Adam Niklewicz |
La miseria en la cual
viven millones de seres humanos no es natural ni justificable.
En mi memoria aún
persiste la imagen del puerto de Valparaíso cubierto de bananos. Se
retrasó el barco y entonces esa montaña de fruta en perfecto estado
sería destruida a menos que los habitantes del área pudieran
rescatarla. También recuerdo los miles de toneladas de productos
lácteos arrojados al mar por una compañía estadounidense para
"mantener el precio del producto" y proteger de ese modo un
sistema comercial a la medida. El hambre, cuyos devastadores efectos
cobra la vida de millones de seres humanos alrededor del mundo, no
tiene justificación alguna.
En la realidad, el
sistema político impuesto por un rígido marco de intereses
corporativos no deja espacio a las indispensables acciones de los
Estados orientadas a satisfacer las necesidades básicas de la
población. A partir de esos acuerdos solapados, resulta inevitable
el incremento de la masa ciudadana obligada a vivir bajo la línea de
la pobreza. Entre las consecuencias de este desajuste en las
prioridades de gobiernos regidos por un neoliberalismo extremo que ha
echado raíces en la mayoría de naciones latinoamericanas, se
encuentra también la pérdida acelerada de la biodiversidad con
fines de explotación de recursos, cuyos efectos no solo tienen
impacto en el medio ambiente, sino también en las posibilidades de
desarrollo de los países y en la calidad de vida de sus habitantes.
En la destrucción de la
Amazonia brasileña –un reservorio de oxígeno y biodiversidad cuya
protección debería tener la máxima prioridad del gobierno de
Brasil y de los países aledaños, cuyos territorios también se ven
afectados- se puede observar cómo los intereses corporativos llegan
al extremo de poner en riesgo la vida misma del planeta. Es decir, en
tanto los proyectos extractivos y agroindustriales tengan el poder de
condicionar las decisiones gubernamentales, deja de ser importante la
conservación de uno de los territorios ya considerados patrimonio de
la Humanidad, pero también la supervivencia de las comunidades
autóctonas que en él habitan, las cuales han sufrido persecución,
desalojos y asesinatos de sus líderes.
La estrategia del hambre
en los países en vías de desarrollo ha sido efectiva y ha logrado
neutralizar la fuerza del factor humano, con una fórmula propicia
para desarticular cualquier intento de subversión ante el sistema
impuesto por los países industrializados sobre aquellos sometidos a
las normas dictadas por las agencias financieras y las organizaciones
empresariales multinacionales. Es decir, los dueños legítimos de
los territorios han observado desde el graderío cómo las grandes
corporaciones se han adueñado de su agua, de su tierra, de su aire y
de todo el mineral que les resulte útil para obtener inmensas
utilidades; todo ello, gracias a leyes, convenios, tratados y
cantidad de recursos legales ad hoc para convertir el despojo en una
buena noticia: incentivos a la inversión extranjera.
Mientras tanto, ese gran
contingente ciudadano cuyas carencias lo impulsan a aceptar cualquier
limosna disfrazada de programa asistencialista, ignora los detalles
del negocio y por lo tanto está en una posición de dependencia,
conveniente para que su gobierno tome decisiones abiertamente lesivas
a los intereses nacionales, sin que la oposición –debilitada ya
por la falta de soporte popular- tenga la menor incidencia en la
fiscalización de esas acciones. Si hay una herramienta capaz de
corregir el rumbo de las naciones, es la organización ciudadana; y
comprender que si el futuro del planeta está bajo semejante amenaza,
sus habitantes también lo están.
Las decisiones
políticas surgen en los despachos de las grandes multinacionales.
Las decisiones políticas surgen en los despachos de las grandes multinacionales. Este seria el resumen de los hechos, aquí empieza y acaba el poder decisorio de los Gobiernos.
ResponderEliminarHace mucho que la mayoría de los gobiernos se convirtieron en meras sucursales de las grandes corporaciones. Eso de velar por las necesidades de la población solo se permite si es rentable para el capital y sus poseedores.
EliminarExcelente.
ResponderEliminarSalud, OskarMaría.
EliminarLos mismos beneficiados por el mecanismo son juguetes de su juguete. Para soportar este hecho necesitan una absurda escala de valores, un terrible aparato deformador de su percepción que modifica sus mentes al servicio del juguete.
ResponderEliminarPobres marionetas, no saben que el fuego también llegará a los hilos de los que penden.
EliminarEl sector agrícola se ha industrializado en todo el mundo, por eso vemos las explotaciones por todo el mundo. En un sentido estricto la alimentación es incluso más importante que la obtención de petróleo. Hay numerosos países que subsisten sin apenas petróleo, pero si hay petróleo y dependes del aporte externo de alimentos y te cortan el suministro se sufre. Vease el caso de Venezuela, Yemen, Sudan, somalia...Y estos son solo casos recientes.
ResponderEliminarSalud!