05 diciembre, 2022

El canciller ruso Lavrov revela el insidioso plan de la OTAN y el reciente papel de la OSCE en Ucrania

 



Sergey Lavrov. - Si han estado siguiendo los acontecimientos europeos en los últimos años, sabrán que la OTAN ha violado todas y cada una de sus obligaciones. La expansión de la alianza creó amenazas directas para la Federación Rusa. La infraestructura militar del bloque se aproximó a nuestras fronteras, lo que iba en contra de sus compromisos en virtud de la Declaración de Estambul de 1999. La OTAN declaró inequívocamente que, por sí sola, la alianza podía decidir a quién proporcionar garantías legales de seguridad, lo que también era una violación directa de la Declaración de Estambul y de los compromisos de Astana.


Nos percatamos de que la OTAN simplemente estaba ignorando esas declaraciones políticas, creyendo que se le permitiría ignorarlas por completo a pesar de que sus presidentes habían firmado dichos documentos. En 2008, Rusia propuso formalizar esas declaraciones políticas a fin de hacerlas legalmente vinculantes. La propuesta fue rechazada alegando que en Europa tales garantías legales solo podían otorgarse entre los miembros de la OTAN.


De manera absolutamente consciente y deliberada, la OTAN continuó con su irreflexiva política de expansión sin que existieran amenazas reales para los países miembros de la alianza.


Recordemos que en la época en que se creó la OTAN, su primer secretario general, Hastings Ismay, acuñó esta fórmula: el propósito de la OTAN es “mantener a la Unión Soviética fuera [de Europa], a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo”. Lo que está sucediendo ahora es nada menos que un regreso a las prioridades conceptuales de la alianza de hace 73 años.


Nada ha cambiado. La OTAN está decidida a mantener a los rusos "fuera", mientras que los estadounidenses sueñan con mantener "abajo" no solo a los alemanes, sino a toda Europa, de hecho ya han esclavizado a toda la Unión Europea. Finalizada la Guerra Fría, esta filosofía de dominación y ventajas unilaterales no ha llevado a ninguna parte.


A lo largo del tiempo transcurrido desde su creación, la OTAN no ha podido presentar ni un solo logro que realmente justifique su existencia. La Alianza supone devastación y sufrimiento para quienes están fuera de ella. Ya he mencionado sus agresiones contra Serbia y Libia, que llevaron a la destrucción del estado libio, y a las cuales hay que agregar Irak. Recordemos también un último ejemplo, Afganistán, donde la alianza luchó sin éxito por inculcar su versión de democracia durante 20 años.


Los problemas de seguridad en la provincia serbia de Kosovo nunca se han resuelto, a pesar de que la OTAN también ha estado allí presente durante más de dos décadas, lo cual supone también un dato revelador.


Si hablamos de la capacidad de EEUU para el mantenimiento de la paz, miren cuántas décadas han estado los estadounidenses tratando de restablecer el orden en Haití, que no es Europa, sino un pequeño país bajo su control. Hay numerosos ejemplos similares fuera del continente europeo.


En 1991, la OTAN incluía 16 países: ahora tiene 30 miembros. Suecia y Finlandia están a un paso de unirse. La Alianza despliega sus fuerzas e infraestructura militar cada vez más cerca de nuestras fronteras, aumentando constantemente su potencial militar y moviéndolo hacia Rusia. De hecho, realizan maniobras en las que declaran abiertamente adversario a nuestro país. La OTAN está intensificando sus actividades en el espacio postsoviético y mismo tiempo reclama el control de la región del Indo-Pacífico y de Asia Central.


Todas estas aspiraciones de dominación global son una violación directa y flagrante de la Declaración de Lisboa de 2010, que fue firmada por todos los presidentes y primeros ministros del bloque del Atlántico Norte. Hasta hace poco, hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance para evitar un mayor deterioro en la región euroatlántica. En diciembre de 2021, el presidente Vladimir Putin propuso nuevas garantías de seguridad, un borrador para un tratado entre Rusia y EEUU, y un borrador para un tratado entre Rusia y la OTAN.


En esta situación, viendo la determinación de Occidente de arrastrar a Ucrania a la OTAN –línea roja obvia para la Federación Rusa, que Occidente conocía desde hacía años– sugerimos que la Alianza dejara de expandirse, que queríamos llegar a un acuerdo sobre garantías de seguridad concretas y legalmente vinculantes para Ucrania, la Federación Rusa, todos los países europeos y todos los estados miembros de la OSCE.


Los intentos de iniciar un diálogo fracasaron. Todas nuestras llamadas para abordar la situación de manera integral y creativa recibieron la misma respuesta: que todos los países, y Ucrania en primer lugar, tienen derecho a unirse a la OTAN y nadie puede hacer nada al respecto. Todos los puntos de una fórmula de compromiso sobre la seguridad colectiva, que no debe lograrse a expensas de la seguridad de otros países y que una organización no debe arrogarse el dominio en Europa, fueron simplemente ignorados.


