graduados de West Point, el vicepresidente de los EE.
UU., Mike Pence, les dijo que algún día combatirán por Estados
Unidos. "Es una certeza potencial", dijo Pence inflamado de orgullo mientras hablaba, en lugar de lamentarse.
Bueno, al menos en este punto él está siendo sincero. Estados Unidos es una nación belicista, no hay duda
al respecto. Como la historia lo atestigua, de los 243 años desde su
formación como estado moderno, los Estados Unidos han estado en
guerra cada década de su existencia, a veces en múltiples y
simultáneas guerras.
O dicho de otra manera,
más del 95% de su existencia histórica, Estados Unidos ha estado
involucrado en librar guerras, a veces de forma encubierta o por
delegación financiada. Sólo desde la Segunda Guerra Mundial, los
Estados Unidos han estado involucrados en hasta 60 guerras o
conflictos encubiertos, causando una cifra de muertos civiles
estimada
en 20 millones. Podría decirse que no hay otra nación, pasada o
presente, con tan beligerante registro.
De modo que, sí, Pence
estaba en lo cierto cuando dijo a los graduados de la elitista
academia militar de los Estados Unidos: "Es una certeza
potencial que estaréis en un campo de batalla luchando por Estados
Unidos".
Irónicamente, el
vicepresidente, como el presidente Trump y el asesor de seguridad
nacional, el halcón John Bolton, nunca han desempeñado tarea alguna
en el ejército. Sin embargo, Pence sostuvo, como un general de
cuatro estrellas en su sillón de mando, la necesidad de que las
jóvenes tropas estadounidenses luchen en un "mundo
peligroso".
"Sé que cuando
llegue ese día haréis rugir las armas", les exhortó
Pence, cuya única experiencia con las mismas proviene sin duda de
ver repetidamente viejas películas bélicas de Hollywood.
El mundo entero es un
potencial campo de batalla, según Pence (no solo según Pence, sino
según casi todos los políticos estadounidenses). Pence señaló
que, las tropas de EE.UU. se enfrentarán en un futuro conflicto con
China o Corea del Norte. También dijo que podrían ser desplegados
en Afganistán e Irak, donde las fuerzas estadounidenses han estado
involucradas durante casi dos décadas.
Siniestramente, advirtió
a la nueva cohorte de subtenientes de West Point que algún día
podrían ser enviados a una guerra en "este hemisferio".
Dado el respaldo de la administración de Trump a un posible golpe de
estado en Venezuela y sus amenazas de intervención militar, Pence
aludió una probable guerra en ciernes con ese país sudamericano,
que, por cierto, resulta que posee las reservas de petróleo más
grandes del planeta.
El exultante júbilo de
Pence ante futuras guerras llega en un momento de intensificación de
las amenazas militares de Estados Unidos a Irán. La administración
Trump ha enviado un grupo naval de ataque al Golfo Pérsico, así
como nuevas baterías de misiles, bombarderos B-52 con capacidad
nuclear y más escuadrones de aviones de combate F-16. La semana
pasada, Trump ordenó también que 1.500 soldados se sumaran a los
70.000 allí estacionados, todo con el ostentoso propósito de
"contrarrestar la agresión iraní".
El contexto global del
despliegue militar estadounidense, como Pence reconoce
sanguinariamente, contradice los motivos dados por Washington, que
alega enfrentarse a una supuesta "agresión iraní". Lo que
está sucediendo en el Golfo Pérsico es solo una secuencia de toda
una serie global del implacable militarismo estadounidense. Se estima
que EE.UU. tiene 800 bases militares en todo el planeta, con sus
fuerzas armadas desplegadas en al menos 70 países. La idea de que
esta configuración imperialista se debe a que Estados Unidos es "el
líder del mundo libre" es, como todo el mundo sabe, una esperpéntica coartada propagandística.
El poder militar
estadounidense se utiliza para expandir y proteger los intereses
corporativos capitalistas de Estados Unidos. Las tropas
estadounidenses se nutren para el
enriquecimiento de las corporaciones, como el exgeneral de los
Marines Smedley Butler denunció claramente en 1930, en su ya clásico
escrito "La
guerra es un timo [o fraude]".
Cuando el "aguerrido" Pence auguró: "Es
una certeza potencial que estaréis en el campo de batalla por
Estados Unidos", lo que realmente quería decir era... "por
el capitalismo estadounidense".
Los soldados
estadounidenses son enviados a la guerra, no para defender la
seguridad nacional de los Estados Unidos o para "promover la
democracia", como proclama el mito. Se envían a tierras
extranjeras a matar, morir o ser mutilados con el único y sórdido
propósito de enriquecer a la élite financiera, ejecutivos
corporativos o accionistas, ricos que envían a sus 'no alistados'
retoños a colegios privados de lujo, como Pence y Trump.
La clase dominante
estadounidense se perpetúa enviando una y otra vez a la guerra a los
obreros de la clase trabajadora con el único fin de enriquecer a una
insaciable élite capitalista.
El obstinado belicismo
que sustenta al capitalismo estadounidense se constata en el discurso
de Pence a los graduados de West Point. Despojado de la retórica
piadosa, Pence dice las cosas como son: el método estadounidense es
la guerra, la guerra y más guerra en todo el planeta para obtener lo
que las corporaciones necesitan para enriquecer aún más a la clase
oligárquica.
Incluso cuando EE.UU.
está supuestamente involucrado en la "diplomacia", siempre
está listo para ejercer "todas las opciones" militares a
fin de continuar su infernal camino.
Refiriéndose a las
tropas estadounidenses, Pence dijo que, algún día irán a la
península de Corea porque, afirmó, Corea del Norte es "una
amenaza para la paz". Un país en el que el ejército
estadounidense mató a tres millones de personas durante la Guerra de
Corea de 1950-53. Y advirtió que podría haber otra guerra contra
Corea del Norte o China. En parte porque China, dijo, estaba
"desafiando al poder estadounidense". ¿Es esa una causa
aceptable para la guerra?
Es muy sorprendente que
el vicepresidente estadounidense esté imaginando una guerra con dos
países con los que, actualmente, su administración está
supuestamente inmersa en negociaciones diplomáticas. El gobierno
de Trump está tratando de convencer a Corea del Norte de que
abandone sus armas nucleares, mientras que también busca importantes
concesiones económicas de China en las relaciones comerciales.
Es evidente, sin embargo,
que la Casa Blanca considera que, en sus relaciones con estos dos
países, la decisión final gravita en torno a su fuerza militar.
Y nosotros somos apenas bacterias en el vientre de la bestia, ayudando a su digestión...
ResponderEliminar