19 julio, 2024

Soldados israelíes relatan historias de crueldad salvaje en Gaza, ocultada a la población occidental — Jonathan Cook

 


J C – 19/07/2024

[ Publicado en Middle East Eye ]

   Traducción del inglés: Arrezafe


Según denuncian algunos soldados israelíes, las mujeres y los niños palestinos son objeto de ataques deliberados. De la tropa a los altos mandos, las reglas de la guerra han sido destruidas.


Y siguen bombardeando. El pasado fin de semana, Israel lanzó otro devastador ataque aéreo sobre Gaza matando al menos a 90 palestinos y dejando cientos de heridos, mujeres, niños y trabajadores de salvamento.


Una vez más, Israel atacó a los refugiados, desplazados por sus bombardeos anteriores, convirtiendo una zona declarada oficialmente “segura” en un campo de exterminio.


Y una vez más, las potencias occidentales se encogen de hombros. Están demasiado ocupadas acusando a Rusia de crímenes de guerra como para preocuparse por los crímenes de guerra mucho peores que su aliado israelí esta infligiendo a Gaza con armas que ellos mismos le han suministrado.


La atrocidad cometida en el campamento de al-Mawasi, colmado de 80.000 civiles, tuvo la habitual cobertura israelí, diseñada para tranquilizar al público occidental y hacerle creer que sus líderes no son lo absolutamente hipócritas que parecen ser por apoyar lo que el Tribunal Internacional ha descrito como un “genocidio plausible”.


Israel declaró que intentaba eliminar a dos líderes de Hamas –uno de ellos Mohammed Deif, jefe del ala militar del grupo–, aunque el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no parece estar seguro del éxito del ataque.


Nadie en los medios occidentales se ha preguntado por qué estos dos combatientes decidieron convertirse en blanco de ataques en un campo de refugiados improvisado y superpoblado, donde corrían un enorme riesgo de ser traicionados por un informante israelí, en lugar de refugiarse en la extensa red de túneles de Hamás.


¿O por qué Israel consideró necesario arrojar tal cantidad de bombas y misiles sobre la multitud para eliminar a dos personas? ¿Es esa la nueva y ampliada redefinición israelí de “asesinato selectivo”?


¿O por qué sus pilotos y operadores de drones continuaron atacando a los equipos de rescate de emergencia que lidiaban con la destrucción inicial? ¿Había información de que Deif no sólo se escondía en el campamento, sino que también se había quedado para rescatar a los sobrevivientes?


¿O cómo matar y mutilar a cientos de civiles en un intento de atacar a dos combatientes de Hamas podría cumplir con los principios más básicos del derecho internacional? La “proporción” y la “distinción”, exigen que los ejércitos evalúen la ventaja militar de un ataque frente al costo previsto de vidas civiles.


Venganza bíblica


Pero Israel ha roto las reglas básicas de la guerra. Según fuentes del ejército israelí, ahora consideran aceptable matar a más de 100 civiles palestinos en la persecución de un solo comandante de Hamás, un comandante que, cabe señalar, simplemente será reemplazado en el momento que muera.


Incluso si los dos líderes de Hamas hubieran sido asesinados, Israel no habría tenido ninguna duda de que estaba perpetrando un crimen de guerra, pero ha aprendido que cuanto más rutinarios son sus crímenes de guerra, menos cobertura reciben y menos indignación provocan.


En los últimos días, Israel ha atacado varias escuelas de las Naciones Unidas que servían de refugio, asesinando a decenas más de palestinos. El martes, otro ataque en la “zona segura” de al-Mawasi mató a 17 personas.


Según la agencia de la ONU para los refugiados, UNRWA, más del 70 por ciento de sus escuelas (casi todas ellas sirven como refugios para los desplazados) han sido bombardeadas.


La semana pasada, médicos occidentales que trabajaron como voluntarios en Gaza denunciaron que Israel estaba añadiendo metralla a sus armas a fin de maximizar las lesiones de quienes se encontraban en el radio de la explosión. Los niños, debido al tamaño más pequeño de sus cuerpos, están sufriendo heridas mucho más graves.


Las agencias de ayuda no pueden tratar adecuadamente a los heridos porque Israel ha estado bloqueando la entrada de suministros médicos a Gaza.


