Las
organizaciones firmantes, sindicatos de ámbito estatal, compartimos nuestra
preocupación por la situación en Catalunya, por la represión que el Estado ha
desatado, por la merma de derechos y libertades que esto supone y va a suponer
y por el auge de un nacionalismo rancio que está apareciendo de nuevo en gran
parte del Estado.
Defendemos
la emancipación de todas las personas trabajadoras de Catalunya y del resto del
mundo. Tal vez, en este contexto, sea necesario recordar que no entendemos el
derecho a la autodeterminación en clave estatista, como proclaman los partidos
y organizaciones nacionalistas, sino como el derecho a la autogestión de
nuestra clase en un territorio determinado. Así entendida, la autodeterminación
pasa más por el control de la producción y el consumo por parte de trabajadores
y trabajadoras y por una democracia directa de abajo a arriba, organizada según
los principios federalistas, que por el establecimiento de una nueva frontera o
la creación de un nuevo Estado. Como internacionalistas, entendemos que la
solidaridad entre las personas trabajadoras no debe verse limitada a las
fronteras estatales, por lo que nos preocupa poco dónde se dibujen éstas.
Lo que
sí nos parece muy preocupante es la reacción que se está viviendo en muchas
partes del resto del Estado, con la exaltación de un españolismo rancio, que
más recuerda a épocas pasadas, jaleado desde los medios de comunicación y en
sintonía con la deriva autoritaria del gobierno, patente tras el
encarcelamiento de personas por convocar actos de desobediencia o la aplicación
del artículo 155 de la Constitución. No se nos escapa que este brote
nacionalista sienta las bases para posteriores recortes de derechos y
libertades, contra los que nos debemos prevenir. La bochornosa unidad de las
llamadas “fuerzas democráticas” en la justificación de la represión, augura un
panorama sombrío para todas las disidencias futuras. Pareciera que el régimen
posfranquista que nos gobierna desde hace 40 años, cerrara filas para asegurar
su continuidad.
Dicho
régimen, que ha existido y existe en Catalunya tanto como en el resto del
Estado español, siente que su propia supervivencia está en juego. Cuestionado
ampliamente y sumido en una profunda crisis de legitimidad, observa alarmado
cómo se le acumulan los frentes abiertos. La amenaza a la integridad
territorial del Estado se suma a los escándalos por corrupción, al desprestigio
de la monarquía, al cuestionamiento de los rescates y recortes que se han
aplicado sobre la población, al descontento por el esclavismo en el puesto de
trabajo derivado de las últimas reformas laborales, por el alargamiento de la
edad de jubilación y la minoración económica de las pensiones, etc… Las
constantes llamadas a defender la constitución se deben entender como toques a
rebato para atajar esta verdadera crisis existencial que le asedia. El peligro
es que en el proceso se sancionen y se vuelvan norma comportamientos represivos
como los que se han visto recientemente en muchas ciudades catalanas. O peores…
Evidentemente,
no sabemos en qué sentido se decantarán los acontecimientos. Permaneceremos
atentas a lo que ocurra, dispuestas a defender los intereses de las personas
trabajadoras de todo el Estado. Nos opondremos con todas nuestras fuerzas a la
represión y a la normalización de actitudes ultraderechistas, que ya se
percibe. Por supuesto, tampoco nos dejaremos utilizar por las estrategias de
los partidos políticos cuyos objetivos nos son ajenos. A la vez, no dejaremos
de alentar las movilizaciones de la clase trabajadora cuando ésta decida, por
fi que ha llegado el momento de sacudirse el dictado de unas élites políticas y
económicas que llevan demasiado tiempo gestionando el control del territorio
para servir, en exclusiva, a sus propios intereses.
Como
organizaciones sindicales de clase, libertarias y combativas, estaremos a pie
de calle, en las movilizaciones, como ya hemos demostrado en muchas ocasiones,
contra la represión, los recortes de derechos y libertades y contra la
corrupción.
Puede
que la crisis de Catalunya sea la puntilla de un modelo de Estado que agoniza.
Que este cambio se decante en un sentido u otro dependerá de nuestra capacidad,
como clase, de llevar el proceso en la dirección opuesta a la represión y al
auge de los nacionalismos. Confiemos en lograr que el resultado final sean más
libertades y derechos y no al contrario. Nos jugamos mucho.
¡POR
LOS DERECHOS Y LAS LIBERTADES!
¡CONTRA
LA REPRESIÓN A LAS CLASES TRABAJADORAS!
CGT – CNT
- Solidaridad Obrera
Creo que este mensaje es más racional, al menos para cualquier trabajador debería serlo.
ResponderEliminarTanto hablar de España y Cataluña y se olvidan de hablar de arriba y abajo, que eso es universal: que los de abajo lo tengamos claro al menos.
Salud!
La unanimidad respecto al objetivo está muy bien, lo difícil es ponerse de acuerdo en la manera de alcanzarlo.
EliminarSalud!
Bueno, estos (anarcosindicalistas) tienen su manera, podría ser un principio y no es para nada lo que se ha hecho hasta ahora, sería cuestión de al menos probarlo, que peor que lo actual no será.
Eliminar;)
Salud!
Creo que la llamada a la Solidaridad de clase puede ser un referente para articular alguna lucha extensa; alguna.
ResponderEliminarSuperar la represión también supone superar los medios judiciales que se dedican a apoyar las actuaciones policiales por orden política.
Salud!
La unidad de clase es imprescindible. El "sí se puede" tiene que ser más que un eslogan una actitud en la praxis personal y colectiva.
EliminarSalud!