Chumy Chúmez |
El capitalismo es barbarie y, como tal, muestra sus diversas políticas de crueldad exigidas por la lógica de acumulación que su transmutación le impone en cada etapa: reproducirse en base al expolio de la naturaleza y la explotación del ser humano. Amparado siempre por su férreo control del Estado, son muy conocidos los ropajes político-económicos con los que se ha revestido a lo largo de los tiempos: conservadurismo, liberalismo, colonialismo, imperialismo, fascismo/nazismo, neoliberalismo y, ya muy pronto, la generalización por todo el planeta del capitalismo distópico. [1] Ya con el Estado moderno implantado, el capitalismo siempre se vale del amparo de los poderes considerados tradicionales para defender sus privilegios, especialmente los que se derivan del control y gestión de la propiedad privada. De aquí que moldea e influye [2] en el legislativo, el ejecutivo y el judicial; a la vez que las instituciones tradicionales integradas en el aparato administrativo, como la policía, los jueces, las cárceles, el ejército; [3] o mecanismos ideológicos, cómo la religión, el patriarcado, el racismo, el nacionalismo y el patriotismo, [4] etc. Y, según el grado que alcance las diferentes formas de opresión sobre los diversos grupos oprimidos, el nivel de gravedad en la confrontación entre las clases opresoras y la clases oprimidas, [5] las instituciones estatales podrán funcionar en régimen de democracia o dictadura, militar o civil, según convenga al momento y la geografía.
En este marco de control
de poderes y defensa de intereses de la clase dominante, se realizan
elecciones frecuentemente en los países bautizados con el mantra de
democráticos, en los que siempre el electorado tiene que enfrentarse
a elegir entre dos únicas opciones: decidir qué partido ocupará la
gestión del leal gobierno del sistema y el partido que
representará el papel de ejercer de leal oposición al leal
gobierno del sistema. El capitalismo como tal jamás es
cuestionado; en el caso que sea necesario, lo que denuncia la
oposición son las políticas del gobierno de turno, que, dado el
nivel de corrupción que está apareciendo en países como el estado
español, la respuesta siempre es debido, no a la naturaleza
sistémica del capitalismo, sino a la aparición de ovejas negras o
ranas malcriadas, amparadas por sus cargos dentro de las
instituciones administrativas, incluso partidos y sindicatos. Desde
la segunda guerra mundial, esta alternancia de lealtades, unas
veces en el gobierno y otras en la oposición, fue ejercida en los
principales países europeos por lo que en su día Karl Marx
clasificó de socialismo reaccionario y socialismo conservador o
burgués, más popularmente conocidos como socialdemócratas. [6]
Los poderes del sistema capitalista aceptaron de buen grado la
entrada de estas corrientes en el sistema del amo, por dos objetivos:
1) para bien y para mal, representan a la izquierda dentro de la
casa del amo; se encargan de domesticar a la izquierda
anticapitalista; y 2) dan legitimidad a la democracia burguesa;
cuando los conservadores hacen de gobierno los socialistas hacen de
oposición, pero ambas corrientes políticas (partidos) mantienen
a las ovejas dentro del redil (votantes); cuando los socialistas
entran al gobierno, los conservadores intercambien los papeles. [7] Y
es que reunión de pastores, entre los del gobierno y los de la
oposición, ovejas muertas.[8]
Con el paso del tiempo,
la costumbre de vivir en los rediles y rumiar en los pastos del amo,
ha llevado a esa izquierda reaccionaria/conservadora a
interpretar y a adaptarse a cualquier papel dentro de las
instituciones del establisment que el amo crea conveniente y oportuno
instaurar en cada momento: funcionaria, burócrata, académica,
represora, integradora, domadora, compasiva y limosnera, sedante y
legitimadora, patriótica, monárquica, demócrata, europea, etc.
