NO
CIERRES LOS OJOS – 19/06/2025
Irán no es Siria,
tampoco Iraq, no se equivoquen…
Para situar el tema en
contexto es preciso poner los pies en la tierra, literalmente. No
son, nunca han sido Irán e Israel potencias equivalentes. Creerse
ese cuento es de fanáticos o de majaderos. Israel tiene 26.000
kilómetros cuadrados y ocho millones de habitantes, territorio que
debe compartir con cinco millones de palestinos. Carece de recursos
naturales y energéticos y su defensa depende, en un 90%, de EEUU y,
en menor medida, de las satrapías europeas. No hay más. Irán tiene
1.780.000 kilómetros cuadrados y 90 millones de habitantes. Dispone
de algunas de las mayores reservas energéticas del mundo y de
incontables recursos naturales. Fabrica la práctica totalidad de su
armamento y es, con diferencia, el país más poderoso de Oriente
Medio. En un conflicto taco a taco con Israel, la enorme asimetría
aseguraría una rápida y desastrosa derrota de Israel. Las guerras,
desde siempre, las suele ganar quien tiene más recursos y más
soldados y, en este tema, se engaña solamente quien quiera
engañarse.
Las agencias noticiosas y
una generalidad de comentaristas hablan o se refieren a los ataques
de Israel contra Irán como si esos ataques los realizaran en su
totalidad las Fuerzas genocidas de Israel, pero nada más lejos de la
realidad. Israel, por sí mismo, no tiene capacidad para realizar tal
tipo de ataques. No lo decimos nosotros. Lo acaba de resumir la
revista
estadounidense Military Watch, en estos términos:
Estados Unidos ya
participa activamente en el conflicto iraní-israelí, proporcionando
no solo inteligencia, datos de objetivos y armamento a las Fuerzas de
Defensa de Israel, sino también desplegando sistemas de defensa
aérea THAAD del Ejército estadounidense y destructores AEGIS para
apoyar la interceptación de misiles balísticos iraníes. Informes
no confirmados indican que cazas estadounidenses también han apoyado
la interceptación de drones iraníes, como ya hicieron durante
intercambios previos menos intensos entre Irán e Israel en abril y
octubre de 2024. Según informes, la Fuerza Aérea Israelí también
ha dependido en gran medida del apoyo de reabastecimiento aéreo de
varios miembros de la OTAN, incluidos Estados Unidos y Alemania, para
que sus cazas alcancen objetivos iraníes.
Sigamos con fuentes de
EEUU. El diario The
Washington Post, en un artículo firmado por Gerry Shih, Susana
Georgey Evan Hill, de 17 de junio de 2025, dice lo siguiente:
Sin reabastecimientos de
Estados Unidos ni una mayor participación de sus fuerzas, algunas
evaluaciones proyectan que Israel podría mantener su defensa
antimisiles durante 10 o 12 días más si Irán mantiene un ritmo
constante de ataques, según una fuente informada sobre las
evaluaciones de inteligencia de Estados Unidos e Israel. Añadió
que, incluso a finales de esta semana, los sistemas israelíes
podrían solo ser capaces de interceptar una proporción menor de
misiles debido a la necesidad de racionar la munición defensiva.
«Tendrán que seleccionar lo que quieren interceptar», declaró la
fuente, que habló bajo condición de anonimato para tratar un asunto
delicado. «El sistema ya está desbordado».
La revista Military
Watch, por su parte, en un artículo del 18 de junio de 2025,
titulado “El arsenal de defensa antimisiles de Israel se agotó
tras sólo cinco días de ataques iraníes”, comenta:
Los sistemas de defensa
antimisiles israelíes han demostrado tener dificultades para
interceptar ataques lanzados incluso con misiles balísticos de clase
relativamente básica, como los lanzados por las fuerzas de la
Coalición Ansurullah en Yemen. Esto ha puesto en seria duda su
capacidad para interceptar misiles iraníes de mediano y alto
calibre. La escasez israelí de misiles antibalísticos ya era un
problema grave a mediados de 2024, con los continuos ataques con
misiles balísticos desde Yemen, dos ataques a gran escala desde Irán
en abril y septiembre, y, en menor medida, los ataques del grupo
paramilitar libanés Hezbolá, que habían agotado el arsenal. Según
informes, los exitosos esfuerzos de Hezbolá para atacar
específicamente los activos de defensa antimisiles israelíes
empeoraron la situación. Esta escasez llevó a Estados Unidos a
desempeñar un papel más importante en la defensa del territorio
israelí contra los ataques con misiles, y como resultado, las
Fuerzas Armadas estadounidenses también vieron sus arsenales de
misiles antibalísticos bajo una creciente presión debido al
despliegue de los sistemas THAAD del Ejército estadounidense y AEGIS
de la Armada estadounidense para proteger a Israel.
Como pueden leer, en el
conflicto de Israel contra Irán, hay mucho ruido y pocos misiles
antimisiles. No sólo en los arsenales de Israel, sino en los propios
arsenales de EEUU. De esta guisa, podría el presidente Trump ordenar
un ataque aéreo contra objetivos iraníes, pero será cosa de echar
a suertes los resultados finales de ese ataque. Recordemos, sin ir
más lejos, que el operativo aéreo y naval contra las fuerzas hutíes
de Yemen, realizado por EEUU, terminó en chasco, pidiendo cacao
Washington, pues los hutíes, aparte de derribarles dos docenas de
costosos drones y tres costosísimos cazabombarderos, poco más y le
pegan un misilazo a uno de sus flamantes portaaviones, lo que habría
generado un bochorno mayúsculo, evidenciando la vulnerabilidad de
estas plataformas.
