15 febrero, 2025

USA. De aquellos clasistas barros...

 


En todas las poblaciones y pequeñas ciudades de los Estados Unidos hay un grupo de familias situada por encima de las clases medias. Son familias que dominan a las masas de empleados y de obreros asalariados. Los miembros de esas familias, que poseen y controlan más que el resto de la población local, son la clave de las decisiones locales. Sus nombres y sus caras aparecen con frecuencia en la prensa regional, en realidad, son los dueños del periódico, así como de la emisora de radio. Son también propietarios de las fábricas más importantes de la localidad y de casi todos los comercios situados a lo largo de la calle principal, y además dirigen los bancos. Se relacionan entre sí estrechamente, y son muy conscientes de que pertenecen a la clase dominante de las familias dirigentes. Sus hijos e hijas van a la universidad, normalmente después de haber asistido a escuelas particulares, y se casan entre sí o con muchachos o muchachas de familias análogas de poblaciones similares. Después de haberse casado convenientemente, comienzan a ser propietarios, a ocupar puestos importantes y a tomar decisiones. El hijo de una de esas viejas familias es ahora directivo de la sucursal local de una empresa nacional. El médico de la familia tiene dos hijos, uno de los cuales empieza ahora a ejercer, el otro –que está a punto de casase con la hija del dueño de la segunda fábrica más importante–, probablemente será el fiscal del distrito que suceda al actual. Así ha sido tradicionalmente, y así sigue siendo hoy en las poblaciones pequeñas de los Estados Unidos.


La conciencia de clase no es una característica que se manifieste en todos los planos o niveles de la sociedad norteamericana, es en la clase alta donde más manifiesta. Entre la población subalterna las líneas que determinan las clases son borrosas, muy confusas, y no puede diferenciarse la posición económica por la ropa y la vivienda ni por las maneras de ganar y de gastar dinero. Las gentes de las clases baja y media se diferencian, desde luego, por los valores, las cosas y las experiencias a que conducen las diferentes cuantías de los ingresos, pero no suelen ser conscientes ni de los valores ni de las bases sobre las que se sustenta su clase.


Por otra parte, quienes pertenecen a estratos superiores, aunque sólo sea porque son menos numerosos, pueden saber mucho más fácilmente los unos de los otros y mantener entre sí una tradición común, y de esta suerte, adquirir conciencia de la clase a que pertenecen. Tienen el tiempo y el dinero necesarios para mantener el nivel de vida del que gozan en común. Son una clase adinerada, y constituyen también un grupo más o menos determinado de personas que, mezclándose entre sí, forman círculos compactos con aspiraciones comunes a ser reconocidos como las familias dirigentes de sus ciudades.


LA ELITE DEL PODER – Wright Mills (1956)

https://esfops.wordpress.com/wp-content/uploads/2013/07/la-elite-del-poder.pdf



No hay comentarios :

Publicar un comentario