IGNOMINIOSO IMPERIO (Lo que los Británicos le hicieron a la India) |
La participación de la
India en la economía mundial, cuando Gran Bretaña llegó a sus
costas, era del 23 por ciento, para cuando los británicos se fueron
se había reducido a menos del 4 por ciento. ¿Por qué? Simplemente
porque la India había sido gobernada en beneficio de Gran Bretaña.
La prosperidad de Gran
Bretaña durante 200 años fue financiada por su depredación de la
India. De hecho, la revolución industrial británica se basó en la
desindustrialización de la India.
Las tejedoras de telares
manuales, por ejemplo, mundialmente famosas, cuyos productos se
exportaban a todo el mundo. Estas tejedoras estaban haciendo muselina
tan ligera como el aire, se decía. Y Gran Bretaña irrumpió
rompiendo sus pulgares, destruyendo sus telares, imponiendo aranceles
e impuestos sobre sus telas y productos y, por supuesto, comenzaron a
tomar su materia prima de la India y a comercializar sus telas
manufacturadas inundando los mercados mundiales, con lo cual se
convirtió en el producto de los oscuros y satánicos molinos de la
Inglaterra victoriana.
Eso supuso convertir en
mendigos a los tejedores de la India, que pasó de ser un exportador
mundialmente famoso de confección ropa, a ser un importador, y de
tener el 27 por ciento del comercio mundial a tener menos del 2 por
ciento.
Mientras tanto, los
colonialistas como Robert Clive compraron sus podridos barrios de
Inglaterra merced al botín extraído de la India. Y los británicos
tuvieron el descaro de llamarlo “Clive de la India”, como si
perteneciera al país, cuando lo único que hizo fue asegurarse de
que gran parte del mismo le perteneciera.
El hecho es que, a
finales del siglo XIX la India ya era la vaca lechera más grande de
Gran Bretaña, el mayor comprador mundial de bienes y exportaciones
británicos, y la fuente de empleo, generosamente pagado, de los
funcionarios públicos británicos. Literalmente pagamos por nuestra
propia opresión. Y, como se ha señalado, las florecientes familias
victorianas británicas que obtuvieron su dinero con la economía
esclavista. Una quinta parte de las élites de la clase adinerada en
Gran Bretaña en el siglo XIX se enriquecieron transportando a 3
millones de africanos a través de los mares. Y, de hecho, en 1833,
cuando se abolió la esclavitud, lo que sucedió fue que se pagó una
indemnización de 20 millones de libras, no como reparación a
quienes perdieron la vida o sufrieron o fueron oprimidos por la
esclavitud, sino a quienes perdieron los bienes obtenidos mediante la
misma. La familia misma de Gladstone, el gran héroe liberal, fue una
de las que se beneficiaron de esta compensación.
Entre 15 y 29 millones de
indios murieron de hambre en las hambrunas inducidas por los
británicos. El ejemplo más famoso fue, por supuesto, la gran
hambruna de Bengala durante la Segunda Guerra Mundial, cuando 4
millones de personas murieron porque Winston Churchill
deliberadamente procedió a desviar suministros esenciales de civiles
en Bengala para nutrir las robustas reservas de los estómagos
europeos. Dijo que, de todos modos, la inanición de los bengalíes
descalzos importaba mucho menos que la de los robustos griegos. La
cita de Churchill es real. Y cuando funcionarios británicos
conscientes le escribieron y le señalaron que la gente se estaba
muriendo de hambre a causa de esta decisión, escribió
maliciosamente en los márgenes del documento: "¿Por qué no ha
muerto Gandhi todavía?"
"Odio a los indios. Son un pueblo bestial con una religión bestial. La hambruna fue su culpa por reproducirse como conejos". -Winston Churchill |
Por lo tanto, todas las
nociones de que los británicos estaban tratando de hacer su empresa
colonial a partir del despotismo ilustrado para tratar de llevar los
beneficios del colonialismo y la civilización a los atrasados... Lo
siento, la conducta de Churchill en 1943 es simplemente un ejemplo
de los muchos que dieron luz a este mito.
La violencia y el racismo
fueron la realidad de la experiencia colonial. Y no es de extrañar
que el sol nunca se haya puesto en el imperio británico, porque
incluso Dios no podía fiarse del inglés en la oscuridad.
