Pedro Vergara Meersohn
– Economía
y Política – 25/12/2019
Lo llamaban «El Polera»
y su nombre era Manuel Alejandro Rebolledo Navarrete. Un muchacho de
23 años, que vivía en un suburbio, en la estigmatizada población
Libertad. Tenía una hija, una mujer, una madre, padre y hermano. Se
interesaba por el fútbol y participaba en actividades deportivas y
culturales. Siempre ayudó en el barrio, donde todos lo conocían y
estimaban, pagaba sus cuotas anticipadamente en el club y se
esforzaba en mejorar las condiciones de su población en el puerto de
Talcahuano.
Manuel murió el 21 de
octubre y según la crónica fue atropellado por un camión de la
infantería naval durante una manifestación. Se afirma, sin pruebas
concretas, que estaba con un grupo de saqueadores en una pescadería
y que al escapar fue herido en una pierna, cayendo a tierra y
posteriormente atropellado. La ambulancia que lo llevó al hospital
«Las higueras» no pudo ayudarlo y su muerte fue declarada antes de
recibir asistencia médica. Inmediatamente después del hecho,
alguien llamó al padre para notificarlo sobre lo sucedido y la madre
corrió al lugar de los hechos, donde recibió la noticia falsa, por
parte de los uniformados, de que nada había pasado.
Manuel fue atropellado en
un terreno baldío en las proximidades de un campo de fútbol. El
camión militar salió de la calle, entró en el campo a una cierta
velocidad y pasó por encima de él, que en esos momentos, yacía en
la tierra a causa del baleo. La versión de los militares no
corresponde a la de los presentes y se ha abierto un juicio, con la
hipótesis de cuasidelito de homicidio, indicando así que no había
una clara intención de matarlo por parte del conductor.
Durante una marcha
conmemorativa, un mes después de su muerte, los carabineros atacaron
el grupo de participantes con gases lacrimógenos y disparos,
ejerciendo un nivel de violencia no justificado por la misma
situación y sin considerar ni respetar el duelo de los presentes,
cometiendo, según estos, una injustica en la injusticia.
La muerte de Manuel deja
abierta una serie de preguntas sobre las causas de su muerte, pero
también sobre su persona y su vida. El abogado y cineasta Roberto
Pino Almeyda, ya premiado por un cortometraje, ha decidido dar
respuesta a estas preguntas y mostrarnos quién era «El Polera»,
invitándonos a un viaje más allá de los prejuicios, lo que
indirectamente nos ofrece la posibilidad de ver la vida y conocer a
unos pocos de los protagonistas de una protesta, que está cambiando
a Chile y al hacerlo, nos describe una parte olvidada del país.
El documental de Roberto
Pino Almeyda, que no está terminado, faltan aún 40 minutos de
filmación, lleva como nombre: «A mí me mató el Estado de
Chile». El documental pinta un cuadro nítido sobre esta trágica
injusticia vista con los ojos de los padres, hermano, población y
realidad social, nos muestra un país dividido y en profundo
conflicto.
Que vergüenza, y encima para esta gentuza era un saqueador, como mucho un daño colateral.
ResponderEliminarPara esa gentuza y sus más elevados mandos, el muerto no era nadie.
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