31 octubre, 2023

Así era ser indiferente ante el genocidio nazi — Finian Cunningham

 



Information Clearing House – 30/10/2023

   Traducción del inglés: Arrezafe


Al recordar los horrores infligidos por la Alemania nazi, surge una pregunta inquietante: ¿por qué y cómo pudo tanta gente en aquella época permanecer indiferente ante sus crímenes? Tras la derrota del régimen nazi, el mundo proclamó consternado que "nunca más" se permitiría semejante horror.


Parte de dicha consternación se debió a un sentimiento de culpa colectiva por no haber impedido o intentado impedir la brutalidad de los sistemáticos asesinatos masivos.


Pues bien, en cierto modo, está sucediendo nuevamente en Gaza, donde 2,3 millones de personas han sido sometidas a tres semanas de constantes e indiscriminados bombardeos en medio de un bloqueo total de agua, electricidad, medicamentos, alimentos y otras necesidades vitales.


Vergonzosa e increíblemente, el mundo está permitiendo que esto suceda... nuevamente. Esta vez no tenemos la atenuante excusa de la ignorancia y la ausencia de información. El asesinato en masa en Gaza aparece en los medios en horario de máxima audiencia.


El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se encuentra en un punto muerto, incapaz de alcanzar una resolución que exija el cese inmediato de la matanza y el envío urgente de asistencia humanitaria a la Franja de Gaza. Durante tres eternas semanas, se ha permitido que la continua masacre de una población civil de más de 2 millones de personas atrapadas en un espacio –descrito como el campo de concentración más grande del mundo–, mientras el Consejo de Seguridad de la ONU debate sobre resoluciones diplomáticas.


Al ritmo asesino de las fuerzas militares israelíes, el número de muertos en Gaza pronto sobrepasará los 10.000 y serán incontables los que resultarán gravemente heridos. Estas son sólo las víctimas directas de la violencia militar israelí, pero sin agua ni alimentos y con los hospitales cerrando por falta de combustible, la mortalidad será aún mayor. La mayoría de los asesinados y heridos son mujeres y niños.


El horror en Gaza es comparable a la brutalidad nazi infligida en el gueto de Varsovia durante cuatro semanas, entre abril y mayo de 1943, cuando más de 10.000 civiles judíos fueron asesinados en represalia por un levantamiento armado de los combatientes de la resistencia.


Muchas personas en todo el mundo están con razón indignadas por el genocidio israelí contra los palestinos en Gaza. Las enormes protestas públicas en las naciones árabes, así como en Europa y América del Norte, condenando los crímenes de guerra israelíes, son indicativas de la indignación colectiva ante la ininterrumpida matanza y el brutal asedio de Gaza.


Todo indica que estamos ante un momento histórico decisivo en un conflicto que dura décadas.


Durante décadas, el régimen israelí se ha salido con la suya perpetrando asesinatos en masa, una ocupación criminal y la limpieza étnica de los palestinos. Esa delicuencial licencia se ha debido en gran parte a la confusión de la opinión pública mundial, confusión propiciada por la propaganda sionista basada en la distorsionada historia del holocausto nazi.


Para el mundo, resulta cada vez más claro que lo que está llevando a cabo el régimen israelí es una parodia perversa del genocidio judío perpetrado por los nazis. Desde su creación ilegal como Estado colonial en 1948, los crímenes del régimen sionista son similares a los crímenes cometidos por la Alemania nazi contra los judíos, la diferencia es que ahora las víctimas son los palestinos.


Por increíble que pueda parecer, el régimen apartheid israelí está finalmente perdiendo la guerra de la propaganda. Deberíamos preguntarnos por qué se ha tardado tanto en desvelar la espantosa verdad.


El genocidio es evidente. El asesinato masivo, niños descuartizados por los ataques aéreos, hospitales reducidos a escombros, médicos y periodistas masacrados por las bombas, bebés muertos porque las incubadoras carecen de electricidad. Por insólito que pueda parecer, los perpetradores de tales barbaridades están finalmente perdiendo la guerra de propaganda. ¿Cómo lograron salirse con la suya tantos años?


¿Por qué no hay una unánime condena mundial de esta barbarie? Cierto que están teniendo lugar en todo el mundo numerosas y multitudinarias protestas que reflejan la indignación popular y la contundente condena del genocidio israelí contra los palestinos, pero seguramente aun sea insuficiente para poner fin urgentemente a esta obscenidad... ¡Ya!