Este maridaje tóxico de los representantes del movimiento obrero
(partidos, sindicatos, mutuas, cooperativas, académicos) con el
sistema, y de pasarse la vida aprendiendo y respirando los valores
del amo, ha ayudado a que la cultura de clase, el antagonismo de
clase que representaba se diluyese, se volviese líquido. Ya algún
autor se adelantaba a esta conclusión y advertía sobre la idea de
que había que despedirse de la clase obrera e ir pensando en la
no-clase. [9] Así mismo, otro autor decía recientemente que las
luchas sociales tendrían que pensarse entre las personas
precarias, la clase social emergente, y los rentistas,
como si la producción mundial no estuviese realizada bajo la
explotación de miles de millones de obreros y apropiada por un
pequeño número de capitalistas. [10]
En la fase actual del
capitalismo, neoliberalismo en transmutación hacia lo distópico,
hay quien argumenta que las poblaciones explotadas/alienadas no
tienen apenas capacidad de generar conflicto al capitalismo, debido a
que el sistema las ha convertido en sujetos de rendimiento para
consumir y en sujetos de consumo para rendir. [11] Otro análisis
establece que, “el arte de esclavizar se ha ido refinando a lo
largo de la historia, alcanzado su punto cumbre con el
establecimiento de las clases sociales. Bajo apariencia de libertad
se ha instaurado un nuevo modelo de esclavitud que ha reorganizado
los sentimientos de resignación y rebeldía, generando legiones de
zombis emocionales”. [12] Cierto que hemos de constatar que la
izquierda establishment/burócrata ha representado el papel de
leal oposición desde el final de la segunda guerra mundial, cerca de
75 años, en la mayoría de países democráticos occidentales; pero
también es la responsable de que, en las contadas veces que estuvo
en el poder, ejerció el gobierno para legislar en contra de las
clases oprimidas, incluidas ahora los millones de personas reducidas
a unas relaciones sociales con el capital en situación de pobreza y
que rebautizamos como precarias: los pobres de antes trabajaban en
situación de precario, sin derechos, y los precarios de hoy trabajan
en situación de pobreza, sin derechos. Por tanto, hay que recordar a
estos autores que la agenda progresista que tuvo la socialdemocracia
contenía programas sociales dentro del sistema, para un capitalismo
ético, pero no en contra del sistema.[13] Por tanto, a los
gestores del capitalismo, y más a los propios capitalistas, les
viene bien esto tipo de análisis, en los que constatan la muerte de
la clase obrera, la defunción de las clases trabajadoras, pues
ahuyentan toda tentación por parte de los oprimidos de asumir su
propio proyecto de clase y cambiar el sistema. Recordemos una vez más
lo que dijo hace poco uno de los grandes magnates del capitalismo:
las clases existen y los ricos estamos ganando la batalla.[14] Lo que
nos oculta este maligno personaje es que la clase capitalista juega
el torneo siempre en casa, las reglas del encuentro las legisla su
clase y los árbitros los nombran ellos; si en algún lugar pierden,
llaman a la policía y a los militares para que cambien el resultado.
Es decir, los miembros del leal gobierno y de la leal oposición (eso
que se llama alternancia democrática) salen de las caballerizas y
porquerizas que controlan ellos.
Lo dicho es funesto para
las clases oprimidas. Cómo ejemplo y aplicación de ambos objetivos,
todavía leemos a un conocido académico que envía el siguiente
mensaje culpándonos a los antisistema de la degradación de los
niveles de vida en el capitalismo: “a no ser que estos u otros
partidos […] contestatarios anti establishment, y que han cambiado
sus alianzas electorales como consecuencia de su desencanto con los
partidos de izquierdas o centroizquierda tradicionales, […] el
futuro será muy difícil, abocándonos a una situación que debería
ser considerada inaceptable por la gran mayoría de la población de
estos países”. [15] Es decir, a juicio de este académico, los
responsables de la avaricia imparable del capitalismo son los
antisistema (partidos o votantes), y no la exigencia sistémica de
las leyes de explotación capitalistas. Es obvio que este profesor
está por la socialdemocracia, corriente tan
reaccionaria/conservadora como el neoliberalismo, y pretende
convencernos, con sus argumentos, que no es un problema del
capitalismo, sino de saber distinguir entre los buenos y los malos
pastores, entre los que nos conducirán a los buenos pastos que
existen dentro del redil del amo, o a la hecatombe.
Juega un papel destacado
en la reproducción de las poblaciones segmentadas, domesticadas,
alienadas, zombis, precarias, la industria de los medios de
comunicación: genera beneficios inmensos y poder para reproducir
en las poblaciones esa condición de oveja/zombi/precaria en fase de
rendimiento. Los periodistas, así mismo sujetos de rendimiento y
alienados por la dictadura del capitalismo que llevamos dentro, ya no
cuestionan al capitalismo; segmentados, zombis, precarios, también
se han convertido en esbirros del mismo; sólo se alarman si
consideran que la democracia capitalista está en peligro. Carentes
de la capacidad de autocrítica, las elecciones de mayo del 2017 a la
presidencia de Francia confirman la condición ovina/bobina/caprina
de estos "profesionales"; de hecho, por sus opiniones,
parece que ya se comportan como robots, repitiendo la voz del amo que
llevan dentro incorporada. [16] Dos ejemplos justo antes de las
elecciones:
1. “Macron
defiende una Francia abierta al mundo y a la inmigración, Le Pen
proteccionismo comercial y cierre de fronteras. Dos posturas
irreconciliables, reflejo de una profunda fractura del país, y que
chocan como trenes cuando el asunto a tratar es Europa. Él firme
europeísta, ella partidaria de abandonar el euro”.[17] Esta
periodista, ¿no está condicionando el voto? Este medio, por
seleccionar esta opinión, ¿no está defendiendo una opción de
sociedad?
