Adam Niklewicz |
Fragmentos extraídos de:
MARX 2000. LA IMPORTANCIA DE UNA TEORÍA DADA POR MUERTA PARA EL
SIGLO XXI, Robert Kurz. (Completo en pdf aquí)
El colapso de los
sistemas de mercado de planificación estatal ha dejado al
capitalismo occidental a solas consigo mismo. Se ha convertido en un
sistema total, unipolar, globalizado y “sincronizado” y ya no
tiene ninguna posibilidad más de cebarse ideológicamente con las
estructuras externalizadas de su propia asincronía histórica,
elevadas desorbitadamente a supuesto contra-sistema. Pues la
autolegitimación occidental ha vivido de los déficits de la
“modernización rezagada” juzgada en relación con el estadio
evolutivo de los países capitalistas más desarrollados (ideología
del consumo de mercancías, campañas de derechos humanos, etc.).
Ahora el capitalismo tiene que hacerse valer por sí mismo, y ahí
fracasa miserablemente. Cada año se vuelve más inverosímil vender
el incremento imparable y masivo de la miseria en el Este y en el Sur
como mera “herencia” de los extintos sistemas socialistas. Sería
completamente irrisorio querer hacer responsable al viejo y malvado
enemigo de la creciente pobreza y de la degradación social en
Occidente. Lo que sucede ahora es producto exclusivo de la única e
inimitable “economía de mercado”.
[...]
En ese sistema, el
dinero, la forma palpable de manifestación del valor, se
retroalimenta a sí mismo. En el proceso de valorización del
capital, que hace del dinero más dinero, éste se convierte en un
fin en sí mismo de carácter procesual. Pero si la sustancia del
valor, y con ello del dinero, es el “trabajo”, también este
último se define como fin en sí mismo, esto es, como puro gasto de
energía humana que se retroalimenta a sí mismo. Solo la
retroalimentación sistémica convierte al “trabajo” en “trabajo”
y al dinero en dinero, invirtiendo el carácter de medio del
“trabajo” en el “proceso metabólico con la naturaleza”, así
como el carácter de medio del dinero en el proceso metabólico de la
sociedad, convirtiéndolos en un fin en sí mismo. Un fin que siempre
se antepone a los sujetos de la acción. Esta paradójica
autonomización irracional de los medios o del médium es lo que Marx
denomina el “sujeto automático” de la modernidad.
Lejos de ser ellos mismos
los sujetos de todo este montaje, los propietarios y gerentes del
capital se revelan, más allá de sus objetivos personales, como
meros funcionarios de ese “sujeto automático”; además, en
relación con el gigantesco despliegue, las gratificaciones para los
llamados dominadores parecen directamente irrisorias y quedan muy por
detrás del consumo de lujo de todas las élites pre-modernas,
incluso se han vuelto más estúpidas y mezquinas con el desarrollo
capitalista más avanzado. Mejor que el concepto de "explotación"
(concebido de forma subjetiva y restrictiva), lo que se
correspondería con esta interpretación de las condiciones de vida y
de producción capitalista sería el concepto de “malgasto” de la
capacidad de trabajo. No se priva a los asalariados su propio
producto social, sino que la producción de riqueza social se
subordina a las restricciones sistémicas de un fin en sí mismo de
carácter monstruoso.
[...]
Sin embargo, dado que el
dinero, en cuanto capital monetario, representa en la “valorización
del valor” el factor general y autorreferencial (y en cuanto tal
también el punto de partida), la actividad concreta de la relación
productiva de los hombres con la naturaleza tiene lugar desde el
principio solo con vistas a (y para el fin en sí mismo de) la
abstracción que se ha materializado literalmente en el valor y el
dinero. La inversión entre el fin y los medios se corresponde, por
tanto, con una inversión entre lo concreto y lo abstracto; lo
concreto ya solo es expresión de lo abstracto en vez de al revés.
El llamado “trabajo concreto” y el correspondiente espectro de
“valores de uso” no son el lado “bueno” del sistema, es
decir, el lado orientado a las necesidades, sino solo la forma
concreta de manifestación de una abstracción real. Porque la
actividad productiva concreta aparece socialmente solo como "soporte"
de esa abstracción. No existe por sí misma, sino que está sometida
al dictado de la “valorización del valor”. De ahí que el
“trabajo concreto” produzca también resultados irracionales y
destructivos por el lado del valor de uso; y ciertamente contra la
mejor intención de los implicados, que a pesar de todo permanecen
encadenados a la coacción estructural del sistema.
Adam Niklewicz |
Lo peor que le podía suceder al capitalismo, quedarse sin el enemigo comunista, ahora tiene que buscarse otros.
ResponderEliminarSin embargo, el objetivo del "enemigo comunista" sigue siendo el mismo.
EliminarLas ilustraciones elegidas lo dicen todo.
ResponderEliminarSintetizan eficazmente el mensaje, sí.
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