El lenguaje hablado y
común (no la escritura y las jergas cultas, burocráticas o
filosóficas, que son ya Cultura) es lo mismo, en gloriosa
indiferencia, de las mujeres que de los hombres (hasta puede ser, si
se descuida, más bien maternal que paternal), de los niños que de
los viejos, de los ministros o ministras que de los basureros o
basureras: porque, sencillamente, no es de nadie; es decir que es del
pueblo, con tal de que ‘pueblo’ no sea nadie, y es la sola cosa
verdaderamente popular y que escapa, por debajo, a las armazones
históricas del Dominio. Pueblo es cualquiera que, sin tener Nombre
Propio alguno, dice “Yo, me, mí, conmigo”, porque, como ‘YO’
es cualquiera, ‘YO’ no es nadie. Cualquiera tiene derecho a decir
“Yo, me, mí, conmigo”, y no he oído de ninguna lengua en que
hombres y mujeres, por ejemplo, no puedan usar el mismo índice de
Primera Persona los unos y las otras.
Es de primera importancia
política acabar de una vez con esta confusión entre la Cultura, que
es desde el comienzo de la Historia patriarcal y de los Señores, y
el lenguaje, que es popular, o sea que no es de ningún Individuo ni
Señor ni Cultura Nacional ninguna.
El lenguaje es una de las principales armas de sometimiento que tiene el poder para legitimarse y perpetuarse. Y el grado de nuestro disciplinamiento al orden social puede medirse según el tipo de lenguaje que utilicemos, el de arriba o el de abajo. No plantearse esta cuestión ya es un índice de sumisión. Salud!
ResponderEliminarEn manos del dominio, toda facultad humana se torna en su contrario. El lenguaje no es una excepción.
EliminarSalud!
Lo que dice este señor es de sentido común, otra cosa son los que usan el lenguaje como arma política y es que la Humanidad ha mezclado lenguajes desde siempre en aras de entenderse con el vecino. Si miras el que escribo ahora, tiene palabras de por lo menos seis idiomas diferentes y esa es su grandeza.
ResponderEliminarUn saludo