El
triunfo del candidato del partido Morena, Andrés Manuel
López-Obrador, AMLO para los fans de este socialdemócrata,
transcurrió con relativa normalidad: solo se produjeron 112
asesinatos durante la campaña. Ciento doce ciudadanos que aspiraban
a algún cargo político.
Sin
embargo, la Mafia mediática occidental ha ninguneado este y otros
datos muy interesantes de estas elecciones, que definen la monumental
hipocresía de esta pirámide empresarial que domina el pensamiento
único.
De
haber sucedido en Venezuela, Bolivia o Nicaragua, esa misma Camorra
de diarios, radios y cadenas de TV, se hubieran lanzado sobre
aquellas naciones y gobiernos acusándolos de representar a regímenes
totalitarios y criminales.
Sin
embargo, precisamente cuando la muerte se ha enseñoreado de una
nación en todas las formas posibles, la Unión Europea, Amnistía
Internacional, EEUU y la OTAN consideran que han sido unos comicios
impecables.
Repasando
el indicador de violencia política en las elecciones México 2018,
vemos que, en total, se han producido más de 400 agresiones a
políticos y candidatos desde septiembre de 2017, de los que 112
fueron asesinatos.
Veintiocho
de esas victimas eran precandidatos y 14 candidatos a puestos de
elección; el resto corresponde a alcaldes, ex alcaldes, regidores,
militantes, dirigentes, ex regidores, diputados, síndicos y ex
síndicos.
Pero
no despreciemos las amenazas, agresiones y asesinatos fallidos. En
este periodo, otros 127 políticos tuvieron que soportar decenas de
actos de intimidación. En ese indicador de violencia se han
documentado además ataques a familiares, agresiones con armas de
fuego y asaltos con violencia a domicilios.
Como
vemos, un escenario “normal” para México o Colombia, Honduras,
Guatemala, Perú y Panamá, naciones a las que en la prensa
occidental se respeta tanto como a Ucrania y Arabia Saudita. El mundo
al revés, con un periodismo tan criminal como el que padecemos.
No
podemos dejar a un lado “la guinda” de estas elecciones, colocada
por las estadísticas.
México
es un país con 123 millones de habitantes de los que 86 millones
estaban llamados a las urnas. ¿Y saben cuál fue la participación?
¿No lo han leído en El País? ¿No se lo han comunicado en La
Secta? Pues menos de 25 millones, de los que poco más de 13 fueron
para AMLO, aunque 61 millones se quedaran en casa mirando el plato
donde siempre falta la comida. Una cifra espeluznante que señala la
ingente pobreza con la que el neoliberalismo castiga a México desde
hace siglos.
Y
termino con la injerencia extranjera. En abril de 2017, John Kelly,
entonces secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, de
Norteamérica, declaró que la elección de un presidente
izquierdista en México «no sería bueno ni para Estados Unidos, ni
para México», en referencia a López-Obrador.
Más
tarde, en diciembre de ese mismo año, H. R. Mc Master, asesor de
Seguridad Nacional de la Casa Blanca, aseguró que Rusia (¡cómo
no!) había lanzado una campaña «para influir en la elección
presidencia de México de 2018 y suscitar la división».
Total,
unas elecciones estupendas, con injerencia estadounidense, mentiras y
manipulaciones. Unos comicios donde se ha demostrado un profundo
respeto a la verdad, la democracia… y la hipocresía mediática.
López-Obrador |
López-Obrador,
la gran esperanza de los desheredados, ya ha comenzado, como Perico
Sánchez, a tender puentes con los empresarios más pudientes, para
limar sospechas y asperezas sobre el izquierdismo que anima a Morena.
Él,
como Pablito Iglesias, también considera a los banqueros «personalidades y familias que hacen mucho bien a la sociedad».
En toda sudamérica el acoso a los candidatos y representantes del pueblo, políticos, sindicales, estudiantiles, hasta tribales, es increible. Inconcebible desde europa. Hay que ser muy valiente para continuar la lucha con tales enemigos.
ResponderEliminarSalud a los que luchan!
Terrible sospecha: ¿consolida al sistema nuestra denuncia impotente y encerrada en nuestro círculo como válvula de escape para soportar lo insoportable?
ResponderEliminarBuena pregunta. La impotencia o potencia de la denuncia, pienso yo, dependen en gran medida de la actitud (personal, pero sobre todo colectiva) que dicha denuncia pueda propiciar. En este sentido, desde luego las perspectivas no son muy halagüeñas.
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