En Riad tienen razones
para no entender el escándalo armado con el caso Jamal Khashoggi, el
opositor saudí asesinado y aparentemente descuartizado en el
consulado del reino en Estambul. ¿Qué tiene de especial? Torturas,
decapitaciones, secuestros en el extranjero y desapariciones son
moneda corriente en la monarquía de cabreros saudí. Ciento
cincuenta saudíes fueron decapitados en 2017 y otros 48 lo han sido
en los primeros cuatro meses de este año, la mitad de ellos por
crímenes no violentos.
Secuestros y
desapariciones
La lista de opositores
secuestrados y desaparecidos es larga. En plena guerra civil
libanesa, el jefe de la oposición saudí, Nasser As Said, fue
secuestrado en Beirut, drogado y lanzado desde un avión militar del
reino sobre la desértica región de Rub Al Khali. Más
recientemente, el príncipe Sultan Bin Turki, que había denunciado
una amplia red de corrupción entre el primer ministro libanés Rafik
Hariri y príncipes saudíes, fue secuestrado en el palacio del rey
Fahd en Ginebra, drogado y embarcado en un avión médico rumbo al
reino donde desde 2016 no se tienen noticias de él, explica el
experto en Oriente Medio René Naba. La cadena de televisión
libanesa Al Mayadeen completa la lista con otros seis nombres; Nawaf
Bin Talal Ar Rachid, desaparecido tras ser entregado al reino por las
autoridades de Kuwait en 2017; el príncipe Saud Bin Seif Al Nasr,
secuestrado en Italia en 2015 y desaparecido desde entonces: el ex
alto responsable de la seguridad saudí, príncipe Turki Ben Bandar
Al Saud, secuestrado en Marruecos y también desaparecido tras un
conflicto por herencia con otros miembros de la familia; el opositor
Mohamed Al Mufleh muerto en sospechosas circunstancias en Estambul en
2014; Wajd Ghazzah Í, engañado con un lucrativo negocio por los
servicios secretos y convencido para regresar al país donde fue
encarcelado sin proceso alguno; el príncipe Abdel Aziz Ben Fahd,
hijo del rey Fahd y primo hermano del actual heredero detenido en
noviembre del año pasado en el marco de la purga anticorrupción del
actual héroe de la historia Mohamed Ben Salman…
De Afganistán a Siria
Pero todo esto es
calderilla al lado del historial terrorista/integrista del reino.
Ellos fueron quienes aportaron el mayor contingente de combatientes
extranjeros (5.000 hombres) en la guerra de Afganistán contra los
soviéticos y el régimen por estos apoyado, con gran diferencia el
menos malo que ha conocido ese país desde la caída de la monarquía
en 1973. Quince de los 19 terroristas del 11-S estadounidense y 115
de los 611 prisioneros de Guantánamo eran saudíes. También suyo ha
sido el mayor contingente extranjero en las filas del Estado Islámico
que ha combatido, y combate todavía, en Siria e Irak: 2.500
personas. Nada más natural teniendo en cuenta que Arabia Saudí ha
sido uno de los principales financieros del área
integrista-terrorista (como reconoció en sus mails la propia Hillary
Clinton –¡Gracias Wikileaks¡) hasta que el monstruo se volvió
contra sus incubadores.
Promotores del
oscurantismo
Durante décadas el reino
ha propagado la versión más sectaria, misógina, homófoba, racista
y antisemita del Islam: el wahabismo. A ello destina anualmente unos
8.000 millones de dólares, cantidad semejante a la que gasta en
armas o ingresa con la peregrinación a los lugares santos del Islam.
Ocho mil millones son seis o siete veces lo que la URSS se gastaba en
propaganda en sus mejores años y 32 veces más que el presupuesto
anual del Vaticano (cifras de 2011).
Centenares de estudiantes
del mundo musulmán se forman anualmente como becarios extranjeros en
la Universidad de Medina que difunde ese Islam. Su contrato les
obliga a regresar a sus países de origen al terminar sus estudios.