2.
“¿Cómo alguien puede definirse de izquierdas y propugnar a la vez
una abstención [18] en las elecciones francesas cuando se trata de
una lucha antifascista?”. Entiendo que una persona que expresa esta
opinión tan conservadora nos lance inmediatamente ya la respuesta:
“situados en la encrucijada y por más que el «pragmatismo»
laboral que defiende el líder de ¡En Marcha! sea muy preocupante,
la alternativa (y este domingo no hay otra) es el fascismo”. [19] Y
apela, para convencernos de que es más conveniente votar a un
liberal, defensor del capitalismo financiero, que a una neofascista,
defensora del capitalismo populista, a la opinión de la izquierda
establisment
expresada por Yanis Varoufakis: “soy antiglobalización y
antineoliberal, pero por encima de todo, antifascista”. Lo dice una
persona a sabiendas de que, desde dentro de las instituciones del
amo, poco o nada se puede hacer; él mismo ha admitido que “los
políticos electos tienen poco poder; Wall Street y una red de fondos
de riesgo, multimillonarios y dueños de medios de comunicación
tienen el poder real, y el arte de la política es reconocer esto
como un hecho de la vida y lograr lo que pueda, sin entorpecer el
sistema”.[20]
Menos
mal que todavía queda alguna periodista que no tiene esa visión tan
corporativista y admite que “es difícil tener y defender ideas
propias cuando te la juegas”; [21] consciente de que el amo te
despide por tenerlas y expresarlas: leemos el caso reciente de una
famosa presentadora que, después de 30 años de actividad con la
misma entidad radiofónica, la empresa la pone en la calle. [22] Por
eso, lo que ya me cuesta aceptar, es que dada su condición de
periodistas, cometan la estupidez y hagan el papelón de ignorar la
existencia del capitalismo y sus reglas; estos asalariados de la
noticia, en esta manera de informar, no les veo que tengan
diferencias ideológicas con la de los candidatos a la presidencia
francesa que señala Todd;
este mismo autor añade que lo preocupante en este momento es
comprobar cómo se está radicalizando el sistema, no las
poblaciones, no los partidos, y menos los periodistas. [23] Así
mismo de explícito y contundente, Gregorio
Morán
nos preguntaba y aportaba su opinión: “¿Qué es más peligroso
para tu futuro como ciudadano, que te gobierne un banquero o una
neofascista? La lucha de clases en su estado más diáfano. Lo mismo
pero con diferentes métodos. Yo no votaría nunca a una neofascista,
pero tampoco a un banquero, porque las diferencias entre uno y otro
exigen la precisión de un cirujano analítico […] En España ese
problema es inexistente. Ni hay intelectuales que soporten una
polémica que comprometa sus emolumentos, y además el neofascismo se
disolvió tras cuarenta años de dictadura; se fue reintegrando en la
banca y las instituciones, y aquí no pasó nada. Como me decía un
banquero, “yo no me meto en política, yo la hago”. [24]
Ahora bien, para la
ciudadanía, la cuestión no debiera de quedar en saber a quién
vota, sino en el por qué ha de votar. Así mismo, en mi caso, que me
niego a pertenecer a ninguna especie de rebaño, ni tampoco seguir al
pastor, ¿por qué tengo que adaptar mi compromiso político, o mi
condición de persona, a las reglas decretadas por el sistema
propietario/capitalista? Después de todo, la democracia
representativa que nos gobierna, y la industria de los medios de
comunicación que funcionan con estos códigos, [25] no es más que
un montón de decretos y reglamentos legislados para que los amos
mantengan la propiedad privada de los campos donde las poblaciones
estamos obligadas, unas a pacer, y otras a pasar miseria viendo cómo
estas pastan, pero todas domesticadas por los divulgadores de la
ideología del capitalismo. De hecho, las corrientes de izquierda
antisistema/anticapitalistas tomamos la decisión de que no hay
que entrar en la casa del amo ni seguir su juego. Comportamientos y
experiencias como las que se describen en acerca de dónde y cómo
las gastan los llamados amos y sus instituciones capitalistas
necesitan ser reconsideradas y debatidas. Así mismo, y porque
siempre están apareciendo nuevas generaciones, no nos cansaremos de
recordar y explicar el consejo que la experiencia le dictaba a Audre
Lorde. Decía: “hay que abastecerse de unos valores e
instrumentos que no podrán ser los del amo. [Porque los valores y]
las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo. Quizá nos
permitan obtener una victoria pasajera siguiendo las reglas del
juego, pero nunca nos valdrán para efectuar un auténtico cambio”.