Y es precisamente aquí donde comprobamos que los líderes, gobiernos y medios de comunicación occidentales son parte del endémico problema.


El presidente estadounidense, Joe Biden, tiene la repugnante e intolerante osadía de decir que los palestinos mienten sobre el número de víctimas en Gaza. Biden se hace eco de las flagrantes mentiras del régimen israelí, según el cual, es la propia población de Gaza la que está cortando el suministro de electricidad y bombardeando sus propios hospitales.


El primer ministro británico, Rishi Sunak, tiene el nauseabundo descaro de afirmar que la población de Gaza es “víctima del terrorismo de Hamás” y que desea que Israel “gane”.


Macron de Francia, Scholz de Alemania, Von Der Leyen de la UE, Trudeau de Canadá, etc. Todos ellos son viles apologistas y oscurantistas cómplices del genocidio.


Mientras Israel acomete la matanza diaria de centenares de civiles inocentes, los líderes occidentales profesan cínicamente su apoyo al "derecho de Israel a defenderse". El premeditado engaño por parte del establishment occidental –amplificado por sus serviles medios de comunicación– ha causado confusión, desinformación y desorientación entre la población. (No sólo sobre la cuestión Palestina, sino sobre muchos otros temas).


Estados Unidos ha bloqueado al menos dos resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que pedían un alto el fuego inmediato porque la redacción de las propuestas no incluía "el derecho de Israel a defenderse".


Esto es jugar al politiqueo y blindar los crímenes mientras miles de personas inocentes son asesinadas bajo una lluvia de bombas o mueren de hambre y de sed bajo los escombros.


Así es como transcurre el genocidio ante la pasividad del observador. Si piensas que no es posible que esto esté sucediendo, piénsalo de nuevo, abre los ojos, ¡está sucediendo!


Los medios de comunicación occidentales –los medios europeos y estadounidenses como la BBC y la CNN, por nombrar sólo dos– han contribuido a minimizar la criminalidad del régimen israelí y el nefasto papel cómplice de los Estados occidentales que lo respaldan. Sí, estos medios han mostrado imágenes de la atroz destrucción perpetrada por los israelíes en Gaza, pero esos mismos medios muy rara vez dicen a los espectadores los nombres de las víctimas ni cuán desenfrenada y malvada es la matanza. Existe una sistemática tendencia a atenuar la violenta criminalidad del régimen israelí, respaldado por Estados Unidos y la Unión Europea, contra una población civil cautiva e indefensa cuya mitad son niños.


Compárese con la desproporcionada e ininterrumpida cobertura que los medios occidentales han otorgado a la guerra en Ucrania durante los últimos 19 meses. Según cifras de la ONU, durante dicho periodo, ha habido 10.000 muertes civiles en el conflicto de Ucrania, las mismas que en Gaza en tres semanas. Rusia, que ha procurado evitar la muerte de civiles, ha sido incesantemente acusada, vilipendiada y condenada por su violencia en Ucrania, aun cuando la causa fundamental de dicho conflicto ha de atribuirse a la OTAN liderada por Estados Unidos y al régimen nazi armado de Kiev, desde el golpe de estado orquestado por la CIA en 2014.


La hipocresía de los medios occidentales refleja la desvergonzada agenda política de sus gobiernos. Considerada Rusia como enemigo oficial, según el dictado de Washington y Londres, la cobertura de los medios es obscena propaganda, desproporcionada y siempre peyorativa. Mientras que el régimen de Tel Aviv, cuyos crímenes son colosales y flagrantes, es convenientemente protegido por los medios de comunicación occidentales de acuerdo con los prejuicios y la hipocresía de sus gobiernos.


Sin embargo, a pesar de las masivas mentiras y distorsiones –y esto es históricamente significativo– hay un fallo, una quiebra cada vez mayor en la matriz de control del pensamiento. La pura y grotesca criminalidad del régimen israelí y la complicidad institucional de Occidente ya no se pueden ocultar. Los pueblos de los países occidentales y de todo el mundo son cada vez más conscientes (y no sólo conscientes, sino cada vez más furiosamente aborrecedores) del genocidio que están perpetrando los poderes supuestamente democráticos.


El régimen de apartheid israelí está acabado, así como los corruptos regímenes occidentales que durante tanto tiempo se hicieron pasar por "democracias".





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