The Palestine Chronicle – 28/07/2025
Traducción del inglés:
Arrezafe
Las familias palestinas
del norte de Gaza sufren los que probablemente sean los días más oscuros
desde el comienzo de la guerra. (Foto: Shaimaa Eid)
La catastrófica realidad
en Gaza ya no es sólo una crisis humanitaria: es un crimen sostenido
contra la población civil, un crimen que no perdona a nadie en su
camino.
En medio de la guerra
genocida de Israel en la Franja de Gaza, la maquinaria de guerra
continúa imponiendo una realidad desgarradora a los civiles.
Las familias palestinas
del norte de Gaza, bajo bombardeos constantes, la hambruna y la
ausencia total de refugio, sufren los que probablemente sean los días
más oscuros desde el comienzo de la guerra.
Entre los escombros de
las casas, las tiendas de campaña en llamas y los gritos
aterrorizados de los niños, las personas desplazadas deambulan por
las calles en busca de una seguridad que simplemente no existe.
'Huí con mis hijos'
Asmaa Al-Sultan,
una mujer desplazada de la zona de Al-Slatin en Beit Lahia, describió
el horrible momento en que huyó de su hogar:
“Nos rodearon tanques
israelíes que comenzaron a bombardear. Temiendo por sus vidas, tomé
a mis hijos y huí de lo que quedaba de nuestra casa”, declaró
Asmaa al Palestine Chronicle.
“Mi esposo no estaba
allí para ayudarme. Está hospitalizado desde que recibió una
herida de metralla en la cabeza durante un ataque anterior. Ahora ha
perdido la memoria y no nos reconoce ni a mí ni a nuestros hijos”.
Con lágrimas en los
ojos, Asmaa añadió:
“Los drones lanzaron
panfletos ordenándonos evacuar. Al principio nos negamos; no hay
lugar seguro en Gaza. Pero horas después, los tanques avanzaron y
empezaron a disparar. Apenas logramos escapar con vida”.
Asmaa huyó con sus tres
hijos hacia el barrio de Al-Saftawi, en el noroeste de la ciudad de
Gaza. Apenas dos días después de su huida, la tragedia volvió a
golpearlos.
“Recibí la noticia que
me destrozó el corazón: mi hermano mayor, Rami, y todos sus hijos
fueron asesinados. Ni siquiera había empezado a procesar la herida
de mi esposo cuando me dijeron que mi hermano y toda su familia
también habían muerto. La vida ha perdido todo sentido. No nos
queda nada. Exijo que Israel rinda cuentas. Nada puede apagar el
fuego en mi corazón excepto ver a Netanyahu ante la justicia”.
'Mi hogar fue un sacrificio por Palestina'
Desde el campo de
refugiados de Jabaliya, Ahmad Abed relató su desplazamiento
forzado tras perder su hogar al comienzo de la guerra.
Me dije entonces: "Esto
es un sacrificio por Palestina", y lo soporté. Tras declararse el
alto el fuego, regresé e instalé una tienda de campaña sobre las
ruinas de mi casa, intentando adaptarme a las duras condiciones.
Pero la frágil sensación
de estabilidad de Ahmad duró muy poco.
"De repente, las
fuerzas de ocupación nos ordenaron evacuar la zona. Huimos bajo una
lluvia de balas y proyectiles. Llevé en brazos a mi anciana madre y
a mis hijos, y corrimos kilómetros hasta llegar a la calle Al-Jalaa,
en el oeste de Gaza".
Ahmad describió el viaje
como "doblemente doloroso":
"No tenía dinero para
un coche, así que nos vimos obligados a utilizar un carro tirado por
caballos, un primitivo medio de transporte", dijo.
"Llegamos completamente exhaustos. Mis hijos se desplomaron de
hambre y se durmieron. No pude encontrarles ni un bocado de comida.
Nos desplazamos con lo puesto, sin comida ni agua".
Ahmad terminó con una
súplica desgarradora:
"Ojalá volviera el
alto el fuego y pudiéramos tener una comida completa. El hambre nos
ha aplastado. Le digo al mundo: ¡Salven a Gaza! Aquí nos morimos de
hambre, miedo y dolor. No somos números en los boletines
informativos. Somos seres humanos que simplemente queremos vivir".
La campaña de muerte
de Israel
Junto a estos
testimonios, el ejército israelí ha anunciado el lanzamiento de una
operación terrestre a gran escala en el norte y el sur de Gaza,
bautizada como Carros de Gedeón.
La campaña incluye tanto
unidades regulares como de reserva, y tiene como objetivo zonas
civiles densamente pobladas. Acompañaron la ofensiva con panfletos
lanzados desde el aire que amenazaban a los residentes y ordenaban
evacuaciones, lo que provocó una masiva y desastrosa ola de
desplazamientos.
Según la Oficina de
Prensa del Gobierno en Gaza, más de 300.000 palestinos han sido
desplazados por la fuerza a la ciudad de Gaza, una zona devastada que
carece de la infraestructura necesaria para dar cabida a tal
multitud.
En un comunicado, la
oficina de prensa dijo:
“La ciudad de Gaza
sufre una ausencia casi total de refugios y tiendas de campaña, lo
que obliga a miles de familias a dormir en las calles, especialmente
en la calle Al-Jalaa y la zona de Al-Saftawi, en medio de un continuo
asedio y bombardeo, la falta de alimentos, agua y medicinas.
La declaración también
confirmó que el ejército israelí ha atacado deliberadamente a
civiles, vehículos y equipos de rescate en la parte norte de la
Franja, convirtiendo el área en “un campo abierto de exterminio”.
Señaló además que
aviones no tripulados israelíes han incendiado cientos de tiendas de
campaña que albergaban a personas desplazadas en Tel Al-Zaatar en
Jabaliya, Beit Lahia y otras zonas.
Según el comunicado, la
situación sobre el terreno refleja una operación de limpieza étnica
a gran escala.
"Lo que está
sucediendo es un genocidio, perpetrado a la vista de la comunidad
internacional", constata la declaración, advirtiendo sobre las
continuas masacres en medio de un "vergonzoso silencio
internacional" y la complicidad de algunos Estados que hacen la
vista gorda ante las atrocidades.
Las historias
relacionadas con el desplazamiento desde el norte de Gaza son
innumerables. Miles de familias recorren decenas de kilómetros a
pie, bajo disparos y entre escombros, buscando un refugio
inexistente.
Los niños duermen en las
aceras, presas del hambre y el miedo, mientras las madres luchan denodadamente por
conseguir una migaja de pan.
La catastrófica realidad
en Gaza ya no es sólo una crisis humanitaria: es un crimen incesante
contra los civiles, un crimen arrollador que no perdona a nadie: ni a
las madres, ni a los niños, ni a los enfermos, ni a los heridos.
— Shaimaa Eid es
escritora, residente en Gaza y colaboradora de The Palestine
Chronicle.
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