[26] Ha pasado más de un centenar de años que la izquierda
mainstream está instalada en la casa del amo, pero sigue sorda y
ciega ante la realidad que contiene esta lección. Es la izquierda
que asumió el rol político (y policial) de mantener la ficción de
que existe una alternativa de cambio dentro de la casa del amo.
Por tanto, siempre
estamos en el momento de replantear la lucha contra la opresión
capitalista en sus diferentes expresiones. Por una parte, y según
postula la autora Himani Bannerji, “los movimientos
antirrepresivos podrán avanzar únicamente en la medida en que
persigan objetivos comunes de justicia de clase-género-raza,
y superen la lógica de la coalición por objetivos puntuales, que en
muchos casos acaban diluyéndose en coaliciones efímeras por
definición. La lucha anticapitalista debe ser una lucha feminista,
antirracista y antiimperialista, y viceversa. Estas formas de poder
deben abordarse frontalmente, todas ellas al mismo tiempo, de manera
que una reivindicación feminista sea al mismo tiempo una
reivindicación anticapitalista, que una reivindicación
anticapitalista sea siempre una reivindicación antirracista y así
consecutivamente” [27]; también es una buena ocasión para
recordar e incluir la lucha contra otras formas de opresión, como es
la religiosa, la militarista y la xenófoba, frecuentemente
olvidadas cuando se analizan parcialmente estas tiranías. Por otra
parte, la aglutinación de todas las propuestas de lucha contra la
barbarie, contra todas las formas de opresión dentro del sistema
capitalista, ha de tener como punto de arranque el que se inicie y
mantenga desde fuera de la casa del amo (anti institucional), sin
pastores ni perros que la vigilen y la repriman (anti representativa,
horizontal y desde abajo), ni condicionada por las normas y decretos
allí preestablecidos (anti burócrata); comprobamos como unos y
otras intoxican, desorientan, desvían, dispersan, diluyen,
individualizan, fragmentan, amaestran, domestican, etc., de forma que
la lucha anticapitalista vuelve de nuevo a pacer en los pastos, y
descansar en los rediles, del amo. Combinando ambos aspectos, quizá
sea el momento de recordar que el compromiso anticapitalista es
siempre una lucha conjunta contra la opresión de clase, de género,
de raza, religiosa, xenófoba y militarista, a la vez que el de
proponer modelos de sociedades comunales, [28] donde las
instituciones y los valores del amo no intervengan en el proceso de
cambio.
Notas
1 José Iglesias
Fernández.
2 Léase los
lobbies, las puertas giratorias, las fundaciones, las donaciones,
etc.
3 Recordemos el
papel nefasto que juegan las “cloacas del estado”.
4 Ferrán Monegal
dice que “la patria es la pasta; y el paraíso el lugar donde la
esconden”. El Periódico de Cataluña, 14 mayo del 2017.
5 Estos
periodistas hablan, no de conflicto de clase, sino de “ola de
descontento general”.
6 Karl Marx. El
manifiesto comunista. Fontana, 1998.
7 Uno de los
muchos pastos y rediles que tiene el amo capitalista en el planeta es
el Salón del Automóvil de Barcelona (Automobile Barcelona). La foto
muestra el momento en que los muy honorables pastores de supuestas
diferentes ideologías y gobiernos (central, autonómico de Cataluña,
ayuntamiento de Barcelona, empresarios) se encuentran y saludan
amigablemente. 12 mayo del 2017.
8 Hombre
refranero.
9 André Gorz.
Adiós al proletariado. Más allá del socialismo. El Viejo Topo,
1981.
10 Guy Standing.
¿Quién servirá de voz al precariado que está surgiendo? Sin
permiso, 5 junio del 2011.
11 Byung-chul Han.
Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder,
2014.
12 Agustín
Franco. “La maldición de Ícaro: clases sociales y zombis
emocionales”. Público, 12 mayo del 2007.
