RED
VOLTAIRE - Damasco (Siria) – 16/06/2020
Las ideologías del
antirracismo y del racismo se articulan alrededor de una misma
falacia, según la cual los humanos se dividen en razas diferentes
que no pueden procrear en común sin verse afectadas por problemas
de salud. La estupidez de tal afirmación salta a la vista. Pero
al ser interrogados al respecto, los defensores de ambas tendencias
sostienen que sólo pueden hablar en sentido figurado… antes de
caer de nuevo en su interpretación racial de la humanidad y de su
historia. Desplegando una pasión muy similar, racistas y
antirracistas han servido los intereses de las potencias dominantes.
Las comunidades humanas
tienden generalmente a sobreestimar su propio modo de vida y a
desconfiar del modo de vida de otras comunidades. Para mantener la
cohesión de su grupo, algunos miembros de las comunidades
–cualquiera que sea esta– tienden, como reflejo, a rechazar a
los nuevos elementos que llegan del exterior. A veces, después de
conocerlos mejor, acaban entendiendo que los recién llegados son
personas similares a ellos mismos y eso hace disminuir las
tensiones.
Lo anterior es la
descripción de un mecanismo etnológico. Pero en los siglos XIX y XX
se agregaron a ese mecanismo dos ideologías o tendencias: el
racismo y el antirracismo. En el contexto del imperialismo
británico y del desarrollo de la biología y de la genética, esas
teorías permitían justificar la jerarquía de una población
sobre otra o la igualdad de derechos entre poblaciones
diferentes.
El racismo científico
Invocando las teorías de
Charles Darwin (1809-1882) sobre la evolución de las especies, otro
británico, Herbert Spencer (1820-1903), planteó la existencia de
razas humanas diferentes y afirmó que la selección natural había
llevado a la superioridad de los blancos. Era el inicio del
«darwinismo social». Un primo de Darwin, Francis
Galton (1822-1911), estableció una serie de comparaciones entre
las razas y vinculó la tasa de fecundidad de las mujeres a la
degeneración de los individuos, lo cual le permitió “demostrar”
la superioridad de los blancos sobre los individuos con otros
colores de piel… de paso también “demostró” la superioridad
de los ricos sobre los pobres.
Un «consenso
científico» estableció como premisa que de los contactos
sexuales entre razas diferentes nacían individuos con numerosos
problemas o limitaciones. Por consiguiente, era indispensable
prohibir las relaciones sexuales entre individuos de razas
diferentes, tan indispensable como prohibir el incesto, en aras de
preservar cada raza. Eso era el «eugenismo». La
aplicación de ese principio resultó ser extremadamente compleja ya
que, sin importar cómo se defina cada raza, no existen individuos
racialmente “puros”, por consiguiente cada situación está
sujeta a discusión. En Estados Unidos, esa lógica llevó no sólo a
la oposición a la formación de parejas interraciales entre
descendientes de europeos, miembros de los pueblos originarios
(los mal llamados «indios» o «pieles rojas»),
negros y chinos sino incluso a privilegiar a los blancos
anglosajones por sobre los blancos no anglosajones (italianos,
polacos, serbios, griegos, etc.), lo cual se puso de manifiesto en
la Immigration Act que estuvo en vigor en Estados Unidos
desde 1924 hasta 1965.
Por su parte, el
Instituto Kaiser Wilhelm “demostró” que la preservación de la
raza exigía no sólo no reproducirse con individuos de razas
diferentes sino que también había que abstenerse de toda relación
sexual de tipo interracial, aunque no se llegara a la reproducción.
Supuestamente, aun en el caso de la penetración anal, los genes
de cada individuo se mezclan con los del otro, lo cual “justificó”
que los nazis prohibieran la homosexualidad.
Hubo que esperar hasta la
caída del nazismo y el inicio de la descolonización para que
apareciera un nuevo «consenso científico» y se tomara
conciencia de la increíble diversidad existente en cada una de
las supuestas razas. Lo que tenemos en común con individuos de una
raza supuestamente diferente a la nuestra es mucho más importante
que lo que nos diferencia de individuos de nuestra misma raza
supuesta.
En julio de 1950, la
UNESCO echó abajo las tesis del «darwinismo social» y del
«eugenismo». Simplemente, la humanidad surgió de varias
razas diferentes de homo sapiens prehistóricos pero se
constituye de una sola raza cuyos individuos pueden reproducirse sin
ningún peligro. Por supuesto, no había que ser científico para
darse cuenta de eso, pero las ideologías del imperialismo y el
colonialismo habían nublado temporalmente la claridad de los
«sabios».
El racismo jurídico
Mientras los científicos
recuperaban su unidad, los juristas se dividían en dos maneras
diferentes de abordar el mismo tema. En este caso, la división no
estaba determinada por las ideologías imperialista y colonial
sino por concepciones diferentes de la Nación. Para los
anglosajones, la Nación es una unión étnica –en el sentido
cultural– mientras que para los franceses la Nación es
resultado de una opción política.