Así ha sido como todo un ejército de descerebrados ha sustituido a
los clérigos musulmanes tradicionales en el África subsahariana y
en gran parte del mundo islámico. “Todos los responsables de las
grandes organizaciones musulmanas de Senegal, Malí, Níger, etc.,
han pasado por la universidad de Medina, que en las últimas décadas
ha formado a 25.000 o 30.000 cuadros”, como señalaba el experto
Pierre Conesa. Y no solo en el mundo islámico. En España
financiaron con 6,5 millones de euros el Centro Cultural Islámico de
la M-30 (Madrid), en Málaga un centro de 3.800 metros cuadrados y
así por toda Europa…
Martirizando a Yemen
En el Yemen, el reino,
sus amigos-competidores de los Emiratos Árabes Unidos, las fuerzas,
drones y mercenarios de Estados Unidos, y las armas de la Unión
Europea, mantienen una guerra aquí resumida, con probablemente más
de 50.000 muertos en la que el aprovisionamiento y la distribución
de alimentos está siendo objetivo militar para vencer por hambre.
Los agresores han destruido la mitad de la flota pesquera local,
cuando la ONU advierte que unos 10 millones de yemeníes pasarán
hambre este año y 22 millones necesitan ayuda. Los saudíes y sus
competidores locales buscan el control de los puertos yemenitas para
independizarse de un posible cierre iraní del estrecho de Ormuz, que
sería el escenario que amenazaría su exportación en caso de
cumplirse la guerra contra Irán que buscan en compañía de Israel y
Donald Trump, todos ellos por diferentes motivos; eliminar
adversarios, control regional, perjudicar el suministro de China…
Nada de todo esto ha
impedido nunca a Estados Unidos y las potencias europeas mantener las
mejores relaciones con el país que defiende sus intereses
energéticos y geopolíticos en la región y en el mundo. ¿Sabían
ustedes que las mujeres ya pueden conducir en el reino?
Una chapuza
indefendible
El caso del periodista
Jamal Khashoggi evidencia la colosal hipocresía de nuestros
imperios. Khashoggi no era un disidente democrático sino algo
parecido al líder en su país de los Hermanos musulmanes. Ese era su
punto de unión con Erdogan. El presidente turco suelta con
cuentagotas los informes que dispone sobre el asesinato y cada gota
revienta la última patraña de Riad, que Washington intenta defender
hasta que el lodazal de Arabia Saudí y su siniestro Mohamed Ben
Salman (MbS), se ha hecho indefendible. Tras sucesivas correcciones
en las versiones, la del accidente, la de la pelea, la de los
incontrolados, hasta la Unión Europea no ha tenido más remedio que
posicionarse. Y ante un descuartizamiento saudí en Estambul ha sido
mucho más indulgente que ante un envenenamiento ruso en Salisbury
(parece que quedan pocas dudas sobre la chapuza de la acción de la
GRU contra el traidor Skripal): no ha habido expulsión de
embajadores, ni crisis diplomática, ni sanciones… De momento un
comunicado exhortando a Riad a hacer “grandes esfuerzos” para que
reluzca la verdad y un amago de interrumpir exportaciones de armas en
el que Alemania (en los últimos años primer exportador de armas de
la UE, que a su vez ha sido primera exportadora mundial si se suman
sus países) se presenta como pionera.
No parece que la medida
vaya a afectar a los contratos alemanes más jugosos, ya en marcha,
pese a que el acuerdo de coalición CDU/CSU y SPD prometía cesar los
suministros a los países beligerantes en Yemen, y pese a la
resolución de octubre del año pasado del Parlamento Europeo a favor
de un embargo armamentístico en aquel conflicto. Después de aquello
Alemania incrementó sus exportaciones de armas al reino.
Fuente:
Hay un hecho que siempre me pareció muy definitorio de la política exterior internacional, cuando los "chicos de Osama" mataban rusos eran "unos libertadores del pueblo afgano" , cuando matan americanos, franceses o españoles son unos terroristas sanguinarios. Parece que el mundo se ha dado cuenta que la dinastía de los "hijos de Saud", esa que el Reino Unido provocó en la I Guerra Mundial para dar "por saco" a los otomanos, son una cuadrilla de señores feudales, asesinos, retrógrados, bárbaros y sinvergüenzas, ahora se han dado cuenta de que derechos fundamentales como la libertad política, religiosa o simplemente el derecho de asociación son pisoteados a diario por esta cuadrilla de degenerados teocraticos...
ResponderEliminarNada nuevo bajo el sol..
Un saludo
Así es, Temujin. La hipocresía ha alcanzado cotas difícilmente superables.
EliminarSaludos.
Asco y espanto
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