MintPress News – 20/05/2025
Traducción del inglés: Arrezafe
La ayuda convertida en arma
Con más de medio millón de personas en Gaza al borde de la inanición y grupos de ayuda advirtiendo de una hambruna inminente, Israel ha accedido a permitir la entrada de un número simbólico de camiones de ayuda humanitaria al enclave asediado. Pero lo que entra ahora en Gaza no es ayuda humanitaria, sino un caballo de Troya.
Un nuevo programa de ayuda privada, respaldado por Estados Unidos y compuesto por exagentes de la CIA, exmarines y mercenarios vinculados a la inteligencia israelí y a las élites de Wall Street, se ha desplegado en Gaza bajo la apariencia de una operación de socorro. El proyecto está liderado por una sospechosa ONG, registrada en Suiza hace apenas unos meses, que grupos de derechos humanos describen como lo que es: una adquisición corporativa hostil del sector de la ayuda, diseñada para militarizarla, desplazar a la población civil y lucrarse con la agonía de Gaza.
En el centro de este programa se encuentra la Fundación Humanitaria de Gaza (FGH), una organización sin fines de lucro creada en febrero y respaldada por las autoridades israelíes. A pesar de que Gaza requiere un mínimo de 500 camiones de ayuda al día para cubrir las necesidades básicas de supervivencia, el ejército israelí sólo permitió la entrada del 1% de esa cantidad esta semana.
GHF, que ahora controla la operación, fue impulsada por personas sin experiencia en trabajo humanitario: David Papazian, anteriormente del Fondo de Intereses Nacionales de Armenia; Samuel Marcel Henderson; y David Kohler, director ejecutivo de Kohler Co. Son ejecutivos corporativos, no trabajadores humanitarios.
Según una propuesta interna filtrada que circuló en mayo, GHF planea establecer cuatro “sitios de distribución seguros” en Gaza capaces de alimentar a sólo una fracción de la población (300.000 personas), dando al ejército israelí y a sus contratistas plena supervisión operativa.
Este modelo privatizado fue aprobado rápidamente por el gabinete israelí y condenado inmediatamente por la rama suiza de Amnistía Internacional, que lo calificó de intento de “militarizar la distribución de ayuda humanitaria” y advirtió que los sitios de distribución planificados se asemejaban al modelo de “zona segura” establecido por Israel para la limpieza étnica.
Jens Laerke, portavoz de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), afirmó que GHF amenazó a la ONU con expulsarla si se negaba a cooperar. «Vienen a tomar el control, utilizando la ayuda humanitaria como arma», declaró Laerke a la prensa en Ginebra.
Una fuente del gobierno estadounidense que habló con France 24 calificó el proyecto como "una idea muy israelí" y agregó que era "menos seguro" y "más letal" que el fallido muelle flotante de ayuda de la administración Biden, un costoso despilfarro que finalmente se utilizó para apoyar una operación militar israelí que masacró a casi 300 civiles palestinos.
El nuevo director ejecutivo de GHF es Jake Wood, ex-francotirador de la Marina de los EEUU convertido en emprendedor en situaciones de desastre. Tras su paso por Irak y Afganistán, Wood fundó Team Rubicon, una ONG que se hizo famosa en Haití tras el terremoto de 2010.
Pero Team Rubicon no es un grupo de ayuda común y corriente. Mantiene una estrecha colaboración con Palantir Technologies, empresa de vigilancia de datos respaldada por la CIA que suministra al ejército israelí avanzados equipos de localización de objetivos. Su junta directiva incluye al exdirector de la CIA, David Petraeus, y patrocinadores financieros de Goldman Sachs. Los expresidentes George W. Bush y Bill Clinton han respaldado públicamente su labor.
La propuesta de GHF revela planes para trabajar tanto con Truist Bank como con JPMorgan Chase, y sugiere que Goldman Sachs está facilitando la infraestructura financiera de la organización.
En cuanto a la seguridad, GHF está subcontratando la protección de sus zonas de ayuda a empresas militares privadas con sede en EEUU, algunas de las cuales tienen vínculos directos con el ministro israelí de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer. Dos empresas ya están confirmadas.
Una de ellas, Safe Reach Solutions, está dirigida por Philip F. Reilly, exjefe paramilitar de la CIA que también trabajó para Constellis, la nueva imagen de Blackwater. Si bien Erik Prince, el conocido fundador de Blackwater, no ha sido vinculado directamente con GHF, su nueva empresa mercenaria, Reflex Responses, fue propuesta previamente para asegurar el cruce de Rafah en Gaza.
La segunda empresa, UG Solutions, contrató a aproximadamente 100 exsoldados de las fuerzas especiales a principios de este año para realizar inspecciones de vehículos en Gaza. Según informes, recibían 1.000 dólares diarios con una bonificación inicial de 10.000 dólares. UG Solutions está dirigida por Jameson Govoni, exoperativo de operaciones especiales y cofundador de la Fundación Sentinel.
Según informes, estos contratistas también participaron en la dotación de personal para el corredor Netzarim, una carretera que divide Gaza, durante un reciente alto el fuego. Su presencia sobre el terreno —y la opacidad en torno a su financiación— marca una nueva fase en la campaña estadounidense e israelí para dominar Gaza no sólo con bombas, sino mediante el control de los elementos más básicos de la vida: alimento, agua y movilidad.
Incluso el aliado regional más cercano de Israel, los Emiratos Árabes Unidos, se ha negado a participar en el proyecto, probablemente debido a la toxicidad política del plan.
Este plan no surge de la nada. Durante años, Estados Unidos e Israel han trabajado para debilitar a UNRWA, la principal agencia de ayuda de la ONU en Palestina. El gobierno de Biden congeló su financiación, mientras que Israel actuó para ilegalizar la agencia por completo. En este vacío, GHF y su ejército de contratistas privados han surgido, no para servir a los palestinos, sino para gestionar su desplazamiento de forma más eficiente [y lucrativa].
Con el dinero de los contribuyentes estadounidenses fluyendo a manos de ex agentes de inteligencia, financistas globalistas y mercenarios, la Fundación Humanitaria de Gaza representa la convergencia de la vigilancia de Silicon Valley, la especulación de Wall Street y los objetivos militares sionistas.
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