Ahora hagamos números y
comparemos el arsenal de los heroicos y osados hutíes con el arsenal
que posee Irán. Si EEUU no pudo doblegar a los hutíes, ¿cómo
piensa doblegar a Irán? ¿Qué destino les espera a las bases
estadounidenses en Bahréin, Qatar o Emiratos Árabes Unidos? Los
portaaviones pueden moverse; las bases militares no. Y están, todas,
a tiro de pichón de los misiles iraníes.
Pensemos otra cuestión.
Los cazabombarderos necesitan campos de aterrizaje. Las bases de EEUU
en la península arábiga necesitan el permiso de los gobiernos para
poder ser usadas en acciones bélicas. ¿Darían este permiso los
respectivos gobiernos, sabiendo que, con ese permiso, están abriendo
las puertas del infierno y que sus países serán los que paguen el
pato, la pata y el ganso? Arabia Saudita ha expresado su apoyo a Irán
y condenado la agresión israelí. Reacciones similares han tenido
otros gobiernos de la región. ¿Irán a la guerra contra Irán? Todo
es posible, pero, desde aquí, lo dudamos.
Tan es así que EEUU está
concentrando sus aviones en bases europeas, sobre todo las de España
(¡ay, España, qué vergüenza das!). Si los árabes no dan permiso,
los aviones tendrán que despegar de portaaviones y bases europeas.
Largas serían las distancias y rusos y chinos alertarían a Irán
del despegue de los cazabombarderos gringos. Hay 5.000 kilómetros de
España a Irán. Los cazabombarderos tienen, de media, una autonomía
de vuelo de 2.000 kilómetros. Tendrían que ser reabastecidos en el
aire, lo que retrasaría más su llegada. En suma, de todo habría,
menos sorpresa, cuestión ésta de principal importancia en las cosas
militares.
Otra cuestión. El ataque
sionista, aunque no lo parezca en primera instancia, es parte de un
conflicto mayor, de escala mundial, relacionado hondamente con el
cambio sistémico que vive el mundo hoy. Un cambio que es esto: la
sustitución de cinco siglos y medio de hegemonía occidental por un
mundo multipolar, encabezado por las grandes potencias emergentes
(China, Rusia, India) y potencias regionales (Irán, Indonesia,
Paquistán, Sudáfrica). Nada ni nadie podrá detener el proceso de
cambio sistémico. Israel es la pieza de la OTAN en Oriente Medio,
como Japón, Taiwán y Corea del Sur lo son en Asia/Pacífico, y
Alemania y Polonia en Europa. Fichas de un tablero global.
Desde esa perspectiva,
el ataque a Irán es un ataque a la retaguardia estratégica de Rusia
y China. A un país esencial en la construcción del mundo
multipolar. Se entenderá mejor esto viendo un mapa de Eurasia. En
ese mapa puede verse el cubo de países adversarios del atlantismo.
Rusia, dominando el Ártico y el flanco europeo. China, la
superpotencia que se proyecta hacia el Pacífico. India, dominando el
Índico. E Irán, la pieza insustituible en Oriente Medio, el golfo
Pérsico y el Mar de Omán. El mundo multipolar frente a los
tardo-imperialismos y sus perros guardianes de pocos dientes.
No hay, en este presente,
conflictos aislados. El
mundo euroasiático es un sistema de vasos comunicantes, de forma
que unas crisis están vinculadas o repercuten o tienen derivaciones
en las otras. Un conflicto abierto en Oriente Medio sería un regalo
para Rusia en Ucrania y para China en Asia/Pacífico. Dada la
debilidad de Israel, EEUU tendría que derivar ingentes recursos para
sostener al Estado sionista, recursos que se extraerían de fondos
destinados a Ucrania, Europa y el Pacífico. Cuanto más grave y más
prolongado en el tiempo sea el conflicto, peor para EEUU y mejor para
Rusia y China. Y atrozmente mal para Europa, Japón y Corea del Sur,
que, como importadores netos de energía, verían desplomarse sus ya
débiles economías. Un alza exponencial del gas y el petróleo
dinamitaría su tejido industrial y liquidaría miles de empresas.
Terminamos esto, escrito
a vuelapluma y sin más ayuda que el corrector automático, citando a
Jude Russo, editor jefe de The American Conservative, en su artículo
No
es nuestra guerra, de 13 de junio pasado:
El hecho de que Irán se
encuentre en la periferia estadounidense (y, en relación con Estados
Unidos, sea débil) significa que las consecuencias negativas de
incluso una participación directa llegarán con retraso y, al
principio, de forma remota, como ocurrió con las consecuencias
negativas de la guerra de Irak. Pero quizás no con tanto retraso ni
tan remotamente: el poderío estadounidense está mucho más
debilitado que en 2003, la sociedad estadounidense está mucho menos
cohesionada y el Tesoro estadounidense se encuentra en una situación
mucho más precaria.
Si bien esta situación
no es ideal, Estados Unidos puede tomar medidas para mitigar el daño.
Parte de la habilidad política consiste en tener en cuenta las
insensateces de futuros líderes y anticiparse a ellas. A veces,
salir de una región solo se logra saliendo.
Sabio consejo. Lo dicho.
Esto está escrito a vuelapluma que, por su extensión, parece pluma
de dinosaurio en transición de T-Rex a ave. Sean benignos con los
errores, que es hora de remitirse al sueño (y a un vaso de bon
vino).
Augusto
Zamora R. es profesor de Derecho internacional público y
Relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid.
Entre sus libros está Política
y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos, Réquiem
polifónico por Occidente, De
Ucrania al mar de la China, y el recién publicado Multipolaridad
y descolonización de las Naciones Unidas.
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