Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959) fue fontanero, vendedor de enciclopedias y
camarero en una residencia de ancianos. Pero sobre todo fue el tabernero
sombrío del Akerbeltz, según se mira al fondo de la Parte Vieja de Donosti, a
la izquierda, un antro inolvidable de cuando, allí, tras la barra, en los
tiempos muertos, Iribarren escribía.
Los espejos
No los domésticos,
estratégicamente dispuestos
para que te digan siempre
lo que quieres oír,
sino los otros,
los que no tienen dueño,
los de los bares,
los de los comercios,
los de los vestíbulos del hotel,
esos son los que te dicen la verdad:
que no eres nada, nadie,
en realidad,
sólo uno más
que pasaba por allí.
***
Vamos acumulando años
y ceniza,
la de los entusiasmos apagados.
Con ella,
con la ceniza, creamos
esa ilusión que llamamos experiencia,
y que sólo nos sirve,
en ocasiones,
para disimular apenas
tanta nostalgia de la vida.
Y luego, un día,
llega el viento y nos dispersa,
borrándonos.
***
Ándate con cuidado.
Que no se entere nadie
de que lo pasas bien,
que tu vida funciona
y eres feliz a ratos.
Hay gente que es capaz
de cualquier cosa,
cuando ve una sonrisa.
***
Qué hago
mirando la lluvia,
si no llueve.
***
No sucede nada, no temas.
Sólo es el tiempo.
Nos ha pasado
como una exhalación
y hemos tenido que arrimarnos un poco
al arcén. Pero
ya contábamos con eso.
Mira, la noche (allí enfrente,
Esperando) aún lejos.
Ven,
salgamos fuera.
Todavía
nos queda mucho
atardecer.
***
Con los días contados,
chaval, así vivimos
todos. Esperando
a que nos tachen
de la lista. Distrayendo
la espera con tragos
y canciones. No hay más.
Puedes llorar o morirte
de risa. Como prefieras.
Pero es precisamente ese no ser nada ni nadie que nos denuncian los espejos ajenos o la ceniza de nuestra experiencia o los días contados el punto cero desde donde empezar a vivir con alegría. Y para quien quiera borrarte la sonrisa, leña. Salud!
ResponderEliminarAsí es, Conrado. Siempre se está empezando.
ResponderEliminarSalud!
Lo que me dicen los espejos:
ResponderEliminarQué extraño es que el universo tenga un centro, qué difícil que esté aquí y ahora, qué extraño es que sea yo
¡Muy bueno!
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