Cometer crímenes de guerra, si es que los occidentales aún no se han dado cuenta, es el verdadero objetivo de la “operación militar” que Israel lanzó contra Gaza tras el breve ataque de Hamás el 7 de octubre.


Es por eso que hay más de 38.800 muertes registradas a raíz de los 10 meses de ataque de Israel, una cifra seguramente cuatro veces mayor, según eminentes investigadores han expuesto en la revista médica Lancet este mes.


Por eso, según la ONU, se necesitarán al menos 15 años para limpiar los escombros esparcidos por Gaza por las bombas israelíes, y hasta 80 años –y 50.000 millones de dólares– para reconstruir las casas de los 2,3 millones de habitantes del enclave que aún queden con vida al final de este genocidio.


Los objetivos gemelos de Israel han sido la venganza bíblica y la eliminación de Gaza: una ofensiva genocida para expulsar a la aterrorizada población, idealmente al vecino Egipto.


Política de disparar indiscriminadamente


Si esto no estaba suficientemente claro, recientemente seis soldados israelíes dieron un paso al frente para hablar sobre lo que habían presenciado mientras servían en Gaza, una historia de la que los medios occidentales no han informado en absoluto.


Sus testimonios, publicados la semana pasada por la revista israelí +972, confirman lo que los palestinos vienen denunciando hace meses.


Los comandantes han autorizado a sus tropas a abrir fuego a voluntad contra los palestinos. Cualquiera que entre en zonas consideradas por el ejército israelí como “zonas prohibidas”, es abatido a tiros, ya sea hombre, mujer o niño.


En marzo, el periódico israelí Haaretz advirtió del establecimiento de dichas “zonas de exterminio” por parte del ejército israelí, en las que cualquiera que entre es ejecutado sin previo aviso.


Tras meses de deliberado bloqueo de la ayuda humanitaria, Israel ha provocado una hambruna y propiciado que el ejército israelí haya convertido la desesperada búsqueda de alimentos por parte de la población de Gaza en un juego de ruleta rusa.


Quizá esto explique, en parte, por qué hay tantos palestinos desaparecidos: Save the Children estima que hay unos 21.000 niños desaparecidos. Los soldados citados en la revista +972 manifiestan que las víctimas de la política de disparo indiscriminado son apartadas y ocultadas mediante excavadoras de las rutas por donde transitan los convoyes de ayuda internacional para que no sean vistas.


Un soldado de reserva, identificado sólo como S, dijo que una excavadora Caterpillar “limpia la zona de cadáveres, los entierra bajo los escombros y los voltea a un lado para que los convoyes no los vean, y las imágenes de personas en avanzado estado de descomposición no sean expuestas”. Además, estel soldado señaló que: “Toda la zona [de Gaza donde opera el ejército] estaba colmada de cadáveres… Hay un olor horrible a muerte”.


Varios soldados informaron que, privados de comida y agua durante meses, al igual que la población de Gaza, gatos y perros callejeros se alimentan de los cadáveres.


El ejército israelí se ha negado reiteradamente a publicar sus normas sobre la manera de abrir fuego desde que los tribunales israelíes la impugnaron por primera vez en la década de 1980.


Un soldado llamado B dijo a la revista +972 que el ejército israelí disfrutaba de “total libertad de acción” y que se esperaba que los soldados dispararan directamente a cualquier palestino que se acercara a sus posiciones, sin realizar disparo de advertencia alguno: “Está permitido disparar a todo el mundo, a una niña y a una anciana”.


B añadió que cuando se ordenó a los civiles que evacuaran una escuela que servía de refugio en la ciudad de Gaza, algunos salieron por error hacia la derecha, en lugar de hacia la izquierda, en dirección a los soldados. Entre ellos había niños. “Todos los que fueron hacia la derecha murieron: entre 15 y 20 personas. Había una pila de cadáveres”.


Según B, cualquier palestino en Gaza puede convertirse sin darse cuenta en un objetivo: “Está prohibido caminar por allí y cualquiera que esté fuera es sospechoso. Si vemos a alguien mirándonos desde una ventana, es sospechoso. Disparamos”.


'Como un juego de ordenador'


El ejército israelí, que también se basa en prácticas militares habituales en la Cisjordania ocupada, alienta a sus soldados a disparar incluso cuando nadie los está atacando. Estos aleatorios e indiscriminados estallidos de fuego indiscriminado se conocen como “demostración de presencia” o, para ser más precisos, aterrorizar a la población civil poniéndola en peligro.


