Leopoldo López (padre), Jose Maria Aznar, Felipe González,
Ana Botella y Bertin Osborne, Álvarez del Manzano, Javier Solana. Oligárquia golpista.
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Odio y rencor, acompañado de violencia, es lo que destilan las derechas
española y venezolana. En una dupla que no tiene parangón, el gobierno del
Partido Popular, acompañado por Ciudadanos, la cara amable de la nueva derecha
española, junto con sectores del PSOE, se ha dado a la tarea de promover en
territorio español las guarimbas, emergiendo una acción coordinada
internacionalmente destinada a justificar una guerra civil, invasión o golpe de
Estado en Venezuela. Estamos en presencia de una nueva escalada en las
estrategias desestabilizadoras. La violencia se exporta a las calles de Madrid,
Barcelona o Bilbao. Cortan el tráfico, agitan pancartas, persiguen a los
diplomáticos, boicotean actos públicos, amenazan de muerte y promueven la
violencia propia de un nazismo corriente.
En Madrid, delegaciones de los partidos Primero Justicia y Voluntad
Popular tuvieron una reunión con Albert Rivera, secretario general de
Ciudadanos, a la cual se sumaron miembros del Partido Popular y dirigentes del
PSOE. El objetivo era coordinar la estrategia a seguir en España para
desarticular la red de apoyo al gobierno de Venezuela. La reunión contó con el
aval de Corina Machado, Lilian Tintori y la cúpula de la MUD. Por parte de
España, Felipe González y José María Aznar estaban al tanto. La escenificación
fue un acto público, en el que se fotografiaron juntos Albert Rivera y los
dirigentes venezolanos Isidora Zubillaga, Lester Toledo y Gabriel San Miguel,
así como el padre de Leopoldo López. Dicho acto fue el pistoletazo de salida
para la acción concertada de acoso al cuerpo diplomático venezolano y el boicot
de actos realizados por organismos de derechos humanos, asociaciones,
sindicatos, universidades y ONG destinadas a desenmascarar el origen de la
violencia continuada y la estrategia de golpe de Estado desarrollado por la
derecha venezolana.
Por su parte, el gobierno del Partido Popular se comprometía a
garantizar la impunidad de los grupos movilizados desde Venezuela, adiestrados
en estrategia y violencia callejera. Desde el Ministerio del Interior se dieron
órdenes a las delegaciones de gobierno para que las fuerzas de seguridad del
Estado acudiesen tardíamente, en caso de ser requeridas por los convocantes a
los actos, dando tiempo a los provocadores a realizar sus acciones. Algo
inédito, ya que deberían hacerlo de oficio. Mas si los violentos carecen de
permiso, amenazan de muerte, cometen atentados contra el mobiliario urbano,
etcétera. Es tanto como no actuar en caso de presenciar una violación, robo o
asesinato, subrayando que no tiene órdenes (sic).
De esa guisa han sido los argumentos esgrimidos por la policía el jueves
11 de mayo, para permanecer impávidos antes el ataque a una sede de la embajada
de Venezuela, donde se celebrara un acto informativo del Comité de Víctimas de
la Guarimba y el Golpe Continuado. Dicho local goza de la inviolabilidad
diplomática, acorde con la convención de Viena para el cuerpo diplomático.
Sin embargo, en una manifestación no autorizada de la derecha venezolana
y española se permitió a los convocantes el lujo lanzar objetos, increpar a los
asistentes, llamarlos asesinos, amenazarlos de muerte, agredirlos, estar a
menos de dos metros de la entrada, impidiendo el paso a quienes democrática y
libremente deseábamos oír a las Víctimas de las Guarimba, que previamente se
habían reunido con la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, quien oficialmente
manifestó su apoyo y prometió hacer gestiones para esclarecer la verdad y hacer
justicia. El acto, donde estaban el embajador y buena parte del personal
diplomático, además de académicos, invitados y miembros de asociaciones
civiles, sería una explicación de tres víctimas de las Guarimbas, encabezados
por Desirée Cabrera, portavoz de las víctimas, cuyo bebé se encontraba en la
guardería del Ministerio de Vivienda cuando los violentos asaltaron las
dependencias y prendieron fuego. También participaba la madre del capitán de la
Guardia Nacional Bolivariana, Ramzor Bracho Bravo, asesinado por
francotiradores, cuando se aprestaba a rescatar a un compañero agredido por las
Guarimbas, mientras quemaban basuras y mobiliario urbano. Por último tomó la
palabra Germán Óscar Carrero, quien perdió una mano al protegerse de una bomba,
mientras escoltaba ambulancias y medicinas trasladadas al depósito de
CorpoSalud. En definitiva, víctimas de la violencia y sedición de la derecha
venezolana.
Hombre, si les están financiando dentro y fuera cómo no van a permitir lo que ellos mismos pagan.
ResponderEliminarSalud!
Efectivamente, pero hemos de tener en cuenta que no todo el mundo lo sabe.
EliminarSalud!
(El que no lo sabe es que tampoco quiere saberlo).
ResponderEliminarPara mi la "izquierda" Venezolana, es aun peor que la derecha, por lo que representa realmente, pero la intromisión de fachas españoles es intolerable e injustificable. Bastante tienen de lo que ocuparse tapando sus miserias como para ir a echarle mierda a los demás.
Y la actuación de los cuerpos represivos, es vergonzosa, poniendo aun más en evidencia a quienes sirven y para lo que está ahí.
Salud!
El Bilderberg Hispano...
ResponderEliminar...o apéndice del global.
EliminarEl rabo de ratón... qué ajjjcooo!!!
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