por Ben Judah
Occidente parpadea incrédulo: Vladimir Putin acaba de invadir Ucrania. Los diplomáticos
alemanes, los eurócratas franceses y los expertos norteamericanos, todos están pasmados.
¿Por qué ha elegido Rusia jugarse a la ruleta sus billonarios lazos en dólares con Occidente?
Los dirigentes occidentales están estupefactos porque no han caído en la cuenta de que los
propietarios de Rusia ya no respetan a los europeos como solían antaño tras la Guerra Fría.
Rusia cree que Occidente ya no es una alianza de cruzados. Rusia cree que hoy en Occidente
va todo de dinero.
Los secuaces de Putin saben esto por experiencia personal. Los gobernantes de Rusia han ido
comprándose Europa durante años. Tienen mansiones y apartamentos de lujo del West End de
Londres a la Costa Azul francesa. Sus hijos están seguros en internados británicos y escuelas
de señoritas suizas. Y su dinero está a buen recaudo en bancos austriacos y paraísos fiscales
británicos.
El círculo más cercano a Putin ya no le tiene miedo al establishment europeo. Antaño se los
imaginaban a todos ellos en el MI6 [el Servicio de Inteligencia británico]. Ahora tienen más
conocimientos. Han visto de primera mano qué serviles se vuelven los aristócratas y magnates
empresariales occidentales cuando están en juego sus millones. Ahora los consideran
hipócritas: son las mismas élites europeas que les ayudan a ocultar sus fortunas.
En otro tiempo los poderosos rusos escuchaban cuando las embajadas europeas emitían
comunicados en los que denunciaban la barroca corrupción de las empresas estatales rusas.
Pero ya no. Porque saben perfectamente que son los banqueros, hombres de negocios y abogados europeos los que les hacen el trabajo sucio de colocarles los réditos de la corrupción
en escondrijos que van de las Antillas Holandesas a las Islas Vírgenes británicas.
No estamos hablando de mucho dinero. Estamos hablando de muchísimo dinero. Nada menos
que el Banco central de Putin ha estimado que dos tercios de los 56.000 millones de dólares
que salieron de Rusia se pueden conectar con actividades ilegales. Delitos como
sobornos, dinero procedente del narcotráfico o de la evasión fiscal.
Este es el dinero al que los
banqueros ingleses más finolis le extienden la alfombra roja en Londres.
Detrás de la corrupción europea, lo que Rusia ve es la debilidad norteamericana. El Kremlin
no cree que los países europeos –con la excepción de Alemania– sean verdaderamente
independientes de los Estados Unidos. Los ve como estados clientelares a los que Washington
podría hoy obligar, como hizo antaño durante la Guerra Fría, a no hacer negocios con el
Kremlin.
Cuando Rusia ve que España, Italia, Grecia y Portugal compiten unas con otras por hacer de
mejor socio comercial de Rusia dentro de la UE (a cambio de no mencionar los derechos
humanos) , observan que el control norteamericano sobre Europa va disolviéndose lentamente.
En Moscú, Rusia nota la debilidad norteamericana en el Moscú de las embajadas.
Tiempo ha,
el Kremlin tenía miedo de que una aventura exterior pudiera desencadenar sanciones
económicas, como las de la Guerra Fría, allí donde más le duele: con la prohibición de
exportaciones de piezas vitales para su industria petrolífera, o quedarse incluso sin acceso al
sector bancario occidental. Ahora ya no.
Rusia ve una Norteamérica distraída: la jugada ucraniana de Putin ha conmocionado al
estamento de la política exterior norteamericana. Prefieren hablar de China o participar en
conversaciones de paz entre israelíes y palestinos. Rusia ve a Norteamérica vulnerable: en
Afganistán, en Siria y en Irán, a unos Estados Unidos que necesitan desesperadamente apoyo
ruso para seguir enviando suministros, albergar cualquier conferencia de paz o aplicar sus
sanciones.
Moscú no está nervioso. Las élites de Rusia se han retratado de manera abrumadora: todo lo
que tienen por más querido se guarda hoy bajo siete llaves en propiedades y cuentas
bancarias europeas. En teoría, esto los hace más vulnerables. Con una repentina avalancha de
investigaciones sobre blanqueo de dinero y denegación de visados, la UE podría apartarles de
sus riquezas. Pero han visto resistirse una y otra vez a los gobiernos europeos a cualquier cosa
ni remotamente parecido a la Ley Magnitsky norteamericana, que prohíbe la entrada a los
Estados Unidos a un puñado de funcionarios-delincuentes.
Todo esto le ha dado confianza a Putin, mucha confianza en que las élites europeas se
preocupan más por hacer dinero que por enfrentársele. Las pruebas están a la vista. Después
de que las fuerzas de ataque rusas llegaran a las afueras de Tiflis, la capital de Georgia, en 2008, hubo declaraciones y bravatas, pero ni un chirrido acerca de los miles de millones rusos.
Después de que la oposición rusa acabara en el banquillo de las farsas judiciales, llegaron
cartas de la Unión Europea mostrando su preocupación, pero tampoco se dijo esta vez ni
palabra de los miles de millones de Rusia.
El Kremlin cree hoy conocer el secreto inconfesable de Europa. El Kremlin piensa que conoce
el establishment europeo al dedillo. Los sombríos hombres que dirigen la Rusia de Putin se ven
a sí mismos como políticos soviéticos de hoy. Todavía en los años 80 la URSS hablaba de
marxismo internacional, pero ya no creía en ello. Hoy en día, piensa Rusia, Bruselas habla de
derechos humanos, pero ya no cree en ellos. Europa es gestionada por una élite con la
moralidad de un hedge fund: hacer dinero a toda costa y llevárselo a un paraíso fiscal.
Ben Judah, periodista y perspicaz experto en Rusia, es autor de Fragile Empire: How Russia Fell In And Out Of
Love With Vladimir Putin.(Yale (University Press, 2013) y miembro del European Council on Foreign Relations.
Corresponsal en Moscú de ISN Security Watch, de la International Relations and Security Network, con sede en
Zurich, algunos de sus mejores artículos sobre Rusia pueden leerse en: www.opendemocracy.net.
Traducción para www.sinpermiso.info: Antón Lucas
Fuente: www.politico.com, 2 de marzo de 2014
Hechos probados: Rusia es un país dominado por oligarquías/monopolios/mafias, ricos en materias primas, petróleo y escasa capacidad industrial. Ni de lejos aislados del mundo. China es la primera potencia industrial, necesitada de materias primas, y vendida a las corporaciones occidentales. Pregunta: quién es el receptor final de la riqueza rusa? Las corporaciones que controlan China.
ResponderEliminarPutin no es Rusia y puede poner las botas encima de la mesa si quiere, pero ha tenido que bajar los precios. Solo vemos un baile de sombras en la caverna.
Salud!