El principal diccionario
político estadounidense contiene la siguiente definición: «Nación:
Gran grupo de personas que tienen un origen, una lengua, una
tradición y costumbres comunes que conforman una entidad
política.» (“Nation: A large group of people having a common
origin, language, and tradition and usu. constituting a political
entity”, Black’s Law Dictionary, 2014).
Por el contrario, desde
la Revolución Francesa, Francia adopta la siguiente definición:
«Nación: Personalidad jurídica constituida por el conjunto
de individuos que componen el Estado» (Nation: «Personne
juridique constituée par l’ensemble des individus composant
l’État» (Decreto del rey Luis XVI, 23 de julio de 1789).
La noción francesa de
Estado es hoy prácticamente universal mientras que la de los
británicos la defienden sólo los anglosajones y los grupos que
ellos mismos crearon en función de sus intereses coloniales: la
Hermandad Musulmana [1] y, en la India, la Rastriya Swayamsevak
Sangh (RSS) [2].
En definitiva, a pesar de
los progresos de la ciencia, los británicos de hoy siguen viviendo
bajo la Race Relations Act 1976, o sea la “Ley
sobre las Relaciones Raciales de 1976”, y bajo el arbitrio de la
Commission for Racial Equality, la “Comisión por la
Igualdad Racial”, mientras que los textos oficiales franceses
utilizan la expresión «supuesta raza». En la práctica,
unos y otros no establecen diferencias «raciales» sino de
clase social, en el caso de los británicos, y de nivel social, en
el de los franceses.
El antirracismo
En Occidente, hoy existe
una confusión entre antirracismo y antifascismo, a pesar de que está
demostrado que las razas no existen y de que tampoco existen las
situaciones económicas que dieron lugar al surgimiento del
fascismo. Los grupos que hoy provocan brotes de violencia en
nombre del antirracismo y del antifascismo se presentan como
elementos de la extrema izquierda anticapitalista… pero están
subvencionados por el especulador George Soros, trabajan para la
OTAN –protectora armada del capitalismo– y cuentan con
entrenamiento militar.
El presidente turco,
Recep Tayyip Erdogan, se dio el lujo de señalar, en una conversación
telefónica con el presidente estadounidense Donald Trump, que la
OTAN utilizó brigadas internacionales “antifascistas”
simultáneamente contra Siria y contra Turquía [3], precisamente los
mismos «Antifas» que ahora coordinan los motines
antirracistas en Estados Unidos.
En realidad, lo que hoy
nos presentan como racismo y “antirracismo” son las dos caras de
una misma moneda. Ambos se basan en el mito de las razas, aunque
ya sabemos que las razas no existen. En ambos casos, se trata de
una forma de conformismo a la moda. Los racistas surgieron del
imperialismo y del colonialismo, los “antirracistas” de hoy son
fruto de la globalización financiera. Su única utilidad común
es ocupar el terreno para eclipsar las verdaderas luchas sociales.
Notas
[1] «La
Hermandad Musulmana, como cofradía de asesinos» (6 partes),
Thierry Meyssan, 29 de junio de 2019.
[2] La Rastriya
Swayamsevak Sangh, generalmente designada por las siglas RSS, es
la Asociación de Voluntarios Nacionales o Asociación Patriótica
Nacional, matriz ideológica del Partido Popular Indio,
actualmente en el poder. Nota de la Red Voltaire. Ver «Déjà
10 mois de confinement du Jammu-et-Cachemire», por Moin ul
Haque, Dawn (Pakistán), Réseau Voltaire, 10 de junio de 2020.
[3] «Las
brigadas anarquistas de la OTAN», por Thierry Meyssan, Red
Voltaire, 12 de septiembre de 2017.
Mira tú, me apetecía comentar este post cuando lo leía. Creo que aquí está muy equivocado. Una cosa es el uso político que se le quiera dar al antirracismo o al antifascismo y otra es la base. Los grandes poderes financian todo aquello que pueden usurpando su nombre, lo hicieron con los migrantes, LGTBI y feminismo, lo hacen con BLM, con el socialismo y con el feminismo... A veces como ariete y otras veces para destruirlo, porque saben que la manera de destruir algo es comprandolo. Ahora hay denuncias de tácticas de "Revolución de color" en USA.
ResponderEliminarPero que pasa a pie de calle es muy distinto, "racismo y “antirracismo” son las dos caras de una misma moneda" WTF?! El antirracismo es una herramienta anticapitalista, antimperialista y sobre todo antirrepresiva contra nazis y policiales, y el antifascismo aglutina básicamente a comunistas y anarquistas amén de quien se una a modo de bloque.
Seguramente Missan se refiere al primero desestimando el segundo. En españa los ju-heces lo entienden perfectamente y aplican a antifa delitos de odio político.
Salud! Pablo Heraklio
Es cierto que el capitalismo compra y se inserta en todo lo que le molesta, para destruirlo desde dentro. Esto es evidente en el feminismo y el movimiento LGTBI. Sin duda su otro objetivo son los antirracista y grupos de izquierdas, como Izquierda Unida, donde se insertan con troyanos para diluirlos. Detectar y aislar esto es complejo pero nos va la vida en ello.
ResponderEliminar