Fragmento extraído de Hacia otra Política de Fronteras
20/08/2019
El racismo desaforado y
la discriminación racial de las minorías (nativos, latinos,
hispanos, afroamericanos, árabes, etc.) en Estados Unidos, ha
conducido a su gobierno imperialista y racista a la mal llamada
"guerra contra el terrorismo", a la construcción de muros
y a la deportación masiva de millones de migrantes "ilegales"
(aunque ahora nos referimos a las redadas racistas de Trump, lo
cierto es que durante la época de Obama se deportaron más de 3
millones de personas). Pero no es un fenómeno nuevo. Recurrimos de
nuevo a Miguel Ángel Adame: "La historia de los EUA está
cuajada de racismo y racialismo como parte de un nacionalismo
religioso o una teología nacionalista. Resulta muy peculiar que
estos fenómenos históricos en este Estado-nación se alimenten
dentro del país capitalista más boyante del orbe y el que mayor
cantidad de comunidades étnico-nacionalitarias acumuló por
inmigración mundial de "dreamers" en pos de la "american
way of life" y de los "american dreams" durante todo
el siglo XX".
En efecto, creemos que la etiología racista
del país norteamericano ha de encontrarse en su propio proceso
fundacional. Lo que ocurre es que, en cada circunstancia
histórico-política, se achacan al fenómeno causas de tipo
coyuntural. Por ejemplo, desde la última crisis de 2007 hacia acá,
se incubaron frustraciones y resentimientos sobre todo entre los
componentes de las clases medias, que se canalizaron vía
étnico-racial y sociocultural, principalmente contra los
extranjeros, migrantes (sobre todo ilegales o indocumentados) y las
minorías a las que abierta o veladamente responsabilizaron del
estancamiento o bajada de sus niveles de bienestar (es decir, los
culparon de la pérdida de empleos, de la precarización laboral, de
la pobreza, de la exclusión...). Exactamente igual sucedió en los
países europeos, aunque quizá no de forma tan violenta. En USA, se
ha acelerado un cuadro sintomático, desde la llegada de Donald Trump
a la Casa Blanca, que busca preservar, recuperar o engrandecer ("Make
America Great Again" fue su lema de campaña) la "esencia
nacional", propiciando aún más si cabe la intolerancia, el
odio y el rechazo al extranjero. El chivo expiatorio es el otro
proletario inmigrante, que procede de otros países con otras
costumbres, con otras culturas, que no come, habla, piensa o sueña
como nosotros, y que llega a desplazarnos y a quedarse con nuestros
trabajos y oportunidades (y con "nuestros sueños"),
siempre según la cosmovisión popular norteamericana. Así pues, en
nombre de nuestro (supuesto) derecho a mantener nuestra "integridad"
(más bien integrismo), nuestra identidad de "primer mundo"
(construido a base de saquear otros países de otros mundos), nuestra
"grandeza" (que no existe más que en sus "sueños),
nuestra cultura "blanca" (en realidad supremacismo), se
niega la alteridad inmigrante y se está de acuerdo en que se le
deporte, expulse, guetifique, amuralle, excluya...
El peor enemigo de los inmigrantes últimos, son los inmigrantes anteriores, y en los Estados Unidos de América, todos, menos los pocos indios que aun quedan son inmigrantes.
ResponderEliminarYo estoy en total desacuerdo con el post. El racismo es un arma de control social usada por quien detenta los medios, públicos, privados o los dos. A veces los potencian y otras los amortigua. O ya para desquiciarnos los potencian y amortiguan a la vez, como en USA o UK. Es decir, para mi el racismo y el fascismo no es que sean coyunturales, es que sin un apoyo financiero y presión constante de una minoría no existirían. El ejemplo son los Aparheits, en cuanto cae el gobierno de turno explota el sistema entero y todo se mezcla hasta que otra facción se hace fuerte y vuelta a empezar.
ResponderEliminarSalud!