En otros casos, los soldados abren fuego simplemente para desahogarse, divertirse o, como lo expresó un soldado, “experimentar el evento” de estar en Gaza.


Yuval Green, un reservista de 26 años de Jerusalén, el único soldado dispuesto a dar su nombre, observó: “La gente disparaba sólo para aliviar el aburrimiento”.


Otro soldado, M, también señaló que “se dispara desenfrenadamente, como locos”, y no sólo con armas pequeñas. Las tropas utilizan ametralladoras, tanques y morteros en un frenesí similar e injustificado.


A, un oficial de la dirección de operaciones del ejército, señaló que este clima de absoluta temeridad se extendía a toda la cadena de mando.


Aunque la destrucción de hospitales, escuelas, mezquitas, iglesias y organizaciones de ayuda internacional requiere la autorización de un oficial superior, en la práctica, tales operaciones casi siempre son aprobadas, dijo A.


“Puedo contar con los dedos de una mano los casos en los que nos dijeron que no disparáramos. Incluso en asuntos tan delicados como las escuelas, [la aprobación] parece una mera formalidad… Nadie derramará una lágrima si derribamos una casa cuando no era necesario o si disparamos a alguien a quien no teníamos por qué hacerlo”.


Al comentar sobre el estado de ánimo en la sala de operaciones, A dijo que destruir edificios a menudo "se experimentaba como un juego de computadora".


Además, A puso en duda la aserción de Israel de que los combatientes de Hamás representaban una gran proporción de la cifra de muertos en Gaza. Cualquiera atrapado en las “zonas de muerte” establecidas por Israel o que sea blanco de un soldado aburrido, es considerado “terrorista”.


Casas en llamas


Los soldados también informaron que sus comandantes destruyen casas, no porque sospechen que pudieran servir como bases para los combatientes de Hamás, sino simplemente por un deseo de venganza contra toda la población.


Sus testimonios confirman un informe anterior de Haaretz según el cual el ejército está aplicando una política de quemar viviendas palestinas una vez que han cumplido su función de alojamiento temporal para los soldados. Green dijo que el principio era: “Si te vas, tienes que quemar la casa”. Según B, su compañía “quemó cientos de casas”.


Los pilotos de combate y los operadores de aviones no tripulados de Israel también están aplicando una política de destrucción gratuita y vengativa (a una escala mucho mayor), lo que explica por qué al menos dos tercios de las viviendas de Gaza ha quedado en ruinas.


Pero hay más mentiras. Una de las razones que se esgrimen para justificar la presencia de Israel en Gaza es la de “recuperar a los rehenes”, es decir, las decenas de israelíes que fueron llevados a Gaza el 7 de octubre. Sin embargo, dicho mensaje parece no haber llegado a oídos del ejército israelí.


Green señaló que, a pesar de la operación sorpresa del mes pasado, en la que más de 270 palestinos fueron asesinados para rescatar a cuatro rehenes israelíes, en realidad, el ejército israelí es profundamente indiferente al destino de los rehenes.


Green dijo que escuchó a otros soldados decir: “Los rehenes están muertos, no tienen ninguna oportunidad, hay que abandonarlos”.


En diciembre, las tropas israelíes mataron a tiros a tres rehenes que ondeaban banderas blancas. Los disparos a mansalva contra edificios suponen la misma amenaza para las vidas de los rehenes que para las de los combatientes y civiles palestinos.


Esa indiferencia también podría explicar por qué los dirigentes políticos y militares israelíes han estado dispuestos a llevar a cabo un bombardeo tan amplio de edificios y túneles en Gaza, arriesgando las vidas de los rehenes tanto como las de los civiles palestinos.


Cultura de la violencia


La historia contada por estos soldados en la revista +972 no debería sorprender a nadie, salvo a aquellos que todavía se aferran desesperadamente a los cuentos de hadas de que “el ejército israelí es el más moral del mundo”.