Tomemos la
Primera Guerra Mundial como un ejemplo muy concreto. Déjenme
decirles lo que, en términos meramente cuantitativos, supuso para la India la Primera Guerra Mundial. Una sexta parte
de todas las fuerzas británicas que lucharon en la guerra eran
indios: 54.000 indios perdieron la vida en esa guerra, 65.000
resultaron heridos y otros 4.000 permanecieron desaparecidos o en
prisión.
Los contribuyentes indios
tuvieron que pagar 100 millones de libras, en dinero de aquel tiempo.
India suministró 17 millones de cartuchos, 600.000 rifles y
ametralladoras, 42 millones de prendas fueron cosidas y enviadas
fuera de la India y 1.3 millones de personal indio sirvieron en esta
guerra.
Pero no solo eso, la
India tuvo que suministrar 173.000 animales, 370 millones de
toneladas de suministros y, al final, el valor total de todo lo que
se extrajo de la India, que por cierto estaba sufriendo una recesión
en ese momento que, incrementó la pobreza y el hambre, fue, en
dinero de hoy, 8 mil millones de libras. ¿Quieren cuantificación?,
está disponible.
La Segunda Guerra
Mundial, fue aún peor: 2.5 millones de indios en uniforme. Cuesta
creerlo, de la deuda total de guerra de Gran Bretaña, de 3 mil
millones de libras en 1945, 1.25 mil millones se le debían a la
India, pero en realidad nunca se le pagó.
Alguien mencionó
Escocia. Bueno, el hecho es que el colonialismo en realidad cimentó
la unión con Escocia. Los escoceses habían intentado establecer
colonias antes de 1707, lamento decir que fallaron. Pero, por
supuesto, llegó la unión y la India estaba disponible y allí
obtuvieron empleo un desproporcionado número de escoceses
comprometidos en esta empresa colonial como soldados, como
comerciantes, como agentes, como empleados. Y fueron las ganancias
obtenidas en la India lo que trajo prosperidad a Escocia, sacándola
de la pobreza. Ahora que India ya no está disponible, no es de
extrañar que los vínculos se estén debilitando.
Respecto a los
ferrocarriles, permítanme decirles en primer lugar, que los
ferrocarriles y las carreteras se construyeron realmente para servir
los intereses británicos y no los de la población local, pero puedo
agregar que en muchos países se han construido ferrocarriles y
carreteras sin que para hacerlo haya sido necesario su colonización
previa.
Fueron diseñados para
transportar las materias primas que, desde el interior hasta los
puertos, se enviaban a Gran Bretaña. Y el hecho es que, en materia
de transporte, las necesidades del pueblo indio, del jamaicano o la
de otros pueblos colonizados, eran necesidades incidentales. No se
intentó de ninguna manera igualar la oferta con la demanda. Por el
contrario, en realidad, los ferrocarriles indios se construyeron con
incentivos masivos ofrecidos por los británicos a los inversionistas
británicos, garantizados con los impuestos indios, pagados por los
indios, con el resultado de que en realidad teníamos una milla de
ferrocarril indio que costaba el doble que construir la misma milla
en Canadá o Australia porque había mucho dinero que se pagaba en
rendimientos extravagantes. Gran Bretaña obtuvo todos los
beneficios, controló la tecnología, suministró todos los equipos y
todas estas ganancias se produjeron para la empresa privada británica a
cuenta del riesgo público indio. Ese fue el "logro" del ferrocarril.
Oímos hablar de ayuda,
la ayuda británica a la India. Bueno, les diré que la
ayuda británica a la India es aproximadamente el 0,4% del PIB de la
India. El gobierno de la India en realidad gasta más en subsidios a
los fertilizantes, lo que podría ser una metáfora apropiada para
dicho argumento.
Como diria Borell, sólo mataron a tres o cuatro indios, de la India.
ResponderEliminarMe es indiferente lo que Borrell pudiera decir al respecto.
EliminarMichael parenti, cita:
ResponderEliminarnd Euro-North Americans to positions of global supremacy.
p271
What is called "underdevelopment" is a set of social relations that has been forcefully imposed on countries. With the advent of the Western colonizers, the peoples of the Third World were set back in their development sometimes for centuries. British imperialism in India provides an instructive example. In 1810, India was exporting more textiles to England than England was exporting to India. By 1830, the trade flow was reversed. The British had put up prohibitive tariff barriers to shut out Indian finished goods and were dumping their commodities in India, a practice backed by British gunboats and military force. Within a matter of years, the great textile centers of Dacca and Madras were turned into ghost towns. The Indians were sent back to the land to raise the cotton used in British textile factories. In effect, India was reduced to being a cow milked by British investors.
