TRANSCRIPCIÓN (Arrezafe)
Informe:
Buen día.
Para hacerse una idea de lo terrible de la situación, este gráfico es muy útil. Representa el precio de las acciones de Unusual Machines, una empresa que fabrica drones. Justo después de las elecciones de noviembre pasado, el hijo del presidente Trump se unió a la empresa como asesor y compró una gran cantidad de acciones. Donald Trump Jr. posee ahora más de 300.000 acciones, con un valor aproximado de 4 millones de dólares.
Este año, Unusual Machines obtuvo importantes contratos con el Pentágono para construir drones para el Departamento de Defensa. Por lo tanto, dicho contrato debería haber subido directamente el valor de la empresa, pero hoy está más bajo que cuando Trump sustituyó a Biden.
Ya informamos que el Departamento de Defensa tiene grandes planes para drones y anunció un gran esfuerzo para "establecer el dominio de los drones militares estadounidenses". Poco después, Unusual Machines obtuvo el contrato para fabricar motores para los drones del Ejército, utilizados en reconocimiento y vigilancia.
La Orden Ejecutiva que Trump firmó para impulsar la industria de los drones en EEUU, derogó las restricciones previas sobre el origen de la tecnología. Fue la eliminación de esta restricción lo que, al principio, impulsó las acciones de las empresas que fabrican los drones. Anteriormente, las estrictas regulaciones impedían al Pentágono comprar drones y piezas fabricadas por empresas chinas. Esta restricción se eliminó con la Orden Ejecutiva de Trump, lo que allanó el camino para que Unusual Machines presentara ofertas para los nuevos contratos de suministro de drones, dado que Unusual Machines obtenía sus motores de China.
El programa Blue UAS mantiene una lista de empresas autorizadas para su uso por el Pentágono. De repente, la lista incluye piezas de drones fabricadas por empresas rivales, y la mayoría de los sistemas de drones autorizados para su uso en el Pentágono se fabrican en China.
Naturalmente, los funcionarios de defensa tienen opiniones encontradas al respecto. Un exfuncionario anónimo afirma que ahora hay componentes chinos por todas partes en los drones del Pentágono: los motores, las baterías y los controladores de velocidad. Recuerda añorante aquellos tiempos, hace apenas unos años, cuando nadie pensaba en las materias primas, las tierras raras ni en el origen de las piezas. Ahora todo el mundo sabe que todo eso proviene de China. Le preocupa que los chinos puedan estar incluyendo en sus baterías puertas traseras o geo-cercas, o algo similar.
Sin embargo, la mayoría de los expertos consideran que no existe vulnerabilidad real en nada de esto; tan sólo se trata de otro ejemplo del control de China de la cadena de suministro de otro producto que el Pentágono quiere fabricar. Los componentes simples no suponen un alto riesgo de ser explotados; el verdadero problema es que las empresas estadounidenses no disponen de condiciones económicas para fabricarlos. Un dron requiere cuatro motores. Los motores chinos cuestan entre 12 y 25 dólares. Los motores para drones estadounidenses cuestan entre 100 y 200 dólares. Por lo tanto, el coste de los motores para un dron sencillo y económico será de 48 dólares, si se utilizan motores fabricados en China, frente a los 400 dólares, si se fabrican en Estados Unidos.
He aquí la opinión de otro funcionario sobre el problema de la cadena de suministro: si se desatara una guerra, se cortarían las rutas marítimas y se cerrarían las líneas de suministro, no tendríamos acceso a esos motores. «Obtener piezas de drones de China es una mala estrategia». Le preocupa que una guerra abierta con China conduzca inmediatamente a un embargo económico y un bloqueo naval. Pero, si eso sucediera, a nadie le importará, ni siquiera a él, cuándo llegará el próximo envío de motores baratos para drones desde Shenzhen. Será lo último que le importe. Durante la pandemia, los estadounidenses se peleaban por el papel higiénico. Se disparan las alarmas contra los chinos y no entra nada, de ninguna parte.
Así que, por ahora, no hay forma de evitar el problema con China. Y como los motores son tan baratos y sencillos, el gobierno estadounidense no puede hacer mucho para cambiar la situación. Y los motores son sólo el primer problema: el cristal de sus cámaras se fabrica en China. Si revisas la lista de materiales de cualquier dron, encontrarás una docena de piezas que requieren una empresa china para fabricarlas de forma asequible y a tiempo. El Pentágono necesita conseguir donde sea una gran cantidad de drones nuevos, y Unusual Machines y las demás empresas de drones están encantadas de conseguir las piezas de donde puedan. El presidente Trump firmó la Orden Ejecutiva que permitió a los fabricantes chinos de piezas para drones incluirse en la lista de UAS [certificado de aprobación], lo que condujo inmediatamente a grandes contratos para los fabricantes de drones que obtienen sus piezas de China.