13 Hay que hacer
una excepción en los países nórdicos que, durante los diez años
"dorados" del capitalismo, el sistema cedió a implementar
un estado de bienestar aceptable. Con la llegada del neoliberalismo,
y sus crisis recurrentes, las nefastas reformas laborales, y los
recortes sociales, son aplicadas por gobiernos socialdemócratas:
léase Grecia, España, Portugal, Italia, Irlanda, etc.
14 Warren Buffet.
“La lucha de clases sigue existiendo, pero la mía va ganando”.
15 Vicenç
Navarro. El futuro será peor que el pasado a no ser que las
políticas gubernamentales cambien.
http://www.vnavarro.org/?p=14088
http://www.vnavarro.org/?p=14088
16 Ver comentario
de Ferrán Monegal. “Un androide presentará las noticias”. El
Periódico de Cataluña, 7 mayo del 2017.
17 Marta López.
“Francia libra el nuevo combate mundial contra el populismo”. El
Periódico de Cataluña, 7 mayo del 2017.
18 A mí me
hubieran mandado a galeras por escribir “Manifiesto en defensa del
voto por la abstención”. El Viejo Topo, nº 193, mayo del 2004.
Ver también
http://www.rentabasica.net/otras_obras/manifiesto_abstencion/manifiesto_...
Ver también
http://www.rentabasica.net/otras_obras/manifiesto_abstencion/manifiesto_...
19 Neus Tomàs.
“Vestrynge y el fascismo”. El Periódico de Cataluña, 6 mayo del
2017.
20 Michael
Roberts. “Las memorias de un marxista errático”. Sin permiso, 12
mayo del 2017.
21 Llucia Ramis.
La Vanguardia, 14 mayo del 2017.
22 Gemma Nierga
recibe miles de tuits de solidaridad de sus compañeros, pero ni ella
ni nadie nos dice las causas por las que los propietarios tomaron
esta decisión. Como decimos, son asalariados y tienen miedo a las
represalias de los amos. Cómo nos pasó a los demás.
23 Emmanuel Todd.
“Lo que más me preocupa en Francia es la radicalización de los
poderosos”. Sin permiso, 12 mayo del 2017.
24 Gregorio Morán.
“Fábula de banquero y neofascista”. La Vanguardia, 6 mayo del
2017.
http://www.lavanguardia.com/opinion/20170506/422318301414/fabula-de-banq...
http://www.lavanguardia.com/opinion/20170506/422318301414/fabula-de-banq...
25 La industria de
la "educación" (guarderías, escuelas, institutos,
universidades, etc.) cumple y repite las mismas funciones alienantes
que la de la industria "informativa".
26 Mercedes
Jabardo (ed.). Feminismos negros. Una antología, p. 33. Traficantes
de sueños, 2012.
27 Jonathan
Martineau. Intersección, articulación: el álgebra feminista.
28 José Iglesias
Fernández. La sociedad comunal como una alternativa al capitalismo,
2014.
http://www.rentabasica.net/comunalismo/La_sociedad_comunal_como_alternat...
y Común. Más allá de la propiedad, el poder y el capitalismo,
2016.
Esclarecedor artículo...
ResponderEliminarSalud!
Gracias, Ángel.
EliminarSalud!
QUIZÁS LA DIFERENCIA ENTRE UN BANQUERO Y UN NEOFASCISTA, resida en que los banqueros llevan camisa y corbata impecables y los neofascistas normalmente no.
ResponderEliminar"Las herramientas del amo no desmontan la casa del amo". Cuando la casa del amo lo abarca todo habrá que usar herramientas que están en la casa del amo. Siempre el criado podrá darle un estacazo usando su propio garrote.
ResponderEliminar¿No usamos internet, que pertenece al amo? ¿No usamos continuamente el dinero con la efigie del amo? ¿Podemos prescindir de él?
¿No votar, votar en blanco o nulo, a quién le beneficia? Otra cosa es en qué ocasiones votamos o no votamos, o a quién votamos.
¿Significa esto que las herramientas decisivas sean las del amo? De ninguna manera. Ni siquiera son las más importantes. El voto sirve de poco, pero en este sistema puede ser la única forma de tener voz organizada, financiada por los resquicios del sistema, y hacer pedagogía, que es lo más inmediato, con algo de voz audible.
Pues tienes razón, Juan José. Pienso e interpreto yo que, al referirse a tales herramientas el autor se refiere a los fines, más que al medio en sí. Pero tu apunte es acertado y pertinente.
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