En diciembre de 2021, Washington prefirió desestimar la oportunidad de una desescalada. Y no sólo Estados Unidos, sino también la OSCE, que podría haber facilitado la distensión zanjando la crisis en base al paquete de medidas acordado en Minsk en febrero de 2015 y aprobado por unanimidad por la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU ese mismo mes. La estructura ejecutiva de la organización resultó estar completamente subordinada a EEUU y Bruselas, lo que determinó el rumbo para un apoyo integral a la política del régimen de Kiev de erradicar todo lo ruso de la educación, de los medios de comunicación, de la cultura, de las artes y de la vida cotidiana.


Los occidentales apoyaron al régimen de Kiev cuando trató de introducir la teoría y la práctica del nazismo en su legislación. Tales leyes se adoptaron ante la pasividad de las capitales "ilustradas" de las democracias occidentales, en su afán de convertir a Ucrania en una base para contener a Rusia, en un territorio de amenaza directa para nuestro país. Estos hechos son bien conocidos ahora.


Quiero señalar que la Misión Especial de Supervisión en Ucrania ha contribuido a desacreditar a la OSCE, que en una flagrante violación de su mandato, no reaccionó de ninguna manera ante las violaciones regulares de los acuerdos de Minsk por parte de las fuerzas armadas y los batallones nacionalistas ucranianos. De hecho, la misión se posicionó del lado del régimen de Kiev. Suspendida su actividad, salieron a la luz vergonzosos casos de interacción de la Misión con los servicios de inteligencia occidentales, así como la participación de observadores de la OSCE, supuestamente neutrales, en el ajuste de fuego contra el DPR y el LPR, y la recopilación de datos en favor de las Fuerzas Armadas y los batallones nacionalistas ucranianos, que recibieron información de las cámaras de vigilancia de la Misión instaladas a lo largo de la línea del frente. La Misión Especial de Supervisión de la OSCE en Ucrania incurrió en estos hechos flagrantes, muchos de los cuales fueron sacados a la luz y publicados por ustedes, aunque sus jefes de redacción no siempre lo permitieron.


La Misión Especial de Observación de la OSCE hizo deliberadamente la vista gorda ante todas las violaciones, incluidos los preparativos para una solución militar al problema de Donbass, que el régimen de Kiev estaba planeando, mientras Poroshenko y más tarde Zelensky se negaban abiertamente a cumplir los acuerdos de Minsk. Occidente contempló en silencio todas estas actividades inaceptables.


A mediados de febrero de 2022, el número de ataques de artillería contra el territorio de las repúblicas populares de Lugansk y Donetsk, que se habían prolongado durante años, se multiplicó por diez. Hay estadísticas que no se pueden negar. Un gran número de refugiados inundó Rusia. Esto condujo inevitablemente al reconocimiento de las repúblicas populares de Lugansk y Donetsk y, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, comenzó, a solicitud de estas, la operación militar especial para salvar a la población de Donbass de los nazis y eliminar las amenazas para la seguridad de Rusia provenientes de la vecina Ucrania.


Me gustaría añadir que hay una explicación para esta política objetable de la OSCE. Aprovechando su superioridad numérica en la organización, Occidente intenta desde hace años dominarla, o más precisamente, apoderarse de la última plataforma de diálogo regional que queda. El Consejo de Europa ya había sido mutilado por Occidente sin ninguna posibilidad de recuperación. Hoy, la OSCE es el objetivo.



María Zakharovportavoz de la cancillería rusa


 


Pregunta: El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, dijo el otro día que las llamadas a un alto el fuego en Ucrania no son serias, porque “un alto el fuego en este momento esencialmente aprobaría toda la injusticia cometida”. ¿Qué piensa al respecto?


Maria Zakharova: Con esta declaración, el presidente de Alemania confirma lo que Rusia ha venido diciendo a lo largo de la operación militar especial de las Fuerzas Armadas rusas en Ucrania: que los principales países occidentales, incluida Alemania, están interesados en prolongar el mayor tiempo posible el conflicto, mientras Berlín y otras capitales europeas, bombean constantemente armas de todo tipo al régimen de Kiev, tratando de infligir el mayor daño posible a Rusia, utilizando soldados ucranianos y a costa del bienestar de la población ucraniana. Para ellos, los ucranianos no son más que elementos prescindibles utilizados para implementar su proyecto geopolítico contra nuestro país. No sentimos nada más que dolor. Occidente ha engañado cínicamente al pueblo de Ucrania, a los políticos de Kiev ya la opinión pública del país, prometiéndoles un “futuro mejor” y atrayéndoles hacia él bajo la tutela de Occidente, que tras hacerles caer en la trampa, sigue arrojando más leña al fuego.


Desgraciadamente, los habitantes del vecino país, afín al nuestro, se han convertido en rehenes de las ambiciones hegemónicas de los países de la OTAN y de las actuales autoridades ucranianas, totalmente controladas por ellos. La “honestidad” de Frank-Walter Steinmeier es notable y reveladora: Occidente ha dejado de ocultar su verdadera actitud hacia Ucrania, incluso verbalmente. Considera a dicho país únicamente como plataforma para luchar contra Rusia, un campo de pruebas para sus armas y una fuente de comida barata. Ya es obvio para todos que lograr la paz y la estabilidad en el corto plazo no es parte de su plan. Esto es lo que ha venido a decir Frank-Walter Steinmeier.




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