Por su parte, Unusual Machines insiste en que la adjudicación del contrato no tuvo nada que ver con el hecho de que el hijo del Presidente forme parte ahora de su junta directiva, y que él mismo haya evaluado a los candidatos para los puestos más importantes del Departamento de Defensa y haya promocionado a aquellos que prometieron invertir en drones, también es una coincidencia asombrosa.
Además de Unusual Machines, Trump Jr. es ejecutivo de una firma de capital de riesgo con inversiones en otras compañías: Firehawk Aerospace, Space X y Anduril, y todas ellas han ganado grandes contratos del Pentágono.
Así que, en teoría, todo debería ir de maravilla para estas empresas. Tienen muy buenos contactos políticos, el Pentágono les otorgó contratos millonarios sin objeciones, ya que gasta más en armas que los diez países siguientes juntos. La administración Trump incluso cambió las reglas y ahora pueden comprar piezas baratas de China, ensamblarlas, poner el nombre de su propia empresa en un lateral y fingir que están "desplegando el dominio estadounidense de los drones". Estas empresas incluso se están internacionalizando: Unusual Machines se ha asociado con una empresa de Puerto Rico para construir una flota de portaaviones no tripulados, drones autónomos, misiles antiaéreos y torpedos.
Anduril, otra empresa en esa cartera, acaba de firmar un contrato con Rheinmetall para construir sistemas de defensa para Europa. Se desarrollarán los misiles Barracuda y los drones Fury de Anduril, así como nuevas líneas de ensamblaje en Europa para motores de cohetes de combustible sólido, además de otros muchos proyectos que están en marcha.
Pero, en lugar de una línea ascendente que las haga aparecer próximas a Google, las acciones se están desplomando y volatilizando. Y ello se debe a los propios drones. Pasemos ahora a Anduril, que recientemente realizó una gran prueba con la Marina de los EEUU: Se trató de una prueba de lanzamiento y recuperación de 30 drones navales frente a California. Aproximadamente la mitad se apagaron automáticamente quedando inutilizados y flotando a la deriva. Esto representó un peligro para la navegación de todo cuanto flotaba cerca, por lo que la Marina se apresuró a recogerlos. En el informe, los especialistas de operaciones de la Marina afirmaron que los "representantes de la compañía confundieron a los militares". Una forma burocrática de decir que les mintieron, más bien. Cuatro marineros advirtieron sobre problemas crónicos de seguridad y "errores de orientación". Sin cambios urgentes, los drones de Anduril representan un "riesgo extremo para las fuerzas y la posibilidad de que mueran hombres”.
El programa de software de la compañía, llamado Lattice, se vende al Pentágono como integrador de fuerzas, lo que permite el despliegue y manejo de múltiples armas por un solo operador. Pero el sistema no funciona. En el caso de la prueba del dron en California, las embarcaciones rechazaron las órdenes y no lograron alejarse de objetivos no deseados, por lo que tuvieron que desactivar el sistema. Anduril afirma que el problema residía en las embarcaciones, que son construidas por otra compañía, pero esta afirmó que integran otro software sin problemas, y las tripulaciones de la Armada que participaron en el ejercicio afirman que Anduril es responsable de asegurarse de que el software funcione antes de entregárselo a la Armada.
Otra prueba en California, esta vez para el avión Fury, tuvo que retrasarse debido a restos que dañaron el motor. En Oregón, el sistema antidrones de la compañía se estrelló y prendió fuego, provocando un gran incendio.
En otra prueba anterior, los drones se comportaron tan mal que los propios evaluadores temieron por sus vidas.
La empresa es privada y está valorada en 30 mil millones de dólares tras obtener numerosos contratos para los aviones Fury y otros sistemas. Sin embargo, la experiencia en el campo de batalla con sus drones ha sido deficiente. Se utilizaron brevemente en Ucrania, pero allí los drones de Anduril eran vulnerables a interferencias. Los operadores ucranianos dejaron de usarlos por completo, ya que fallaban constantemente sus objetivos y hacían estallar lo que no debían.
Al parecer, esta industria es mucho más compleja que simplemente comprar piezas baratas a los chinos y lanzarlas al aire. Nos planteamos esta pregunta hace más de un año. ¿Cuán malos han de ser los drones estadounidenses para que los ucranianos se nieguen a usarlos, a pesar de ser gratuitos? Esto solo puede significar que tienen un funcionamiento negativo en el campo de batalla y que para los soldados en él, es más arriesgado usar los drones fabricados por estas empresas que simplemente prescindir de ellos.
Y otra pregunta que nos hacemos: ¿qué es lo que hace exactamente Anduril, valorada en 30 mil millones de dólares, si ni siquiera puede regalar su equipo a quienes en este momento combaten, mientras los propios operadores de la Marina de los EEUU acusan a la empresa de mentirles?
Cuídense.
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