LaJornada – 15/09/2019
Es necesario recordar que
el neoliberalismo en América Latina, entro por la vía militar. Las
fuerzas armadas fueron el instrumento para cambiar las dinámicas
sociales, políticas, económicas y culturales de Chile. Su
proyección en América Latina derivo en una aceptación de los
marcos de un capitalismo predador y excluyente bajo el manto de una
economía de mercado. En la actualidad, las fuerzas armadas, de
regreso a sus cuarteles, cumplen una función de control hemisférico
bajo una militarización de la sociedad. Su influencia es mucho más
importante que si estuviesen en el poder político. Son el gobierno
permanente. Bases militares de Estados Unidos inundan la región
controlando la política de seguridad con un grado de independencia
sobre el poder civil, nunca antes pensado.
La experiencia chilena
abrió la puerta a pensar en una transición pacífica al socialismo.
Eran tiempos de la guerra fría. Los ojos se pusieron en Chile. La
redefinición del Estado, las nacionalizaciones, la reforma agraria y
el enfrentamiento con el capital trasnacional fue el escenario donde
el capitalismo se jugó el ser o no ser. Las clases dominantes
chilenas no compartían los ideales democráticos. En cuanto fueron
un obstáculo los abandonaron.
El bombardeo a La Moneda
fue su respuesta a la democracia. La tiranía trasformo las
estructuras sociales y de poder, desplazando a la burguesía
desarrollista y su representación política. Nacía el
neoliberalismo militarizado. Privatizar, desregular, flexibilizar y
descentralizar bajo la bota militar. El capital trasnacional y los
sectores financiero especulativos tomaban el relevo.
Los partidos de la Unidad
Popular fueron declarados ilegales, sus bienes confiscados, sus
militantes encarcelados y asesinados. Mientras tanto, los partidos
golpistas: la Democracia Cristiana y el Partido Nacional brindaron
con champagne. Su participación en las políticas económicas y las
tareas del gobierno militar les delata. Ministros, subsecretarios,
intendentes, etcétera, formaron parte del régimen. Entre 1973 y
1991 el país fue puesto patas arriba. Prohibición de los partidos
políticos, sindicatos de clase, organizaciones populares y
desaparición de opositores. Así se impuso el neoliberalismo
militarizado.
Hoy parece existir
consenso. Los muertos fueron necesarios para reinsertar a Chile en el
mundo. El ex presidente de la Democracia Cristiana y ministro de
exteriores de la Concertación con Michelle Bachelet, Alejandro
Foxley, sentencio: “Pinochet realizó una transformación sobre
todo en la economía chilena, la más importante que ha habido en
este siglo. Tuvo el mérito de anticiparse al proceso de
globalización que ocurrió una década después, al cual están
tratado de encaramarse todos los países del mundo, descentralizar,
desregular, etc. Esa es una contribución histórica que va a
perdurar por muchas décadas en Chile y que, quienes fuimos críticos
con algunos aspectos de ese proceso en su momento, hoy lo reconocemos
como un proceso de importancia histórica para Chile, que ha
terminado siendo aceptado prácticamente por todos los sectores.
Además ha pasado el test de lo que significa hacer historia, pues
terminó cambiando el modo de vida de todos los chilenos, para bien,
no para mal. Eso es lo que yo creo y eso sitúa a Pinochet en la
historia de Chile en un alto lugar”.
Hoy, de forma explícita
o implícita, este argumento se interpreta como un punto y aparte.
Fue una transición ejemplar entre civiles y militares, implicados en
el golpe de Estado, y una oposición sumisa que aceptó mantener la
Constitución de 1980, redactada por los golpistas, como Carta Magna.
Para esta traición
histórica se construyó un consenso a derecha e izquierda, asentado
en demonizar el proyecto de la Unidad Popular y presentarlo como
ajeno a la idiosincrasia del pueblo chileno. Un trasplante a Chile de
los planes quinquenales soviéticos y un atentado a la propiedad
privada. Así todo calza. El único responsable del golpe de Estado,
sería la propia Unidad Popular que llevo el país al caos. Hoy
hablaríamos de una crisis humanitaria. Las fuerzas armadas debieron
actuar en defensa de la libertad, los valores patrios, evitando la
trasformación de Chile en un Estado totalitario, marxista leninista.
Así, la candidata a presidente por el Frente Amplio, coalición que
reúne a la nueva izquierda, Beatriz Sánchez, se despachó a gusto
en 2017, en su entrevista a la revista Paula señalando que el
gobierno de Salvador Allende intentó imponer un modelo totalitario.
En pocas palabras transformar Chile en un Gulag. La experiencia
chilena alerta. Estados Unidos, el capital trasnacional y las clases
dominantes utilizan la técnica del golpe de Estado, en cualquiera de
sus modalidades, cuando se ven amenazados por el triunfo electoral de
proyectos populares, anticapitalistas, socialistas y democráticos.
Hoy, América Latina vive
un punto de inflexión, el proyecto de neoliberalismo militarizado se
impone en países como Argentina, Brasil, Colombia, Honduras, Perú,
Chile o Paraguay. Los gobiernos están en manos de ex militares
iluminados, empresarios corruptos, políticos de baja estopa o
intermediarios de Estados Unidos. Es necesario, como señala el EZLN,
romper el cerco. El continúo llamado a un golpe de Estado en
Venezuela, el mantenimiento del bloqueo a Cuba, los ataques a Bolivia
y los procesos desestabilizadores a los gobiernos progresistas dejan
claro que la experiencia chilena no puede caer en el olvido, ni dejar
su interpretación a sus verdugos.
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Chile marcó un punto de inflexión ideológico en el sentido que los poderes ocultos de los Chicago Boys se diereron a conocer. Fue como si se destapara la caja de pandora de la conspiración global. También expuso claramente las políticas de los mandarines socialdemócratas en el juego de contención del poder. Los mismos socialdemócratas en todos los países. Una lacra peor que los conservadores, ya que ellos se dicen progresistas y convencen a la población. Horrible.
ResponderEliminarSalud!
Época de traiciones consumadas.
EliminarSalud!
El neoliberalismo promete la prosperidad "de todos" con la desigualdad creciente. El famoso derrame de la abundancia de arriba abajo.
ResponderEliminarTodavía hay quien se lo cree. Aun si fuera cierto, eso requeriría un enorme crecimiento que ya no se va a producir.
Dos factores (previsibles, por otra parte) han irrumpido para negar sus hipótesis: la crisis energética (y de otras materias primas) y el cambio climático.
Para aplazar (sólo aplazar) la primera hay que acelerar la extracción de energía fósil. Para paliar (solo paliar) el segundo hay que detenerla. Una cosa y la contraria.
Hace falta un cambio completo de las sociedades, que serán globalmente menos prósperas, pero que podrían ser más igualitarias y resistentes.
La "verdad incómoda" de ya habló Al Gore no gusta evidentemente a los capitalistas, pero tampoco mucho a los trabajadores, sobre todo si otros les cuentan cuentos agradables.
Como dicen en mi pueblo, "ustedes veréis".