De hecho, una investigación realizada por la CNN el fin de semana pasado, concluyó que comandantes israelíes, identificados por funcionarios estadounidenses como autores de crímenes de guerra particularmente atroces en la Cisjordania ocupada durante la última década, han sido promovidos a puestos superiores en el ejército israelí. Su trabajo incluye el entrenamiento de tropas terrestres en Gaza y la supervisión de operaciones que allí tienen lugar.


Un denunciante del batallón Netzah Yehuda manifestó a CNN que los comandantes, provenientes del sector religioso ultraortodoxo extremista de Israel, fomentaron una cultura de violencia hacia los palestinos, incluidos ataques estilo Gestapo.


Como la investigación de CNN indica, la muerte y la destrucción desenfrenadas en Gaza son en gran medida una característica, no una mancha.


Durante décadas, el ejército israelí ha estado aplicando sus políticas inhumanas contra los palestinos, no sólo en el pequeño enclave, sino también en toda Cisjordania ocupada y Jerusalén Oriental.


Israel lleva 17 años asfixiando a Gaza mediante asedio y, desde 1967, asfixiando a Cisjordania y Jerusalén Oriental ocupadas mediante asentamientos ilegales (muchos de ellos ocupados por violentas milicias judías) para expulsar a la población palestina.


Lo que es nuevo es la intensidad, la escala de muerte y destrucción que se ha permitido que Israel inflija desde el 7 de octubre. Israel se ha quitado los guantes con la aprobación de Occidente.


La agenda de Israel –dejar a la Palestina histórica vacía de palestinos– ha pasado de ser un objetivo último y distante a ser un objetivo urgente e inmediato.


Políticos que parecen serpientes


Sin embargo, la historia mucho más larga de violencia y limpieza étnica de los palestinos por parte de Israel está saliendo a la luz, a pesar de los denodados esfuerzos de Israel por mantener nuestra atención fija en la amenaza del supuesto “terrorismo” de Hamás.


La Corte Internacional de Justicia de La Haya, a menudo llamada la Corte Mundial, está considerando dos casos contra Israel. El más conocido es el iniciado en enero, en el que se enjuicia a Israel por genocidio.


Pero el viernes, el Tribunal Internacional debe emitir un fallo sobre un caso anterior al 7 de octubre. Se pronunciará sobre si Israel ha violado el derecho internacional al hacer permanente la ocupación de Palestina.


Aunque lo más urgente es detener el genocidio en Gaza, es igualmente importante que el tribunal reconozca el carácter ilegal del gobierno de Israel sobre los palestinos, pues daría respaldo legal a lo que debería ser obvio: que una ocupación militar, supuestamente temporal, se transformó hace mucho tiempo en un proceso violento y permanente de limpieza étnica.


Una sentencia de ese tipo proporcionaría el contexto para comprender a qué se han enfrentado realmente los palestinos, mientras las capitales y los medios de comunicación occidentales han engañado a sus poblaciones año tras año, década tras década.


Esta semana, Oxfam acusó al nuevo gobierno británico, encabezado por Keir Starmer, de “apoyar e incitar” a los crímenes de guerra de Israel al pedir un alto el fuego por un lado y al mismo tiempo suministrar activamente armas a Israel para que continúe la matanza. El gobierno laborista también está dando largas a la hora de restablecer la financiación a la UNRWA, la agencia mejor situada para abordar la hambruna en Gaza.


A instancias de Washington, el Partido Laborista está intentando bloquear los esfuerzos del fiscal jefe de la Corte Penal Internacional para emitir órdenes de arresto contra Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra. Y todavía no hay señales de que Starmer tenga planes de reconocer a Palestina como Estado, lo que supondría un punto de inflexión en el Reino Unido contra el programa de limpieza étnica de Israel.


Lamentablemente, Starmer es un ejemplo típico de los políticos serpiente de Occidente: hace alarde de su indignación por los “depravados ataques” de Rusia contra los niños en Ucrania, mientras guarda silencio sobre los reales y aún más depravados bombardeos y la hambruna que padecen los los niños de Gaza.


Promete que su apoyo a los ucranianos “no flaqueará”, pero su apoyo a los palestinos de Gaza, que se enfrentan a un genocidio, ni siquiera ha comenzado.


Los palestinos de Gaza –y de la Cisjordania ocupada y Jerusalén Oriental– no sólo se enfrentan a un ejército israelí salvaje y violador de la ley, sino que cada día son traicionados por un Occidente que bendice esa barbarie.



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