Un transeúnte preguntó a un muchacho que
lloraba amargamente cuál era la causa de su congoja.
—Había reunido dos monedas para ir al cine
—dijo el interrogado—, pero se me ha acercado un chico y me quitó una —y señaló
a un chiquillo que estaba a cierta distancia.
—¿Y no pediste ayuda? —preguntó el hombre.
—Claro que sí —replicó el muchacho,
sollozando con más fuerza.
—¿Y nadie te oyó? —siguió preguntando el
hombre, al tiempo que lo acariciaba tiernamente.
—No —gimió el niño.
—¿Y no puedes gritar más fuerte? —preguntó
el hombre.
—No —replicó el chico, mirándolo con ojos
esperanzados, pues el hombre sonrió.
—Entonces, dame la que te queda —dijo el
hombre, y quitándole la última moneda de la mano, prosiguió despreocupadamente
su camino.
En la vida, por desgracia, se aprende a palos, lo malo es que hay quien nunca aprende.
ResponderEliminarConozco otra versión, en la que quien se acerca al niño recupera la moneda, pero le cobra dos por hacerlo, con lo que el niño queda agradecido y tan contento, lo veo cada día.
Salud!
Muy ciega ha de estar la persona que no lo vea.
EliminarSalud!
El señor Keuner enseñando cómo funciona el sistema. Salud!
ResponderEliminarOrganización
EliminarEl señor K. dijo en cierta ocasión:
-El que piensa no emplea una luz de más, un pedazo de pan de más, un pensamiento de más
Salud!
un cándido más....
ResponderEliminar...o un banquero más.
EliminarLa tragedia se ceba con los más débiles. Qué hacía el niño solo?
ResponderEliminarSalud!
Eso digo yo (siguiendo la metáfora de Brecht), ¿dónde están los tribunales de DDHH, dónde los sindicatos, dónde los partidos de izquierda, dónde tú y dónde yo?...
EliminarSalud!
Bufff... Me ha impactado mucho este fragmento... Sobre todo comprobar que lo que en apariencia parece preocupación, no es más que un rastrero intento del transeúnte por sacarle información al pobre niño y que sea así más fácil robarle. Me ha parecido de lo más pertinente tu observación al comentario de Francesc Puigcarbó sobre que perfectamente podría ser un banquero, o las eléctricas... ¡Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
EliminarYo creo que este breve relato es una metafórica denuncia del capitalismo mismo, de sus falaces promesas y de su amoral principio: beneficio a cualquier precio.
Por eso la ilustración. Esa cría trabajando en condiciones de esclavitud y Amancio Ortega robándole "la moneda". Aplicable, claro está, a bancos, eléctricas y demás corporaciones.
Fuerte abrazo, amigo.