By 1850, India's debt had grown to 53 million. From 1850 to 1900, its per capita income dropped by almost two-thirds. The value of the raw materials and commodities that the Indians were obliged to send to Britain during most of the nineteenth century amounted yearly to more than the total income of the sixty million Indian agricultural and industrial workers. British imperialism did two things: first, it ended India's development, then it forcibly underdeveloped that country. The massive poverty we associate with India was not an original historical condition that antedates imperialism.
p272
Wealth is transferred from Third World people to the economic elites of Europe and North America (and later on Japan) by the expropriation of natural resources, the imposition of ruinous taxes and land rents, the payment of poverty wages, and the forced importation of finished goods at highly inflated prices. The colonized country is denied the opportunity to develop its own natural resources, markets, trade, and industrial capacity. Self-sustenance and self-employment are discouraged at every turn.
Hundreds of millions of Third World people now live in destitution in remote villages and congested urban slums, suffering hunger and disease, often because the land they once tilled is now controlled by agribusiness firms who use it for mining or for commercial export crops such as coffee, sugar, and beef, instead of growing beans, rice, and corn for home consumption. Imperialism forces millions of children around the world to live nightmarish lives, with their mental and physical health severely damaged. In countries like Mexico, India, Colombia, and Egypt, children are dragooned into health-shattering, dawn-to-dusk labor on farms and in factories and mines for pennies an hour, with no opportunity for play, schooling, or medical care. In India, 55 million children are pressed into the work force. In the Philippines and Malaysia, corporations have lobbied to drop age restrictions for labor recruitment.
When we say a country is underdeveloped, we are implying that it is backward and retarded in some way, that its people have shown little capacity to achieve and evolve. The negative connotations of "underdeveloped" has caused the United Nations, the Wall Street journal, and parties of contrasting political persuasion to refer to Third World countries as developing nations, a term somewhat less insulting than "underdeveloped" but equally misleading.
I prefer to use "Third World" because "developing" still implies that backwardness and poverty were part of an original historic condition and not something imposed by the imperialists. It also falsely suggests that these countries are developing when actually their economic conditions are usually worsening.
Gracias por la magnífica y oportuna cita de Michael Parenti. El llamado "progreso" (o "desarrollo") casi siempre ha servido para disfrazar lo que en realidad ha sido y es puro imperialismo.
EliminarSalud!
Saludos,
ResponderEliminar"Las venas abiertas de América Latina" profundiza en este mismo tema.
Cita y pdf
https://static.telesurtv.net/filesOnRFS/news/2015/04/13/las_venas_abiertas_de_amxrica_latina.pdf
A cada cual se
le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la
metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las
dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y
que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la
opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras
adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los
puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra.
(Hace cuatro siglos, ya habían nacido dieciséis de las veinte ciudades
latinoamericanas más pobladas de la actualidad.)
Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso
y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de
su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron,
ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo
de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del
desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre
implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra
pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales
nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convierten en veneno. Potosí, Zacatecas y
Ouro Preto cayeron en picada desde la cumbre de los esplendores de
los metales preciosos al profundo agujero de los socavones vacíos, y
la ruina fue el destino de la pampa chilena del salitre y de la selva
amazónica del caucho; el nordeste azucarero de Brasil, los bosques
argentinos del quebracho o ciertos pueblos petroleros del lago de
Maracaibo tienen dolorosas razones para creer en la mortalidad de
las fortunas que la naturaleza otorga y el imperialismo usurpa. La
lluvia que irriga a los centros del poder imperialista ahoga los vastos
suburbios del sistema. Del mismo modo, y simétricamente, el bienestar
de nuestras clases dominantes –dominantes hacia dentro, dominadas
desde fuera– es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una
vida de bestias de carga.
Libro de obligada lectura para quien esté interesado/a en la historia y el presente de América Latina.
EliminarMuchas gracias por tu aportación.
Nosotros lo sabemos, pero ¿y "las masas"?
ResponderEliminarEn una campana de vacío no se transmite el sonido.
Tienes mucha razón, pero el silencio no romperá la campana.
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