JRMora - 22/1/2018
Durante 2017 se hizo la primera huelga de trabajadores de
Deliveroo y creció el número de denuncias sindicales y críticas contra las mal
llamadas empresas de la “economía colaborativa” como Deliveroo, Stuart,
UberEats o Glovo.
En realidad no son más que vericuetos para rebautizar la
explotación y poder mostrarla como una evolución del empleo dentro de eso que
llaman la "gig economy", neopalabro chuli que define la contratación puntual
para trabajos eventuales para los que el currante tendrá que poner de su
bolsillo todos los recursos para poder desarrollarlo.
Yo prefiero llamarlo trabajo de mierda, sin subterfugios,
porque va mucho más allá del trabajo basura.
Estas empresas ni contratan ni está entre sus planes jugar
con la legislación laboral que jugamos todos. Además, quieren regulación a
medida para seguir normalizando la explotación y la precariedad.
Los nuevos esclavistas siguen predicando “lo nuevo”, que es
tan viejo como nuestra propia existencia, con su diccionario de eufemismos bajo
el brazo.
Deliveroo hasta se permite el lujo de amenazar a la UE con la
pérdida de “empleos” si se da derechos a lo que ellos llaman ‘riders’, el
repartidor (en bici) de toda la vida. Estos cínicos ahora hablan de
empleo cuando se han empleado a fondo para negar que los repartidores fueran
sus empleados.
Explotación o barbarie
Si en octubre de 2017, Deliveroo retorcía
su cinismo diciendo que dar derechos a los trabajadores
aumentaría el precio de las entregas más de un euro, su nuevo argumento es aún
más bajuno.
Deliveroo advierte ahora
a la Comisión Europea que se perderán 54.000 supuestos nuevos
puestos de “trabajo” en dos años si se les obliga a dar derechos a los
repartidores. Toda una declaración de intenciones sin doble interpretación, si
no se les permite seguir atropellando al trabajador se van a cabrear y van
buscar nuevas ubicaciones que favorezcan la impantación de sus plantaciones de
Apps.
En una respuesta a una consulta de la Comisión Europea sobre
el acceso a la protección social, Deliveroo llamaba a la Unión Europea
a evitar acciones que frenaran el crecimiento de su empresa, alegando
que ellos han contribuido a crear 13.000 empleos en restaurantes y
en sus cadenas de suministro en Europa durante el último año, 520 de esos empleos en
España.
En diciembre de 2017 el Tribunal de la UE
sentenció que Uber es un servicio de transporte y no una
plataforma digital colaborativa impidiendo que sea operado por
conductores particulares lo que envió un serio aviso a empresas
como Deliveroo o Airbnb.
En julio de 2017, la Inspección de Trabajo y Seguridad
Social, abrió una
investigación para determinar si Deliveroo estaba empleando a falsos
autónomos para evitar el pago de impuestos y la cotización a la Seguridad
Social y una resolución de la Inspección de Trabajo de Valencia, al contrario
que otras, consideró que
los repartidores de Deliveroo: “No son autónomos, ni trabajadores por cuenta
ajena”, son “asalariados”.
Pero a estos nuevos terratenientes, que implantan una App en
vena a los porteadores para teledirigirlos a sus entregas, todo eso les da
igual y defienden que la forma de trabajar debe ser así:
El trabajador se paga su cuota de autónomo, su uniforme, su
vehículo, mantenimiento y reparaciones. Nada de vacaciones, gastos en bajas por
enfermedad, accidente ni chorradas de esas. Y hay que estar disponible cuando a
la empresa le salga de los genitales.
La empresa, además de ahorrarse cotizaciones e
indemnizaciones por despido, porque no contrata, puede establecer horarios,
precios y tiempos de entrega para apretar al máximo “premiando” con más
trabajo al que más se juega la vida para llegar antes y penalizando al que se
retrasa o no acepta todas y cada una de sus urgencias.
A todo eso lo llaman “flexibilidad”
Así que, amigos posmodernos de empresas chanchullo que os
encondéis tras una falsa economía colaborativa, eso no es el mercado ni
es colaborativo. Eso es ser explotado como
falso autónomo. Métanse esto en la cabeza: el autónomo no tiene
jefes, tiene clientes.
El autónomo no tiene un horario fijado por nadie, tiene un
producto o servicio, si usted lo quiere lo compra o contrata y si no le
interesan las tarifas y condiciones que marca el profesional autónomo en
cuestión, le pide usted el producto a otro que lo venda a un precio que se
ajuste a su presupuesto. Sin más historias, como comprar en una tienda u otra.
Así que, en lugar de seguir con ese discurso idiotizante de
la emprendeduría y la nueva economía, hagan gala de su tan
cacareada creatividad empresarial y su pasión por crear negocios e
intenten crear empleo de verdad y no esas porquerías más propias de señor
feudal.
Emperdedores como leí no sé dónde... Esclavismo del siglo XXI; el capitalismo de toda la vida que se inventa otras formas de explotación más infames para someter aún más a las capas trabajadoras.
ResponderEliminarSalud!
En lo que a explotación se refiere, no tienen más límite que el que la clase trabajadora les imponga. De momento van ganando la partida.
EliminarSalud!
Muy acertado lo de -trabajos de mierda-, pero la mayoría de las veces no es culpa del bribón que manda, sino del que se deja explotar, contento por tener trabajo que son a la vez los que más difícil lo ponen a los que no tienen más remedio que aceptar unas condiciones lamentables, pero están dispuestos a pelear por mejorarlas.
ResponderEliminarSalud!
Efectivamente. Los bribones existen porque, en gran medida, son propiciados por el conformismo de sus víctimas. Conciencia y unidad... ¿dónde estáis?
EliminarSalud!
Hay muchos más de esos.
ResponderEliminarLa falsa situación de crisis que nos han sembradl hace que florezcan caños de estos. Unos desgraciados sinvergüenzas todos!
Las "crisis" son muy ventajosas... ¡para ellos!, claro.
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